Universitarios de Mentes Puertorriqueñas en Acción participaron del proyecto Ciudadanía Activa PR, establecido por la Fundación Ángel Ramos con estudiantes en la UAGM, en Cupey, y la inspiración para adelantar proyectos de servicio fue mutua. Carolina Mejías Rivera, directora de programas de la organización Mentes Puertorriqueñas en Acción, durante su participación en el día de charlas. Foto / Suministrada Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé El servicio voluntario puede ser un proyecto de vida, es más, un proyecto de país. No lo dice un libro de texto o un profesor, se lo confirmaron universitarios a sus pares como parte de la capacitación en participación ciudadana y servicio voluntario para estudiantes que el programa Ciudadanía Activa PR de la Fundación Ángel Ramos ofrece en el recinto de Cupey de la Universidad Ana G. Méndez (UAGM). Universitarios de Mentes Puertorriqueñas en Acción (MPA), organización que viabiliza que estudiantes pongan en práctica soluciones a dilemas en sus comunidades desde sus áreas de estudio, fueron invitados a trabajar con los jóvenes de la UAGM. “Íbamos con la idea de motivar a estos jóvenes y ellos nos inspiraron a nosotros a seguir haciendo lo que hacemos”, resumió la experiencia Carolina Mejías Rivera, directora de programas de MPA, organización cuya base de estudiantes predominantemente es del recinto riopedrense de la Universidad de Puerto Rico. Mejías participó del segundo ciclo del Programa de Formación y Desarrolllo de voluntariado para organizaciones sin fines de lucro de Ciudadanía Activa PR. “Teníamos claro que queríamos enseñarle todas las posibilidades de trabajo voluntario dentro y fuera de la universidad con cosas que pasan en la vida real que nos molestan y cómo podíamos conectar la academia con la realidad para resolverlo. Nosotros en Mentes Puertorriqueñas en Acción conectamos nuestros protectos profesionales con proyectos de vida y de país”, explica Mejías. Luego de darles a conocer el trabajo que hacen con los estudiantes, realizaron un conversatorio en el que buscaban esas cosas que les intrigan o les molestan en Puerto Rico. Las respuestas resultaron ser esperanzadoras para Mejías. “Ellos están haciendo su trabajo atentos a lo que pasa en su realidad”, resaltó. “Algunos ya conectaban proyectos con eso y otros estaban intranquilos y pensaban qué hacer”. Los estudiantes participantes están en su primer año universitario y el formato de Ciudadanía Activa PR les permite parear intereses con servicio voluntario en sus comunidades. Foto / Suministrada Por ejemplo, un joven se mostró inconforme ante la cantidad de deambulantes de su edad que encuentra en las calles y mencionó las acciones que tomaba para mitigar el problema que tuvieran en el momento, como acompañarlos a comer. Convencido de que muchos abandonan la casa por problemas familiares, entre otros, está decidido a crear una fundación que sirva a esa población. Otra estudiante se prepara en enfermería, marcada por el trato poco empático que recibió un familiar cercano. Servir desde su trabajo en el campo de la salud será su meta de vida y de servicio. “Lo que a mi me sorprendió es que muchos de ellos estaban estudiando su profesión porque tenían una historia detrás que los conectaba y querían resolver lo que les incomodaba cuando tuvieran esa profesión. Ellos hablaron de que necesitan un espacio dónde conectar ambas cosas y les hablamos del trabajo que hacemos, dándole espacio a los jóvenes para que trabajen por Puerto Rico a través de sus intereses y proyectos. La verdad es que hacen falta más organizaciones como las nuestras porque no damos abasto”, declara Mejías sobre el interés que manifiestan los estudiantes. “Por eso nos motivaron a seguir haciendo lo que hacemos porque necesitamos un espacio de ser escuchados, porque hay gente que trabaja en sus comunidades y necesitan saber que no están solos. Hay muchos pares como ellos trabajando por Puerto Rico, es impresionante”, dijo entusiasmada Mejías. CRECE EL INTERÉS Este es el segundo año consecutivo que el programa Ciudadanía Activa PR de la Fundación Ángel Ramos impacta universitarios del recinto de Cupey de la Universidad Ana G. Méndez. El