Jueves, 19 Septiembre 2013 19:44

Paraíso, palabras y la búsqueda de una cierta armonía

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Por Mari Mari Narváez

Cuando llegó la propuesta de llevar una muestra de la exposición Paraíso y palabras: un diálogo entre el arte y la literatura en Puerto Rico a la SalaFAR, su curadora, Arlette de la Serna, respiró satisfecha. La oferta le daba la oportunidad, más que de seleccionar, de añadir una extensión muy importante a la gran antología de arte puertorriqueño que recién había preparado para el Museo de Arte de Ponce. Así surgió la muestra de diez obras abstractas puertorriqueñas de la exposición Paraíso y palabras, inaugurada el pasado miércoles 18 de septiembre en SalaFAR como complemento de la primera. Una brevísima selección dado el pequeño formato de la sala pero de gran importancia en la historia del arte puertorriqueño.

 

"Cuando nos dieron oportunidad de exhibir en FAR dije 'fantástico porque el siguiente paso es la abstracción. Luis Hernández Cruz, Julio Rosado del Valle... tantos artistas fundamentales que no podía dejar de pensar en cómo incluirlos (en la exhibición medular, la de Ponce)", contó la curadora en entrevista con OENEGÉ.
La exposición parte desde la década de 1950.

"Ves cómo es que los artistas han insistido en hacer abstracción. Es una época de ruptura. Mientras algunos como Lorenzo Homar, como Carlos Raquel Rivera, están concentrados en lo social, hay una ruptura porque hay ciertos artistas que no quieren seguir en esa línea y buscan algo un poco más universal, buscar obras que hablen de todo y lo encuentran en las influencias de Estados Unidos y Europa sobre la abstracción, que es forma, color, un lenguaje más internacional".

"No hay nada más perfecto que una línea recta"

En su momento, la abstracción no dejó de provocar su controversia, nos recuerda de la Serna. "A algunos artistas les chocó porque decían que el arte era para denunciar las injusticias. Se generaron choques que todavía ahora no se resuelven".

Para ella, esa nueva búsqueda tenía que ver con una armonía. "Por ejemplo, un Mondrian: siempre ves esos choques entre el realismo social y la abstracción. Ves cómo es que, por un lado, muestran gente triste, lugares sombríos, tonos oscuros. Es como una evolución. A veces van de la figuración hacia la abstracción, es una búsqueda de armonía porque no hay nada más perfecto que una línea recta. Una búsqueda de equilibrio, de simetría y armonía. Una manera de escapar".

Las 10 obras de Domingo Izquierdo, Julio Rosado del Valle, Rafael Ferrer, Julio Micheli, Jaime Romano, Jaime Suárez, Ralph DeRomero Rivera, Cecilio Colón, Pablo Rubio Sexto y Marcos Irizarry, se eligieron por sus elementos pictóricos, formas orgánicas, composiciones libres y texturas variadas.

"Tenemos dos esculturas. Una de ellas es 'Corazón alegre industrial', de Rafael Ferrer, hecha con pedazos de 'bumpers' galvanizados como si fueran un corazón".

Es una pieza de 1965. En aquel momento, hubo gente que literalmente le llamó una basura. No se entendía lo que había hecho, no les parecía arte, las críticas en los periódicos fueron tremendas. "Sin embargo, don Luis (A. Ferré) fue visionario y compró la pieza, una extraordinaria obra abstracta puertorriqueña".

La muestra de Paraíso y palabras se exhibirá en SalaFAR hasta el 27 de noviembre en horarios de lunes a viernes de 8:00 a.m. a 5:00 p.m.

"Fue una oportunidad fantástica", reitera de la Serna. "Estamos muy emocionados de haberla podido formar y que el Museo de Arte de Ponce esté extendiendo su alcance, llegar un poquito más lejos. Este fue uno de los temas más importantes que había quedado fuera en nuestra curaduría y qué bueno que apareciera esta oportunidad de conformarla y traerla a SalaFAR. Sintonía total".

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