Martes, 04 Diciembre 2018 10:24

Premio Tina Hills 2018: Hogar del Buen Pastor

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¿A qué realmente debemos darle importancia? Los residentes del Hogar del Buen Pastor, institución distinguida con el Premio Tina Hills, edición especial 2018, aprovecharon lecciones en los meses que siguieron el ciclón María que alegraron sus vidas.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

El servido sintió paz sirviendo a otros. Así podría resumirse la experiencia enriquecedora de los residentes del Hogar del Buen Pastor en Puerta de Tierra –quienes trabajan para dominar sus adicciones a las drogas y el alcohol- durante los meses que siguieron al huracán María. La organización resultó una de las galardonadas con el Premio Tina Hills, edición especial 2018 por lo que recibió un donativo de $50 mil.

“Ellos fueron un ejemplo para mí porque no habían pasado cinco minutos de que la tormenta hubiera salido de que ellos se tiraron a la calle. Yo no los mandé, ellos fueron enseguida a la calle, enseguida a limpiar, a recoger todo”, cuenta la Hermana Rosemarie González, fundadora de la organización sanjuanera fundada en el año 1992. La organización buscar reintegrar a la persona sin hogar y con adicciones a la sociedad como ciudadano responsable, con valores espirituales, trabajo, vivienda y las destrezas necesarias para lograr una vida de bienestar.

Esa reacción inicial le confirma a la Hermana Rosemarie “que ellos son unos seres humanos con unos sentimientos preciosos que, lamentablemente por experiencias que han tenido que pasar, han sido opacados, pero están dentro de ellos”. “Solamente necesitan un poquito de oportunidades para poder sacar esa belleza, esa sensitividad, esa preocupación por otros que tanto tiempo han tenido opacados por la adicción”.


Representación de la organización Hogar del Buen Pastor, con la Hermana
Rosemarie González, fundadora y presidenta al centro, junto al licenciado
Rafael Cortés Dapena, presidente de la Fundación Ángel Ramos y María
Jaunarena, presidenta de la Junta Consultiva del Premio Tina Hills 2018
(a la extrema izquierda) y de Laura López, directora ejecutiva de la
Fundación Ángel Ramos y Diego Suárez Matienzo, director del Comité
de Desarrollo Organizacional de la Fundación Ángel Ramos
(extrema derecha). Foto / Alberto Bartolomei

Pero limpiar la Avenida Constitución, que conecta a Puerta de Tierra con el Viejo San Juan, no fue suficiente ni para la Hermana Rosemarie ni para los participantes del Hogar. Una vez completadas las tareas de limpieza y remoción de escombros, la necesidad les llevó a expandir servicios. Crearon un Centro de Acopio y Distribución con artículos de primera necesidad y, eventualmente, hasta de construcción y además coordinaron brigadas integradas por participantes, empleados y voluntarios. Así, desde la capital, impactaron 33 municipios. El saldo fue mejor de lo que imaginaron: 6,829 personas servidas y 20 voluntarios que regresaban a colaborar.

“Estas labores de servicio hacían una diferencia grandísima en ellos”, insiste la fundadora y líder del Hogar sobre los residentes. “Ellos expresaban hasta con lágrimas que no se esperaban lo que habían encontrado. Por ejemplo, cuando fueron a llevar cosas a la isla en sitios que habían sufrido grandemente, la gente le expresaba que no le importaba lo que le traían, lo que les importaba era que se habían acordado de ellos. Eso les traía lágrimas a sus ojos porque el adicto sufre mucho y en ese sufrimiento no se dan cuenta de que otros seres humanos, que no son adictos, sufren y necesitan, al igual que ellos, ayuda”.

“Les transformó en vez de estar viendo qué pueden recibir, que lo que verdaderamente trae paz y felicidad es el yo dar a otros que necesitan”, resumió Hermana Rosemarie.

“Ahora hay más conciencia de eso de que necesitamos unirnos como pueblo en ese amor y poner al lado las diferencias, que es cuando nos unimos que sentimos una alegría, aunque sea en pobreza, aunque sea en necesidad”.

Los programas y servicios de la organización están dirigidos a apoyar a las personas que acuden voluntariamente a dejar la adicción a drogas y alcohol que los ha mantenido, a veces por años, viviendo en la miseria, deambulando sin hogar. La reinserción es encaminada mediante oportunidades de empleo, vivienda transitoria, desintoxicación incluso con componentes naturales, alimentación, cine-foro, educación en destrezas, valores de vida y laborales, oportunidades de empleo o seguimiento estabilizador, entre otros apoyos.

En medio de todo ese proceso de reinserción, exponerse a una vivencia crítica como la que trajo el huracán María permitió a los residentes del Hogar del Buen Pastor –y a todos los que aquí estuvimos en esa época- diferenciar lo duradero de lo efímero.

“Ahora hay más conciencia de eso de que necesitamos unirnos como pueblo en ese amor y poner al lado las diferencias, que es cuando nos unimos que sentimos una alegría, aunque sea en pobreza, aunque sea en necesidad. Eso trae una alegría y una paz que no lo puede traer el dinero, que no lo puede traer el lujo, no lo puede traer más nada. Y yo creo que ha sido una experiencia de eso para muchas personas el parar y examinar a qué le hemos estado dando importancia y a qué le debemos dar importancia”, acabó Hermana Rosemarie.

Para quien lleva años viviendo en la calle, la oportunidad de abrazar, aceptar y acoger a otras personas necesitadas se tornó en una satisfacción inolvidable y en una motivación a largo plazo. Esos fueron los momentos bonitos que dejó María.

Fotos: Alberto Bartolomei




Read 593 times Last modified on Jueves, 06 Diciembre 2018 14:24
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