Conoce detalles de los renglones más afectados en las vidas de los menores de edad en Puerto Rico, después que María se alejó. Amanda Rivera Flores, directora del Instituto de Desarrollo de la Juventud. Foto / Javier del Valle Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Las vivencias de los niños y las niñas de Comerío, Yabucoa, Las Marías, Barceloneta y Coamo luego del paso del huracán María, demostraron el efecto que tuvieron el cambio de rutina escolar, las carencias de servicios básicos, las mudanzas, la falta de ingresos económicos y la fragilidad emocional en sus vidas. Así lo constató un estudio cualitativo realizado por el Instituto del Desarrollo de la Juventud (IDJ) entre los meses de septiembre a diciembre de 2018, mediante encuestas realizadas con menores de 18 años.
La efectividad de los programas que ofrecen los Centros Sor Isolina Ferré para prevenir la deserción escolar, la delincuencia juvenil y el embarazo entre adolescentes, fue puesta a prueba en el Estudio de Validación de Efectividad 2018. Los resultados son alentadores. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Cuando Enrique III Borbe Crespo llegó a Puerto Rico, proveniente de Filipinas, desconocía el idioma español. Con su familia se estableció en el sector El Tuque, en Ponce, donde en el año 2000 comenzó a recibir servicios en el Centro Sor Isolina Ferré ubicado en la Playa de Ponce. Allí descubrió la música y hoy, con 21 años, dirige la Banda Musical de El Tuque. “Lo que a mí los Centros me han brindado son oportunidades. Me ayudaron a adaptarme adecuadamente al lugar donde estaba viviendo y los buenos maestros que me daban las tutorías me ayudaron un montón para yo poder pasar de grado, graduarme y poder mejorar como persona”, afirmó Borbe que al momento cursa su cuarto año de universidad, donde estudia ciencias forenses con concentraciones en biología y música. Otro colega músico en la banda es Julio Rodríguez, un estudiante universitario de 17 años. En los Centros Sor Isolina Ferré ha podido aprovechar los programas de tutorías, las actividades de prevención y, como integrante de la agrupación, también ha podido desarrollarse en la música. “Mi mayor ganancia en los Centros ha sido poder socializar, tener amistades”, contó Julio. “Antes de ir a los Centros, yo era una persona solitaria, callada, no tenía amigos, no era de comunicarme. Una vez llegué, un compañero me invitó y me fui desarrollando conociendo amistades, amigos, y desde ese momento yo aprendí a socializar y a comunicarme con otras personas”. Sus experiencias no son casos aislados, según demostró el Estudio de Validación de Efectividad 2018 que condujo esta organización sin fines de lucro para verificar dónde estaban los participantes que llevaban cinco años fuera de su red de servicios. Y el resultado de la investigación fue muy alentador. Según datos presentados recientemente por los Centros Sor Isolina Ferré, los programas de prevención, intervención comunitaria y educación que conducen tienen una tasa agregada de efectividad promedio de 96% para evitar la deserción escolar, la delincuencia juvenil y el embarazo entre adolescentes. Además, son efectivos en lograr que jóvenes que fueron desertores escolares o estaban en riesgo de serlo continúen una vida productiva a través del estudio o del trabajo luego que se gradúan de cuarto año de escuela superior en sus escuelas alternativas. QUÉ ES LA “TASA AGREGADA” Ese número, el 96% que tanta alegría ha traído a los Centros Sor Isolina Ferrré, responde a la tasa agregada de efectividad. La misma es producto del promedio de las cuatro tasas de efectividad observadas en los cuatro renglones bajo estudio: prevención de deserción escolar (97.44%), prevención de embarazos entre adolescentes (98.92%), prevención de criminalidad (98.43%) y productividad de los egresados de los programas de educación alternativa de los Centros que hacen posible que jóvenes y adultos terminen la escuela superior (90.4%). Esto último significa que el 90.4% de los egresados de las escuelas alternativas de los Centros se encuentran estudiando, trabajando o realizando ambas actividades al cabo de cinco años de haberse graduado de cuarto año. Cabe destacar que por lo general estos estudiantes habían abandonado la escuela o estaban en riesgo de hacerlo cuando llegaron a los Centros. Durante la presentación de la investigación, jóvenes egresados de diferentes programas de prevención y educación compartieron testimonios en torno al impacto de los Centros en sus vidas. Julio y Enrique son solo algunos de ellos. “Nuestros niños y jóvenes están teniendo una oportunidad para encaminarse hacia una vida plena y lo que es más importante aún: siguen aplicando en sus vidas lo aprendido con nuestros trabajadores sociales, maestros, intercesores y demás personal una vez dejan de recibir nuestros servicios”. “Los resultados de este estudio validan la efectividad del modelo en que se basan todos los programas de los Centros. Es precisamente ese modelo bio-psico-social-espiritual el que ha hecho posible el cumplimiento de nuestra misión de ayudar a todos a alcanzar una vida plena por 50 años y seguirá aportando positivamente al desarrollo de nuestras poblaciones y comunidades más vulnerables”, dijo Luis Ortiz, nuevo principal oficial ejecutivo de los Centros. La tasa agregada