primer año se concentró en la planificación del ofrecimiento y en el diseño de un módulo de tres días que inculca el liderazgo solidario y la participación ciudadana. La implantación arrancó el año pasado. “Impactamos de diversas formas a estudiantes de nuevo ingreso, becados y a las asociaciones estudiantiles. Con las asociaciones comenzamos la capacitación para crear conciencia sobre las múltiples formas de participación y cómo el voluntariado es la forma más concreta, eso nos llevó a hablar de liderazgo y a proponerle a las asociaciones que comenzaran a hacer servicio voluntario; al menos a realizar dos actividades al año en las que se involucran con organizaciones donatarias de la Fundación Ángel Ramos”, consultora en Desarrollo organizacional y quien lidera para la Fundación el proyecto Ciudadanía Activa PR. Morales agrega que aunque muchos alumnos de nuevo ingreso provenían de escuelas y universidades donde se hacía servicio voluntario, “carecían de experiencias significativas de participación ciudadana”. “Logramos que la universidad estableciera el módulo y lo acogiera entre los estudiantes de nuevo ingreso entre los cursos que solo ellos toman. El año pasado, 324 estudiantes participaron de nuestro programa y, ahora, 386”, describió Morales. “No era un profesor hablando desde la teoría o el libro, eran pares haciendo en comunidades proyectos de vida”. Para variar el acercamiento, decidieron integrar a los jóvenes de MPA durante el segundo día de discusión del módulo en el que se dialogan temas relacionados al servicio y se trabaja una propuesta desde el modelo seleccionado. “Quisimos que se insertaran para que fuera más dinámico el proceso. En dos días de trabajo ellos impactaron 17 secciones con recomendaciones para convertir el proyecto de voluntariado en tu proyecto de vida y de país. No era un profesor hablando desde la teoría o el libro, eran pares haciendo en comunidades proyectos de vida”, puntualizó Morales. En agenda les queda la inauguración en diciembre de la Tienda Solidaria que al momento no dispone de un espacio físico fijo en la universidad. En la tienda, los estudiantes intercambian útiles escolares por servicio comunitario que rinden a lo largo del semestre. “La idea de este año es continuar el modelo que ya sabemos estás siendo exitoso”, culmina Morales. Ellos conversaron con los universitarios de la UMET: Luz Santos: Fundación Banco Popular Cristina Pérez: Vitrina Solidaria Raquel Laureano: Comunidad Bohiqué Sheila Burgos: REDENIJ-PR Paula Landrón: The Deep live Style Luis Ferrán: MPA Sabrina Rodríguez: MPA Andrea Rosario: MPA Reynaldo Fontánez: MPA Chris Cuenca: MPA Fotos: Suministrada
El método Orton-Gillingham que usa la organización Multisensory Reading Centers en una escuela elemental en Llorens Torres, y también en Cantera, ha logrado afianzar la destreza de la lectura en los alumnos de grados primarios. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé A los usuales sonidos de estudiantes participando en clases y maestras impartiendo lecciones se sumó el de escritoras narrando cuentos en las escuelas de nivel elemental, Manuel Elzaburu y Vizcarrondo, en Cantera, y la Luis Llorens Torres, en el residencial sanjuanero con igual nombre. Ambos planteles siguen la filosofía Montessori. La visita ocurre como parte del proyecto “Lectores para el futuro” que impulsa la organización sin fines de lucro Multisensory Reading Centers (MRC), cuya meta principal es enseñar a los niños a leer y a escribir, siguiendo el método Orton-Gillingham que propone un acercamiento multisensorial para aprender y perfeccionar ambas destrezas. El método se basa en la fonética del lenguaje y enfatiza el aprendizaje visual, auditivo, táctil y kinestético o de movimiento. La escritora Lizette Martínez muestra el libro creado por los estudiantes que recibió como obsequio, inspirado en su ejemplar "Puerto Rico en el corazón". Foto / Javier del Valle Mónica Fossas y Mayra Delgado, dos maestras recursos del programa, estuvieron a cargo de las lecturas que realizaron en Cantera escritoras como Yolanda Arroyo Pizarro y Ángeles Molina Iturrondo. De otra parte, en la escuela Llorens Torres asistieron las escritoras Isette