"Fue muy emocionante", aceptó López Quintero sobre la encomienda de escoger lo mejor en seis años según su criterio. "Fue un reto, para eso hace falta estudiar cada uno de los artistas por separado, sus propuestas, ver cómo han cambiado en el tiempo y qué presentaron en SalaFAR".

"Quizás hay un punto de unión entre las distintas propuestas por el tamaño y las dimensiones de la SalaFAR, eso era bien importante, pero también refleja mucho lo que ha pasado en la escena puertorriqueña en los últimos seis años. Son trabajos donde la manufactura como tal de la obra es muy importante, hay mucha variedad -eso me gustó mucho- vamos de la pintura, a la cerámica, a la escultura, al dibujo. Fue algo muy variado que muchas veces lo hace más difícil porque es muy ecléctico", sostuvo el curador.

López Quintero agregó que por esta razón destinó amplio espacio entre cada pieza en la sala que alberga la muestra en el MAPR. Quiso "que respiraran", para que el espectador tuviera la oportunidad de dialogar con ellas sin interferencias y que, al mismo tiempo, la secuencia se convirtiera en "una suerte de hilo conductor" entre las obras.

En la galería pueden apreciarse piezas de los artistas Beatriz Martí, Cecile Molina Machargo, Connie Ann Martin, Dafne Elvira, Edwin Guevárez, Eliseo Echevarría, Eric French, Héctor Méndez Caratini, Ivonne Prats, José Peláez, Juan Ramón Velázquez, Julio Amill, Luis Borrero, Luis de la Rosa Chapel, Luis Felipe Passlacqua, Luis Torruella, María Luisa Borrás, Nitza Luna, Norah Hernández, Raymond Cruz Corchado, Rigoberto Quintana, Romaguera, Santiago Flores Charneco y Viveca Venegas.

Pratts, Borrás y Molina Machargo trabajaron el barro y se reencontraron con las piezas. "El trabajo mio es bien orgánico, tiene que ver con el cuerpo, tiene que ver con vida, todavía lo veo y me conecto, me trae muchos recuerdos del momento histórico cuando lo hice, pero ahora mismo estoy más madura, viéndolo desde otro punto de vista", confesó Pratts sobre Displaced.

"Mi pieza va con el tema que teníamos ese momento: el cuerpo", explica Borrás sobre Manto sobre mis ojos que integra la serie Veil to Freedom. Esa serie fue desarrollándose y convirtiéndose en otras cosas. Hoy en día uno madura, uno cambia, el contexto es diferente y lo hace muy diferente".

En el caso de la escultura Seres antropóseos, de Molina- Machargo, asegura que tenía un contexto orgánico. "Luego de esa exhibición estuve culminando una maestría en Arquitectura Paisajista, la cual me profundizó en ver el cuerpo orgánico más como paisaje", sostuvo la artista.

Nitza Luna volvió a ver su fotografía Hojas y todavía "le habla". "Es bien simpático, porque una cosa es poder apreciar tu obra en tu casa, en tu espacio y otra cosa es cuando tenemos la oportunidad de verla de lejos en un lugar de exhibición, crea una magia muy especial y a uno le da ese sentido de felicidad", indica Luna.

"Uno ve los detalles, recuerda cuando fue al lugar, se sintió motivado; uno tira la foto con la esperanza de que sea verdaderamente buena, pero uno realmente no sabe luego que pasa un tiempo y pasa por el proceso de edición. La fotografía, al igual que el arte, cobra vida cuando está en lugares de exhibición, están hechas para el disfrute del público", opina la fotógrafa.

Una foto de premio cuelga en una de las paredes. Se trata de Virgen india, de Viveca Venegas Vilaró, fotografía que ganó en el 2007 el primer lugar en National Geographic International Photo Contest y que luego fue exhibida en SalaFAR.

"Esta muchacha pertenece a la casta de los intocables de un lugar muy remoto en el estado de Rajastán, en India. La encontré en un templo y me iluminó, me llamó la atención su mirada, era sumamente tímida, tuve que ganármela. Esa fue una fotografía de tres, en National Geographic no se puede retocar, así que esa foto es como salió de la cámara", contó Venegas.

Venegas puntualizó que "todo el mundo se siente cautivado por esa mirada" y su paso por SalaFAR no fue la excepción. "Para mí es un orgullo que ella esté aquí", expresó.

Héctor Méndez Caratini pasó de retratar vaqueros sobre caballos a conductores sobre los caballos de fuerza de las motoras en la serie La fiebre. Aquí presentó la fotografía Se acabó el abuso. "Retraté en dos pistas, el Tuque en Ponce y en la de Salinas. Para darle un giro diferente hice una serie de collages con una composición más contemporánea. Son piezas grandes que imprimí sobre canvas", definió el fotógrafo.

SORPRESA Y REENCUENTROS

La pintura estuvo ampliamente representada. Carlos Romaguera presentó Soñando. "La pieza carga algo que en un momento dado iba a suceder que es Isla soñando despertar. La pieza ha corrido a otros lugares y ha llegado aquí como un presagio de lo que está sucediendo en nuestra isla. El escrito lo hizo Carmelo Sobrino, yo incorporo escritura de otras personas", indicó Romaguera.

En el caso de Connie Ann Martin y su trabajo Paisaje de reflejos, la artista la define como "un poquito más abstracta" de las otras obras exhibidas en SalaFAR. "Fue un paso para irme más hacia la abstracción, así que estoy más abstracta", contó sonriente Martin sobre el nuevo rumbo que explora.

