Aquí las diez preguntas que OENEGÉ tuvo oportunidad de hacer al director del Fideicomiso.
1. ¿Cuáles son las principales razones por las cuales un país como el nuestro debe conservar una tercera parte de su tierra?
Partiendo de lo más importante, todo desarrollo económico requiere de unos servicios que nos da la naturaleza. Muchas veces los ignoramos o los pasamos por alto pero estos servicios son en muchos casos control de inundaciones, control climático, reforestación, creación de suelos fértiles agrícolas, mantenimiento de corales y arrecifes que dan base a nuestra pesca y turismo. Son servicios sin los cuales no podemos existir. La conservación de la naturaleza no es más que asegurar nuestro propio desarrollo. No es para crear unos espacios para que no se utilicen o no se toquen sino que son espacios que están rindiéndonos una función: no afectar nuestra propia existencia en el Planeta. De ahí surge el concepto de conservación, que es asegurar nuestra existencia.
2. En un país donde el desarrollo económico todavía se mide por la cantidad de cemento vendido en un año y la cantidad de electricidad que se consume, parecería muy difícil lograr la meta de 33% de conservación de las tierras para 2033, ¿no cree?
Lo que estás tratando de medir es calidad de vida, nuestro bienestar y esos no son los indicadores correctos. Podemos tener calidad de vida alta sin tanto cemento. Tenemos que remirar muchas cosas, entre ellas, nuestros indicadores. Son costos o beneficios que no están en nuestros estados financieros ni modelos decisionales. Los ignoramos (los indicadores ambientales), no los tomamos en consideración. Cambiar ese paradigma de dónde y qué es en realidad lo que representa o mide nuestro bienestar es muy importante.
3. Usted ha mencionado el ejemplo de Costa Rica, con un porciento de conservación de 34% de sus tierras. Pero Costa Rica, a diferencia de Puerto Rico, tiene todo un plan, una política pública de desarrollo económico centrada en el ambientalismo y en el ecoturismo. En Puerto Rico, se conservarían esas tierras pero sin un plan como ese. ¿Tiene el Fideicomiso la esperanza de que pueda formularse un plan detrás de esa conservación? ¿Cuánto incide el Fideicomiso en la política pública?
En el área de política publica estamos mejorando nuestra capacidad. En la década de los setenta logramos que los municipios dejaran de tirar la basura en el Caño de San Cristóbal. Y de ahí hemos seguido un sinnúmero de actividades enfocadas al cambio, una de ellas es el establecimiento de las servidumbres de conservación. Esa legislación la trabajó el Fideicomiso, junto a la Universidad de Puerto Rico y otros. Ahora es una meta (de Para la naturaleza). El Estado le da un uso a esos terrenos, incentiva la empresa privada y requiere la trasformación de la ciudadanía en entender el valor de esas tierras. Contrarrestas la construcción de shopping centers.
Otro de los grandes logros de política pública que hemos tenido es el programa de contaminación lumínica, donde hemos trabajado intensamente en las Cabezas de San Juan y ha sido un éxito rotundo. Se ha reducido la contaminación lumínica en un 50%. Esto transforma a la fauna y flora nocturna, especies que dependen de la noche.
Pero, en efecto, ahí (en la influencia en la política pública) todavía hay mucho trabajo que hacer.
4. Aparte de la adquisición, ¿qué vías usará el Fideicomiso para lograr su meta de 33% de terreno conservado para 2033?
Vamos a usar las servidumbres, la adquisición. Recursos Naturales ha expandido algunas áreas pero también esperamos hacerlo con un buen plan de uso de terrenos. Que se pueda, por ley, conservar otras áreas.
5. ¿Saben qué tierras específicamente son las que quieren conservar o eso depende de aquellas que se puedan incluir (en la conservación)?
Todo empieza a nivel de un sistema de información geográfica que hemos ido montando y desarrollando y ese sistema, basado en unos logaritmos, nos da ese primer vistazo de qué áreas se deben proteger. Esto para establecer prioridades porque, obviamente, los recursos son limitados. Antes de adquirir, hacemos una investigación de campo con científicos que hacen un inventario de especies, fauna, flora, incluso de la especie humana y dentro de eso vamos trabajando.
