Con una conferencia de prensa en el Capitolio y una reunión con el presidente cameral, el MUSV busca llamar la atención sobre el negativo impacto que tendría el recorte de $41 millones contemplado en sus partidas gubernamentales. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Integrantes del Movimiento Una Sola Voz resaltaron en la conferencia de prensa el impacto de los recortes propuestos al Tercer Sector, en el presupuesto general próximo a aprobarse. / Suministrada Misma historia, distinto año fiscal. El Movimiento Una Sola Voz (MUSV), que agrupa más de 130 organizaciones sin fines de lucro del país, regresó al Capitolio esta semana para advertir el peligro que significa el propuesto recorte de $41 millones a las partidas económicas que reciben del gobierno, ahora que se trabaja el presupuesto general que regirá al país a partir del 1 de julio. Con la diferencia de que en esta ocasión la Junta de Control Fiscal es quien lo aprueba, las organizaciones no gubernamentales enfrentan un panorama similar al año pasado. Una vez más, la cantidad asignada al Tercer Sector no sobrepasa el 1% del presupuesto general. Según publicado en prensa, del presupuesto de $9,562 millones diseñado para este año fiscal, un .06% está destinado a las organizaciones sin fines de lucro. Esto significa solo $132 millones. La Resolución Conjunta de la Cámara 187 es la que propone los recortes a este sector, especialmente a los que atienden aspectos culturales y deportivos.
Los graduandos de nivel superior de distintas escuelas alternativas, impulsadas por organizaciones sin fines de lucro, superan obstáculos de todo tipo antes de desfilar con sus togas. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Los graduandos de Nuestra Escuela desfilan por una alfombra roja con la persona que les inspiró en su camino académico. / Suministrada Cuando esos birretes suben al aire lanzados por jóvenes felices, atrás quedan todas las inseguridades que amenazaron el cumplimiento con los requisitos de la escuela superior. Es tiempo de graduaciones y las escuelas de educación alternativa gestadas por organizaciones sin fines de lucro sienten gran orgullo de enviar al mundo a sus graduandos. "Graduar a nuestros jóvenes es la oportunidad de destacar y celebrar la transformación de la vida de ese joven que posibilita mejores accesos y mejor calidad de vida. Para nosotros graduar es impulsar al joven a descubrir sus talentos, posibilidades y recursos para enfrentarse a la vida con entusiasmo y esperanza", opina José Oquendo, director del Programa de Educación Comunal de Entrega y Servicio (PECES), organización que celebra sus actos de graduación hoy viernes, 9 de junio.
Con la nueva unidad móvil "MAVI sobre ruedas" el Movimiento para el Alcance de Vida Independiente, espera llevar orientación y servicios a un sector más amplio de la población. Por Ana Teresa Toro :: Oenegé "La unidad es una ilusión porque hay que hacer estos servicios cada día más accesibles", opinó Irma Monje González. /SuministradaFoto por Javier del Valle Pocas cosas pueden ofrecer mayor satisfacción y sentido de bienestar que la posibilidad de adquirir independencia en el diario vivir. Manejar nuestras finanzas, elegir nuestra ropa, preparar nuestros alimentos, asearnos, en fin, todas aquellas cosas de la cotidianidad -en las que rara vez nos detenemos a reflexionar- pueden representar un crecimiento exponencial para una persona con algún impedimento físico o mental, ya sea de nacimiento o como resultado de un accidente o condición de salud. Lograr esa gratificante libertad en cada uno de sus participantes, es el motor del Movimiento para el Alcance de Vida Independiente (MAVI), institución que durante 28 años ha laborado ininterrumpidamente en la búsqueda de alternativas para que cada uno de sus participantes desarrolle destrezas para una vida independiente plena, según las especificidades que su estilo de vida y condiciones requiera. El esfuerzo más reciente en esa dirección consiste en una nueva unidad móvil, "MAVI sobre ruedas", que fue develada el viernes, 2 de junio en la sede de la institución en Hato Rey. La unidad fue posible gracias al apoyo de cuatro auspiciadores: la Fundación Ángel Ramos (FAR), Medicare y Mucho Más (MMM), First Bank y Pfizer.
La obra plástica que la artista Sofía Arsuaga exhibe en SalaFAR testimonia su crecimiento espiritual. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Si vienes a ver, la relación de trabajo de la artista Sofía Arsuaga con el lienzo puede denominarse como una conversación. En un productivo fluir de conciencia, deambulan sus pensamientos y reflexiones, entre su mente y el canvas por medio del pincel. El resultado ya puedes apreciarlo en Alzada en vuelo, la nueva exposición que la Sala de Exposición de Arte Fundación Ángel Ramos, conocida como SalaFAR, presenta al público. La exhibición está compuesta por seis obras abstractas en gran formato que reflejan la compleja esencia del ser humano.