Pastrana, Lizette Martínez y Georgina Lázaro, y coordinaron el encuentro Susana Morales y Melanie Catafolo. Anualmente, las poblaciones de kínder, primero y segundo grado son evaluadas por maestras de esta organización que empezó a laborar en el 2015 con el deseo de lograr que estudiantes con dificultad para leer lograran dominar la destreza. “Sin los 67 estudiantes que atendemos este año, hemos impactado 198. En Llorens estamos desde el 2015 y en Cantera desde el año pasado. Damos intervenciones de 50 minutos dentro del horario escolar”, explica Natalia Canto, fundadora y directora de MRC. Fred le entrega a Georgina Lázaro la versión que ellos prepararon de su cuento, "Mi flamboyán amarillo". Foto / Javier del Valle Hoy atienden 21 estudiantes de primero, segundo y tercer grado en Llorens Torres y 46 de kínder, primero y segundo grado en Cantera. “Nosotros estamos fijos en esas dos escuelas; tengo una maestra y una asistente en Llorens y en Cantera tres maestras y una asistente. Las maestras las subvencionamos nosotros con fondos que conseguimos en eventos de recaudación y con apoyo de fundaciones como Ángel Ramos y Banco Popular. Están certificadas en la metodología Orton-Gillingham, que hace un acercamiento multisensorial a la lectura y la escritura, logran enseñar de manera explícita y directa lo que es la mecánica de la lectura”, expone. Los alumnos más pequeños ganan conciencia fonológica antes del apresto, manipulan sonidos como, por ejemplo, las rimas. Con los de primer grado se trabaja la mecánica de la lectura y la decodificación, en segundo grado se recalca la fluidez en la lectura y con los de tercero se subraya la comprensión y el pensamiento crítico de lo leído. Comparación de la casa real y la casa en el cuento de Georgina Lázaro. Foto / Javier del Valle “Yo fui maestra de primer grado por tres años antes de hacer mi maestría y me di cuenta que en ese tiempo siempre había uno o dos niños que no había manera, algo pasaba que no le podíamos llegar para sacarlos leyendo. Al hacer mi maestría entiendo que tenían un problema específico que no atendimos bien, me certifico como ‘reading specialist’ y regreso a Puerto Rico dispuesta a hacer algo, pero me di cuenta que lo que quería hacer, las escuelas no entendían el proceso”, recuerda la educadora. Canto comenzó a atender niños de manera individual “y no daba abasto”. “Había que capacitar maestros porque la cantidad de niños que necesitan ayuda es significativa, quería que las maestras tuvieran otro conocimiento para que pudieran atender a los niños con algo más acertado”, explica sus motivaciones iniciales. A PRUEBA EL MÉTODO Estudiantes de la escuela elemental Luis Llorens Torres en San Juan disfrutaron de la visita de autoras puertorriqueñas. Foto / Javier del Valle ¿Qué es lo especial del método Orton-Gillingham? Canto resalta que se evalúa al alumno y se va directamente a sus lagunas. “Ese estudiante está en un estado de frustración todo el tiempo porque sabe que no logra leer y porque está en un entorno difícil. Empezamos a trabajar con un acercamiento visual, auditivo o kinestético que facilita el aprendizaje y hace que engranen”, sostiene. Como ejemplo pone el caso de un estudiante que logró aprenderse el abecedario y sus sonidos integrando el movimiento. “Si vieras cómo algo tan básico hace una diferencia fundamental”, indica Canto. El trato individual, el valor al aprendizaje multisensorial, la repetición, la práctica, el repaso y la repetición, de nuevo en el proceso, han probado ser efectivas. “Ellos necesitan la práctica extensa”. Parte del equipo de la organización Multisensory Reading Center. Natalia Canto, directora ejecutiva; Jessica Bowles, maestra certificada en el método Orton-Gillinghan; y Susana Morales, maestra asistente. Foto /Javier del Valle “Estoy súpersatisfecha”, dice Canto, “nos sentimos bien orgullosos porque hemos hecho la diferencia en los nenes. Los pequeños logros han dado frutos y si estos niños no tuvieran esto, queda la pregunta de qué hubiera pasado con ellos. Nos sentimos que hemos ayudado”, resalta. Más allá de aprender a leer, Canto puntualiza su filosofía de que si los niños no aprenden a leer bien, no se interesarán por