Los programas de escuelas resilientes del Ecoexploratorio comprueban que la ciencia no solo ayuda a entender sino también a transformar. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé El Ecoexploratorio: Museo de Ciencias de Puerto Rico (EcoEx) puso a los estudiantes del país en la mira. Interesarlos, educarlos y prepararlos hasta convertirlos en agentes de cambio fue la meta que se impuso para construir un Puerto Rico más fuerte a la hora de enfrentar otro fenómeno climático. “El museo, como parte del aprendizaje de lo que fue la respuesta del huracán María, decidió usar las escuelas como ente principal de lo que es ese proceso de aprendizaje y empoderamiento”, explica Jenny Guevara, directora de la organización, a quien la práctica no le resulta ajena, pues en su Coamo natal su escuela se convirtió en punto de encuentro luego del huracán Georges. Jenny Guevara y Ada Monzón muestran las escuelas que cuentan con estaciones meteorológicas. Foto / Javier del Valle Sometieron propuestas y recibieron ayuda de entidades gubernamentales y privadas para ofrecer talleres en las comunidades usando las escuelas como ente principal. Guevara asegura que los alumnos impactados tienen “mayores herramientas para responder en caso de cualquier eventualidad, no solamente un huracán sino también terremotos y tsunamis”.“Se convierten en agentes de cambio”, celebra la directora. “Una de las maravillas más grandes que tiene el museo es a través de esa semilla de inspiración para poder aumentar las personas que se puedan dirigir dentro de los diversos campos de la educación en STEM. Destrezas que necesitan los niños para incorporarse, por ejemplo, en las destrezas de ingeniería como codificar y programar, las brindamos en nuestros procesos educativos, comenzamos a darle esa base a los niños”, explica Guevara. La meteoróloga Ada Monzón impulsó el programa que alcanza la resiliencia a través de la educación STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas). Foto / Javier del Valle Que en el futuro los interesados puedan insertarse en carreras dentro del campo STEM, que los jóvenes conozcan oportunidades de experiencias educativas fuera de la isla y que los científicos usen la sala del museo en Plaza Las Américas para ofrecer charlas que ayuden tanto al ciudadano común como al científico a entender lo que ocurre con nuestro planeta es un componente medular de la organización. Por ejemplo, este fin de semana lo mismo se ofrecerán conferencias sobre aves migratorias que indagarán en los misterios del cerebro. EL CORAZÓN DE LA ESCUELA RESILIENTE Aprendiendo después de María con el Programa de Escuelas Resilientes del Ecoexploratorio. Foto / Suministrada Los retos del clima, de la contaminación y de la naturaleza los vivimos de manera simultánea todas las generaciones que integran el país. Los mayores lo vivimos desde la sorpresa y los más jóvenes desde la educación para prevención para evitar mayor deterioro. No les queda remedio. Ada Monzón, meteoróloga y fundadora del Ecoexploratorio, resalta que aprovechando la estructura escolar vigente de aprendizaje por proyectos en la época post María, la organización se dedicó a impactar distintas comunidades con el proyecto “Escuelas resilientes”. Algunos de los afectados pueblos en los que implantaron el proyecto fueron Humacao, Cayey, Toa Baja, Loíza, Morovis, San Juan, Fajardo, Aguada, Adjuntas, Maricao y Juana Díaz, entre otros. Allí trabajaron temas variados como energía renovable, control de vectores y autosuficiencia alimenticia. “Una de las cosas más hermosas era que cuando íbamos a las escuelas nos abrazaban y nos decían: ‘al fin somos importantes para alguien, somos merecedores de este proyecto’. Eso fue maravilloso, esa mezcla de emociones con sabiduría ocurrió ahí y eso le ha dado mayor sentido e importancia al programa”, asegura Monzón. Estaciones meteorológicas como estas fueron ubicadas en los techos de distintas escuelas y miden 27 parámetros, incluida la temperatura y las pulgadas de lluvia. Foto / Suministrada Guevara cuenta que primero capacitaron al maestro y luego presentaron el proyecto a los alumnos que se apropiaron de inmediato. Como ejemplo pone el caso de Utuado, pueblo que enfrentó el embate de los mosquitos. “Los estudiantes generaron un repelente natural utilizando la botánica en su clase de Química”, explicó la directora del Ecoexploratorio. En Cayey crearon un súperhuerto mientras que