Para que una organización sin fines de lucro sea efectiva y sus empleados ganen -además de las satisfacciones derivadas del servir- experiencias profesionales positivas, deben estructurar un complejo plan de trabajo que no solo tiene que ver con dinero y mucho precisa de creatividad.
"Una de las cosas que a nosotros nos hace diferentes es que si uno recluta personas que son afines a una causa se hace mucho más fácil trabajar. En las sin fines de lucro el compromiso no se puede sacrificar, las otras cosas se pueden trabajar pero eso no. Ese compromiso no se le puede enseñar a nadie", afirma, de otra parte, Eduardo Carrera, presidente de Boys & Girls Clubs de Puerto Rico.
Éste reconoce que "no hay manera que seas absolutamente el mejor patrono". "Eso no es para siempre, las condiciones económicas retan la posición de ‘Mejores patronos’ porque incluye satisfacer siempre en renglones como salario, beneficios y mejoramiento profesional".
"Nosotros estaremos solicitando por los próximos 25 ó 30 años", anticipa Carrera, "porque es un indicador que tenemos de la gente que deberíamos tener para crear un impacto en los jóvenes; esto no es algo que termina. El reto es proveer espacios para que se mantenga".
"El premio dice que lo estamos haciendo bien, que vamos bien", afirma de otra parte Wilfredo Rodríguez, líder de Recreación y Deportes en el centro de la organización situado en el residencial Luis Llorens Torres en San Juan, quien lleva 18 meses laborando en la organización.
Boys & Girls Clubs de Puerto Rico ofrece un espaldarazo a niños y jóvenes de la Isla al exponerlos a un saludable desarrollo de su potencial mediante experiencias educativas, artísticas, deportivas y de liderazgo a lo largo de sus once clubes y dos centros especiales. Unos 18 mil participantes son atendidos por 268 líderes. Para esto, disponen de un presupuesto anual de $10 millones que proviene de asignaciones federales (61%), de donativos legislativos (23%) y de donaciones privadas y corporativas.
"Que cualquiera se acerque y ayude no está mal pero Boys & Girls Clubs me enseñó que es una organización formal que se maneja igual o más complicado que una multinacional", afirma Niurka Quiñones, líder de Recursos Humanos y Administración de Boys & Girls Clubs de Puerto Rico, "somos más auditados que cualquier empresa, y atendemos desde el elemento de procesos hasta desarrollar la marca para que una persona quiera trabajar aquí y mantener su motivación para que no se quiera ir de aquí".
Quiñones indica que hace unos años entendieron que, además de todo el trabajo que realizan, era requisito auscultar el sentir de los empleados en el trabajo puesto que ello "repercute en el trato y el servicio que dan a nuestros participantes y esa es nuestra razón de ser".
Implantaron la práctica de recopilar información mediante cuestionarios durante los años 2006 y 2007. Luego, comenzaron a compararse con compañías del sector privado que disponen de recursos para manejar dicha información.
"En el año 2011 vimos los resultados de compromiso y estábamos en un 72% cuando la norma del mercado es un 80%. Dijimos, 'diantre, aquí hay que hacer más cosas y trabajar arduamente'", recuerda Quiñones.
Una de esas "cosas" fue el surgimiento del Colectivo de Cambio, un grupo integrado por líderes de toda la organización, que de forma voluntaria trabajan en la implementación de cambios en las dinámicas de organización y cultura organizacional. Durante las asambleas anuales de líderes se compartían los resultados de las encuestas y, de forma individual, con los líderes de cada centro.
Por ejemplo, en el caso de Llorens Torres se trata de Rodríguez, líder deportivo, y Rosaura Pérez, líder educativa que lleva ocho años en la organización.
"Nos reunimos con ellos y les dijimos, 'tus líderes están diciendo estas cosas buenas y estas áreas en las que hay oportunidad'. Lo mágico fue que ellos dijeron 'ah, espérate, si ellos están sintiendo eso déjame tratar esto'", indica Quiñones.
