Meta: Asegurarse de que la información no sea exclusiva ni excluyente en Puerto Rico.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
En tiempos de libros electrónicos, ¿a qué iríamos a una biblioteca? A integrar una comunidad curiosa, lista para aprender y desarrollarse a cualquier edad. Ese es el ambiente que se respira en la Jane Stern Community Library de Dorado, organización que recibió el Premio Tina Hills en el año 2001.
“Ganar el Premio Tina Hills sentó las bases para que la organización continuara desarrollándose como una de las pocas bibliotecas comunitarias del país. El hecho de que eso ocurre cuando ya tenía una trayectoria de más de 25 años también es otro logro, porque hace 21 años el posicionamiento de las organizaciones sin fines de lucro y el reconocimiento público de su rol no se había afianzado”, subraya Bairá Soto Toledo, directora ejecutiva de la biblioteca ubicada en el casco urbano doradeño.
El premio en metálico fue invertido en ampliar la planta física de la biblioteca, también le dio un impulso que le permitió proteger sus proyectos. “Ese reconocimiento también ayudó a obtener otros recursos económicos de otras fundaciones”, explicó sobre el efecto multiplicador del premio.
La Jane Stern Community Library no se ha conformado con ofrecer los servicios bibliotecarios que la originaron, si no que los ampliaron al desarrollar iniciativas para lograr un mayor acceso a la información.
“Ya no hablamos de servicios bibliotecarios, hablamos de cómo facilitamos que la gente conecte con la información, ya sea a través de recursos digitales, de acceso a internet, a computadoras, damos todo el apoyo para conseguirla”, señala Soto, directora hace poco más de un año.
El incentivo a la lectura ha evolucionado en esta organización que, el pasado año fiscal, recibió 11,000 visitas. “Yo lo veo como un cambio de estrategia”, dice la directora sobre las nuevas tecnologías de lectura. “Porque al final del día el libro es un medio y el medio escrito se trasladó a un medio digital o un medio visual. Cada medio trae sus retos, con el libro nos preocupábamos de que la gente aprendiera a leer, ahora a eso le añadimos que la gente aprenda a usar el medio. Si nosotros no atendemos el que los niños aprendan lo básico de cómo leer, no vamos a fomentar que tengan acceso a los demás medios. La necesidad sigue siendo la misma”.
Soto recordó que la UNESCO reconoció el rol de la biblioteca como un espacio para democratizar la información “y eso es parte de nuestro rol”. “Nosotros hacemos que la información no sea exclusiva y no sea excluyente”.
Esta biblioteca ha sido pionera en crear espacios en comunidades de escasos recursos económicos. “Nuestro programa de bibliotecas satélites ha sido modelo para otras organizaciones que desean desarrollar bibliotecas comunitarias en distintos espacios. Recientemente, terminamos una en el Barrio Frontón de Ciales. Volvemos a lo básico, la gente tiene el libro, pero también acceso a internet, a la tecnología y a una persona mediadora entre el público de distintas edades que acude, y la tecnología”, señala.
“Vivimos en un país que no reconoce o desconoce la importancia de las bibliotecas. Sin embargo, cuando ocurrió la pandemia y la gente tuvo que educar a sus hijos en sus hogares, recurrieron a nuestra bibblioteca y a espacios como el nuestro a buscar apoyo”. |
En esta biblioteca doradeña “hay ruido”. Además de sus salas de lecturas para adultos y niños, donde pueden tomarse libros en préstamo, hay un área para las prácticas de la banda escolar, una sala de reuniones y un centro de cómputos donde lo mismo se toman exámenes en sus computadoras, se hacen citas para obtener servicios o se orienta en la redacción de un resumé. Hay campamentos de verano y clases de música, han servido de puente entre los adultos mayores y la tecnología.
“Lamentablemente, en Puerto Rico no se ha fomentado una cultura de la biblioteca comunitaria como un espacio donde yo voy con mis hijos a buscar información. La mayor parte de los países desarrollados alrededor del mundo tienen bibliotecas públicas, incluso hay inyecciones del Estado para garantizar la existencia de esos espacios. Vivimos en un país que no reconoce o desconoce la importancia de las bibliotecas. Sin embargo, cuando ocurrió la pandemia y la gente tuvo que educar a sus hijos en sus hogares, recurrieron a nuestra biblioteca y a espacios como el nuestro a buscar apoyo”.
De ese momento crucial en nuestra historia, Soto aplaude que “una organización como la de nosotros, de carácter comunitario y sin fines de lucro, tuvo la posibilidad de asumir los cambios de una manera mucho más ágil que otras instancias de servicio en nuestro país”.
“En los momentos en que la biblioteca ha tenido que cambiar las estrategias y combinar las presenciales y las virtuales para continuar atendiendo las necesidades comunitarias, lo ha hecho. Creo que ese es nuestro súperpoder, esa flexibilidad y esa posibilidad de responder de manera ágil a las necesidades de la comunidad”.
Ya comprometieron sus esfuerzos a corto plazo para continuar fortaleciendo los servicios y la infraestructura. “Este es un espacio maravilloso para seguir creando, estamos probados en la comunidad, así que seguiremos trabajando en promover los servicios de la biblioteca y el acceso a los recursos de aprendizaje tradicionales y no tradicionales”, acaba Soto.
Jane Stern Community Library
Fundación: 1974
Labor: servicios de biblioteca, centro de aprendizaje y digitales a personas de todas las edades.
Ubicación: Dorado