en otras escuelas los estudiantes se certificaron en el programa Community Emergency Response, iniciativa lograda en conjunto con el Negociado de Manejo de Emergencias, para entrenar líderes que velen por la seguridad de sus cercanos. En algunos planteles se ubicó en el techo instrumentación meteorología dirigida a recopilar información que hoy pueden leer tanto los alumnos como el Servicio Nacional de Meteorología que, entre otros datos, se apoya en esta información al emitir avisos. Con mayor precisión, esas estaciones meteorológicas que miden 27 parámetros informan datos como la cantidad de pulgadas de lluvia caídas en alguna zona. “Es un proceso de aprendizaje que crea seres humanos holísticos, se desarrollaron destrezas integrales que luego ellos ponen a disposición del país”. “Si a tí te toca medir todos los días la temperatura máxima y la mínima, tú empiezas a entender lo que pasa alrededor de tu escuela. Ahora tienes una métrica, ver qué días son más calientes y comparar con otros lugares en Puerto rico y en el mundo”, detalla Monzón. La inspección de sus estructuras fue el proyecto “Mi salón seguro”, surgido en algunas escuelas ante la inquietud de lo que pasaría en caso de un terremoto. “Inspeccionaron el salón, la escuela, el manejo del protocolo y cada uno asumía los roles: ‘tú inspeccionas, tú documentas’. Es un proceso de aprendizaje que crea seres humanos holísticos, se desarrollaron destrezas integrales que luego ellos ponen a disposición del país”, asegura Guevara. Guevara agregó que el esfuerzo comprobó que “la educación en STEM se puede usar para desarrollar resiliencia en el ser humano”. “Es una mezcla que no existía, es la primera vez que se hace y que se mide”, asegura satisfecha la directora. “Las métricas están ahí. Entre un 93 a 95% de la población que se atendió con este proyecto son resilientes hoy y estamos bien orgullosos de eso”, celebra Monzón. Para la fundadora del Ecoexploratorio, el museo se convirtió “en un agente de cambio en las comunidades”. “Es posible cambiar la forma de pensar y crear una cultura de emergencia. Lo que nos validó es que más allá de reaccionar a las cosas, la preparación funciona. Y el nada más llevar a esos niños a un proceso de pensamiento crítico de que ellos tenían el problema y ahora íbamos a buscar soluciones con su autogestión para atender una emergencia como un terremoto, es lo que nosotros queremos hacer con toda la comunidad. Queremos provocar el interés para que así hagas porque las cosas no van a venir de ningún otro lugar, excepto lo que tú puedas hacer”, resume la meteoróloga. Por eso siguen formando líderes de emergencias, porque vale la pena y sobran las razones. Llegará el tiempo de ver el resultado de la inversión en conocimiento. Próximo evento: 25 septiembre Primera Cumbre de Escuelas Resilientes Plaza Las Américas Fotos: Javier del Valle
El éxodo de especialistas en lenguaje de señas en nuestra isla reportada en la prensa, dificulta la cotidianeidad de dicha comunidad en Puerto Rico. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Edgardo Figueroa, presidente de la Federación Nacional Puertorriqueña de Sordos. Archivo FAR / Javier del Valle Los datos nos hicieron levantar las cejas. Si en el año 2017 había unos 400 traductores especialistas en lenguaje de señas en Puerto Rico, luego del huracán María la cifra se redujo considerablemente. Según indicó Edgardo Figueroa, presidente de la Federación Nacional Puertorriqueña de Sordos en entrevista con el periódico El Nuevo Día, el 75% de ellos emigró. A su juicio, las dificultades provocadas por el ciclón impulsaron el éxodo. El Negociado del Censo de Estados Unidos reporta que 149,459 sordos de todas las edades viven en Puerto Rico. ¿Quién los atiende ahora? ¿Cuán importante es contar con un traductor en situaciones cotidianas? “Tener a un intérprete de señas es el acomodo razonable que exige la Ley ADA para que una persona sorda pueda tener acceso a servicios dignos que mejoren su calidad de vida”, define la especialista Aida Luz Matos, quien por doce años fue intérprete para sordos en el canal 6 WIPR-TV. Si eres sordo necesitas un intérprete para buscar empleo, para tener mejor desempeño académico, en eventos deportivos, culturales, para comprender sucesos noticiosos “y hasta en situaciones familiares en las que sea necesario resolver un conflicto y todas las partes necesiten entenderse”, agrega Matos. El portal del