“Créanme que entiendo el silencio, así mismo nos quedamos nosotros”, dijo a la audiencia la directora ejecutiva, Maribel Caro, tan pronto encendieron las luces en la sala. “He tenido la oportunidad de verlo en varias ocasiones y cada vez el silencio se apodera un poquito”.
Detrás de ella ya se habían ubicado los protagonistas, Rushian Feliciano, Juan Miranda Pietri e Ivyanid del Valle Andrades, cambiados físicamente luego del fin de filmación ocurrido en el año 2016. También estaban en silencio. Algunos momentos de su adolescencia quedaron plasmados en el largometraje presentado y en el que vimos cómo manejaron asuntos relacionados a la falta de confianza, de valor y hasta pérdidas de seres queridos.
“Wao, no tengo palabras para decirles lo feliz que me siento y sé que mis compañeros igual. Esto fue nuestras vidas, si alguien tiene dudas de que se actuó, esto fue nuestra vida plasmada en la pantalla grande para que ustedes puedan apreciarla. Nosotros permitimos eso porque Karen (Rossi) se convirtió en nuestra amiga y para mí fue algo extraordinario. Estoy dispuesto a que se vea mi vida para que otra persona que esté pasando lo mismo que yo, o pasaron o vayan a pasar, tengan un lugar donde poder decir ‘necesito ayuda’, porque no somos perfectos y en momentos necesitamos compañeros como los mentores”, aseguró el extrovertido Juan para luego confesar que quisiera “volver a Cumbre”, una vivencia “que se la recomiendo a cualquiera”.
El público, cuando recuperó el habla, se desbordó en felicitaciones y palabras de aliento.
“Hola, soy Cristy, quiero dar las gracias a los chicos y a Jóvenes de Puerto Rico en Riesgo porque ustedes nos demuestran que caminos al éxito hay muchos, son diferentes y no se construyen de un día a otro. ¿Qué consejo les dan a los jóvenes?”, preguntó una mujer.
“Que nunca se limiten”, respondió Ivyanid. “En mi caso Cumbre me ayudó a perderle el miedo a muchas cosas. Hay mucha gente a la que puedo ayudar de una forma u otra a cumplir sus sueños, así que para mí en verdad no se limiten a nada. Todo el mundo tiene un sueño bien gigante y mi consejo es que lleguen hasta las estrellas. Yo estoy todavía cumpliendo mis sueños, estoy a punto de graduarme de diseño y aún tengo muchísimas cosas que quiero hacer. Probablemente me vaya pa’ allá afuera a estudiar digitalización, animación y lenguajes por el lado. No pienso limitarme, no lo hagan ustedes tampoco”.
Otra dama, al final de la sala, se expresó. “Les quiero dar las gracias por dejarnos entrar en sus vidas. Quiero felicitarlos a los tres por ser digno ejemplo de lo que son los jóvenes de Puerto Rico”, alcanzó a decir antes de que la emoción la traicionara.
Caro, directora de Jóvenes de Puerto Rico en Riesgo, destacó que hay “formas muy concretas” de participar en el esfuerzo que lideran hace más de dos décadas como paliativo de la violencia y la deserción escolar. La mentoría, la cual definió como “la experiencia máxima y la contribución máxima”, el trabajo voluntario en centros de apoyo académico y las contribuciones económicas a la causa que pueden ser posibles vía débito directo.
Rina Biaggi, vicepresidenta de la Junta directiva, resaltó que las aportaciones económicas que solicitan les permiten manejar los requerimientos administrativos de la organización, los cuales quedan descubiertos en la mayoría de los fondos estatales y federales que reciben.
Biaggi aseguró que “10, 15, 20, 25 dólares mensuales, lo que puedan dar, hace una diferencia brutal en el programa”. “Por favor, esa sería la contribución más grande que pueden hacer si no son mentores. Pero fui mentora tres veces y uno sale volando, la que gana es uno, mucho más de lo que le podemos dar a los jóvenes”.
Por su parte, Arleen Cruz Alicea, productora de la campaña de Comunicación Social del documental, resaltó la importancia de utilizarlo como herramienta educativa en las comunidades y escuelas.
Mientras a la salida de la sala un grupo de la organización aplaudía en agradecimiento a todos los asistentes, Rushian, Ivyanid y Juan compartieron sus impresiones con Oenegé.
“Lo más orgullosa que me tiene es dejarle saber y entender a tantas personas que probablemente estamos pasando por lo mismo, que podemos llegar a un momento en el cual podemos cumplir nuestros sueños. Nunca nos limitamos. Aunque siempre supimos que teníamos problemas, teníamos nuestros momentos en los que algo nos detenía y nos poníamos de pie y seguíamos con nuestras vidas como si nada estuviera pasando, seguimos luchando por lo que tanto queríamos”, rememoró Ivyanid la época de su vida que se mostró en “Ser grande”.
“Lo más orgulloso que me hace sentir en este momento es que hayan venido y hayan podido apreciar la gran película y poder ver que la vida de los jóvenes no es simplemente pasar de intermedia a superior y de superior a universidad. Las posibilidades ahora se ven mucho mejores y mucho más grandes; el título del documental lo dice, todo es grande”, asegura, de otra parte, Juan.
“¿Se acabó el miedo”, le preguntamos. “Sí”, contesta con seguridad.
Rushian no es precisamente tímido, pero le cuesta hablar. Atendiendo a varias personas a la vez que se acercaron al trío de protagonistas, afirmó que “yo siempre he visto el lado positivo, casi nunca miro el lado negativo”. “Yo soy bien optimista”, aseguró con una sonrisa.
“Con Cumbre yo aprendí muchas cosas, fue una gran inspiración. Les juro que cuando yo perdí a mi madre pensé en quitarme, pero Cumbre siempre estuvo ahí, y mi mentor, y Karen, y le doy muchas gracias a eso”, acabó Rushian.
Dar una mano nunca tuvo mejor significado.
Fotos / Javier del Valle