Jueves, 25 Agosto 2016 12:58

Promesa de niñas líderes

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Un ejército de cuatro mil niñas escuchas mantienen sólido el movimiento escutista en Puerto Rico. Se buscan voluntarios que formen más líderes.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

Piense en una cadena formada por muchas manos entrelazadas. Son manos de niñas. Niña a niña se cambia una comunidad, una ciudad, un país. Nuestro país.

El Concilio caribeño de niñas escuchas, conocido como Caribe Girl Scouts Council, se ha ocupado desde hace 93 años en Puerto Rico de inculcar en las mentes y corazones de sus integrantes valores como amor, respeto, solidaridad y, especialmente, liderazgo.

Hay programas y servicios desde el grado kínder hasta cuarto año que se distribuyen entre los niveles Daisies, Brownies, Juniors, Cadettes, Seniors y Ambassador. Cuando se llega a los últimos dos mencionados, las participantes pueden someter un proyecto que resuelva un problema en su comunidad siguiendo siete pasos preestablecidos. Los resultados obtenidos las llevan a recibir medallas de bronce, plata y, la más codiciada, de oro.

El organismo local forma parte de los 112 concilios en los que Estados Unidos ha dividido su mapa. Aquí contamos con 4 mil niñas escuchas. Cambiar lo que amerita cambio es una misión constante.

 El campamento de verano y el programa de desarrollo empresarial, mediante la famosa venta de galletitas, son las actividades que más notoriedad le han ganado al movimiento escutista.

"Nuestra misión es ayudar a niñas y jóvenes a desarrollar el valor, la confianza en sí mismas y los principios para hacer del mundo un lugar mejor. Hoy día, en una sociedad en la que se ha ido perdiendo la enseñanza de valores morales, éticos y cívicos, cobra mayor importancia fomentar e impulsar en nuestra juventud el respeto, la hermandad, honestidad, humildad, bondad, solidaridad y generosidad con los demás", declaró Ness Marie Tollinche, directora ejecutiva del concilio, que este año fue finalista al Premio Tina Hills.

"En Girl Scouts le proveemos  a las niñas una experiencia dinámica a través de diferentes programas donde tienen la oportunidad de desarrollar habilidades de liderazgo, mejorar la autoestima y civismo, a la vez que se divierten y hacen nuevas amistades", agregó Tollinche.

Una niña escucha aprende -en teoría y en la práctica- a ser fuerte, segura de sí misma y líder.

"Una mujer segura no permite el abuso, el bullying en la escuela hacia ella ni hacia otros"

Marta María Rivera fue niña escucha por diez años y ahora lidera la tropa 891 en University Gardens, en Río Piedras, nivel cadette. "Comenzamos la tropa por mi sobrina, para que tuviera la misma experiencia que yo tuve", confiesa.

Rivera opina que la huella palpable que deja el escutismo en una de sus seguidoras es el liderato. "Y tener confianza en ti misma de que eres una tremenda mujer y que puedes hacer cualquier cosa", agrega la jefa de tropa.

Hace cuatro años, Marta Melero es especialista en el área geográfica 5 del concilio que comprende desde Carolina hasta Las Piedras, incluyendo Vieques y Culebra. Es madre de Rivera y cuando sus hijas eran pequeñas era líder de la tropa a la que pertenecían. Define la vivencia como "maravillosa".

"La experiencia es bien buena, desde mis hijas hasta las niñas que tengo ahora en mi área", puntualiza la especialista. "Las veo que se convierten en líderes, en mujeres seguras de sí mismas".

Y una mujer segura de sus capacidades es el mejor antídoto contra varios males sociales que hoy aquejan la población femenina.

"Una mujer segura no permite el abuso, el bullying en la escuela hacia ella ni hacia otros", enumera Melero. "Aprenden a respetar, a trabajar en equipo, aprenden que somos hermanas, que somos mujeres valiosas, hijas de Dios, que lo respetamos a Él y a la patria, que lo honramos a Él y honramos la bandera. Todas esas cosas aprenden las niñas".

Ninguna de estas lecciones pasan de moda mientras haya una líder en acción. "La ley de las girls scout sigue siendo la misma, los valores siguen siendo los mismos, se inculcan y serán siempre los mismos", garantiza Rivera.

Cuando una niña escucha promete, es sabido que se empeña en cumplir.

