Su fundadora, la meteoróloga Ada Monzón, y su directora ejecutiva, Jenny Guevara, son cómplices y devotas de las ciencias, disciplina siempre dispuesta a sorprendernos. ¿Cuál es el encanto de la organización sin fines de lucro? “Que este es un lugar de inspiración para niños, para jóvenes, para toda la familia”, responde de inmediato Monzón sobre la organización que cumplirá nueve años, aunque hace cinco opera en el concurrido centro comercial.
“Y se conceptualizó basado en poder inspirar a las familias en la protección de nuestra naturaleza, en entender las fuerzas naturales y, de la misma forma, poder lograr que a través de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas podamos descubrir un universo maravilloso. Hay veces que nosotros damos tan por sentado lo que ocurre a nuestro alrededor y, sin embargo, ahora mismo estamos viendo una crisis en esa naturaleza a consecuencia del cambio climático. ¿Realmente estamos preparados para enfrentar los retos de ese futuro? Los niños que nacen en el día de hoy van a vivir un planeta muy diferente del que tú y yo vivimos”, puntualiza Monzón.
Las nuevas generaciones no parecen tener la desconexión que hoy los adultos mostramos con la naturaleza. En parte se debe a las vivencias que han tenido y a la educación, componente fundamental del Ecoexploratorio. Allí aprenden sobre seres vivos, sobre la materia y la energía, sobre el Universo, sobre la Tierra. “Y sobre cuál es nuestra posición como seres humanos respecto a eso”, señala la meteoróloga.
Como ejemplo presenta el cambio de 180 grados que provocó en nuestra conducta el huracán María que azotó la isla en el 2017. “Somos las primeras víctimas del cambio climático y cómo nuestros niños se están viendo dentro de ese nuevo Puerto Rico es un reto bien grande. No hay institución en Puerto Rico, fuera del Ecoexploratorio, que lleve ese mensaje en una educación informal. Tú tienes la escuela y la universidad pero ¿dónde está el centro de gravedad de la educación científica y el que relaciona la ciencia y la sociedad? Establecemos todos estos programas educativos para ver cómo podemos utilizar lo mejor de la ciencia para la seguridad y el beneficio de esas generaciones futuras”, abunda Monzón sobre la misión que abrazan en cada propuesta educativa como “EcoLaboratorio”, “Futuro Científico” y “Eclipse solar 2017”, entre otros.
PLANETA TIERRA LLAMA A PUERTO RICO
Sordos y ciegos podríamos seguir ante las señales que nos brinda la naturaleza sobre las variantes que provoca el cambio climático. Pero pronto la realidad nos zarandea. Solamente en Puerto Rico, enumera Monzón, el 70% de nuestras playas presentan erosión de moderada a severa, las especies están sufriendo por los cambios en la salinidad del agua o sus altas temperaturas y desde julio se han establecido más de diez récords de temperatura.
“Nosotros estamos viviendo un planeta que ninguna otra generación ha vivido; ni por la presencia de gases como el dióxido de carbono, ni por los retos del derretimiento de glaciares, la frecuencia de huracanes catastróficos o tormentas tropicales formándose en latitudes altas. Las personas dicen ‘¿cómo esto es posible?’ porque nuestra generación no creció con esto, pero para nuestros chicos será normal. Si seguimos desconectados, la naturaleza se va a encargar de nosotros”, advierte Monzón.
“Y las personas no van a saber cómo es la preparación, la mitigación y la respuesta ante un evento natural”, agrega sobre la falta de información Guevara, directora de la organización.
“Las herramientas concretas, la educación, la creación de agentes de cambio que sepan cómo responder van a hacer la diferencia en lo que es saber convivir con nuestro planeta y las amenazas que está recibiendo continuamente. En el empoderamiento de una comunidad, en la autogestión que pueda practicar una familia, ahí vamos a tener un Puerto Rico mucho más preparado para cualquier eventualidad”, declara Guevara.
“Tienes que trabajar con la educación y con la situación que sufre esa familia porque si tú no añades a la ecuación la empatía, de qué te vale la ciencia si no la pones al servicio de otros”. |
Los variados proyectos educativos del Ecoexploratorio van desde la exhibición permanente en el centro comercial hasta exhibiciones rodantes, talleres en escuelas y en la sede de Plaza Las Américas, entre otros lugares. Mediante estos, se teje una amplia red de puertorriqueños sensibles a la protección de la naturaleza, preparados para enfrentar sus manifestaciones y capaces de comprender que la ciencia ofrece respuestas. Solo hay que querer escucharlas.
Monzón indica que impactan más de 300,000 personas al año y que a la sede de Plaza Las Américas asisten 20,000 personas anuales. Contenidos educativos difundidos en redes sociales potencian el alcance con el público.
Debido a que no reciben fondos recurrentes del gobierno, se concentran en pedirlos a empresas y fundaciones privadas, así como solicitan subvenciones especiales como la que buscan ahora para viabilizar la construcción de un espacio en el Distrito de Convenciones de Puerto Rico en San Juan. La campaña capital es de $40 millones. Dado que precisan de los fondos que generan con el boleto de entrada a la exhibición, varían sus ofrecimientos con frecuencia.
“El cambio más importante del Ecoexploratorio, más allá de ser una institución museológica, es el hecho de que somos de base comunitaria. Si tú no entiendes la comunidad, ¿cómo vas a poder servirle? Tienes que trabajar con la educación y con la situación que sufre esa familia porque si tú no añades a la ecuación la empatía, de qué te vale la ciencia si no la pones al servicio de otros”, acaba Monzón.
Fotos: Javier del Valle