Jueves, 21 Junio 2018 10:38

Hato Rey con otros ojos

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Una veintena de participantes en el taller práctico de la fotógrafa Annie Saldaña, que hace poco mostró su obra en SalaFAR, retrataron estructuras en la zona de Hato Rey desafiando sus miradas convencionales.

Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

Tan cansados estamos de verlos que cuando los apreciamos con otros ojos resultan edificios nuevos. La exhortación a mirar desde otros ángulos y a percibir desde otras perspectivas vino de la fotógrafa Annie Y. Saldaña, que presentó recientemente sus fotografías en la muestra “Shifted Realities: an Exploration of the Man-Made Environment”, en la Sala de Exposición de Arte Fundación Ángel Ramos (SalaFAR), espacio ubicado en el vestíbulo de nuestra sede en Hato Rey.

 Una veintena de participantes llegaron a las nueve de la mañana el sábado 9 de junio, para tomar parte del evento educativo que incluyó recorrido por la exhibición, orientación sobre técnicas fotográficas, caminata por algunas zonas de Hato Rey para realizar fotos y, al final, compartir las mejores instantáneas tomadas.

Bajo un sol intenso, aunque recompensados por una brisa continua, el grupo salió de la sede de la Fundación Ángel Ramos en Hato Rey y desde el mismo estacionamiento comenzó la acción.

“Miren hacia arriba, nunca miramos hacia arriba y se ven cosas interesantes”, recomendó Saldaña y de inmediato se escucharon los primeros clics provenientes de cámaras profesionales, para fotógrafos aficionados, así como de celulares.

Después comenzó la caminata por la Avenida Chardón. Siguiendo las recomendaciones de Saldaña, los participantes acercaban y alejaban lentes de fachadas, plantas, aves, aceras y puentes.

“Es interesante compartir esto”, opinó Saldaña mientras caminaba. “Creo que es bien importante empezar a crear esa sensibilidad ante los espacios que vivimos, donde estamos. Míralos, de momento algo que puede ser tan banal como una decisión arquitectónica de pintar esas rejillas en rojo puede convertirse en algo súper hermoso. Apoyar que la gente pueda ver belleza en cosas tan sencillas es bien importante para nuestro diario vivir, tal vez no nos expresamos tanto y empezamos a ver los espacios y decimos ‘ay, mira que bello’. Después de todo, todo tiene su belleza”.

“Eso lo podemos traducir a nuestro día a día: de las situaciones que nos pasan, tratar de sacar lo más bonito de ellas. Ha sido interesante esta experiencia, el arte siempre encuentra soluciones”.

Encontrar belleza en la cotidianeidad, en el edificio de todos los días, en el jardín que a diario pasamos de largo o en el balcón que todos los días nos deja ver un poco más allá puede, además, ser un ejercicio práctico. “Eso lo podemos traducir a nuestro día a día: de las situaciones que nos pasan, tratar de sacar lo más bonito de ellas. Ha sido interesante esta experiencia, el arte siempre encuentra soluciones”, aseguró la fotógrafa que al igual que sus estudiantes observaba a todos lados y escogía formas para ser capturadas por su lente.

Saldaña destacó que en medio de edificios que “se están cayendo en cantos”, se encuentran buenas tomas. “En esos casos tenemos que mirar un poquito más fuerte, nos toma un poco más de entrenamiento”, advirtió.

“Pensemos en la ley de tres cuartos, en el balance, en la perspectiva”, invitaba Saldaña a su grupo repasando conceptos explicados antes de la caminata.

Niños y niñas, jóvenes y adultos de todas edades sacudían los caminos de la cotidianeidad, parecían ver nuevos ángulos, formas y paisajes como si hubieran restregado sus ojos. Siempre alguien se quedaba atrás en el trayecto, concentrado en lograr un mejor tiro de ese sujeto en cemento que ante sí tenía.

“Aquí tenemos unas sombras interesantes, tenemos que pensar en la arquitectura contando también con las sombras que crea”, señaló la fotógrafa.

Entre los repetidos “miren este patrón interesante aquí” y “miren esta textura que distinta acá” seguía el grupo su caminata.

“Vamos a eliminar toda la información innecesaria, vamos a acercarnos un poquito más, a ver las cosas más cerradas, péguense a los edificios, miren hacia arriba”, pedía la líder del recorrido y sus alumnos obedecían.

Así quedaba al descubierto un Hato Rey distinto; lleno de sombras inesperadas, texturas que habían quedado en el olvido, perspectivas que renovaban el interés por la zona. Ante el peatón quedó visible una débil quebrada repleta de peces, plantas empeñadas en sobrevivir entre el cemento, la maleza o aprovechando árboles añejos, y rastros de la noche anterior como botellas de licor vacías tiradas en la acera y algún casquillo de bala solitario.

Vecinos en sus balcones, guardias de seguridad y empleados de mantenimiento se sobresaltaban al ver la inusual escena que representaba un enjambre de personas con cámaras enfocados en unos escalones, alguna ventana o en el perfil de un edificio.

La ciudad fue de ellos, de los caminantes, de sus cámaras y de la camaradería de un grupo que aprovechó el gusto de aprender algo nuevo y compartirlo.

 

Fotos: Javier del Valle

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