la lectura, “porque llega a ser frustrante”. “La idea de llevar los escritores a las escuelas es para inspirar a los niños, para que sepan que en un futuro pueden ser como ellos si leen, si aprenden. Así crece el interés y en ese sentido la actividad lo logró. No podemos hacer una cosa sin la otra; hay que fortalecer la destreza de la lectura para que ellos puedan sentirse capaces y fomentar el amor por la lectura a través de iniciativas como esta”, culmina la directora. Ya sea como lectores, escritores o hasta ilustradores, los rostros de los niños y niñas contaban la alegría de ser parte del mundo que puede leer. Fotos: Javier del Valle
Lo dice Minely Millán Reyes, una joven boricua ganadora del National Gold Award Girl Scout que se otorga a nivel de la nación estadounidense a los mejores 10 proyectos que solucionan de forma permanente una situación en su comunidad. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé "Nos dijeron que si queríamos el cambio teníamos que cambiar la ley y eso hicimos", cuenta la joven premiada, Minely Millán Reyes, de la Tropa 252 de Toa Alta. Foto / Suministrada Minely Millán Reyes quiso mejorar una situación y lo logró. El camino que transitó entre la idea que surgió en su cabeza, el desarrollo de la misma, su ejecución y, finalmente, el premio que recibió, ha sido la mejor prueba de que “se puede, a pesar de lo que diga cualquiera”. Con 16 años, la estudiante senior del Colegio Puertorriqueño de Niñas interesó al senador Juan Dalmau en su propuesta para identificar en la licencia de conducir a las personas sordas con el logo internacional de la sordera y, además, creó un curso virtual para aprender lenguaje de señas que se usará en la Academia de la Policía. Ambas medidas entraron en curso para aprobación gubernamental y la propuesta de Minely le ganó la máxima distinción de las Girls Scouts of the USA: el National Gold Award Girl Scout. Tanto el senador Juan Dalmau, que acogió el proyecto de la joven desde el principio, como su colega Miguel Laureano (en la foto), presentaron informes positivos sobre la propuesta enmienda a la ley. Foto / Suministrada Proyectos que resolvieran de modo permanente un problema en la comunidad realizados por las jovencitas en el nivel Ambassador, el más alto en la organización escutista y al que pertenece Minely, fueron sometidos por concilios de todo Estados Unidos, incluido el del Caribe al que pertenece nuestra isla. De entre ellos se seleccionaron los mejores diez y en ese selecto grupo figura el de Minely. La ceremonia de premiación se realizó el pasado octubre en Nueva York y la boricua recibió una beca de $20 mil para estudios universitarios. Las capacidades de liderazgo de la joven le abrieron el complicado camino para lograr su cometido y el resultado se siente muy bien. “Trabajé con el senador Juan Dalmau y su asesor Krenly Cruz, para redactar y someter un proyecto de ley para enmendar la “Ley 22 de vehículos y tránsito de Puerto Rico” para que se incluyera el logo internacional de la sordera en la parte delantera de la licencia de las personas sordas. Sé que va a evolucionar pero estará bien”, explicó Minely quien ya depuso en la vista pública donde se atendió el Proyecto 1025 con el que se enmendará la Ley 22, el cual ahora será considerado en el Senado. Sobre el vídeo educativo que diseñó, creó y se usará en la Academia de la Policía, indicó que les permitirá a los cadetes “educarse en el lenguaje de señas básico para que se puedan comunicar con la comunidad sorda en caso de una intervención o que la persona necesite ayuda”. “La falta de comunicación de ambas comunidades, la sorda y la fuerza policíaca, no solamente en Puerto Rico sino en el mundo, ha tenido graves consecuencias”, advirtió la joven quien entró en contacto con este tipo de expresión durante el periodo en que fue educada en el hogar por su madre Midelí Reyes. DE LA IDEA AL PROYECTO En octavo grado, Minely se integró a la Tropa 252 de las Girl Scouts de Puerto Rico, al último año del nivel Cadete. Se reúnen en Toa Alta. Luego fue Senior y ahora Ambassador. El proyecto requerido en esta etapa en que está dentro del grupo es el llamado “medalla de oro”, y exige que logre un