Interior vacío, de Luis Borrero, es una de las primeras piezas en la que el artista no usa la figura humana como acostumbra. "Es muy geométrica en lo que es la propuesta y ha alimentado un nuevo interés en lo que son los espacios totalmente vacíos destinados a la figura humana. La pieza está en una colección privada y los coleccionistas están muy orgullosos de que esté aquí", dijo Borrero.

En el caso de Raymond Cruz, su trabajo Estratos fue logrado con material recuperado de las pinturas usadas en las paredes de las galerías. 

"Eso le dio origen a otra nueva exposición, Merge, que se llevó a cabo en la Universidad de Puerto Rico, así que esa (Estratos) es el padre y la madre de 23 piezas adicionales de mucha pintura reciclada. Busco la manera de darle nuevas posibilidades a la materia, ahora en este tiempo donde hay tanta escasez y dificultades es buscarle nuevas avenidas y posibilidades al material", manifestó Cruz.

De una muestra suya en el MAPR, Eric French derivó el trabajo Expanding Universe que mostró en SalaFAR, en el cual hacía una interpretación del universo partiendo de lo que conocemos sobre este. "Era una serie de acuarelas, yo hice todos los medios, compré los pigmentos, los preparé, mandé a comprar papeles a Alemania y fue una experiencia bien buena. Me alegra mucho que esté aquí", sostuvo French.

Del artista Edwin Guevárez vimos Miss Jones, retrato basado en la historia de una actriz de los años 70's, según explica. "Sí, ha evolucionado muchísimo porque a pesar de que sigo trabajando el retrato como es Miss Jones, he empezado a experimentar con otras cosas dentro del mismo retrato; ha dado pie a que se convierta en otra cosa", confesó Guevárez.

Daphne Elvira trabajó el lienzo La Menina que se quedó con el Azul pero no quiso al Príncipe.

"La pieza me sigue haciendo compañía en mi casa y la exhibición en sí tuvo que ver mucho con un poemario. Últimamente he seguido trabajando mucho el texto por su contenido y la parte estética de cómo se ven las cosas escritas", declaró Elvira.

Lo de Eliseo Echevarría Santos son los refranes. Cuando el gato se va los ratones hacen fiesta es la pieza seleccionada para esta colectiva. Inspirado por el trabajo de Eduardo Gruber, ha seguido ilustrando refranes puesto que "es una cosa que contagia y es bien difícil deshacerse de ellos". "Me interesa la fauna, a parte de que yo me comparo con un animal y eso me hace crear más piezas. Cada día encuentro uno nuevo que no había escuchado, por eso sigo ilustrándolos", sostuvo Echevarría.

Rigoberto Quintana, cubano radicado en la Isla hace 23 años, mostró la serie Inmensos diminutos. Aunque no es de carácter anecdótico, aspectos personales influyeron en este trabajo, según confesó, como la escasez de tiempo para trabajar obras de gran formato, el desarraigo migratorio y los mundos profundos a los que le expuso un documental de National Geographic.

"De alguna manera imbriqué (acoplé) esos tres elementos, un poco como excusa para el pequeño formato, y de manera metafórica, pero son cosas íntimas que atrapan al espectador y obligan a auscultar en estos pequeños círculos que parecen miradas microscópicas", expresó Quintana.

Luis de la Rosa Chapel se reencontró con su instalación La caída de los dioses, motivada por las óperas de Wagner. "Los cuatro móviles llevaban el nombre de la tetralogía, esta es La caída de los dioses, por eso es roja, flamante. Está en una colección privada, no la había vuelto a ver y con mucho gusto me la encontré. Como muchos artistas que tratan de matar el ego y tratan de ser sencillos pienso que si la volviera a hacer la haría igual, pero un poquito más pequeña", reveló.

Por otro lado, Beatriz Martí muestra Semillas flotantes II, pieza creada para su hermana mayor quien fue una de sus mentoras. "Tiene una relación bien marcada con los frutos, las semillas y el crecimiento. La veo cuando visito a mi hermana y sí, tengo un feeling bien personal con ella, me encantó cómo la montaron; estoy bastante impresionada, feliz de que esté aquí", aseguró Martí.

El trabajo de Julio Amill está en estos precisos momentos en exhibición en  SalaFAR, pero una de sus piezas, Sin título, fue seleccionada para la bienal. "Ha sido muy interesante cómo cambia con la iluminación. En mi obra la iluminación ha sido muy importante, yo no hubiese escogido este tipo de iluminación, pero me sorprende que alguien tome una pieza mía para instalarla y le de una nueva vida, una transparencia a la imagen; aquí se vuelve más transparente y liviana a la que había visto en SalaFAR", celebró el artista.

De la creadora Norah Hernández llegó su trabajo Cuerpos de luz, mientras que de Luis Felipe Passalcqua se mostró Proceso creativo.

"Se llama así porque representa los pasos por los que un artista, y todo ser humano, atraviesa creando su realidad, a sí mismo y una pieza de arte. Los elementos más geométricos representan los elementos más concretos del proceso creativo y los más orgánicos hasta llegar al círculo que representan los elementos más intangibles del proceso de crear una pieza", expuso Passalcqua.

"Son unos vestidos que llevan la luz por dentro", definió Hernández su trabajo, "como el espíritu que cuando se va el ser siempre deja esa luz rodeada. Continúo con el proceso porque estas piezas no terminan siguen evolucionando a otras formas".

Y si ellos cambian, ya evolucionará también la Bienal SalaFAR.