Los programas Alcanza, APRENDO, Despertar Musical, Integración de las Artes Visuales al Currículo Académico y el Programa de Certificación de Guías Montessori compartieron con educadores de niños en edad temprana técnicas de enseñanza y aprendizaje especializadas Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Contar lo que sucedió en el acto que inauguró el primer Día de la Iniciativa Preescolar de la Fundación Ángel Ramos (FAR) requiere empezar por el final del acto de bienvenida. Ciento treinta maestras, porque la mayoría eran féminas de toda la Isla, cantaron y aplaudieron durante la interpretación del tema Juntos, a cargo de integrantes del programa Despertar Musical del Conservatorio de Música de Puerto Rico. Músicos del programa Despertar musical interpretan el tema compuesto para la ocasión, "Juntos". Había entusiasmo, sobraba el empeño y el sueño quedó sacudido el pasado sábado, 16 de abril, temprano en la mañana, en el Teatro Raúl Juliá del Museo de Arte de Puerto Rico (MAPR). Esa fue la sede del evento que permitió a los maestros conocer, mediante sesiones concurrentes, los ofrecimientos de los programas que componen la Iniciativa Preescolar de la Fundación Ángel Ramos, cuyo propósito es proveer formación continua al personal educativo y directivo que atiende a la población de niños entre las edades de 0 a 6 años alrededor de la isla. Los cinco programas de la Iniciativa Preescolar son: Alcanza, de la Universidad de Puerto Rico; APRENDO, de Fondos Unidos de Puerto Rico; Despertar Musical, del Conservatorio de Música de Puerto Rico; Integración de las Artes Visuales al Currículo Académico del Museo de Arte de Puerto Rico; y, el Programa de Certificación de Guías Montessori del Instituto Nueva Escuela. "Aquí estamos juntos/ para compartir/ experiencias e igualdad. / Con derecho de crecer /y de aprender/ de amar y de jugar/ la niñez en su esplendor/ apreciarás/ si te unes a ayudar", cantaban evidenciando que ese día querían saber más.
Las posibilidades de cambio en la educación temprana que viabilizan los programas de la Iniciativa Preescolar desde hace diez años ya han impactado una generación de maestros y estudiantes Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé El futuro no se construye mañana. Se forma hoy, todos los días, a todas horas ¿Cómo queremos que sean nuestros niños cuando grandes? En el momento en que la Fundación Ángel Ramos se hizo esa pregunta en el año 2003, comprendió que ir a lo específico era meritorio. Tocaría entonces la población entre 0 a 6 años de la isla mediante su Iniciativa Preescolar, la cual capacita maestros y cuidadores para que dispongan de las herramientas idóneas para maximizar el potencial de esa generación en formación. Entonces surgió el compromiso de apoyar a cinco programas, dirigidos por organizaciones sin fines de lucro, que desde distintas vertientes aportan al mejor desarrollo de nuestros adultos futuros. Alcanza, de la Universidad de Puerto Rico; APRENDO, de Fondos Unidos de Puerto Rico; Despertar Musical, del Conservatorio de Música de Puerto Rico; Integración de las Artes Visuales al Currículo Académico del Museo de Arte de Puerto Rico; y, el Programa de Certificación de Guías Montessori del Instituto Nueva Escuela son el corazón de la Iniciativa Preescolar. Si deseamos formar ciudadanos de bien para lograr un mejor Puerto Rico es obvio que siempre hay que comenzar por el principio", dijo en un evento público Rafael Cortés Dapena, presidente de la Fundación Ángel Ramos. Es un hecho comprobado que la educación preescolar es un elemento clave en el desarrollo del ser humano: el 80% del cerebro se desarrolla entre las edades de 0 y 6 años, periodo en el que también ocurre el mayor desarrollo de nuestra personalidad y se sientan las bases de su comportamiento futuro. Nuestra aspiración es que los niños reciban servicios de cuidado y educación de alta calidad y que se provean bases de aprendizaje para toda la vida", añadió Cortés Dapena.
¿Qué futuro le aguarda al Caño Martín Peña- que precisa de un dragado urgente- y a sus residentes? Oenegé visita la comunidad Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Sobre tablones de madera y gomas de automóvil saltaban para evitar el fango en las 400 cuerdas de terreno que rodean el Caño Martín Peña en San Juan. En sus humedales se asentaron, durante la década del 30, puertorriqueños que emigraban de los campos y en ellos viven todavía familias en ocho comunidades: Barrio Obrero Marina, Barrio Obrero, Buena Vista Santurce, Bitumul e Israel, Buena Vista Hato Rey, Las Monjas, Parada 27 y Cantera. El autor José Luis González describe este periodo en su cuento En el fondo del caño hay un negrito. "Pues nosotros juimos de los primeros. Casi no había gente y uno cogía la parte más sequecita, ¿ve? Pero los que llegan ahora, fíjese, tienen que tirarse al agua, como quien dice". Para esos primeros pobladores el caño era considerado como "nuestra playa" y en sus casi 400 metros de ancho que atravesaban en yolas podían pescar peces de hasta 75 libras. Pero la contaminación procedente del área metropolitana y de otros ríos, entre otras fuentes, comenzó a ensuciar y a congestionar el canal provocando inundaciones en el vecindario que a su alrededor nació.