Luego de nueve años en el mismo tono, Fondos Unidos añadió a los talleres una estrategia de impacto. “Como parte de las nuevas estrategias hemos añadido un componente de mentoría que está compuesto por unas maestras que son educadoras y que han trabajado en centros de cuidado. El objetivo es que se sientan más en confianza para establecer una mejor conexión con los participantes de los centros” comentó Bárbara González. Hilario, coordinadora del programa.
APRENDO se creó con la finalidad de dirigir y adiestrar a las personas que laboran en los centros de cuidos y preescolares para que estos cumplan con los modelos de alta calidad en servicios y de esta forma impulsen el progreso en los niños y niñas del País. La idea es hacer de los cursos una experiencia de aprendizaje colaborativo y asociativo.
“Damos un taller inicial ‘Trabajo en equipo’ que enfoca el trabajo en equipo entre el personal del centro, los niños y las familias. Luego ofrecemos otros talleres que tiene que ver con las relaciones, sobre cómo los adultos y los niños deben relacionarse y eso es bien importante porque en términos de la edad temprana, ellos están en el proceso de desarrollar su andamiaje cerebral y las relaciones que establezcan con los adultos van a ser definitivas para, luego ellos, desarrollar su personalidad y capacidad en la adultez. Sobre todo es importante relacionarse de forma adecuada con los niños y permitirles que ellos establezcan independencia, autocontrol y su creatividad en un ambiente de aprendizaje que los ayude en términos sociales”, explicó.
Además, el programa ofrece un taller orientado a la salud y seguridad. Para, Carmen Rodríguez, directora de APRENDO en esta etapa el programa alcanzará el mayor de sus éxitos, pues ya reúne todos los entes que rodean a un niño: escuela y familia.
Algunos llegan solos, pero la mayoría de los participantes de los talleres acuden por invitación. Al momento, alrededor de 1,500 maestros, maestras, cuidadores de niños y directores escolares han participado. Estos separaron sus sábados durante cinco horas en dos meses para aprender nuevas prácticas para sus estudiantes.
Si algo le gusta a González de su trabajo es la alegría que observa en las participantes al finalizar los talleres. “Veo los frutos del trabajo que estamos realizando, veo como las maestras y personal que participa sale contento de cada uno de los talleres y con ganas de tomar otros talleres como estos”. Ese sentimiento lo descubre cuando empiezan las visitas a los centros. “Como parte del sistema de evaluación que tenemos en el programa se les hacen unas visitas antes de que ellos –los educadores- comiencen las fases de capacitación y después que culminamos los talleres”.
“En esas visitas de observación hemos encontrado que las participantes integran las prácticas que se ofrecen en cada uno de las talleres. Por ejemplo, hemos visto que tienen mejor comunicación con las familias; la comunicación entre ellas y el trabajo colaborativo mejora, sobre todo mejoran las relaciones con los niños. Vemos estas maestras que al finalizar el programa están más conscientes de lo importancia es que es la exploración de los niños y que ellos se desarrollen de manera autosuficiente”, añadió.
Con estos cursos las maestras y maestros cambiaron las rutinas diarias por prácticas más entretenidas; prácticas que conviertan al niño en parte integral de esas actividades y tengan inferencias en la toma de decisiones. Y como ellos saben, desde esa forma se fomenta su creatividad y sus capacidades se elevan al óptimo desempeño.