El Instituto de Formación Literaria (IFL) culminó la serie de talleres de escritura creativa, realizados en las instituciones carcelarias Complejo de Rehabilitación para Mujeres de Bayamón, Complejo Correccional Anexo 1000 de Guayama y Complejo Correccional Anexo 501 de Bayamón, con la entrega la semana pasada de la publicación que reúne los escritos de los reos que descubrieron y perfeccionaron sus destrezas. Donde el tiempo se detiene: Antología de cuentos desde las prisiones recoge el trabajo que inició en abril del pasado año 2016.
Mara Daisy Cruz, fundadora directora del IFL, indicó que en cada prisión se identificó un grupo de presos interesados en narrar sus vivencias por medio de la escritura. Tres escritores profesionales, Yolanda López López (La caída de Alejandro), Dalia Stella González (En el umbral de tu voz) y Emilio del Carril (Primera jornada en el reino de la garúa), fungieron como profesores.
Mara Daisy Cruz, fundadora del Instituto de Formación Literaria, en una de las ceremonias de entrega de libros realizada
la semana pasada.
"Durante ocho semanas los profesores del Instituto de Formación Literaria -todos escritores- visitaron las cárceles semanalmente para impartirles a los nuevos escritores talleres de cuento. Aunque ninguno de ellos había publicado un libro antes, esta semana se vio el resultado de estos exitosos talleres, porque cada participante se convirtió en un escritor publicado", explicó Cruz.
Oenegé tuvo acceso a la entrega de la publicación en el Complejo Correccional Anexo 1000 de Guayama, donde el Superintendente Carlos González y el teniente Malavé apoyaron los talleres. Con respeto y agradecimiento, varios confinados participantes del sencillo acto resaltaron la ayuda y el apoyo de la moderadora, Dalia Stella González, quien les abrió las puertas a un mundo nuevo y retante.
“Las palabras nunca sobran. Yo estoy súper agradecido; nosotros siempre hemos tenido la inteligencia, pero quizás no las herramientas y esa fue la oportunidad que este proyecto nos brindó, la oportunidad de aprender”, mencionó Jonathan Francisco.
“La obra que se escribió aquí apenas es un grano de arena de lo que podemos hacer. Dalia nos enseñó que nosotros podemos lograr hacer cosas inmensas, maravillosas y yo lo creo así. Comencé una obra literaria que se llama Corazón de arpa y, si no fuera por Dalia y las herramientas y conocimientos que nos brindó, tal vez ninguno de nosotros podría estar haciendo las cosas que estamos haciendo ahora”, añadió Francisco.
| “No importa dónde nos encontremos, las barras no son impedimento para hacer y forjar nuestros sueños”. |
Por su parte, José Luis Quiñones se dirigió a la comunidad fuera de la institución carcelaria donde viven. “No importa dónde nos encontremos, las barras no son impedimento para hacer y forjar nuestros sueños. En estas cuatro paredes, “el laberinto de cemento” como yo le llamo en uno de mis escritos, podemos hacer cosas grandes y maravillosas y (debemos) recordar que primero sea Dios y después su voluntad en nuestras vidas. Lamentablemente, cometemos errores porque somos seres humanos y no pudimos controlar ciertas actitudes y agresiones o pensamientos que debimos minimizar, pero gracias a ese error pudimos conocer y ser capacitados en otras cosas. (En el taller) nos esfuerzan a hacer cosas que quizás nunca pensamos que fuera necesario hacerlo en nuestras vidas”, dijo Quiñones.
El reo también invitó a sus compañeros a aprovechar la oportunidad de aprender “detrás de las rejas porque solo el cielo es el límite”.
En el caso de Josué Ortiz, este confinado también mira hacia adelante. “Le doy gracias a todo el equipo por darnos las herramientas e inspirarnos a ser mejores personas en un futuro, cuando estemos fuera de este sistema. Como yo siempre digo, estas son unas pequeñas vacaciones en mi existencia, pronto voy a hacer lo que quiero: escribir”, adelantó Ortiz.
Con tres décadas de experiencia en el sistema, el Superintendente González destacó que “aunque no hemos estado en los zapatos de ustedes, podemos decir qué se necesita para la rehabilitación. Esto es rehabilitación”. Con el libro en la mano, señaló que “necesitamos que más gente se una y aporte”.
TRANSFORMACIÓN CON PALABRAS
Portada del libro entregado a los confinados
que tomaron el taller.
Establecido en el 2008, el IFL es una organización sin fines de lucro que apuesta a "llevarle a cada participante las herramientas, la inspiración, la motivación y el apoyo educacional necesarios para seguir un nuevo camino positivo en la vida".
Desde entonces han impactado la población que atienden instituciones que albergan mujeres y jóvenes maltratadas, adultos en rehabilitación por sustancias controladas, égidas, la Asociación Americana del Cáncer y en diferentes comunidades desventajadas económicamente del área metropolitana.
Desde el 2010, el Instituto ofrece talleres de escritura creativa gratuitos en las cárceles, fieles a su misión de colaborar en la rehabilitación de los confinados por medio de la expresión creativa. Luego de que los confinados/escritores en ciernes solicitaran ayuda para publicar sus escritos, en el 2015 el Instituto publicó el primer proyecto editorial derivado de los talleres: De adentro hacia afuera: Antología de cuentos y cartas desde las prisiones.
"El Instituto de Formación Literaria estimula el amor por la escritura y la lectura, de manera que los participantes puedan disfrutar la valoración del quehacer literario. Les ofrecemos a los jóvenes y adultos que se encuentran en diferentes instituciones penales, los conocimientos teóricos y la experiencia práctica para transformar sus vidas", informó Cruz, directora del IFL.
Si desea más información sobre este proyecto, visite institutodeformacionliteraria.org.
FOTOS SUMINISTRADAS