de efectividad promedio de 96% refleja un aumento de 2.1% al compararse con la tasa de 94% documentada en 2009, entre participantes egresados en 1995. “Este aumento comprueba que estamos evitando conductas de riesgo, como abandonar la escuela, delinquir a temprana edad o tener un embarazo a destiempo, que no sólo tienen un impacto negativo a nivel individual, sino también a nivel colectivo porque requieren de recursos con los que el gobierno no cuenta e impactan negativamente la calidad de vida de la sociedad en general”, explicó José Luis Díaz Cotto, exprincipal oficial ejecutivo de los Centros, quien dirigió el estudio realizado entre marzo y octubre de 2018. “Nuestros niños y jóvenes están teniendo una oportunidad para encaminarse hacia una vida plena y lo que es más importante aún: siguen aplicando en sus vidas lo aprendido con nuestros trabajadores sociales, maestros, intercesores y demás personal una vez dejan de recibir nuestros servicios”, añadió Díaz Cotto, quien al momento se desempeña como consultor de los Centros. En el estudio, la efectividad se estableció a base del servicio que recibieron los participantes. Por ejemplo, si un joven recibió tutorías para prevenir la deserción escolar, se verificó si cinco años después seguía matriculado en la escuela y teniendo éxito académico. Si participó en talleres de prevención de embarazo a destiempo, se auscultó si había tenido hijos antes de los 18 años y, si asistió a programas de prevención de delincuencia juvenil, se constató que no hubiera tenido problemas con la justicia. Con más de 49 años de trayectoria, los Centros Sor Isolina Ferré promueven el desarrollo integral del ser humano con justicia, dignidad, respeto y amor. Mediante la educación, la prevención, la intercesión, la tecnología y la autogestión ofrecen servicios directos a más de 47,719 personas de todas las edades. Además, los Centros ofrecen programas correctivos y de prevención, desarrollo humano y desarrollo comunitario que brindan soluciones para enfrentar problemas como la deserción escolar, el embarazo entre adolescentes, la violencia y el desempleo y la crisis económica. De ese modo impactan 24 municipios, incluyendo la región de Ponce, diversos sectores de Guayama, San Juan y Canóvanas, así como otros pueblos de la Isla. Fotos: Suministradas
Estimados líderes: Desde el 1 de enero, con mucha humildad y orgullo, presido la Fundación Ángel Ramos. Mi encomienda es dar continuidad a lo que por sesenta años nuestra institución filantrópica ha realizado y, sobre todo, enfocar nuestros esfuerzos en proyectos que aporten activamente a la transformación educativa, social, económica y cultural de las comunidades y, consecuentemente, de nuestro Puerto Rico. Deseamos que este año sea próspero para cada una de las organizaciones que dirigen, las poblaciones y comunidades a las que sirven, así como para su entorno familiar. En la Fundación reafirmamos nuestro compromiso, dirigido a contribuir a la labor que realizan a través de sus programas y servicios, porque mejorar la calidad de vida en Puerto Rico siempre ha sido nuestro objetivo. Confío en que esta experiencia, como líder de la Fundación Ángel Ramos, estará acompañada del conocimiento y la trayectoria de todas sus organizaciones. Es su trabajo incansable y su compromiso lo que energiza nuestra gestión en la Fundación. Sin más, agradezco de antemano su acogida en este sector que por años he apoyado desde distintos espacios y que, hoy, me honro en fungir como uno de sus líderes desde la Fundación. Es de vital importancia que participen de la convocatoria del primer ciclo de donativos 2019 de la Fundación que estará abierta hasta el viernes, 15 de febrero. Exhorto a que le den particular atención a esta convocatoria, ya que son diversos los esfuerzos que apoyamos y su organización podría favorecerse. Para más información sobre los criterios de elegibilidad, requisitos y otros aspectos, pueden visitar nuestra página web en www.farpr.org o llamar al (787) 763-3530. Reitero nuestro agradecimiento por su labor. Cordialmente, CPA Roberto Santa María Presidente Fundación Ángel Ramos
La efectividad de los programas que ofrecen los Centros Sor Isolina Ferré para prevenir la deserción escolar, la delincuencia juvenil y el embarazo entre adolescentes, fue puesta a prueba en el Estudio de Validación de Efectividad 2018. Los resultados son alentadores. Enrique III Borbe Crespo. Foto / Suministrada Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Cuando Enrique III Borbe Crespo llegó a Puerto Rico, proveniente de Filipinas, desconocía el idioma español. Con su familia se estableció en el sector El Tuque, en Ponce, donde en el año 2000 comenzó a recibir servicios en el Centro Sor Isolina Ferré ubicado en la Playa de Ponce. Allí descubrió la música y hoy, con 21 años, dirige la Banda Musical de El Tuque.
Trabajos de Lorenzo Homar, Rafael Tufiño, Tony Maldonado o Isabel Bernal, entre otros artistas, integran la colectiva que ya puedes visitar en nuestra SalaFAR. Por Tatiana Pérez Rivera Una tradición gestó otra nueva. A partir del año 1951, la División de Educación a la Comunidad (DIVEDCO) lanzó un cartel navideño –uno de felicidades y otro para anunciar programas navideños comunitarios- lo que se convirtió en una nueva costumbre que se mantuvo ininterrumpida hasta el año 1990.