cambio permanente para solucionar un problema que afecte la comunidad. “De nunca hacer una medalla, iba a hacer la más grande, la de oro. Pero tuve un equipo de trabajo brutal. Obviamente mis padres, Mideli y Héctor, estuvieron apoyándome en cada paso, mi hermano Nathan me ayudó a editar el vídeo; mi líder de tropa, Marizulma Príncipe; Alondra Toledo, mi mentora de proyecto; Ness Marie Tolinche, la directora ejecutiva de nuestroConcilio; Kresly Cruz, asesor del senador Juan Dalmau; y, en la Policía, el comisionado Henry Escalera. Y claro, Papá Dios es al primero que agradezco porque sembró en mi esa iniciativa. Con todo ese apoyo y con la pasión y esa mentalidad terca que yo tengo pues se logró”, resume sobre su éxito. “Nos dijeron que si queríamos el cambio teníamos que cambiar la ley y eso hicimos”. Los “no” que escuchó en el camino, no la desanimaron. El primero vino de la dirección del Departamento de Transportación y Obras Públicas que no encontró el proyecto “ni necesario ni pertinente”. “Nos dijeron que si queríamos el cambio teníamos que cambiar la ley y eso hicimos. Nos reunimos con los senadores que nos teníamos que reunir y empezamos el proceso de cambiar la ley; en eso estamos, a punto de que cambié”, dice sobre el proceso que ha tomado poco más de un año. Ahora se radicó el informe positivo por parte de la Comisión de Infraestructura que atiende el proyecto, dirigida por el senador Miguel Laureano. “Dalmau y Laureano están bien motivados con el proyecto y escribieron el informe positivo. De ahí tengo entendido que pasa al Senado y pasa a la Cámara, ellos votan y luego pasa a la Gobernadora. Ya está en calendario, está corriendo”, celebró la joven que contempla estudiar un bachillerato en Literatura y en Teatro para luego estudiar Leyes “y me encantaría ser abogada para la comunidad sorda”. El pasado verano, Minely se enteró que su proyecto había entrado en los diez mejores de la nación estadounidense, en agosto viajó a Nueva York a grabar una campaña publicitaria relacionada y el 11 de octubre recibió el premio. “Este proceso me ha comprobado las capacidades con las que yo cuento, mis destrezas, mis talentos, mi fortaleza, todo con lo que cuento en mi mochila de la vida que me ayudará a ser exitosa más adelante. Y le agradezco a mucha gente porque la razón mayor por la que puede lograr esto fue mi equipo”, dice la joven residente en Toa Baja. “Se puede llegar mucho más lejos de lo que uno piensa si uno se esfuerza, se esmera, le mete corazón y pasión”, finaliza Minely. ¿Alguien lo duda? Fotos: Suministradas
De voluntarios, donaciones y estados financieros se habló ampliamente en el taller que la CPA Rosana López presentó como parte del programa Ciudadanía Activa PR de la Fundación Ángel Ramos. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Rosana López presenta ejemplos a su audiencia. Foto / Javier del Valle El taller “Fortalecimiento económico de las organizaciones sin fines de lucro: cómo reconocer el valor del voluntariado en los estados financieros” le permitió a 32 representantes del tercer sector en Puerto Rico entender, desde una perspectiva financiera, la manera en que pueden maximizar su relación con el voluntariado. En la sede del Colegio de Contadores Públicos Autorizados de Puerto Rico, Rosana López, directora de auditoría de KPMG, brindó técnicas para documentar el valor asignado a los servicios de voluntarios y habló sobre los requisitos específicos que se deben tomar en consideración al momento de registrar las donaciones en especie que reciben las organizaciones no gubernamentales, entre muchos otros conceptos relacionados. Edenmarí Class Montijo, gerente de Desarrollo Organizacional y Comunicaciones de la Fundación Ángel Ramos, da la bienvenida al taller. Foto / Javier del Valle La reacción de la audiencia, en varios de los casos, fue de sorpresa: por desconocimiento de la información, por comprender que desaprovecharon oportunidades o por realizar procesos de manera incompleta. “Lo más que están desaprovechando las organizaciones sin fines de lucro es el beneficio de tener una buena contabilidad de los servicios donados, para utilizarlos como pareo en la requisición de propuestas de