Viernes, 08 Noviembre 2013 15:55

15 años de Andanza: una institución creativa moviéndose a su propio ritmo

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Mari Mari Narváez
OENEGÉ

Un aniversario es un regreso. Como el recuerdo, que etimológicamente significa "volver a pasar por el corazón", estas festividades tienen mucho de historia, de revivir un trayecto casi siempre hermoso y también, por momentos, problemático, como todos los caminos del mundo. Pero también tienen mucho de porvenir. Celebrar un aniversario es reiterarse en algo. De alguna manera, hacerlo permanente.
Así se encuentra Andanza en estos días. La compañía de danza contemporánea celebró su quinceañero recientemente con Andanza de gala, un espectáculo que también honraba las luchas por los derechos civiles en el marco del centenario de la Escuela de Derecho, así como el 70 aniversario de la Facultad de Humanidades, ambas de la Universidad de Puerto Rico.

"En términos artísticos tenemos mucho que celebrar porque siempre hay un crecimiento", contó Lolita Villanúa, directora y fundadora de Andanza. "Siempre hay nuevos espectáculos, siempre son acercamientos interesantes. Este fue importante por la asociación con la Universidad".

 

El primer acto incluyó la obra Muerte, del coreógrafo brasileño radicado en Suiza, Antonio Gomes e inspirada en la pieza Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart. "Muerte es la pieza de una compañía madura, es nuestra producción más majestuosa y difícil. Además de los diez bailarines, participan diez artistas invitados como figurantes", explicó Lolita. Aunque se estrenó hace diez años, volver a presentarla ahora fue importante para Andanza porque representa sus capacidades más expansivas tanto en términos artísticos como de producción.

Justicia fue la pieza del segundo acto, basada en las luchas por los derechos civiles en Puerto Rico y sus victorias legales. Ésta consistió del estreno de una obra nueva, creación de Carlos Iván Santos, actualmente uno de los coreógrafos más destacados del País y quien también es cofundador de Andanza.
"En el contexto actual, fue bien importante este espectáculo y haber podido presentar ese segundo acto", comentó Villanúa. "Queríamos algo que creara discusión pero también una invitación a la acción".

"Esa labor social tiene que estar siempre"

Los quince años se dejan sentir. Por un lado, han logrado lo que tal vez nadie o muy pocos pensaron: profesionalizar un grupo de danza moderna. Desde el principio, han contado con una plantilla permanente de bailarines y coreógrafos que han podido vivir de su talento. A veces son más, otras veces menos según la situación del momento. Pero ha permanecido. Sin embargo, especialmente en los últimos años, la supervivencia ha sido muy cuesta arriba.

Sólo ellos saben de las miles de horas invertidas enviando y reenviando las propuestas, cartas, reconsideraciones, facsímiles, correos electrónicos, llamadas, visitas, promesas y recaudos que hacen falta para conseguir la aprobación de una propuesta.
Pero no ha sido en vano. Quince años después, Andanza ya es una institución única, creativa y dinámica en el sector cultural puertorriqueño, algo que solo ha podido lograr con esa constancia, compromiso y disciplina.

Desde el principio, la compañía ha tenido un compromiso social que iba más allá de su propuesta artística. Siempre ha estado envuelta en proyectos sociales, comprometida con llevar la danza a las comunidades más rezagadas y necesitadas. Por vía de proyectos como 'Danza con Andanza', llevan talleres a comunidades y residenciales, hacen trabajo voluntario, tienen larga experiencia en propuestas especializadas para que los niños y niñas de escasos recursos económicos tengan acceso al aprendizaje y la experiencia de las artes. Becan a una cantidad sustancial de estos niños y niñas en su escuela de baile, hacen presentaciones gratuitas para las comunidades donde trabajan y también los llevan a sus espectáculos en el teatro.
"Esa labor social tiene que estar siempre. Para mí es secundario obtener bailarines profesionales. Lo primordial es crear ciudadanos más conscientes, sensibles y comprometidos. (El arte es) un arma contra el individualismo. Trato de inculcar el amor por lo colectivo".

Pero muchas veces -dice- mientras más exitosos son los proyectos más fondos les cortan.
Esto los ha hecho volcarse a procurar las vías justas para llegar a la autosuficiencia. Este año, por ejemplo, aumentaron la oferta de clases en la escuela y esta generó mucho más de lo esperado. "Mi oficina se convirtió en salón. Estamos inmersos en un proceso de ver cuáles serán todos esos cambios para garantizar nuestra subsistencia".

La Fundación Ángel Ramos y Banco Popular los ha apoyado, no sólo con propuestas de donativos sino también, por ejemplo, con un servicio de consultor financiero para analizar sus fortalezas y debilidades en ese aspecto.

"Se nace con eso"

Lolita baila desde antes de su propio recuerdo. Desde que pudo.

"Se nace con eso", dice.

Dio sus primeros pasos de baile en la cuna, donde se movía con alegría al son de cualquier música. Por eso sus padres la llevaron a las clases de ballet desde los primeros años y nunca más paró. A los doce, entró al taller de Ballet Concierto y a los dieciséis ya tenía un salario como bailarina de esa compañía clásica. Ya de adulta, ingresó al Grupo Corpo, compañía brasileña de danza moderna.

Hace poco más de 15 años, cuando regresó de hacer estudios graduados y bailar en Corpo, básicamente no tenía alternativas. Si quería regresar a Puerto Rico y seguir bailando profesionalmente, tenía que formar su propia compañía. ¿Qué hizo? Juntó a sus amigos bailarines de toda la vida y, entre todos, fundaron la compañía.

Hace unos años que dejó de bailar en el escenario y ahora se dedica exclusivamente a la dirección de la compañía y a su cátedra de Idiomas en la Facultad de Humanidades, Universidad de Puerto Rico.

"El baile es bien ingrato porque mientras más edad, más experiencia tienes para comprender lo que estás haciendo: los movimientos, cómo funciona el cuerpo, la interpretación. Y cuando el bailarín está más listo para interpretar los papeles más grandes en términos de madurez, es cuando ya está más viejo. Viejo entre comillas, porque viejo para un bailarín es treintipico de años. Uno siente el cambio. Son muchas lastimaduras acumuladas a lo largo de los años. Lo notas cuando te levantas por la mañana y cada vez se siente más. Y sin embargo, en el plano intelectual y emocional, estás más listo que nunca".

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