“El primer elemento para hacer crecer un negocio no es el dinero, es creer”, dijo Vladimir Tovar, uno de los mentores que participó en el panel reactor que cerraba los ciclos de varias presentaciones.
Además de Tovar, fungieron como mentores Eva Vázquez, Alfredo Nieves y Javier Hernández.
“Estas organizaciones creen en lo que han aprendido históricamente que es, el cambio, ese nuevo paso y qué es lo que va a llegar”, expone Tovar en un aparte con Oenegé. “Nosotros como mentores lo que hacemos es construirle el puente para que ellos comiencen a ver, facilitar y cuando comiencen a ver los pequeños resultados comienzan a creer”.
Tovar recuerda que los representantes de las organizaciones arribaron al inicio “pensando que no pueden armar un número, que no pueden evaluar un mercado, que no pueden hacer aproximación a una empresa”.
Sin embargo, los líderes del Tercer Sector que ese día presentaron sus proyectos lucían diferente a esas primeras sesiones. El ‘sí se puede’ fluye con mayor facilidad.
“Si a mi me pides mañana que haga un triatlón lo primero que te voy a decir es que ‘no puedo’ y, a lo mejor, en algún momento me pongo a entrenar, consigo quién me acompañe en el camino y lo termino haciendo. Por eso, de principio, la gasolina es creer en ese emprendimiento que está iniciando”, menciona Tovar.
Hernández, otro mentor del grupo, se sintió privilegiado de acompañar al grupo y a sus ideas “desde cero” y del trabajo realizado para lograr aterrizarlas.
“Yo estoy bien contento”, aseveró Hernández quien instó a las organizaciones a “reorganizar recursos para que operen con cierto nivel de independencia”.
“Ya ustedes no están solos pensando en innovación social, los estudiantes están pensando en esto y podrían colaborar en este esfuerzo”, alertó Hernández.
EL VALOR SOCIAL ES ORO
En múltiples ocasiones se disertó alrededor del significado de las organizaciones sin fines de lucro, de lo que poseen, de la labor que hacen y la importancia que tienen para sus comunidades. En fin, se reflexionó en torno al muchas veces olvidado valor social de estas. Parecería ser ese dedo de la mano que has tenido siempre y no lo usas, o lo usas sin percatarte.
Tovar indicó que, como observadores externos, los mentores lograron alertar a las organizaciones en torno al valor social de sus quehaceres.
“Lo que nosotros hicimos fue darle visibilidad a esa herramienta que efectivamente tienen, lo que hicimos fue básicamente aceitarla, formarla, moldearla un poco y que empezaran a tener visibilidad. Si no sabes que tienes algo cómo lo aprovechas”, cuestionó Tovar para más tarde agregar que las organizaciones poseen esas herramientas.
“Todos tienen habilidades que han venido desarrollando hace muchísimos años, todos tienen dedos lo que pasa es que no los utilizan de una forma distinta de cómo los vienen utilizando y eso es lo que había que descubrir”, insistió el mentor.
Un acercamiento al empresariado social apropiado para las organizaciones fue asumirse como “multiplicadoras, como empresas que generan empresas”
Tovar confesó que aspira a que el empresariado social que abrazaron estas organizaciones sin fines de lucro sea emulado por otras.
“Cuando hablábamos al principio de creer, una de las formas mas fáciles de creer y de adquirir confianza es ver que otros ya lo han hecho. Si me vas a invitar al triatlón otra vez y alguien de mi edad ya lo ha hecho, pienso que posiblemente es más fácil. El gran valor que tiene esta primera etapa es poder multiplicarnos a través de otras organizaciones y que nos ayude a ganarnos su confianza de que sí se puede”, manifestó Tovar.
EL PESO DE UN NOMBRE
En varias instancias de las discusiones con el panel reactor, se comentó en torno al término “sin fines de lucro” que muchas veces significa desconfianza entre el público que desconoce su labor o no explica apropiadamente la calidad de su obra.
“Pesa muchísimo”, reconoce el profesor Alfredo Carrasquillo, quien junto a la Fundación Ángel Ramos diseñó el currículo de este Certificado.
“La idea de ser sin fines de lucro es que marcamos a las organizaciones con un imaginario de vocación de pobreza, que trabajar en este sector es elegir la pobreza, la precariedad, la falta de recursos y eso se traduce inmediatamente en limitaciones a las posibilidades de calidad en lo que se hace. Aquí no estamos diciendo que lo que se busca con este esfuerzo es que los líderes del tercer sector se vuelvan millonarios, sino que las organizaciones puedan generar muchos recursos, que lo que buscan es que añadan a las organizaciones mismas, a los servicios que dan, a lo que hacen”, puntualiza Carrasquillo.
“Creo que nos llevamos de esta experiencia un montón de aprendizaje para mejorar experiencias subsiguientes. Creo que la vitalidad de este sector es de las pocas cosas que dan esperanza en el país en estos momentos así que hay que apoyarlos”. |
Agrega que liberarse de esas ideas que impulsan el “no lo puedo hacer”, fortalecerá la seguridad de las organizaciones que se atrevan a adentrarse al empresariado social. Porque las críticas vendrán.
“No creas, estas organizaciones van a enfrentar ahora sospechas y resistencias de otras organizaciones que no han pasado por esta experiencia porque cuando una organización se lanza por el camino de emprender, desde una perspectiva de pensarse como una empresa social y ya no como organización sin fines de lucro, hay otras que empiezan a resentirlas y a mirarlas con sospecha y eso ahora hay que gestionarlo”, adelantó Carrasquillo.
El líder de los mentores en el Certificado agradeció “la confianza de las organizaciones” y la posibilidad de poner en práctica “algo que ha sido, ante todo, un experimento”. “Creo que nos llevamos de esta experiencia un montón de aprendizaje para mejorar experiencias subsiguientes. Creo que la vitalidad de este sector es de las pocas cosas que dan esperanza en el país en estos momentos, así que hay que apoyarlos”, acabó Carrasquillo.
Fotos y vídeo: Javier del Valle