fondos”, dijo López a Oenegé al culminar la charla. López resaltó que la contabilidad para organizaciones sin fines de lucro “es un área bien técnica en la que a veces tú, lamentablemente, tienes el conocimiento, pero no sabes cómo aplicarlo y por eso estamos aquí”. "Cuando tienes indicadores fuertes estás demostrando sustentabilidad y entonces los donantes tienen mucha más confianza", dice la contadora Rosana López. Foto / Javier del Valle La contadora lamentó que en ocasiones no se oriente sobre estos temas complicados “en arroz y habichuelas”, lo que provoca que “nos pasen las cosas por delante” sin ser identificadas apropiadamente. Resaltó además que “no todos los CPA saben de sin fines de lucro”. “Entonces ahí es que no podemos hacer una sincronización entre lo que son todas las transacciones que yo recibo y toda la contabilidad que tengo”, advierte. “¿Vieron eso? La contabilidad es una maravilla”, dijo López al mostrar un ejemplo a su audiencia. “Tenemos muchas áreas de oportunidad con las organizaciones en presupuesto para tiempos de crisis, en junta de directores, en ética de manejo de las organizaciones sin fines de lucro, en lo que llamamos sana administración, cómo controlar las donaciones que recibimos y tener todos los procesos montados para que la organización pueda controlar todas sus actividades que son de donaciones y servicios”, enumeró López. Fuente: Presentación CPA Rosana López. Lograr incorporar esas destrezas de administración, asegura la especialista, hace a las organizaciones sin fines de lucro “súper fuertes”. “Les da una transparencia al público y le aumenta los indicadores dentro de sus estados financieros. Cuando tienes indicadores fuertes estás demostrando sustentabilidad y entonces los donantes tienen mucha más confianza”, dijo López. Para María Hernández, directora ejecutiva del Programa de Ayuda y Enlace Comunitario de Aguada, la experiencia fue “excelente”. “Uno tiene la idea de que cuando va a valorar el servicio comunitario o voluntario es por el mínimo en las escalas salariales y cuando vemos aquí que es totalmente diferente, que hay unos criterios para que se pueda contabilizar esa labor en el estado financiero y que es bien diferente a lo que usted puede contabilizar en los servicios de impacto, pues los muñequitos son bien diferentes. Esto es una cosa para mi novedosa; y que conste mi organización tiene 24 años y llevamos muchos años trabajando con grupos de voluntarios, expresa Hernández. La líder aplaudió que ahora dispongan de “una guía para poder reescribir nuestros procedimientos en la contabilidad para ser más efectivos y más fuertes”. María Hernández, directora ejecutiva del Programa de Ayuda y Enlace Comunitario de Aguada, aprendió nuevos criterios para contabilizar la labor voluntaria en los estados financieros e la organización sin fines de lucro. Foto / Javier del Valle Por su parte, Maribel Caro, directora ejecutiva de Jóvenes de Puerto Rico en Riesgo, manifestó que aunque acostumbran a contabilizar todo el trabajo voluntario, ahora entienden la diferencia entre “qué se reconoce y qué no se reconoce” como ayuda voluntaria en los estados financieros . “Para mi es una herramienta para estar mucho más pendiente a cómo valorizamos las cosas y de aquellas cosas que nosotros podemos añadir en el estado financiero auditado que dan información acerca de la salud de la organización y de la capacidad de allegar recursos que no son dinero. Este conocimiento me ayuda a estar más pendiente para que no se pierda información que puede ser valiosa”, menciona Caro. VOLUNTARIOS DELUXE Astrid Morales, consultora en Desarrollo Organizacional. Foto / Javier del Valle Astrid Morales, consultora en desarrollo organizacional y gestora del programa Ciudadanía Activa PR de la Fundación Ángel Ramos, reconoce que la mayoría de las organizaciones comparten una visión paternalista que las lleva a resolver un problema en la comunidad sin detenerse a evaluar si cuentan con el dinero para ello o cómo se ven impactadas sus finanzas. “Muy pocas veces reflexionamos sobre cuál es el valor añadido de todas esas cosas que hacemos allá afuera para nuestra organización y estructura. La idea de temas como este