Celebrar la trayectoria, la labor y la excelencia de una organización sin fines de lucro es motivo de orgullo para la Fundación Ángel Ramos. Ahora bien, seleccionar a cuál reconocer cada año, cuando en el ecosistema del tercer sector en Puerto Rico abundan las iniciativas disciplinadas y consistentes en el compromiso de servir a sus participantes y comunidades, verdaderamente es una experiencia de crecimiento extraordinaria. 
 
El Premio Tina Hills se honra en reconocer la ejecución impecable del sector en el país a lo largo de 25 ediciones del galardón. Tocamos la puerta de cada pasado ganador. Sus méritos evolucionan con los tiempos y su entrega permanece intacta. ¿Qué ha pasado con las organizaciones que han obtenido el premio? Entérate en los perfiles acerca de ellas que, a partir de hoy, y hasta el 14 de noviembre, publicaremos en Oenegé.

Meta: Que los excelentes resultados que se obtienen cuando los alumnos y sus familias se apoderan del proceso educativo, provoquen cambios en el sistema.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé


¡Misión cumplida! Foto / Facebook

Siete veces intentó Nuestra Escuela (NE) ganar el Premio Tina Hills y con cada prueba optimizaban su desempeño como escuela alternativa para jóvenes que abandonan la escuela. Crecieron, afinaron y ajustaron sus procesos hasta que en la edición del 2015 fueron galardonados.


Estudiantes se movilizan para apoyar a la comunidad durante
las distintas crisis vividas en la isla. Foto / Facebook.

“El Premio Tina Hills se convirtió en una inspiradora aspiración. Por mucho tiempo nosotros aspiramos al premio y ya yo me lo había propuesto como un reto personal; yo decía ‘vamos a someter todos los años hasta que estemos a la altura’”, recuerda Ana Yris Guzmán Torres, presidenta ejecutiva de Nuestra Escuela y cofundadora junto a Justo Méndez Aramburu.

Guzmán considera que el premio “es para las organizaciones sin fines de lucro una aspiración a la excelencia”. “El premio ayuda a que las organizaciones queramos ser mejores para un día ser merecedoras de ganarlo. Los estudiantes estaban súper orgullosos de su escuela y de que se reconociera el trabajo y la labor de cada miembro de la comunidad “, recuerda el júbilo de aquellos días.

El galardón llegó cuando creaban un fondo semilla para encaminar los proyectos de sus estudiantes “y hoy eso está institucionalizado en nuestra organización”. “Los proyectos tienen la posibilidad de recibir un fondo semilla para empezarlos en la escuela alternativa”, explica sobre el espaldarazo a la gestión de los alumnos.

La idea evolucionó con el tiempo y hoy en Nuestra Escuela “estamos desarrollando empresas sociales con nuestros estudiantes”.

La organización ofrece servicios de desarrollo educativo y emocional para niños y jóvenes que han abandonado la escuela tradicional. En sus centros de Loíza y Caguas atienden a 380 alumnos. El proyecto de educación alternativa honra la memoria de Ana Mercedes Méndez Jiménez, hija de Méndez Aramburu.

Hoy Nuestra Escuela celebra que cuenta con sede propia en Caguas, un edificio que rehabilitaron y ajustaron a las necesidades de sus estudiantes, ubicado en el casco antiguo de la ciudad criolla.

“Estamos bien orgullosos de que 18 años más tarde Nuestra Escuela tiene su propia sede, lo que implica que esto se convierte en un espacio seguro para nuestros estudiantes, no importa qué momento estemos atravesando como comunidad. Garantiza, además, la sostenibilidad del proyecto en términos de que, ya teniendo un lugar base donde ofrecer los servicios, la magnitud puede ser de mayor o menor impacto, pero hay un espacio seguro que garantiza la sostenibilidad de Nuestra Escuela”.

“La diferencia en las vidas de estos jóvenes llega cuando la escuela realmente está en las manos de los estudiantes y sus familias”.

La organización se ha fortalecido gracias a los lazos estrechados con la comunidad y los alumnos marcan tanto el ritmo como el rumbo. “La belleza del trabajo en Nuestra Escuela es que los muchachos van corriendo y nosotros detrás de ellos, y tiene mucho que ver con el proceso de gobernanza de nuestros estudiantes. Todo lo que ocurre en Nuestra Escuela pasa porque así los estudiantes lo han determinado y, en ese sentido, el vigor, la energía y el entusiasmo hacen que sea un proyecto vibrante”, describe.

Así Nuestra Escuela se ha convertido en una ágil comunidad académica en eterno modo de acción para impulsar el desarrollo de sus alumnos. Ni la estamina ni la fortaleza faltan para aguantar la velocidad del estudiantado. “Así mismo es”, confiesa Guzmán entre risas.

Acostumbrados a generar proyectos que respondan a las inquietudes de los estudiantes, la presidenta está entusiasmada con la finca-escuela que adquirieron en Loíza para desarrollar una escuela vocacional en turismo, a través de un hotel boutique. “Ya la finca está comprada, teníamos planes para habilitar el espacio, pero tuvimos que detenernos a manejar la emergencia por Fiona. Yo vislumbro tener nuestros primeros huéspedes allí entre diciembre y enero”, indica.

Es común que a Nuestra Escuela arriben estudiantes sin confianza en sus capacidades y nulas esperanzas de tener un futuro especial. La transformación que tanto sus maestros como sus padres presencian cuando comienzan a estudiar lo que les interesa en un ambiente de amor y respeto, ya es la norma en la escuela alternativa.

“La diferencia en las vidas de estos jóvenes llega cuando la escuela realmente está en las manos de los estudiantes y sus familias. Eso permite que la escuela sea un espacio pertinente, que realmente responda a las necesidades en tiempo real, –no por diseño meramente, aunque tiene mucho que ver–, sino porque cada persona que entra por la puerta tiene un espacio que ocupar en la mesa”, afirma Guzmán para terminar.

Nuestra Escuela

Fundación: 2000

Labor: educar a niños y a jóvenes desertores escolares además de apoyar el desarrollo de sus egresados.

Ubicación: Caguas y Loíza

 


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