La iniciativa Mis espacios públicos, que trabajan en alianza la Fundación Ángel Ramos y el Sistema Educativo Ana G. Méndez, colabora con comunidades sanjuaneras en el proceso de retomar y remozar áreas comunes, además de procurarles una futura vida provechosa. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé La frase “manos a la obra” solo significa una cosa: hagamos. En este caso parece ser la punta de lanza del proyecto Mis espacios públicos, que impulsa a que comunidades puedan cumplir sus deseos de remozar áreas comunes abandonadas para revitalizar su uso. Entre algunos beneficios que resultan de la transformación de estos espacios públicos están el fortalecimiento de los lazos comunitarios, el aumento en oportunidades de emprendimiento social y económico, así como una mayor seguridad y mejor salud, tanto física como mental. “Mis espacios públicos es gestado por la Fundación Ángel Ramos a raíz de una invitación que le hicieron de Agenda Ciudadana para colaborar con algunos de sus puntos de enfoque. La fundación decide trabajar con la educación ambiental y ahí comienza el proyecto. Me reclutan para trabajar la coordinación y reclutan, en alianza, al Sistema Universitario Ana G. Méndez desde la perspectiva de educación. Me atrajo la posibilidad de tratar el tema ambiental enfocado en el apoderamiento ciudadano de los espacios públicos”, explica la arquitecta Rebeca Vicens, coordinadora del proyecto. Pedro Adorno es el artista residente de la Universidad Metropolitana y en este proyecto lideró el proceso de diseño y pintura del mural del centro comunal de Cupey Bajo en colaboración con estudiantes de la institución y líderes de la comunidad Cupey Bajo. Foto / Juan Carlos Álvarez Lara La idea de que los espacios comunes son únicamente responsabilidad del Estado es derrotada con este proyecto que las comunidades reciben “súper bien”, según destaca Vicens, “porque ya ellos trabajaban proyectos de rescate público en sus comunidades. Nosotros apoyamos sus esfuerzos”, dice sobre la obra en Cupey Bajo y Las Curías. El trabajo del mural fue tomado con entusiasmo tanto por alumnos como por residentes. Foto / Ana María Abruña El apoyo llega con un donativo de $10 mil por parte de FAR para la compra de materiales de construcción y un contingente de estudiantes universitarios que tienen la oportunidad de poner en práctica conocimientos en distintas áreas. La planificación estratégica de las obras fue trabajada siempre en conjunto, fomentando el intercambio de conocimientos y experiencia.Foto / Juan Carlos Alvarez Lara “Mis Espacios Públicos tiene dos componentes principales: educación y acción comunitaria. El objetivo es crear un banco de voluntarios de jóvenes universitarios que, desde sus disciplinas, apoye esfuerzos comunitarios y del Tercer Sector dirigidos a mejorar el entorno físico que todos compartimos. Para lograrlo, durante los pasados dos años se ha trabajado un proyecto piloto en colaboración con la Universidad Metropolitana (UMET) y la Universidad del Turabo, ambas parte del SUAGM”, explica Vicens. Acción en el Centro Comunal de Cupey Bajo. Foto / Ana María Abruña Los estudiantes universitarios han asistido a las comunidades en las diferentes etapas del rescate de los espacios. Primero fue la identificación de necesidades y expectativas para estos, fase que transcurrió de agosto a diciembre 2015. El diseño de mejoras físicas se trabajó entre abril y mayo del 2016 y la construcción entre octubre del 2016 y mayo de 2017. Vicens pone como ejemplo que el diseño esquemático de las mejoras físicas fue trabajado a través de un curso de diseño del Bachillerato de Arquitectura Paisajista que ofrece la Escuela Internacional de Diseño y Arquitectura de la Universidad del Turabo. Además, como parte del apoyo ofrecido por la Fundación Ángel Ramos, se contrató a la organización sin fines de lucro La Maraña, la cual ofreció coaching a los estudiantes que asistieron a las comunidades en la identificación de necesidades y expectativas para los espacios rescatados. La asesoría se centró en aspectos relacionados al diseño participativo. ACTIVADA LA COMUNIDAD En Cupey Bajo, Vicens cuenta que la comunidad había retomado el centro comunal y Mis espacios públicos colaboró con su desarrollo. “También trabajaron el rescate de la cancha de baloncesto bajo techo y del parque de pelota; con el Municipio de San Juan habían gestionado la construcción de una pista para caminar. Tienen todas esas instalaciones comunitarias deportivas que querían remozar para hacer actividades comunitarias en todas ellas”, señala la coordinadora del proyecto. En Las Curías el trabajo parecía no acabar. Foto / Ana María Abruña De otra parte, en Las Curías se había completado la construcción de un paseo lineal en colaboración con el Municipio de San Juan. “Tienen un gimnasio comunitario, un centro comunal, una cancha de baloncesto bajo techo y diferentes programas que llevan a cabo en estas instalaciones. Quedó un espacio remanente al construir el paseo lineal así que querían hacer algo allí; un parque pasivo donde estudiantes y adultos pudieran estudiar y estar”, sostiene. “Eso es lo que se desea, que este sea un modelo a emular. A mí me parece maravilloso cuando se da y el resultado es positivo para ambas partes”. La arquitecta indica que Mis espacios públicos ordena los esfuerzos de la comunidad y los ayuda “a llevar a cabo esa idea que tenían”. “Además del aspecto de construcción, los estudiantes de Negocios de la UMET ayudan a diseñar un plan estratégico de administración y operación de espacios. Así ambas partes se nutren de los conocimientos compartidos y los estudiantes hacen trabajo en la vida real”. Presenciar cómo esas dos fuerzas trabajan juntas –la comunidad y los estudiantes- es uno de los privilegios que concede el proyecto. “Eso es lo que se desea, que este sea un modelo a emular. A mí me parece maravilloso cuando se da y el resultado es positivo para ambas partes”. Las comunidades decidieron sacar provecho de sus espacios públicos. Foto / Ana María Abruña Si bien la UMET ya acabó su proceso de asesoría, continuará laborando con ambas comunidades -ya que son vecinas a su recinto ubicado en Cupey- asesorándolos en aspectos programáticos y administrativos “para que esos espacios se mantengan ocupados y en buen uso”. Dado el éxito del proyecto piloto, la Fundación Ángel Ramos está en el proceso de identificar organizaciones sin fines de lucro con potencial de aportar a la causa para establecer alianzas con el SUAGM. “Cuando eso pase, arrancarán nuevos proyectos”, promete la arquitecta Vicens. Las manos no paran de obrar.