es tomarnos una pausa y empezar a mirar qué yo estoy haciendo en nuestro programa de voluntariado y cómo puedo, en vez de decirle que sí a todo el que llega, empezar a ser estratégico para reclutar, seleccionar e identificar aquella gente que mayor valor puede aportar a mi organización”, opina Morales. Añade que la meta del día era lograr que “la gente salga con una preocupación genuina de ‘espérate, tengo que organizar la casa porque yo creía que estaba claro’. “Hoy se nos ha abierto una puerta nueva con el área de contabilidad”, celebró Morales. Y es que como parte del programa Ciudadanía Activa PR han logrado abrir puertas de aprendizaje en otras estructuras de organizaciones sin fines de lucro como recursos humanos, quienes supervisan los coordinadores de voluntarios, y en dirección ejecutiva. “Abrir la puerta con la persona de contabilidad significa tener discusiones más profundas para ver cómo transversalmente el programa de voluntariado incide en todas las áreas de nuestra organización”. “Un tema que debe quedar claro es que todos son voluntarios, ahora bien, cuáles son voluntarios reconocidos en el estado financiero es otra conversación. Ellos son el top del top que yo quisiera tener en mi organización pero que, siendo justo, como la legislación es tan restricta, no es el único al que quiero aspirar. Podemos aspirar a la gama completa de voluntarios. Y puedo planificar estratégicamente para asegurarme que de 100 voluntarios, el 15% me aspire a reconocerlo en un estado financiero, pero eso requiere desarrollar la estructura”, acabó Morales. Fotos : Javier del Valle
Esta iniciativa independiente aprovecha la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas para que puertorriqueños de todas las edades comprendan los mensajes que nos brinda la naturaleza y el planeta en que nos ha tocado vivir. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Los felices rostros de los entusiastas de las ciencias. Foto / Suministrada La ciencia luce atractiva, fácil y hasta amigable en la exhibición sede del Ecoexploratorio: Museo de Ciencias de Puerto Rico (EcoEx) en el centro comercial Plaza Las Américas en Hato Rey. Gira en torno a un planeta vivo y cambiante al que ya no podemos ignorar más porque, gracias al cambio climático, nos seguirá reclamando atención. Mira quién te da la bienvenida al Ecoexploratorio. Foto / Javier del Valle Su fundadora, la meteoróloga Ada Monzón, y su directora ejecutiva, Jenny Guevara, son cómplices y devotas de las ciencias, disciplina siempre dispuesta a sorprendernos. ¿Cuál es el encanto de la organización sin fines de lucro? “Que este es un lugar de inspiración para niños, para jóvenes, para toda la familia”, responde de inmediato Monzón sobre la organización que cumplirá nueve años, aunque hace cinco opera en el concurrido centro comercial. “Y se conceptualizó basado en poder inspirar a las familias en la protección de nuestra naturaleza, en entender las fuerzas naturales y, de la misma forma, poder lograr que a través de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas podamos descubrir un universo maravilloso. Hay veces que nosotros damos tan por sentado lo que ocurre a nuestro alrededor y, sin embargo, ahora mismo estamos viendo una crisis en esa naturaleza a consecuencia del cambio climático. ¿Realmente estamos preparados para enfrentar los retos de ese futuro? Los niños que nacen en el día de hoy van a vivir un planeta muy diferente del que tú y yo vivimos”, puntualiza Monzón. Jenny Guevara dirige la entidad que hace cinco años tiene por sede un espacio en el centro comercial Plaza Las Américas de Hato Rey. Foto / Javier del Valle Las nuevas generaciones no parecen tener la desconexión que hoy los adultos mostramos con la naturaleza. En parte se debe a las vivencias que han tenido y a la educación, componente fundamental del Ecoexploratorio. Allí aprenden sobre seres vivos, sobre la materia y la energía, sobre el Universo, sobre la Tierra. “Y sobre cuál es nuestra posición como seres humanos respecto a eso”, señala la meteoróloga. Como ejemplo presenta el cambio de 180 grados que provocó en nuestra conducta el huracán María que azotó la isla en el 2017. “Somos las primeras