Dilemas en la comunicación interna era una de las quejas que se repetía entre los empleados.
Rodríguez, por su parte, afirma que "el ajoro del día a día" impide percatarse todo el tiempo del modo que realizan los procesos. "Al saber cómo se mejora uno dice 'vamos, pa' encima'. Como grupo dimos ideas para mejorar las cosas y los resultados se vieron de manera positiva, ahora es cuestión de mantenerlo", sostiene el líder deportivo.
Otros comités que agrupan empleados son el Nacional, el de Liderazgo, Seguridad, Comunidad saludable, Educativo y Membresía. De sus inquietudes surgió el Instituto de Desarrollo de la Juventud.
CONTENTOS EN ‘VACAS FLACAS’
Incentivar empleados en tiempos de crisis económica requiere de ingenio, a juicio de Quiñones.
"Es bien interesante", dice sobre el panorama, "porque una ganancia que tenemos aquí es que el trabajo se hace con la motivación intrínseca de saber que se hace algo por el bienestar de los participantes y por el cambio del país que tanto lo necesita. Ese es un pie forzado que tenemos para que esto funcione".
"Pero una sin fines de lucro no es una farmacéutica donde el promedio de salario está entre los setentipico y cientipico mil. Así que nosotros damos otras oportunidades", subraya Quiñones.
En las asambleas anuales se ofrecen a los empleados talleres y cursos en distintas áreas de interés equivalentes a un promedio 40 horas mensuales. Además, hay un programa de incentivo por años de servicios y otros agrados que se reciben bien como disponer libre con paga del día de cumpleaños u obsequiarte esa camiseta que quieres, teniendo claro que poseen "una cultura de camisetas bien fuerte" en la organización.
"Quizás no es un súper premio pero ellos lo agradecen. Y una de las cosas más importantes es que le damos importancia a desarrollar relaciones. Por ejemplo, Wilfredo y Rosaura tienen la potestad de desarrollar relaciones con sus líderes, esto no es solo una transacción de trabajo, sabemos quién eres, cuáles son tus necesidades y se te ayuda", insiste Quiñones.
La ayuda es agradecida porque, el resto, se entrega en el trabajo.
VOZ DE LÍDER
Son poco más de las dos de la tarde y los niños aguardan impacientes en las afueras del Club en Llorens Torres a que abran las puertas. Los líderes, reunidos en un salón de tutorías, repasan las recompensas y los desafíos de laborar en dichas circunstancias.
"Para estar aquí hay que tener pasión", insiste Yadeliz Maldonado Figueroa, líder de alcance comunitario en el centro de Llorens Torres, "los compañeros aportan mucho diariamente en el trabajo con los niños y las comunidades. Es un proceso de aprendizaje diario y uno crece mucho como persona".
En el caso de Pérez, con el paso del tiempo ha desempeñado varios puestos en la organización. Aún siendo estudiante ingresó como tutora en el centro de Carolina para luego ser maestra de computadoras de niños y adultos. "Esa era mi casa, mi adoración, eran mis nenes y yo los adoraba", rememora. Hasta que fue trasladada al centro en Llorens Torres.
"Entré en pánico, lloré tres días corridos porque en esa época esto aquí era bien caliente y luego entendí que ya había dado lo que tenía que dar en Carolina y que si Papá Dios me quería en Llorens, ahí estaría. Y no me arrepiento, estos nenes son un amor; unos te agradecen porque se dan cuenta de lo que haces por ellos y con otros estamos en ese proceso. Aquí ya llevo cuatro años y una vez pasas esa puerta el susto se quita, aquí no va a pasar nada", subraya Pérez quien destaca además que en el club "no hay individualismos, se trabaja en equipo".
Maldonado, de otra parte, afirma que el centro es "un sitio seguro" y así es percibido por los padres en la comunidad. "Lo ven como un lugar donde se ayuda a los nenes académicamente y además los ayuda a que se distraigan de lo que pasa en la comunidad".
