Una meta: Que se alcance la seguridad energética en el país haciendo uso de fuentes limpias y renovables.
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
A veces las distinciones llegan como anillo al dedo. Y el momento oportuno para Casa Pueblo fue en el 2018, cuando recibieron el Premio Tina Hills, edición especial, con el que se reconoció la labor excepcional de organizaciones sin fines de lucro tras el huracán María en el 2017.
Para Arturo Massol Deyá, director asociado de Casa Pueblo, organización de autogestión comunitaria que impulsa un desarrollo solidario y sustentable, el reconocimiento fue el modo en que se validó la variada labor que realizan en la zona de Adjuntas.
“La gente de la comunidad lo recibe como un espaldarazo a lo que se está haciendo y eso es uno de los valores más importantes para nosotros, y que ese Premio Tina Hills haya sido compartido, para nosotros fue un honor”, manifiesta.
Asimismo, el galardón “le dio estabilidad económica a Casa Pueblo en un momento difícil”. “Muchas de las actividades de nosotros para levantar fondos y basadas en el servicio, como la venta de café, se comprometieron temporeramente por el paso del huracán María y en el interín de esa tormenta tuvimos que asumir otras responsabilidades, así que hubo mucho más peso sobre Casa Pueblo como institución; el premio ayudó en esa etapa y fortaleció la ruta que hemos estado impulsando que es la insurrección energética”, afirma Massol.
Se refiere a la ambiciosa iniciativa de “transformar el paisaje energético de Adjuntas” con proyectos de energía solar que requirieron de inversiones a largo plazo, los cuales pusieron en marcha tras el huracán María. Dicho evento dejó a la isla desprovista de energía eléctrica por largos meses y Casa Pueblo vio el terrible impacto en la salud, el bienestar y el desarrollo económico que provocó esta carencia; de ahí optaron por aprovechar el sol para generar energía.
Al Bosque Escuela Ariel Massol Deyá, a los recorridos turísticos, a la venta de café Madre Isla y a todos sus programas educativos y de resistencia cultural, le añadieron el desarrollo de una comunidad solar. Se energizaron diez residencias con un sistema de base solar, neveras pequeñas para insulina, radio, lámparas LED y un inverter para equipos como máquinas de diálisis o de terapia respiratoria. También, se estableció un Bosque Solar. Radio Casa Pueblo y el Cine Solar se energizaron con fotovoltaicos, y neveras en 50 residencias, con baterías y placas solares. Colmados y la sede de Casa Pueblo también fueron energizadas de este modo.
Poco a poco Casa Pueblo realizó lo que predica, se energizó con fuentes limpias y renovables. Entonces llegó la prueba, el huracán Fiona. Massol pudo monitorear a la distancia el comportamiento del sistema solar instalado en algunas residencias, en Casa Pueblo y en el Bosque Solar.
“En medio de la tormenta, en las casas de pacientes con condiciones crónicas había luz, en Casa Pueblo nunca se fue la luz y la radio tuvo energía; estuvo transmitiendo música para bajarle la temperatura a la gente. Luego recibimos mensajes, hay uno en la revista Times que decía ‘Gracias a Casa Pueblo, mi hija tuvo terapia durante la tormenta’. Lo puse en Twitter porque era un agradecimiento, pero no por tratar, sino porque funcionó. Esa validación de lo que se está haciendo tiene consecuencias en la salud y en la vida de otro y eso llena a uno de mucho orgullo”, menciona.
Es usual que Casa Pueblo se convierta en un “oasis energético” cuando falla el sistema eléctrico del país. Luego de Fiona, la cantidad de visitantes de la comunidad fue menor.
“Ya los que impulsamos la generación de energía en el punto del consumo no somos minoría. Ya hay un consenso que se ha construido en el país de que esta es la ruta y hay mucha gente que lo está impulsando, hay muchas limitaciones de recursos para lograr la transformación, pero está ocurriendo”. |
“Muchos de los enfermos tienen una estructura solar y ya no necesitan ir a Casa Pueblo. La gente de terapia respiratoria no los he visto porque se les puso energía solar, ha ido gente de afuera a recargar equipos, porque a todos se le fue la luz, he visto gente buscar lámparas solares, pero ya no con la misma ansiedad que cuando María. Los niños fueron a las tandas del cine solar. Una joven estaba en Casa Pueblo como si fuera su oficina, para poder conectarse con su trabajo en Boston. Ese elemento de seguridad energética se traduce en otras intenciones que ahora las entiendo, pero que jamás me las hubiese imaginado”, reconoce.
Para su satisfacción, ya no son voces solitarias en el desierto que insisten en el uso de fuentes limpias y renovables para energizar la isla completa, usando como ejemplo los resultados obtenidos en el gran laboratorio solar en que se convirtió Casa Pueblo.
“Ya los que impulsamos la generación de energía en el punto del consumo no somos minoría. Ya hay un consenso que se ha construido en el país de que esta es la ruta y hay mucha gente que lo está impulsando, hay muchas limitaciones de recursos para lograr la transformación, pero está ocurriendo. El gobierno, que también conoce las alternativas, es el que se ha resistido a hacer el ajuste y el cambio y yo creo que Fiona va a ser un refuerzo en esta lucha comunitaria y social para transformar el modelo energético de Puerto Rico. Estamos llegando a una nueva coyuntura desde el derecho a la energía segura y limpia en el hogar. Será una satisfacción, en su momento, decir que uno contribuyó a esa transformación”, anticipa.
Además de que “no haya necesidad de repartir más lámparas solares porque la gente produce energía propia”, Casa Pueblo aspira a fortalecer otros “pilares centrales de lo que hacemos como el coro, las clases de música, la banda y la galería de arte”. “Nuestra labor no acaba”, dice Massol.
Casa Pueblo
Fundación: 1980
Servicios: autogestión comunitaria hacia la seguridad energética, el desarrollo y el cuidado de recursos naturales
Ubicación: Adjuntas