víctimas del cambio climático y cómo nuestros niños se están viendo dentro de ese nuevo Puerto Rico es un reto bien grande. No hay institución en Puerto Rico, fuera del Ecoexploratorio, que lleve ese mensaje en una educación informal. Tú tienes la escuela y la universidad pero ¿dónde está el centro de gravedad de la educación científica y el que relaciona la ciencia y la sociedad? Establecemos todos estos programas educativos para ver cómo podemos utilizar lo mejor de la ciencia para la seguridad y el beneficio de esas generaciones futuras”, abunda Monzón sobre la misión que abrazan en cada propuesta educativa como “EcoLaboratorio”, “Futuro Científico” y “Eclipse solar 2017”, entre otros. PLANETA TIERRA LLAMA A PUERTO RICO El taller de aves migratorias incluyó pintura de camisetas. Foto / Suministrada Sordos y ciegos podríamos seguir ante las señales que nos brinda la naturaleza sobre las variantes que provoca el cambio climático. Pero pronto la realidad nos zarandea. Solamente en Puerto Rico, enumera Monzón, el 70% de nuestras playas presentan erosión de moderada a severa, las especies están sufriendo por los cambios en la salinidad del agua o sus altas temperaturas y desde julio se han establecido más de diez récords de temperatura. “Nosotros estamos viviendo un planeta que ninguna otra generación ha vivido; ni por la presencia de gases como el dióxido de carbono, ni por los retos del derretimiento de glaciares, la frecuencia de huracanes catastróficos o tormentas tropicales formándose en latitudes altas. Las personas dicen ‘¿cómo esto es posible?’ porque nuestra generación no creció con esto, pero para nuestros chicos será normal. Si seguimos desconectados, la naturaleza se va a encargar de nosotros”, advierte Monzón. “Y las personas no van a saber cómo es la preparación, la mitigación y la respuesta ante un evento natural”, agrega sobre la falta de información Guevara, directora de la organización. “Las herramientas concretas, la educación, la creación de agentes de cambio que sepan cómo responder van a hacer la diferencia en lo que es saber convivir con nuestro planeta y las amenazas que está recibiendo continuamente. En el empoderamiento de una comunidad, en la autogestión que pueda practicar una familia, ahí vamos a tener un Puerto Rico mucho más preparado para cualquier eventualidad”, declara Guevara. “Tienes que trabajar con la educación y con la situación que sufre esa familia porque si tú no añades a la ecuación la empatía, de qué te vale la ciencia si no la pones al servicio de otros”. Los variados proyectos educativos del Ecoexploratorio van desde la exhibición permanente en el centro comercial hasta exhibiciones rodantes, talleres en escuelas y en la sede de Plaza Las Américas, entre otros lugares. Mediante estos, se teje una amplia red de puertorriqueños sensibles a la protección de la naturaleza, preparados para enfrentar sus manifestaciones y capaces de comprender que la ciencia ofrece respuestas. Solo hay que querer escucharlas. Estudiantes de visita en el museo dedicado a las ciencias y a los seres vivos. Foto / Suministrada Monzón indica que impactan más de 300,000 personas al año y que a la sede de Plaza Las Américas asisten 20,000 personas anuales. Contenidos educativos difundidos en redes sociales potencian el alcance con el público. Debido a que no reciben fondos recurrentes del gobierno, se concentran en pedirlos a empresas y fundaciones privadas, así como solicitan subvenciones especiales como la que buscan ahora para viabilizar la construcción de un espacio en el Distrito de Convenciones de Puerto Rico en San Juan. La campaña capital es de $40 millones. Dado que precisan de los fondos que generan con el boleto de entrada a la exhibición, varían sus ofrecimientos con frecuencia. “El cambio más importante del Ecoexploratorio, más allá de ser una institución museológica, es el hecho de que somos de base comunitaria. Si tú no entiendes la comunidad, ¿cómo vas a poder servirle? Tienes que trabajar con la educación y con la situación que sufre esa familia porque si tú no añades a la ecuación la empatía, de qué te vale la ciencia si no la pones al servicio de otros”, acaba Monzón. Fotos: Javier del Valle