Tanto el director de COPU, Jorge Santiago Pintor, como la profesora Lourdes Lugo Ortiz ofrecieron mensajes de bienvenida que precedieron la intervención de la conferenciante.
Walker Guevara se inserta entre los recipientes de esta cátedra que desde el 1999 ha vinculado a la Fundación Ángel Ramos con la Escuela de Comunicación Pública. Desde el 2008 la periodista labora como subdirectora del Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos (ICIJ), organización que tuvo a su cargo la pesquisa colaborativa de los Papeles de Panamá y los Papeles del Paraíso. Ambas investigaciones dejaron al descubierto el modo en que personalidades acaudaladas y compañías privadas de todo tipo mantenían cuentas “offshore” o sea fuera del país donde se generan esos capitales. La práctica se convierte en ilegal cuando no se reporta la existencia de las cuentas y se utilizan para, entre otros fines, lavar dinero o evadir impuestos.
En el caso de estas investigaciones, la primera carnada que recibió el consorcio fue un email de “John Doe”, una fuente anónima que, al día de hoy, no ha revelado su identidad. La conexión con él permitió la filtración de 11.5 millones de documentos que en el 2015 fueron sacados de los servidores del bufete de abogados Mossack Fonseca, ubicado en Panamá. Aunque no es el único que lo realiza, el bufete se especializa en la creación de sociedades offshore.
La conferenciante destacó cómo este tipo de trabajo colaborativo que incluyó a cientos de periodistas y medios de distintos puntos del planeta abonó a que el periodista investigativo se aleje de su usual condición de “lobo estepario”. “No hemos nacido generosos, nos educamos en la primicia”, explicó Walker Guevara, quien cuenta entre sus galardones con un premio Pulitzer, “hay un pequeño lobo estepario que vive en todos nosotros”.
El asesinato del periodista estadounidense que investigaba la mafia, Don Bolles, y la lucha de su homóloga Khadija Ismayilova en Azerbaiyán fueron detonantes para que el gremio periodístico reevaluara su manera de trabajar y descubriera la fortaleza que surgía de la unión.
El cambio de paradigma supuso que, de la investigación y el éxito individual, del limitado alcance nacional, el alto costo de los procesos y el enfrentamiento en solitario de los ataques generados por las investigaciones publicadas, el periodista investigativo encuentre en las redes recursos tecnológicos e información disponibles para su uso, llegue a una lectoría internacional, disfrute de apoyo y pueda compartir costos.
Más allá de presentar casos individuales, la periodista indicó que “nos dedicamos a desentrañar la estructura corrupta”.
En el caso de los Papeles de Panamá, participaron 376 periodistas y 100 medios de 80 países del mundo. Los medios en que se publicaron las investigaciones no solo eran grandes periódicos con números de circulación envidiables sino además pequeños medios con trayectorias de seriedad y compromiso comprobadas. “Colaboramos porque necesitamos colaborar”, puntualizó.
Cuando encontraban documentos creados en tecnologías obsoletas o de difícil comprensión, siempre contaron con “expertos comprometidos” que les ayudaron a entender los modos en que se ocultaba o disfrazaba la información importante. Crearon entonces una plataforma que podían acceder todos los periodistas en la cual aparecían documentos básicos como organigramas, que les permitía armar el rompecabezas. Compartir información que ya había sido despejada de trucos se convirtió en un requisito.
Walker Guevara indicó que este nuevo modo de trabajo provocó la creación de reglas: “pocas pero claras”. Confidencialidad de la investigación, compartir NO es opcional y publicar todos juntos se convirtió en el nuevo código de honor.
IMPACTO EN TODAS ESCALAS
Con la información de base desmenuzada que presentaban los Papeles de Panamá, se realizaron investigaciones que tocaron políticos de Rusia, Estados Unidos o Chile, entre otros países, y personalidades como la Reina Isabel de Inglaterra o Bono, el cantante de U2, también entre otros. Este último aprovechó la atención mediática que esta noticia provocó para exigir que se trabajen “registros de transparencia internacionales”. El escándalo alcanzó hasta el mundo del arte.
“Una cosa que tuvimos que trabajar fue la trampa que presenta la falsa dicotomía de lo que es legal o ilegal en paraísos fiscales. A veces lo que es perfectamente legal es profundamente inmoral”, alertó la conferenciante, “las más grandes corrupciones que existen en nuestra sociedad son legales”.
Mencionó como ejemplo crítico el caso del actual secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, a quien salpicaron los Papeles de Panamá al presentar sus inversiones offshore con una firma a nombre del yerno del presidente ruso Vladimir Putin. “No había nada diabólico en la inversión”, dijo al explicar la relación comercial. Aunque nunca ha sido investigado por las autoridades, se vio forzado a romper esa relación comercial en la que se evaporaban los impuestos.
Walker Guevara presentó una diapositiva en la que se leía “Only collaborate with angels” escrito en una pared. Esos “ángeles” los han sacado de apuros. “Buscamos gente buena que tenga valores y principios y quiera colaborar con nosotros”, señaló aludiendo a las madejas que crea el secretismo en los paraísos fiscales.
El público que siguió fervorosamente las historias en diarios alrededor del mundo estaba agradecido del trabajo. Presentó el mensaje que les envió Sophie, de Francia: “Soy una mujer sencilla que vive con 450 euros al mes, y todo es muy difícil… ¡Gracias por decir en alta voz lo que todos estamos pensando!”.
Agregó la periodista que el impacto de los Papeles de Panamá es “el clic” que hizo con el público; desde Londres hasta Argentina, de Buenos Aires a Malta.
“La gente se reconoce en las historias como víctima y como agente de cambio”, señaló.
Los reporteros que han escrito las historias han sufrido hostigamiento de todo tipo como demandas en tribunales, amenazas a su seguridad y hasta advertencias de que se retirará la publicidad en los medios que publicaron las notas. Uno de los casos más célebres es la demanda del grupo PRISA en España al medio “El Confidencial” por competencia desleal por un monto de 8.9 millones de euros. Alegan que Juan Luis Cebrián y PRISA, el grupo que preside, “son la misma cosa” y fue mencionado en “El Confidencial” como parte de las investigaciones por los Papeles de Panamá. Aún la demanda está por verse en los tribunales.
En la época del “fake news”, decidieron empoderar con información y bases de datos que se comparten no solo al periodista sino al ciudadano. En un portal público se pueden escanear documentos y extraer detalles específicos como organizaciones, personas y lugares.
“Tenemos que convertir más lobos esteparios al modelo de redes”, señaló Walker Guevara y mencionó que cuando el diario “New York Times” se unió a la publicación de investigaciones relacionadas a los Papeles de Panamá, publicó luego una historia sobre el proceso. En ella enfatizaban que “tendríamos que aprender a compartir”.
No queda de otra si se pretende ganar tiempo, llegar a más lectores y derribar cerrados esquemas de corrupción internacional. Una cita presentada en la charla de John Doe, la fuente que comenzó todo en el caso de los Papeles de Panamá, bien parece resumirlo.
“Vivimos en tiempos de almacenamiento digital gratis e ilimitado y conexiones rápidas a Internet que trascienden las fronteras nacionales. No se necesita mucho para conectar los puntos: de principio a fin, de concepción a distribución en medios globales. La próxima revolución será digitalizada. O, tal vez, ya empezó”.
Fotos: Javier del Valle