Exactamente hace un año, en mayo del 2018, abrió la extensa exhibición al público, en un esfuerzo compartido con el Museo de Historia, Antropología y Arte de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, donde también se exhibieron obras de Alicea, considerado por la curadora de la propuesta, Teresa Tió, como “el artista grabador por excelencia”.
El pasado domingo 5 de mayo, se llevó a cabo el cierre de la abarcadora muestra que reunió grabados, portafolios, xilografías, pinturas, carteles, y que también dedicó espacio a la enseñanza al mostrar el modo en que se añaden colores en una serigrafía, las plantillas con las imágenes finales y hasta los instrumentos de trabajo del artista.
Alicea está sentado en la Sala 3 del museo, en medio de sus obras. Saluda cortés a todo el que se le acerca, hay peticiones de fotos -y hasta de abrazos- de personas de todas edades. Él complace, “claro, cómo no”, y sonríe.
“Se ha quedado mucho fuera, mucho, mucho”, dice sobre las más de 70 obras en las paredes.
“También me llamaron de Ponce y llevé 42 obras montadas allá. Si te fijas, las piezas del Libro de Job, son 38 grabados y aquí solamente hay seis; de Rafael son 27 y creo que solamente hay seis. O sea, que se ha quedado mucha obra buena”, indica el artista nacido en el barrio Bélgica de Ponce en el año 1928, quien estudió en la academia de Miguel Pou y en el año 1958 integró el Taller de Gráfica del Instituto de Cultura Puertorriqueña, bajo la tutela de Lorenzo Homar.
La exposición es una gran celebración de la vida y la historia de nuestro país; nuestros colores, poemas, música, refranes, nuestra política, historia, la belleza de nuestra naturaleza y, por supuesto, el amor.
“Aquí hay de todo”, explica. “La mujer está presente en muchas de las obras, el tema político, el tema ecológico. Francamente, no podría decirte con qué tema tengo mayor afinidad”.
Alicea habla sosegadamente. Escucha, observa y, luego, responde. Su amor por el grabado fue inmediato y dedicó sus energías a perfeccionarlo.
En el 1966 se convirtió en profesor de grabado en la Escuela de Artes Plásticas aunque más tarde añadió el curso de Dibujo. En el 1944 fue Artista Residente de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, institución que le concedió el grado de Doctor Honoris Causa en el 1999. Luego de 34 años de servicio en la facultad de la Escuela de Artes Plásticas, Alicea se retiró de la docencia en el año 2000. Desde entonces, concentra toda su atención en el trabajo que lo lleva a perseguir imágenes hasta traducirlas en arte.
“Viendo el periodico nada más se le ocurren a uno un montón de ideas de lo que está pasando aquí continuamente. Ya ahí uno tiene unos principios, es cuestión de hacer los apuntes y uno los deja guardados y cuando llega el momento los saca y busca qué tiene. Uno se olvida muchas veces de lo que ve, así que el apunte es un recurso enorme. Yo, a los estudiantes cuando di Dibujo en dos ocasiones en la Escuela de Artes Plásticas, les pedía 25 apuntes diarios: ‘que si vas por aquí y ves aquello, haces un apunte’. Un apunte es un dibujito ligero, algo rapidito, pero que sea la idea de lo que uno quiere; como hacía Rafael Hernández, iba caminando, se le ocurría algo, hacía los compases y después con eso tenía una idea clara de lo que iba a hacer”, detalla Alicea.
Todavía trabaja a diario en su estudio en la Avenida Roberto Sánchez Vilella (antigua Campo Rico), donde ha seguido rutinas similares en su rol de artista desde hace 60 años.
“Yo trabajo todos los días”, afirma orgulloso Alicea. “Y cuando no tengo alguna idea pues tengo algún apunte donde la idea está segura. Generalmente, yo trabajo las cosas delicadas de noche, por ejemplo, diseñar o pintar. Entonces, de día ataco la madera, el plexiglás, cojo la sierra y empiezo a cortar; tengo una terraza bien amplia que me facilita bregar”.
El artista trabaja de forma simultánea “cinco o seis obras”. “Nunca trabajo una sola obra hasta terminarla. Yo comienzo a trabajar y como uno se tranca a veces, la dejo y cojo otra. A veces tengo cinco o seis comenzadas. Ahora mismo, de los filodendos (serie) tengo hechos siete completos y dos comenzados hace tres meses. Los he dejado porque no he tenido el tiempo con estas cosas. Así yo trabajo, cuando me canso o termino, hago otra cosa”.
Al momento, no cuenta con aprendices ni ayudantes. Lamenta que su ayudante “que era muy buena”, emigró a Texas.
“Ahora estoy solo. Cuando el hijo mio viene, que está trabajando en México, pues me ayuda. Toda la obra que está aquí la enmarcó él”, sostiene satisfecho.
TREINTA MIL VISITANTES
Si queremos precisión, la tenemos: 30,014 personas visitaron la exposición de Alicea en el Museo de Las Américas. El artista sabe que el público ha respondido favorablemente a la convocatoria. Y este resultado solo le confirma que “se cumple el propósito de la exposición que es comunicar”.
“Para mi el arte es comunicación y ahí tenemos ya ese punto ganado por lo menos. Porque vienen irlandeses, han venido alemanes, y a todos le dice algo. O sea, que si el arte llega, es cuestión de que esté presente. No tiene que hablar ruso para que yo lo entienda si no que yo, con ver la imagen, es suficiente. Es como la música, si oyes a Beethoven no tienes que hablar alemán para apreciarlo. Para mi el arte es eso, comunicación, y si cumple ese cometido pues estoy conforme”, asegura el artista.
“Para mi el arte es eso, comunicación, y si cumple ese cometido pues estoy conforme”. |
Ambas exposiciones le han brindado “una gran satisfacción”. “Pero todo tiene que terminar, todo tiene su final, como decimos, por lo pronto si tengo el público y tengo la gente, podemos hablar y comunicarnos además de hacerlo con las obras. Esa parte me gusta mucho”, acepta.
Tantas cosas le quedan por trabajar, por decir, por contar a través de su obra que Alicea no pierde tiempo en su taller. La muestra incluye obras creadas este año. “Son muchas cosas y las vivencias de uno también ayudan; digo, son 91 años. Ahora estoy trabajando en unos libros de artista y en mis memorias, para dejar algo escrito de lo que se me ha ocurrido”, dice el maestro del grabado para terminar.
Es momento de conversar con el público. Así se cierra el círculo que inició con una idea en su cabeza, cuyas manos convirtieron en arte que ahora el espectador aprecia. Comunicación en su máxima expresión.
Fotos: Javier del Valle
Maestro José R. Alicea
Múltiples premios ha recibido a lo largo de su trayectoria. Aquí consignamos uno por década.
60’s
1967 Premio único de grabado Mildred Boerique por “La paloma”, en el certamen internacional del Print Club de Filadelfia
70’s
1973 Premio único al cartel conmermorativo “Centenario de la abolición de la esclavitud”, Ateneo Puertorriqueño
80’s
1987 Premio único para cartel Comisión para la Celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y Puerto Rico, San Juan
90’s
1996 Medalla de plata Goya, X Bienal Iberoamericana de Arte, Ciudad de México, D. F.
2000’s
2003 Ganador del certamen para el mural “Ponce hacia el futuro”, Ponce
2010’s
2016 Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Puerto Rico le dedica sus actos de graduación
Fuente: Museo de Las Américas