Meta: Que Puerto Rico descubra que el retorno de los puertorriqueños a sus pueblos comienza con una buena escuela en la zona.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
Como un grande y cálido abrazo Ana María García Blanco describe el Premio Tina Hills que la institución que fundó, el Instituto Nueva Escuela, recibió en el 2017. “Es el abrazo de gente que uno respeta mucho e incluye un compromiso con la tarea, no es de lejos. Nos dan ese premio conociendo nuestras luchas, nuestros retos y nuestro trabajo, así que fue la celebración de una relación muy importante”, expresa García Blanco.
Añade que la distinción es “una gran carta de recomendación”. “También es importante el aliento que nos dio en un momento en que necesitábamos mucho apoyo y mucha alegría. Le regalamos a todos los niños de las escuelas una foto del evento para que ellos se sintieran parte del premio. Puerto Rico estaba empezando a pasar momentos tremendamente difíciles y nos dieron ese espaldarazo que pudimos multiplicar a mucha gente. Estaban bien orgullosos y el sentir era ‘este premio es de nosotros’. En un momento en el que la escuela pública ha sido tan golpeada, que les digan ‘ustedes están haciendo bien su trabajo’ fue un regalo y todavía estamos recogiendo implicaciones positivas”, añade.
Desde que puso en práctica su modelo escolar en la primera escuela pública Montessori, la Juan Ponce de León en el Barrio Juan Domingo en Guaynabo, el INE ha trasladado el método a otras 45 escuelas públicas del país. Los excelentes resultados logrados con sus estudiantes, con la comunidad y deteniendo la deserción escolar, viabilizaron que estén próximos a entrar en otras 15, para llegar a 60 planteles alrededor de la isla, incluido Vieques.
No ha sido fácil. García Blanco escoge como un logro “haber mantenido el proyecto educativo caminando”. “El haber hecho escuelas sin paredes durante los terremotos y la pandemia también fue un logro significativo y resaltó cosas muy importantes. Pudimos servir a los niños y las niñas de nuestro país durante la pandemia de la manera profunda en que lo hicimos, por los lazos profundos existentes entre las maestras y sus familias, entre ellas y los directores de las escuelas. Ese triángulo, juntos protegiendo el derecho que tienen los estudiantes a su escuela, fue esencial”, dice y menciona iniciativas como la plataforma “Montessori en casa” o “Cajitas viajeras”, con materiales y directrices.
“Ese andamiaje de comunidad, de lazos humanos fuertes, fue un gran logro en un momento que paralizó el sistema público. Teníamos el lema “20 en 20”, porque así llegábamos a los 15,000 estudiantes; cada maestra se aseguraba del bienestar de 20 estudiantes y sus familias. Estamos bien contentos de que pudimos sobrevivir la pandemia y de que los estudiantes recibieran asistencia académica y emocional”.
Al mismo tiempo, las escuelas fueron creciendo. La comunidad escolar de tres de las elementales Montessori en Juncos, Patillas y Lajas, solicitaron al gobierno que se abrieran escuelas intermedias que habían sido cerradas, para que los niños continuaran estudios en esa corriente de aprendizaje. La de Ciales está en camino.
“Inmediatamente que tú abres una buena escuela, se duplica la matrícula y se puebla el barrio de nuevo”.
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“Son tres milagros —en medio de la pandemia y de una política pública heredada de cierres de escuelas—, que la comunidad haya sido capaz de abrir esas tres escuelas y tenerlas preciosas y sirviendo a los estudiantes de una manera exquisita”, describe.
Y cuando una comunidad se motiva, sigue ingeniando. En Lajas, se declararon escuela Montessori de Ciencias Marinas, atrayendo profesores de la Universidad de Puerto Rico y aprovechando la riqueza del entorno natural. “Cuando uno hace una buena escuela, uno atrae muchas cosas buenas. A mí me recuerda mucho la escuela de Juan Domingo, aunque el cascarón esté un poco viejo la gente la hace maravillosa y la escuela brilla. Es la voluntad de la comunidad protegiendo a sus niños”.
García Blanco sabe que las escuelas pueden ser fuentes de buenas noticias, aún en tiempos de duda. “Todos los elementos de participación comunitaria, de bien común, están ahí. Esa es la escuela que necesita Puerto Rico para que no sigamos perdiendo esta generación, ahí no va a haber deserción”.
No es de extrañar que el siguiente objetivo del INE también provenga de la comunidad. “Hay un sueño inmediato de crecer dentro de las mismas escuelas y se nos está dando. Queremos que cuando entres digas ‘este es un pedacito de una nueva forma de vivir’. El otro sueño es que los estudiantes y las familias que se decidan por el modelo montessoriano puedan tener el programa completo en su pueblo, donde el estudiante empieza chiquito y llega a la universidad; le estamos dando mucho calor a ese sueño. Y el otro es llegar a las 100 escuelas en Puerto Rico, aunque la cantidad de peticiones sobrepasan las 100 comunidades”, dice.
Una de las “maravillas” que les ocurren es que cada vez más laboran con alcaldes, desde Coamo hasta Toa Baja, quienes se acercan con sus visiones de la escuela ideal para sus municipios. “De pronto estamos teniendo conversaciones sobre el pueblo que quieren y la escuela que necesita ese pueblo. Hay gente que ve ese éxodo de la población joven y preparada de Puerto Rico, ¿por qué nos vamos los padres? Porque no tenemos escuelas. Inmediatamente que tú abres una buena escuela, se duplica la matrícula y se puebla el barrio de nuevo. Tenemos mucha esperanza de que fortaleciendo las escuelas va a haber un regreso a los pueblos y eso va a ser bueno para la economía y para el país. Eso nos tiene bien ilusionados, poder aportar al país desde la buena escuela pública y ayudar a acabar la pobreza”, culmina.
Instituto Nueva Escuela
Fundación: 2008
Labor: transformación escolar y comunitaria basada en el currículo y la metodología Montessori, y la integración familiar a la escuela.
Ubicación: San Juan