Registro de Intérpretes para Sordos de Puerto Rico (RISPRI) enfatiza que tanto la Ley ADA como la Ley de Rehabilitación dictan que los gobiernos estatales deben brindar igual acceso a sus residentes con discapacidades. Estas instan a que se tomen “las medidas correspondientes para garantizar que las comunicaciones con solicitantes, participantes y miembros del público y acompañantes discapacitados, sean igual de efectivas que las comunicaciones con otras personas”. También, señalan que dicha comunicación apropiada con personas que usan lenguaje de señas ocurre cuando se cuenta con un “intérprete cualificado”, lo que se define como un recurso “que presencial o remotamente, tenga la capacidad de interpretar con eficacia, precisión e imparcialidad, de forma receptiva y expresiva, y usando el vocabulario especializado pertinente”. Y ahí llegamos a otro punto importante. A principio de año, reseñamos en nuestro Oenegé que el lenguaje de señas varía en cada país y destacamos las particularidades del boricua, que apela a nuestra idiosincrasia. Aida Luz Matos, intérprete y autora del texto “Aprende señas conmigo”, resalta que el lenguaje de señas boricuas integra lectura de labios, el contexto en que ocurre una situación o palabra descrita, señas usadas en Estados Unidos y las nuestras. Esa es la fórmula que crea nuestro lenguaje de señas, el cual incluso varía entre generaciones o entre boricuas que viven en la ciudad o en zonas rurales. “Sabemos que hay señas que solo son de aquí y han ido evolucionando”, nos dijo la especialista en aquella ocasión. “Hay señas viejas que los jóvenes han sustituido por otras. Todo evoluciona, todo cambia”. RISPRI define los lenguajes de señas como complejos, completamente formados con fonología, morfología, sintaxis y pragmática. “No son lenguajes sencillos que pueden aprenderse rápidamente, y es necesario ser bilingüe para poder adquirir y dominar las competencias de un intérprete”, expresa la organización en su portal. SE BUSCAN INTÉRPRETES CUALIFICADOS En julio pasado, en medio de los cambios políticos en los que estaba inmersa la isla, RISPRI exigió en un comunicado de prensa el cumplimiento de la Ley 266-2018 que asegura el acceso a la información para personas sordas. La presidenta de la organización, Marina Martínez, alertó que “los intérpretes de señas deben contar con una licencia o certificación válida que confirme su pericia”. Martínez subraya que aquí el asunto es problemático, puesto que la isla no cuenta con un sistema de acreditación que califique la interpretación entre el español y el lenguaje de señas usado por los puertorriqueños sordos o con dificultades auditivas, lo que puede causar efectos adversos a esta comunidad y violar leyes federales de los Estados Unidos. “Antes de que se expidan licencias, un sistema de acreditación debe comprobar la pericia. Un certificado de un programa de lenguaje de señas o incluso un título en interpretación no garantiza que el intérprete esté cualificado. Nos aseguraremos de que la participación de nuestra asociación, junto con la de la comunidad sorda, sea un elemento clave del desarrollo, la implementación y el mantenimiento de un sistema de acreditación. Para diseñar este tipo de sistema es necesario hacer la investigación pertinente y conseguir el financiamiento adecuado”, alertó Martínez al gobierno. Mientras tanto, la comunidad sorda sigue a la espera. “El servicio de intérprete de señas garantiza la integración de una persona sorda en todas las áreas importantes de nuestra vida”, especifica Matos, “y me preocupan muchísimo los servicios en agencias gubernamentales. Por ejemplo, si una mujer sorda es maltratada y acude al cuartel de la Policía en busca de ayuda, ¿quién la atiende?” Por lo general, se contratan servicios de intérpretes con frecuencia en las cortes, pero en el área de salud, las prácticas de privacidad representan un reto. “Muchas veces no te aceptan el intérprete en una cita médica o en una visita al hospital o la institución no lo quiere pagar. A veces tienen una ‘tablet’ para hacer el servicio de videorelevo, pero eso no sustituye al intérprete en tiempo real. La realidad es que, muchas veces, nadie sabe dónde está la tableta y el paciente sordo tiene que esperar que aparezca para poder explicar qué siente y para entender si le dicen ‘te tenemos que hacer X pruebas de laboratorio o un MRI’. ¿Cómo le explicas a un sordo si acepta que lo intuben”, presenta