Martes, 22 Abril 2014 17:58

INE: Educando ciudadanos responsables en un ambiente de paz

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Con los cursos del Instituto Nueva Escuela los educadores han encontrado alternativas de educación que los entusiasman mucho más

Por Ana Castillo Muñoz

OENEGÉ

Cuando los estudiantes de Iris Quiñones comenzaron a realizar por sí solos el trabajo dentro del salón de clases, ella se sintió extraña. Estaba acostumbrada a un método tradicional en el que el maestro ofrecía todo el día una lección, hacía preguntas esporádicamente y los alumnos estaban sentados en filas. Incorporar la metodología Montessori fue un cambio del cielo a la tierra.

"Si yo no estoy dando la clase, ¿qué yo hago?" fue lo primero que se preguntó.

Ya encontró la respuesta.

Quiñones lleva trabajando 36 años en la Escuela Luis Llorens Torres en Santurce; durante los últimos cuatro años su labor como educadora ha estado basada en la metodología Montessori. Cuenta que al principio se sentía un poco preocupada de no sentirse útil. Después, con el resto de los talleres del Instituto Nueva Escuela (INE) entendió que trabajo era lo menos que le faltaría.

"Tengo mucho trabajo. Tengo que observar el trabajo de los niños, tengo que presentarles, tengo que planificar, así que no estoy cruzada de brazos, que ese era el miedo mayor que nos representaba trabajar de otra manera", admitió.

El INE es una organización sin fines de lucro que se dedica al adiestramiento de maestras y maestros, en especial, del sistema de educación pública, a través de la práctica, currículo, filosofía y metodología Montessori.

Quiñones es guía. Así es como llaman a las maestras y maestros dentro del sistema italiano, de los multigrados Taller 1 de 6-9 años y Taller 2 de 9-12. En el sistema tradicional Taller 1 equivale al primero, segundo y tercero, mientras que Taller 2 es cuarto, quinto y sexto grado.

Según la directora escolar de la Escuela Luis Llorens Torres, Rosa Recondo, la idea de los multigrados es que el niño o la niña, observando cómo trabaja el otro compañero, va a adquirir conocimientos y a aprender nuevas destrezas. Es ahí que empiezan a relacionarse y sentirse como comunidad.

Cuando suena el timbre y los niños y niñas llegan al salón, la guía los recibe en la línea de reunión. Allí, se dan los buenos días, dialogan de los días de la semana hasta que se ubican en tiempo y espacio y logran decir qué día es. Aquel fue un lunes. Ese, como todos los demás días en el  modelo Montessori, los niños y niñas parten de la importancia de conocer el Universo, el planeta Tierra y luego encontrarse en él.

Ya ubicados, los alumnos se extienden por el ambiente buscando qué tarea realizar y apoderarse de su propio aprendizaje. En ocasiones, el ritmo cambia y son las guías las que temprano en la mañana dictan material fresco.

"A veces hacemos presentaciones breves de aproximadamente quince a veinte minutos en donde les damos el contenido de la destreza y de lo que ellos deben aprender de las distintas materias", explicó Quiñones. "Luego, nosotras preparamos actividades de seguimiento en las que el niño va a continuar reforzando ese conocimiento inicial que se le ha dado".

La maestra explica que el niño está en la libertad de practicar la tarea cuantas veces necesite hasta que logre el dominio de lo que se explicó. Dice que una  vez el niño o la niña está preparado, el guía evalúa el trabajo que ha hecho. Esa evaluación es en conjunto: guía y alumno.

Fue en el 2007 que el primer grupo de educadoras de la escuela empezó a asistir a los cursos de transformación en el INE. Dos años más tarde, nació la primera Casa de Niños (3 a 6 años) en la escuela, integrando destrezas de Montessori en el día a día escolar. Según la guía, su desenvolvimiento en el INE no hubiese sido posible sin la ayuda de las talleristas. Allí aprendió dos cosas más: a sentirse segura y confiar en ella y su potencial. Y así lo hizo.

"Esas compañeras no solamente nos dieron la presentación allá en el INE, sino que han sido nuestras guías y nos han seguido dando apoyo con visitas. Si nosotras necesitamos, estamos en la libertad de llamar, de enviar un e-mail, así que ha sido una tarea ardua, pero muy beneficiosa para nosotras y estamos muy contentas y todavía seguimos".

Recuerda que, en sus años de trabajo para el sistema educativo tradicional, tenía pocas oportunidades de crecer profesionalmente debido a la falta de recursos. En su interés de seguir mejorando, durante los veranos asistía voluntariamente con sus compañeras a talleres para maestros en la Universidad de Puerto Rico.

Este sistema la llevó a conocer otra dimensión del desarrollo y la formación de los niños y niñas. Ahora en el rostro de cada alumno ve entusiasmo, deseos de aprender, de conocer, de mejorar, de practicar, de explorar, de investigar.

Sus ojos así lo expresaron.

"Nosotros no tan solo trabajamos la parte académica y de aprovechamiento; hay un énfasis en la parte espiritual del niño, en la formación de ellos como ciudadanos  de Puerto Rico y del mundo, le enseñamos a valorar el trabajo de las cosas que tenemos hoy, de cómo eso ha sido fruto del trabajo y todo eso ayuda a nuestros niños a ser más conscientes y más comprometidos con su entorno y comunidad que  es a  lo que todos aspiramos, a tener ese ciudadano nuevo que nos está haciendo falta a gritos", subrayó.

"Lo más que me emociona de este método es que yo escucho a los niños hablar, con una seguridad de su futuro, que antes no había escuchado. De niños que me dicen que 'missy, yo voy para la universidad', con una seguridad que le pone a uno la piel de gallina. Porque es la certeza de que ellos tienen posibilidad (...) eso es lo que más emociona

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