6. Ahora mismo, ¿qué terrenos específicos ustedes creen que es urgente conservar y todavía no se ha hecho?
Hay áreas importantes como el agua, que es un conductor y la calidad del agua es una de las variables más importantes para todos los sistemas ecológicos. Tenemos gran interés en las cuencas hidrológicas, sobre todo en las áreas que filtran y generan esa calidad de agua. Estamos mirando mucho los sistemas ecológicos funcionales y las cuencas hidrológicas.
7. En ocasiones, sectores ambientalistas han criticado el manejo que hace el Fideicomiso de sus relaciones con las comunidades y el rol limitado que la participación ciudadana en sus proyectos de conservación. Pero parece haber en el Fideicomiso un interés de mejorar este aspecto, a juzgar por algunas iniciativas. ¿Han tenido esa preocupación? ¿Tienen planes de seguir mejorando la participación ciudadana?
Hemos ido cambiando nuestros modelos de conservación. Empezamos a entender que la gente nos visitaba. Pero ha sido un proceso porque, en los años setenta, por ejemplo, mucha gente ni siquiera entendía para qué queríamos conservar. Nos decían que cómo era posible dejar ese terreno baldío. Lo que antes no se entendía, ahora se entiende. Ahora las comunidades toman un rol protagónico en todo esto. Hemos ido modificando para que la ciudadanía sea una aliada de la conservación y principales protagonistas de esto.
Con el programa Ciudadano científico hemos dado un rol protagónico a nuestros voluntarios. Actualmente estamos desarrollando un programa fuerte de comunidades para que se unan y tengamos un mecanismo sólido para que las comunidades se dediquen a conservar sus recursos.
8. ¿De qué trata ese programa?
Estamos desarrollándolo. Ahora mismo lo estamos diseñando y, sobre todo, entendiendo las necesidades de las comunidades, porque nosotros sabemos lo que queremos en cuanto a la conservación pero nos compete entender bien las necesidades de esas comunidades para entablar una relación profunda con ellos.
Eso sí, hemos trabajado muchísimo la parte educativa. Recibimos más de 80 mil personas al año. Entran a participar en proyectos educativos y ese ha sido nuestro norte. Las visitas a nuestras facilidades son educativas, no recreativas. Tenemos más de 50 intérpretes ambientales que corren programas de mucha envergadura. Recorridos ecológicos, históricos, escolares, campamentos de verano, talleres a maestros de escuelas públicas. Ahora estamos reforzándolo con un modelo más participativo donde ya la gente viene a trabajar con nosotros. El 'hands on' que llamamos. Todo esto para mover la educación ambiental a una participativa.
9. Precisamente, el domingo 27 de octubre, la Fundación Ángel Ramos auspicia una casa abierta para las comunidades de Hacienda Buena Vista en Ponce, uno de los proyectos del Fideicomiso. Cuéntenos, ¿qué veremos allí?
Sí, abrimos la Hacienda a los visitantes de la comunidad y les vamos a ofrecer un programa de juegos típicos puertorriqueños para retraer la cultura pero también habrán exhibiciones de todo el proceso de café. La gente podrá tostarlo, molerlo, colarlo, tomárselo. Todo el proceso en Hacienda Buena Vista se mueve por agua, es un mecanismo original del siglo XIX y está en funcionamiento. Tiene toda una historia.
10. Háblenos un poquito más acerca de Para la naturaleza. ¿Cómo específicamente pueden las comunidades participar de la conservación?
Para la naturaleza consistirá de una serie de programas educativos y es un proyecto para que la gente participe de distintas maneras. Desde hacer servidumbres, donativos, referir gente, participar en proyectos de conservación como ciudadano científico. Las comunidades, en sus urbanizaciones, pueden ayudar a mejorar la calidad de sus ecosistemas. Queremos que las personas se adueñen. Que el logo (de Para la naturaleza) sea adoptado y apropiado por las comunidades y estas se conviertan en una gran red de conservación.