Rodríguez indica que el trabajo "varía a diario, lo que te gusta hoy al cuarto día cambia" y que sin duda se exponen a situaciones que te hacen pensar 'bueno, mañana voy o no voy'. "Pero al día siguiente te levantas y quieres volver", indica y confirma que cuentan con un protocolo de acción en casos de emergencias.
Es difícil para los líderes decir que entienden a cabalidad las situaciones que viven los participantes cuando salen del centro. "La perspectiva de vida de ellos es distinta, estamos aquí para dejarles saber que ellos pueden hacer lo mismo que hacemos nosotros afuera, que entiendan que yo hago lo que ellos pueden hacer sin ser marginados. Les enseñamos a que no se limiten".
"Para eso estamos aquí, para que veas que hay oportunidades", abona Maldonado.
Rutina y consistencia son aliados de los líderes. José Gómez, líder de desarrollo social del Boys & Girls Club de San Lorenzo, lleva seis años y medio en la organización y afirma que los entonces niños con los que comenzó a trabajar hoy tienen trece y catorce años. "Siempre son las mismas reglas y los padres te felicitan por lo que estás haciendo con sus hijos porque lo que aprenden en el club lo llevan a la casa. Los míos han crecido y las oportunidades que han tenido, de donde venían, y quiénes son hoy es bien distinto y positivo", compara Gómez.
Éste comenzó como coordinador de membresías, luego fue líder de desarrollo social y ahora pertenece al Comité encargado de asegurarse de que los empleados participen de las encuestas de satisfacción, convirtiéndose, según confiesa, en un auténtico "matapiojos" para que todos se expresen. "Amo tanto lo que hago que estoy terminando una maestría en Administración Educativa porque quisiera dirigir o supervisar algo, sea Boys & Girls Club o no, pero que trabaje lo que hacemos aquí", dice sobre el trabajo con el que ganó sensibilidad hacia realidades familiares distintas a las de su hogar.
En otros casos, para quien quedan abiertas las puertas es para los niños.
BIENVENIDA, IDEA ‘LOCA’
Yeidimar Brito tenía siete años cuando descubrió el Boys & Girls Club en el residencial Las Margaritas donde vivía. "Ese era el lugar donde podías ir a divertirte y tener ese tutor, ese líder que te diga dónde está lo bueno y lo malo; teníamos un guía", comparte su recuerdo de aquellos años.
Cuando Brito cumplió 17 años, comenzó a trabajar en las oficinas administrativas del club como estudiante de práctica en el área secretarial. Hoy trabaja en el área de Finanzas luego de haber estudiado en la universidad.
Cuando terminó su cuarto año Brito trabajó "cuadrando tarjetas de ponche" en el club lo que tuvo como resultado que en la Universidad comenzara a tomar cursos de Contabilidad.
"Ahora trabajo en Finanzas con la facturación. Conozco de rabo a cabo el departamento porque he ido de tarea en tarea. Al trabajar aquí tienes la satisfacción de que puedes aportar tu idea, no importa lo loca o inalcanzable que sea. La idea se escucha y tratamos de llevarla a cabo, si no decimos 'esa estuvo loca vamos a otra idea más loca todavía", cuenta entre risas Brito.
Liberar los niños de estereotipos, cosechar frutos sembrados desde edad temprana motiva a los líderes.
"Ahí ves que vale la pena el sacrificio, uno crece como profesional pero como persona también De aquí yo me llevo esas barreras que se han roto", resume Maldonado.
Esa entrega es el gran capital con el que cuenta el club y lo reconoce su líder de Recursos Humanos. "Con limitaciones económicas aquí nunca se ha perdido el asunto del compromiso en la organización", acaba Quiñones.
La prioridad será abonarlo.
Este reportaje es el primero de la serie especial de Oenegé “Culturas de trabajo que inspiran”. El proyecto es parte de la Iniciativa de Desarrollo Organizacional de la Fundación Ángel Ramos.