Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
Integrarse a la vida laboral, ser independiente y, más que nada, feliz, son metas alcanzables para los alumnos de CODERI
Ordenados en fila india -y en ruta a la cancha- un grupo de estudiantes sigue la camisa verde fosforescente de Braulio Vázquez, maestro de educación física adaptada.
"Veinte años de pasión, veinte años de entrega", va cantando el joven maestro y sus alumnos de todas las edades sonríen, algunos ocultando la boca con una mano. Sonríen porque anticipan un desafío y, al mismo tiempo, una clase divertida.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
Desde hace 17 años la maestra de educación especial Yahaira Rodríguez Vázquez tiene como meta abrir la puerta del conocimiento a sus alumnos en CODERI.
Por qué se invierte tiempo y empeño en otros. Por qué se regala amor sin medidas. Ninguna de estas preguntas se hace la profesora Yahaira Rodríguez Vázquez, mas sabe las respuestas para ambas.
"Esto es pasión porque si no lo es, engancha los bártulos", expresa la maestra de educación especial y terapeuta educativo certificado que desde hace 17 años ha educado distintas generaciones de estudiantes en el Colegio de Educación Especial y Rehabilitación Integral (CODERI) en San Juan.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
El fundador de Nuestra Escuela, Justo Méndez Arámburu, revisa cómo ha germinado la semilla que un día fue el proyecto educativo Nuestra Escuela.
Cuando Justo Méndez Arámburu estudiaba en la Universidad de Puerto Rico se adhirió en su espíritu la posibilidad de que una enseñanza democrática con un cogobierno entre profesores, estudiantes y trabajadores era posible.
"Cuando Nuestra Escuela comenzó pretendió ser una escuela como yo la había idealizado en mi momento de activista universitario, además de democrática la veía muy contextualizada en las realidades y las potencialidades de Puerto Rico. Cuando iniciamos Nuestra Escuela vimos varias situaciones que confirmaban aquellos postulados pero lo hacían real, lo materializaban", subraya Méndez quien siempre ha estado vinculado a la tarea de reinsertar desertores escolares en centros educativos.
A lo largo de tres décadas, el Maestro Roselín Pabón ha formado músicos del patio y advierte que esa cantera de talento puede aportar al desarrollo de la economía local.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
Quince minutos antes de las cuatro de la tarde, hora en que comenzaría el concierto Travesía Sinfónica en la Sala Pablo Casals, el Maestro Roselín Pabón abría la puerta de su camerino. Cómo no, dice, nos atendería para conversar con él sobre el significado de este concierto de jóvenes músicos para oyentes jóvenes.
La Orquesta Sinfónica del Conservatorio de Música de Puerto Rico -institución a la que Pabón ha estado ligado en los últimos treinta años al igual que a la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico de donde se retiró hace poco- ofrecería un concierto a jóvenes participantes de los programas que ofrece la Alianza para un Puerto Rico sin Drogas. No es la primera vez que sucede. La Travesía Sinfónica los llevó a tocar ante otros jóvenes de organizaciones del Tercer Sector puertorriqueño en el Museo de Arte de Ponce, en el Teatro Yagüez en Mayagüez y en la Universidad del Turabo en Gurabo.