Meta: Que el gobierno perciba al tercer sector como su aliado.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé

Clase graduada 2022 del Poltécnico Amigó. Foto / Facebook
“Déjame contarte porque fue una semana dura y ganar el premio nos dio energía”, rememora Yaritza Simmons, directora ejecutiva del Politécnico Amigó, los días previos a convertirse en ganadores del Premio Tina Hills en el 2010.

Clase Senior 2023 del Politécnico Amigó. Foto / Facebook
Unos ladrones les robaron todo el equipo que adquirieron para el taller de computadoras, lo que implicaba que tendrían que empezar desde cero sus esfuerzos y retrasar otras metas.
“¿Qué hizo el Premio Tina Hills? Pues ayudarnos en un momento en que veíamos las cosas complicadas y difíciles, en un momento triste en nuestras vidas nos dio la ilusión de que podíamos hacer grandes cosas con el Politécnico Amigó y transformar la institución en un agente transformador de estos jóvenes que tanto lo necesitan”, dice Simmons.
En ese entonces la institución ofrecía tutorías académicas y cursos vocacionales, pero el objetivo era convertirla en una escuela que admitiera desertores escolares para guiarlos en su desarrollo. “Era un proceso oneroso y lo veíamos lejano, pero invertimos el dinero del premio en pagar todos los currículos y se hizo toda la formación del personal”, recuerda el inicio de la escuela que ya confiere grados de séptimo a duodécimo.
Desde enero de este año comenzaron a aceptar féminas en su estudiantado. “Ya tenemos seis estudiantes -y nuestra primera nena- en el Taller de Ensamblaje y Reparación de Computadoras, Yarelis Bravo, que está muy orgullosa de hacer historia en el Politécnico Amigó y te lo dice así. Para el trimestre que comienza en julio ya tenemos a otra estudiante en el curso de ensamblaje, así que hemos ido evolucionando”, sostiene.
Al momento, amplían espacios para albergar otros dos talleres vocacionales: el de Maquillaje Básico y el de Belleza Integral, que se combina con el de Barbería, y en el que los participantes aprenderán técnicas de trabajo en uñas y extensiones de pestañas. Ambos son de 300 horas.
“Una vez ellas finalicen esos adiestramientos pueden continuar estudios post secundarios, se pueden insertar en el mercado laboral o ambas cosas, pero desde un inicio queremos que se vean como emprendedores. El Politécnico no es una escuela cualquiera, esto se ha convertido en todo un programa de prevención, en un sistema de atención mucho más individualizada y más mano a mano con la familia; los estudiantes visualizan la institución como parte de su casa. Somos agentes transformadores de la vida de estos jóvenes porque estamos dándole oportunidades; cuando ellos vienen acá es porque se les cerraron muchas puertas”, sostiene Simmons.
“En una graduación de cuarto año tuvimos al estudiante y la mamá estaba con su uniforme de enfermera porque se animó a estudiar con el cambio que dio el estudiante”. |
Siempre hay otra puerta que abrir y, al comprenderlo, las posibilidades florecen para los estudiantes y sus familias. Cuando llega un nuevo estudiante, Simmons afirma que hacen una evaluación exhaustiva que incluye a la familia para definir un plan y convocar los recursos especializados para atender el caso. Los jóvenes también aportan en el proceso.
“Queremos que continúen desarrollándose como personas, como profesionales y aportando al país, queremos seguir poniendo ese granito de arena en esa familia. Tenemos el caso de un estudiante que empezó a estudiar y mamá entonces se motiva y empieza también a estudiar. En una graduación de cuarto año tuvimos al estudiante y la mamá estaba con su uniforme de enfermera porque se animó a estudiar con el cambio que dio el estudiante. En esa casa hubo una transformación de la familia completa”, sostiene entusiasmada.
La presente pandemia por COVID-19 añade desafíos como dificultades de aprendizaje y una deteriorada salud mental entre los alumnos. “Hemos tenido que redoblar los recursos para atenderlos a ellos y a sus familiares, y repensar nuestras estrategias de intervención porque esta es una generación distinta. Nuestro mayor reto en estos momentos es que los papás puedan entender que el país necesita regresar a la normalidad, que la vida continúa y que ellos tienen ahora mismo todas las características para ser gente de bien, gente productiva”.
Igualmente, destaca que las agencias gubernamentales que les subvencionan, deben verlos como aliados en el trabajo que realizan con sus participantes. “Al fin y al cabo, nuestros estudiantes continúan siendo los participantes de ellos y a veces eso se olvida”, puntualiza.
Optimistas por naturaleza, crean iniciativas para impactar, también, a jóvenes boricuas que viven fuera de la isla y para readiestrar a trabajadores desplazados.
“Tenemos el mejor equipo de recursos humanos que pudiésemos tener, tenemos las facilidades. ¿Por qué no aventurarnos a ampliar nuestra visión con otras poblaciones a servir y que tanto necesitan ahora mismo para aportar a la reconstrucción del país?”, culmina Simmons.
Politécnico Amigó
Fundación: 1999
Labor: facilitar la inclusión a la sociedad de estudiantes desertores al brindar una educación integral y vocacional.
Ubicación: San Juan