Jueves, 01 Febrero 2018 14:53

ALAPÁS encara el duelo por suicidio

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Ahora la organización sin fines de lucro que apoya sobrevivientes de muertes violentas, recibe además a quienes viven el duelo a causa de ese tipo de fallecimiento.

Por Tatiana Pérez Rivera Oenegé

Lo que los diarios nos cuentan es que la desesperación no discrimina por sexo, edad o condición social. Ese agobio conduce con lamentable frecuencia al suicidio y la organización sin fines de lucro Alianza para la Paz Social (ALAPÁS) se vio muchas veces maniatada con respecto a los servicios de apoyo sicológico que podía ofrecer a las afectadas familias de las víctimas. Incluirlos en sus propuestas de servicio se convirtió en una prioridad y hoy es un hecho que pueden atenderlos en su Centro de Ayuda a Víctimas.

“Nuestro modelo no ha cambiado, solo hemos expandido los servicios para atender a más personas y eso nos complace”, asegura Jorge López Martínez, coordinador general de ALAPÁS. La organización fue fundada en el 1997 con la misión de defender a las víctimas de delito y proveer servicios integrados dirigidos a su sanación en su sede en la calle Robles #54 en Río Piedras y en el recinto ponceño de la Universidad del Turabo.

“Atendemos personas víctimas de asaltos, carjackings, robo de identidad, agresiones y a familiares de víctimas, pero vimos en nuestro grupo de apoyo para personas que están en duelo, que llegaban personas afectadas por el suicidio de parientes cercanos. También, recibimos un acercamiento de Ponce pidiendo orientación sobre el manejo del duelo, en específico por suicido. En nuestra planificación anual de fondos se sugirió incluir personas afectadas por suicidio para poder atenderlos con más regularidad porque el servicio principal nuestro es a víctimas de delitos”, indica López.

No nace de la casualidad la petición. Cifras preliminares del Negociado de Ciencias Forenses suministradas por ALAPÁS a Oenegé, consignan que en el pasado año 2017 hubo 253 casos de suicidio en Puerto Rico. El año anterior, 2016, se reportaron 173. El diario electrónico NotiCel publicó en noviembre que después del paso del huracán María, específicamente entre el 20 de septiembre y el 30 de octubre, se reportaron 36 suicidios.

“Para ellos solo teníamos la posibilidad del grupo de apoyo”, dice López de las reuniones los primeros sábados de mes, a las dos de la tarde, en la sede de ALAPÁS en Río Piedras. “Pero ahora podemos ofrecerles también intervención en crisis, terapia familiar o individual”.

APOYAR SIN JUZGAR


Tras extender sus servicios sicológicos a personas que han sufrido
la pérdida de un ser querido a causa del suicidio, ALAPÁS ofrecerá
intervenciones grupales e individuales a esta población. Foto / Archivo FAR

El sicólogo clínico de ALAPÁS, Libertario Pérez, detalla algunas diferencias que pueden mediar en los sentimientos que enfrentan personas con pérdidas por suicidio. Ya sea solo suicidios o suicidios que culminan manifestaciones de violencia –como sería una persona que mata a otra y luego se quita la vida-, aquellos que sobreviven a quienes realizan dichas acciones, necesitan ayuda durante su proceso de duelo.

“En el caso del suicidio, la familia enfrenta situaciones de culpa. Piensan ‘qué pudimos haber hecho antes’ o si pudieron notar algo inusual. También, puede haber coraje con la persona que se suicidó por no pedir ayuda”, menciona Pérez.

La posibilidad de atender familiares de personas que se quitan la vida, asegura el especialista, contempla que se puedan hacer grupos de apoyo específicos, cuya característica principal sea esa.

“El proceso de apoyo es similar a las víctimas de violencia”, dice Pérez. “La idea de participar de una persona es que sienta que hay apoyo, que no se va a sentir juzgada, cuestionada. Los grupos de apoyo que nosotros hacemos son de tipo sicoeducativo; usualmente se discute algún tema para educarse en términos del proceso de duelo y de emociones relacionadas como el perdón. En Puerto Rico se trabaja mucho la prevención del suicidio, pero no tanto con los que sobreviven a las personas que se quitan la vida”.

“El dolor de ese primer año no va a ser el mismo de los 5 y de los 10 años. Los familiares hablan de ese proceso como un viaje, es un camino nuevo”.

El especialista resalta que cuando se habla de la experiencia de duelo, se debe entender que la misma implica un proceso, un tiempo de trabajo interior. Sea por suicidio o por homicidio, la meta no debe ser que la vivencia tiene que “superarse”.

“Debemos cualificar lo que es superar. Años atrás, habían teóricos y profesionales que explicaban que la experiencia se había superado ‘cuando ya no duele más’ o cuando uno medio se ha olvidado. Pero no es así, la experiencia no se olvida ni el ser querido, el dolor no termina, pero a través de los años la persona pueda acercarse a ese dolor de manera diferente”, aclara Pérez.

Para Pérez es fundamental que quienes sobrevivan a una persona amada, que se privó de la vida, entiendan que el pesar se transforma.

“El dolor de ese primer año no va a ser el mismo de los 5 y de los 10 años. Los familiares hablan de ese proceso como un viaje, es un camino nuevo. No es un camino fácil ni hay que superarlo, es cómo logro encontrar un espacio para esta realidad que no voy a olvidar, cómo logro seguir mi vida y encontrar un espacio. Seguir como si no me importara es negación y quedarme en el llanto eterno que me paraliza tampoco es bueno. En los grupos de apoyo las personas sienten que llega un momento en que pueden vivir con el dolor”, concluye Pérez.

Si sientes que necesitas ayuda, en ALAPÁS hay un lugar para ti. Llama al 1-888-631-5528.





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