Jueves, 31 Enero 2019 14:03

Así trabaja un interruptor de violencia

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Venganzas por robos, por celos, por problemas heredados o por asesinatos de amigos pueden detonar una nueva muerte entre la juventud loiceña. El interruptor de violencia, un mediador del programa Acuerdo de paz de Taller Salud, busca que la sensatez entre en la dinámica.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

Samuel Osorio Cirino prometió contar a Oenegé algunas de las mediaciones más inusuales que ha realizado como interruptor de violencia para el programa Acuerdo de paz, de Taller Salud, organización sin fines de lucro con sede en Loíza. En el escenario callejero, en las luchas entre grupos, las venganzas por robos, por celos, por mensajes insultantes en redes sociales, por problemas heredados o por asesinatos de amigos pueden detonar una nueva muerte entre la juventud loiceña. El interruptor hará todo lo posible por evitar que la situación añada un caso más a la lista de asesinatos en el país.

“Esto es una mediación fuera de lo común, pero (la cuento) para que tenga una idea de hasta donde uno tiene que llegar para salvar una vida”, comienza su relato.

Un usuario de drogas de 27 años se roba una cabra y la vende en una comunidad donde hay un líder “que es el que la lleva”, o sea, el que tiene el control del grupo. Este le había advertido varias veces al usuario que no lo quería robando. Osorio es convocado y se ofrece a recuperar la cabra, que luego de varias negociaciones, es llevada de vuelta a su dueño. Mientras tanto, el líder tiene detenido al joven que robó, lo golpeó y lo amenaza con un arma. Osorio tiene que actuar con diligencia y suavidad. “Te voy a llamar para que tú llegues donde él antes de yo matarlo”, le anticipó el líder.

-Ya era hora de que llegaras, ven, le dijo el líder a Osorio.

-Ea, rayo, ¿y por qué tú hiciste eso?, le cuestionó con cautela Osorio al ver los golpes en el joven.

-Dale una ‘gasnatá’ pa’ que respete y, si tú no se la das, yo lo voy a matar.

-No, dámelo y yo me lo llevo y se la doy por el camino, se ofreció Osorio.

-No, yo quiero ver que tú se la des y que me convenza, insistió el líder.

Osorio se comunicó con su supervisora, Zinnia Alejandro Cordero, en busca de orientación porque no está autorizado a utilizar la violencia.


Zinnia Alejandro Cordero, coordinadora de Acuerdo de paz, iniciativa
de la organización sin fines de lucro, Taller Salud. Foto / Javier del Valle

“Sammy me llama y me dice, ‘Zinnia, es una gasnatá o él lo va a matar’. Y yo, que no creo en la violencia, pero sé que vivo en un país violento, tengo que resolver y le dije ‘dásela’. Tenemos que pensar qué vamos a perder más”, explica Alejandro.

Solo entonces el líder le entregó el usuario a Osorio, quien lo dejó en casa de sus padres.

“¿Hasta dónde se tuvo que llegar para evitar esa muerte? Yo tuve que entrar en violencia para sacar esa vida”, cuenta el interruptor quien señala que un adicto a drogas ilegales teme más no disponer de las sustancias que exponer su vida a estas situaciones.

Por eso, la segunda experiencia más extraña en su trayectoria como mediador, también está ligada al mismo joven usuario. Volvió a robar, pero esta vez, se trató de un gallo. ¿El dueño? El líder del cual Osorio lo salvó la vez anterior.


Brenda Fuentes Allende labora en Alcance comunitario, uno
de los ofrecimientos de Acuerdo de paz. Foto / Javier del Valle

El mediador atendía la visita de estudiantes de la American University, en Estados Unidos, quienes querían presenciar procesos de mediación, cuando recibe una llamada alertándolo de la situación. El líder golpeaba al usuario de drogas y, aunque Osorio recuperó el gallo, éste se negaba a entregarle nuevamente al joven quien recibía sus golpes.

El interruptor se dedicó a distraer al líder para que no siguiera golpeando al joven y encaminó la mediación entre este y su entonces supervisora, Betzaida. De nuevo pudieron llevarse al joven. Vivo.  

Las rencillas entre sectores en ocasiones provocan “tiraeras” y amenazas en redes sociales que también requieren de la intervención de Osorio o hasta de las empleadas de Alcance comunitario: Brenda Fuentes Allende y Scherezada Fuentes Mangual.

“Cuando sale algo en las redes te llaman, ‘Fulano de tal, de tal comunidad, dile que yo no quiero problemas con él pero que deje de estar escribiendo’. Te hacen unos pedidos que ahí tú ves que el trabajo que estás haciendo no está cayendo en oídos sordos, están escuchando”, puntualiza Osorio.

Igual opinan Fuentes Allende y Fuentes Mangual, quienes en principio recibían comentarios de algunos participantes como “váyanse a cocinar o atender a sus maridos” y luego, con prudencia y constancia, les demuestran que realmente buscan mejorar sus vidas.

"HAY MEJORES OPCIONES"


Scherezada Fuentes Mangual, integrante de Alcance comunitario uno
de los ofrecimientos de Acuerdo de paz. Foto / Javier del Valle

Con frecuencia el interruptor de violencia les hace entender a los jóvenes en riesgo que “el matar y el matar no es la suma correcta”.

“Hay que darle a entender que hay mejores opciones porque, si seguimos ojo por ojo y diente por diente, vamos a terminar muertos y mellaos”, dice Osorio. “Nosotros le dejamos saber que es dolorosa la pérdida de un ser querido (por la violencia) ‘ahora no tengo palabras para decirte, lo único que puedo decirte es que tienes que pensar en tu vieja, en tus hijos’. Esa fibra es la que uno toca para conmoverlos”.

En el momento, tienen “la delicadeza” de respetar la decisión que tome el participante, aunque no estén de acuerdo y al día siguiente vuelvan a la carga para intentar convencerlo de otra cosa.

Matar resulta fácil en contextos de carencias y pobreza. “Si llegaran a un pensamiento razonable no lo hacen”, opina Fuentes Allende.

“Si se detienen cuando tienen a la persona de frente por espacio de minuto y medio o dos, no lo hacen”, asegura Osorio.


Samuel Osorio Cirino, interruptor de violencia en el programa
desde el año 2012. Foto / Javier del Valle

“Pocos lo hacen sin una ayudita”, añade Alejandro aludiendo al uso de sustancias controladas.

La coordinadora del programa resaltó también que un buen mediador debe tener “tolerancia y no tomar lo que le dicen personal”, además de trabajar con la mentalidad de que “nada es bueno ni malo”. “Todos somos seres humanos y no podemos juzgar”, señala.

Si fueran a replicar a gran escala el esfuerzo de Acuerdo de paz en toda la isla, Alejandro recomienda “amar al ser humano y amar es amar, no es con condiciones”.

“Eso de ‘yo voy a dar para que me den’, con los muchachos no esperamos nada, al principio ellos no dan nada. Hay que creer en el ser humano”, recomendó la coordinadora. “Entonces ellos se van conectando con la vida porque hay alguien que cree en ellos”.

“Yo todavía me siento chiquito, me falta más de la mitad de lo que hemos caminado, pero mi fe es enorme porque, si yo pude transformar mi vida y no existía este programa, qué no pueden hacer ellos que lo tienen. No hay joven malo, todos tienen oportunidad”, proclama Osorio.

Esa doctrina la viven, la comparten y los alimenta cuando las desilusiones los agotan. “Nadie nace violento”. De esa creencia nace la fortaleza de Acuerdo de paz.

 

Fotos y vídeo: Javier del Valle

 

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