La visita ocurre como parte del proyecto “Lectores para el futuro” que impulsa la organización sin fines de lucro Multisensory Reading Centers (MRC), cuya meta principal es enseñar a los niños a leer y a escribir, siguiendo el método Orton-Gillingham que propone un acercamiento multisensorial para aprender y perfeccionar ambas destrezas. El método se basa en la fonética del lenguaje y enfatiza el aprendizaje visual, auditivo, táctil y kinestético o de movimiento.
Mónica Fossas y Mayra Delgado, dos maestras recursos del programa, estuvieron a cargo de las lecturas que realizaron en Cantera escritoras como Yolanda Arroyo Pizarro y Ángeles Molina Iturrondo.
De otra parte, en la escuela Llorens Torres asistieron las escritoras Isette Pastrana, Lizette Martínez y Georgina Lázaro, y coordinaron el encuentro Susana Morales y Melanie Catafolo.
Anualmente, las poblaciones de kínder, primero y segundo grado son evaluadas por maestras de esta organización que empezó a laborar en el 2015 con el deseo de lograr que estudiantes con dificultad para leer lograran dominar la destreza.
“Sin los 67 estudiantes que atendemos este año, hemos impactado 198. En Llorens estamos desde el 2015 y en Cantera desde el año pasado. Damos intervenciones de 50 minutos dentro del horario escolar”, explica Natalia Canto, fundadora y directora de MRC.
Hoy atienden 21 estudiantes de primero, segundo y tercer grado en Llorens Torres y 46 de kínder, primero y segundo grado en Cantera.
“Nosotros estamos fijos en esas dos escuelas; tengo una maestra y una asistente en Llorens y en Cantera tres maestras y una asistente. Las maestras las subvencionamos nosotros con fondos que conseguimos en eventos de recaudación y con apoyo de fundaciones como Ángel Ramos y Banco Popular. Están certificadas en la metodología Orton-Gillingham, que hace un acercamiento multisensorial a la lectura y la escritura, logran enseñar de manera explícita y directa lo que es la mecánica de la lectura”, expone.
Los alumnos más pequeños ganan conciencia fonológica antes del apresto, manipulan sonidos como, por ejemplo, las rimas. Con los de primer grado se trabaja la mecánica de la lectura y la decodificación, en segundo grado se recalca la fluidez en la lectura y con los de tercero se subraya la comprensión y el pensamiento crítico de lo leído.
“Yo fui maestra de primer grado por tres años antes de hacer mi maestría y me di cuenta que en ese tiempo siempre había uno o dos niños que no había manera, algo pasaba que no le podíamos llegar para sacarlos leyendo. Al hacer mi maestría entiendo que tenían un problema específico que no atendimos bien, me certifico como ‘reading specialist’ y regreso a Puerto Rico dispuesta a hacer algo, pero me di cuenta que lo que quería hacer, las escuelas no entendían el proceso”, recuerda la educadora.
Canto comenzó a atender niños de manera individual “y no daba abasto”. “Había que capacitar maestros porque la cantidad de niños que necesitan ayuda es significativa, quería que las maestras tuvieran otro conocimiento para que pudieran atender a los niños con algo más acertado”, explica sus motivaciones iniciales.
A PRUEBA EL MÉTODO
¿Qué es lo especial del método Orton-Gillingham? Canto resalta que se evalúa al alumno y se va directamente a sus lagunas. “Ese estudiante está en un estado de frustración todo el tiempo porque sabe que no logra leer y porque está en un entorno difícil. Empezamos a trabajar con un acercamiento visual, auditivo o kinestético que facilita el aprendizaje y hace que engranen”, sostiene.
Como ejemplo pone el caso de un estudiante que logró aprenderse el abecedario y sus sonidos integrando el movimiento. “Si vieras cómo algo tan básico hace una diferencia fundamental”, indica Canto.
El trato individual, el valor al aprendizaje multisensorial, la repetición, la práctica, el repaso y la repetición, de nuevo en el proceso, han probado ser efectivas. “Ellos necesitan la práctica extensa”.
“Estoy súpersatisfecha”, dice Canto, “nos sentimos bien orgullosos porque hemos hecho la diferencia en los nenes. Los pequeños logros han dado frutos y si estos niños no tuvieran esto, queda la pregunta de qué hubiera pasado con ellos. Nos sentimos que hemos ayudado”, resalta.
Más allá de aprender a leer, Canto puntualiza su filosofía de que si los niños no aprenden a leer bien, no se interesarán por la lectura, “porque llega a ser frustrante”.
“La idea de llevar los escritores a las escuelas es para inspirar a los niños, para que sepan que en un futuro pueden ser como ellos si leen, si aprenden. Así crece el interés y en ese sentido la actividad lo logró. No podemos hacer una cosa sin la otra; hay que fortalecer la destreza de la lectura para que ellos puedan sentirse capaces y fomentar el amor por la lectura a través de iniciativas como esta”, culmina la directora.
Ya sea como lectores, escritores o hasta ilustradores, los rostros de los niños y niñas contaban la alegría de ser parte del mundo que puede leer.
Fotos: Javier del Valle