Matos como ejemplo. La mayoría de los médicos confía en que la persona sorda entiende las instrucciones que les brindan por escrito, pero Matos insiste en que “entender el español escrito a veces es una de las grandes debilidades de los sordos”. La experta coincide en que muchos de sus colegas han abandonado el país. “Algunas organizaciones siguen dando el servicio pero los sordos son muchos”, dice y menciona a la entidad Sign Language Interpreters (SLI) Puerto Rico como una de ellas. En su portal, esta organización define el lenguaje de señas como “parte de la cultura del pueblo”. “Yo he sabido estar en una tienda y toparme con una sorda tratando de que una empleada entienda el tipo de vestido que quiere, y lo que ella entendía era todo lo contrario, jamás hubiese sabido si yo no intervenía. Hay muchas cosas que se pueden lograr, hay mucha gente aprendiendo lenguaje de señas y, si eres uno de ellos, por alguna razón usted esta aquí. Dios le pondrá en el camino el momento en que pueda servir de recurso y eso amplía el mundo de ambas partes”, culmina Matos. Fotos / Archivo FAR
Respeto y amor aportan al desarrollo de jóvenes que arriban a las escuelas alternativas de ASPIRA donde encuentran una nueva oportunidad. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Cora H. Arce, directora ejecutiva de ASPIRA. Foto / Javier del Valle Proveniente de pequeños salones con no más de doce estudiantes, la algarabía del saludo se escucha en los pasillos. Después, todo es silencio. La clase ya comenzó.
La organización ha logrado sortear todo tipo de vaivén en el país para mantener vigente sus programas que garantizan oportunidades educativas y de desarrollo a quienes no las tienen. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Brithany Coriano Viruet en el salón de clases. Foto / Javier del Valle Cinco décadas es mucho tiempo, sobre todo si marca la existencia de una organización sin fines de lucro en Puerto Rico. Más allá de la noción de que el Tercer Sector todo lo puede, lo que ha motivado la ininterrumpida labor de ASPIRA de Puerto Rico es su empeño de equipar con las mejores herramientas a esos “aspirantes” de distintas edades que se benefician de sus ofrecimientos educativos. Cora H. Arce Rivera, la directora de la organización, todavía se precia de ostentar su estatus de “aspirante”, adquirido en su etapa de estudiante de escuela superior cuando entró a colaborar con el programa educativo de pares Entre iguales. Hace menos de un año regresó a ASPIRA como directora ejecutiva de la organización. Y le encanta todavía más. “Imagínate, uno saber que está en un espacio donde cambia la vida de las personas; no es hacer por hacer ni estás haciendo cualquier cosa”, describe su satisfacción al frente de una entidad cuya misión es “educar para transformar a Puerto Rico mediante el desarrollo integral de la persona y su entorno”. Con esa máxima atienden 2,700 personas desde estudiantes de sexto grado hasta jóvenes adultos como son los veteranos. Lo hacen a través de cuatro programas principales: las escuelas alternativas; el programa TRIO que incluye Talent Search, Upward Bound y Upward Bound para veteranos; la finca El pitirre, en Cabo Rojo; y el programa de Prevención VIH/SIDA y enfermedades de transmisión sexual. La escuela alternativa ofrece dos ciclos, el científico-técnico y el socio-humanista. Estos se guían por postulados de la UNESCO que exhortan a aprender a ser, a convivir y a hacer. Poseen centros en Carolina, Moca, Aguada y Mayagüez donde atienden poco más de 200 estudiantes. William “Wilo” Gómez Cedeño, subdirector de ASPIRA. Foto / Javier del Valle Talent Search cumplirá cincuenta años este próximo 2020 y se ha distinguido por encaminar a sus participantes hacia diversas alternativas de desarrollo como son, entre otras, tutorías o clubes especializados en las escuelas del país impulsados por la Federación de Clubes. Los temas de interés son abarcadores, desde lectura hasta ambientales y un ejemplo es The Last Mosquita, club que realiza investigaciones sobre el desarrollo de los mosquitos en Loíza y colabora con la entrega de mosquiteros y repelentes. En el caso de Upward Bound, sus servicios educativos y de desarrollo social sabatinos están dirigidos a jóvenes que son la primera generación de universitarios en sus familias. Mientras que Upward Bound para veteranos educa a militares de 60 años en adelante en materias como