 

COMO UNA SUPERHÉROE

Vestir el  uniforme distintivo, adquirir parchos, medallas y 'pines' es un momento memorable en la vida de una niña escucha. Michelle Costa Pérez lo sabe muy bien, puesto que hace 28 años labora  en "la tiendita del Concilio", en su sede en Miramar, que hace poco fue remodelada. "Ya todos me conocen allí", asegura orgullosa la mujer.


Le llama la atención la emoción de las Daisies y sus mamás cuando adquieren el uniforme de niña escucha y están listas para la venta de galletas. "Las nenas ven los parchos y los pines y dicen 'ah, yo quiero trabajar para tener esto'", relata Costa.

El uniforme las separa del resto de la población y las convierte en miembros de una tribu especial. Según crecen, miles de distracciones podrían alejarlas del grupo, pero el deber llama.

"Cada parcho es un reconocimiento a ellas mismas por el logro que realizaron. Hay mil razones para irse, pero para una girl scout no hay límites. Llevar un uniforme de girl scout es como tener uno de súperheroe, (cuando eso pasa) esas nenas se inspiran y no tienen límites, pueden realizar cualquier tarea que se propongan", insiste Rivera.

Melero, de otra parte, asegura que hasta las jóvenes grandes se sienten "igual de orgullosas de llevar el uniforme". "Lo llevan con un porte y una seguridad que es fascinante", sostiene la especialista.

La labor de las líderes es enorme. Son ellas quienes cuidan la semilla de liderazgo sembrada por el movimiento escutista.

 

¡DELICIOSAS GALLETAS!

Es bien difícil decirles que no. Aparecen cargadas de ricas galletas que hacen la boca agua y uno suele rendirse a la tentación sin pensarlo mucho. Mayra Mejías, gerente de producto del Concilio, asegura que en Puerto Rico el sabor "Samoa" es el preferido. Solo las niñas pueden vender las galletas y es el modo de allegar fondos a la organización.

"Nosotros hacemos las ejecutivas del mañana. A esas niñas se les da un adiestramiento donde tienen que desarrollar destrezas básicas para establecer un negocio que incluso le sirven para su vida personal. Por ejemplo, deben establecer una meta, manejar dinero, tratar con la gente y aplicar la ética siguiendo la promesa de girl scout", describe Mejías sobre el credo que reza: "Por mi honor, yo trataré: de servir a Dios y a mi patria, ayudar a las personas en todo momento, y vivir conforme a la Ley de Girl Scouts".

Cómo acercarse a las personas, hacer la venta y cómo reaccionar si reciben un No" por respuesta está incluido en el adiestramiento. Los "No" se agradecen con una sonrisa "porque sus razones tiene la persona", comparte Mejías parte de la lección.

"Ellas van a jugar y no se dan cuenta de que están aprendiendo, eso hace ese apego. Le preguntas a una nena que es lo que te gusta y te va a decir la venta de galletas y el campamento de verano".

Las niñas pueden vender galletas desde kinder y Mejías afirma entre risas que son exitosas porque "la gente prefiere comprarle a las chiquitas". Hay metas individuales y grupales en este programa de empresarismo. Un 16% de la venta de una tropa va a sus arcas para costear sus actividades. El próximo año 2017 se cumplirán 100 años de la primera venta de galletas realizada por niñas escuchas en Estados Unidos.

"Ellas dicen que con la venta de galletas aprenden a tener confianza en ellas mismas y a perder la timidez. Cuando logran cumplir con la meta de grupo se sienten poderosas", manifiesta Mejías.

En este y otros proyectos, como alcanzar las medallas de oro, plata y bronce tras resolver un dilema en la comunidad, se aprovechan los talentos de cada niña, lo que sirve de estímulo a otras para imitarlas. "Pero con una competencia sana", alertó Mejías, "las que tienen apoyo familiar en el proyecto apoyan a las que no lo tienen para cumplir la meta común".

El pegamento que mantiene unidas por años a las niñas del movimiento escutista es la diversión, a juicio de Mejías.

"Ellas aprenden con todo, no es forzado, no es presionado, si lo alcanzaste bien y si no, vamos a ayudarte. El ambiente es cómodo, relajado y están libres aunque hay unas normas que se siguen. Aquí dejamos que las niñas se expresen. Ellas van a jugar y no se dan cuenta de que están aprendiendo, eso hace ese apego. Le preguntas a una nena que es lo que te gusta y te va a decir la venta de galletas y el campamento de verano", opina.

Mejías insta a que más voluntarios se unan a la organización como líderes. "Tenemos una lista de mil niñas esperando un voluntario que quiera abrir una tropa".

Para más detalles, llame al (787)721-5771.

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