Por eso, hasta los pequeños están inmersos en procesos de participación ciudadana. A través del programa de Biocomiso de Para la naturaleza, los niños y niñas a nivel elemental tienen contacto directo con los ecosistemas al plantar árboles nativos. Biocomiso es una palabra que crearon hace 12 años los estudiantes de la escuela pública Luis Muñoz Marín de Barranquitas para describir su primer proyecto de vivero escolar.
El programa consiste en habilitar espacios de viveros en los patios de las escuelas. Actualmente, existen diez viveros escolares activos que fungen como escenario para poner en práctica los currículos ambientales con enfoques en conservación y reforestación. Los viveros sirven como laboratorio educativo para matemáticas y biología.
"Los viveros se utilizan como un instrumento de enseñanza en las escuelas y el propósito de Para la Naturaleza es que esos viveros sirvan para plantar árboles nativos en la comunidad", explicó Yogani Govender, gerente de Ciencias, Educación y Políticas de Conservación del Fideicomiso.
Guaraguao, palma real, higuera y guanábana son algunos de los árboles que se han plantado en los viveros escolares. Para esto, se proveen materiales y adiestramientos en busca de que los estudiantes, junto con el maestro o maestra encargado, puedan operar y cuidar el vivero.
El programa de biocomisos ha llegado a Ponce, San Juan, Fajardo y Río Piedras. Este busca producir cerca de 1,000 plantas, realizar siembras comunitarias y ofrecer actividades de bienvenida para lograr la participación de la comunidad. El proyecto también se propone lograr que cada escuela pueda vender plantas para sustentar el vivero.
La venta de plantas es lo que será más difícil lograr, pues según Govender, el Departamento de Educación (DE) no permite ventas. "Nosotros pensamos que con los mismos ingresos de venta la maestra pueda mantener el vivero, pero por políticas del DE ellos no pueden hacer esa parte. Ahí hay un reto para nosotros. Ahora vamos a buscar una solución para que los maestros y los estudiantes puedan mantener ese vivero escolar", agregó. La solución está en llegar a acuerdos con el Departamento de Educación.
Para el Fideicomiso es importante encaminar el programa de los 'biocomisos'. A estos fines, se está desarrollando un manual de trabajo descriptivo, de manera que haya una guía disponible para todo aquel interesado en conocer el contenido del programa. De acuerdo con Govender, esto también sirve para alinear todos los Biocomisos en los mismos procesos y estándares, porque "ahora mismo todos tienen sus diferentes metodologías y estilos. Es importante que cada escuelita tenga su distinción pero hay que tener una base igual".
Con los viveros escolares y otras iniciativas que incluyen talleres de inmersión para jóvenes, el Fideicomiso busca alcanzar su meta más grande: 33% para 2033. La meta es que para el 2033, el 33% de los ecosistemas naturales en Puerto Rico estén protegidos. Actualmente, solo un 8% de los terrenos de la Isla están protegidos por entidades gubernamentales y privadas. La cifra es muy baja si se compara con el 34% de áreas rescatadas de Costa Rica, el 25 % de Estados Unidos y el 24% de la isla hermana, República Dominicana.
"Para esto tenemos que desarrollar voluntarios, proveer acciones para que las personas puedan hacer cambios", comentó Elizabeth Padilla, superintendente de la región este de Para la naturaleza. "No solamente tenemos programas para que aprendan sino también les proveemos el espacio para que puedan poner en práctica lo que les enseñamos. Proteger un tercio de nuestras tierras nos garantiza una mejor calidad de vida. Nos garantiza el agua, el aire, una temperatura ambiental agradable y nos da espacio natural para nuestro sosiego".
Por eso, desde el 1994, el Fideicomiso dicta talleres de inmersión y liderazgo para jóvenes. De acuerdo con el coordinador de Ecodetours Para la Naturaleza, Therel Santos, los talleres se crearon con el fin de dar a conocer la importancia de los ecosistemas. Por primera vez, durante el año escolar los jóvenes participantes de los talleres de inmersión podrán compartir lo que aprendieron con los niños y niñas de las escuelas que tienen viveros escolares. El aprendizaje de estos niños se basa en la instrucción de los más grandes.
"El taller (de inmersión) va dirigido a proveer varias herramientas: primero, que los participantes de los viveros escolares puedan comunicar y enseñar a otros el material que se esté dando a través de los talleres y, segundo, que puedan identificar fututos líderes ambientales en las escuelitas", sostuvo Santos.
Este grupo de jóvenes, entre los 9 a 12 años, recientemente culminó los Talleres de Inmersión Para la Naturaleza ofrecidos por el Fideicomiso. Fueros 5 días entre plantas, animales silvestres y el sol del mediodía. Estos jóvenes sembraron, caminaron por manglares y exploraron todo por conocer sobre la importancia de la conservación de los ecosistemas. Fue en las Cabezas de San Juan en Fajardo y en la Hacienda Buena Vista en Ponce donde se aventuraron por la naturaleza. Durante los campamentos residenciales, los muchachos adquieren destrezas que les permiten apreciar los bienes y servicios que se obtienen en la naturaleza. Guiados por miembros ambientales de Para la Naturaleza, estos jóvenes tuvieron la oportunidad de descubrir la fauna nocturna y monitorear la calidad de aguas y playas.
Todo este esfuerzo tiene un fin ulterior muy sencillo, según lo explica el joven ambientalista: "Lo principal es entender cuál es nuestra necesidad de conservación y desarrollar esa sensibilidad".