español, inglés, matemáticas o computadora, entre otras. ASPIRA adquirió además la finca El pitirre, en el sector Guaniquilla, de Cabo Rojo. Con vista al mar, en las 114 cuerdas de terreno se cultiva pitihaya, granada, parcha y tamarindo. Se espera que pronto se convierta en un laboratorio de Agricultura para la escuela especializada en Mayagüez y es parte de las estrategias de sustentabilidad y de relación con la comunidad vecina de la organización. Una próxima fase incluiría el servicio de glamping, o camping de lujo, en el terreno, para allegar fondos económicos. LA PRIMERA ASPIRANTE Tres mujeres han compartido el mismo deseo: cambiar el rumbo de la vida de puertorriqueños sin acceso a servicios educativos que puedan mejorarla. Han trabajado para lograrlo a través de ASPIRA. En el 1969 ocupó la dirección su fundadora, Antonia Pantoja, le siguió en el 1970 Hilda V. Maldonado y, en el 2007, recayó en Adalexis Ríos Orlandi. “ASPIRA comenzó en New Jersey porque Antonia Pantoja se dio cuenta de la falta de acceso a la educación universitaria que tenían los puertorriqueños allá. Se dio cuenta también de que Puerto Rico necesitaba algo parecido y en el 1969 viene acá y hace lo mismo. La conocí y te digo que era una mujer espectacular”, recuerda Arce. Entonces le tocó el turno a ella. Ahora que la organización cumple cinco décadas de labor ininterrumpida, Arce tiene en agenda seguir permitiendo que “el corazón guíe nuestros esfuerzos”. “Nunca podemos olvidar que, en su mayoría, esa persona que ayudamos tiene una cara joven y pocos recursos económicos. Tenerlo siempre presente nos va a dar fuerza y el equipo de trabajo de ASPIRA es maravilloso”, reconoce Arce. Uno de los integrantes de ese equipo es William “Wilo” Gómez Cedeño, subdirector de ASPIRA que lleva años dedicado a la organización. Arce describe jocosa que lleva la institución “en la sangre” y que ha atestiguado su crecimiento. Gómez lo confirma con una sonrisa y revela la exitosa fórmula de ASPIRA: “el compromiso”. “La gente que trabaja en ASPIRA se enamora de los servicios, de la misión, de la visión y nuestros valores los hacen suyos. ASPIRA es parte de la vida de uno ya; tenemos exalumnos en la Junta de directores, empleados que son padres o abuelos de alumnos”, cuenta. Gómez reconoce que para mantenerse vigente en tiempos cambiantes han sabido adaptarse. Pone como ejemplo el comienzo de la epidemia del virus del SIDA y el modo en que lo enfrentaron con distintos programas. “Buscamos fuentes de fondos disponibles y vimos que respondían a un problema real en Puerto Rico. A veces hay proyectos que podrían ser una buena fuente de fondos, pero si no encajan con nuestra misión ni visión no nos vamos por ahí. Hay que estar alineados con nuestro compromiso y con las necesidades de la comunidad”, añade el subdirector. 5 DÉCADAS: ¡QUÉ ORGULLO! Cora H. Arce Rivera, directora ejecutiva de la organización que entró en contacto con ella en sus años de estudiante. Foto / Javier del Valle En mayo pasado, en ASPIRA comenzaron a celebrar en grande sus cinco décadas de labor. Recibieron una resolución de felicitación en la Legislatura por su aniversario y realizaron el foro “Jóvenes del Nuevo Milenio comprometidos con la transformación de Puerto Rico”, auspiciado por el programa Talent Search. Ante 220 estudiantes de escuelas públicas del país hablaron Luis Alberto Ferré Rangel, Manuel Cidre, Keren Henríquez y José Jaime Rivera. “Para los estudiantes el foro les abre una ventana de posibilidades con la que se enfrentan a lo que estamos haciendo hoy y lo que nos lleva hacia el futuro. Para echar adelante el país nos tenemos que comprometer con él, tenemos que hacerlo y todos tenemos la capacidad”, resume la directora sobre el espíritu del evento. Arce le extiende una invitación a las organizaciones que apenas comienzan a servir a que se inserten “en la nueva onda que debió ser vieja de reinventar las formas de allegar fondos económicos”. “Hay que evaluar, de lo que hacemos, qué se puede convertir en una actividad económica. Porque vaivenes habrá muchos , lo importante es seguir”, comparte. “Que se enamoren de la razón por la que están allí, que es la gente, y eso viene acompañado muy pegadito del compromiso”. Y con cincuenta años de vivencias, la organización tiene un importante consejo que compartir con otras entidades sobre el modo de encarar sus misiones. “Que se diviertan mientras están dando el servicio, que lo disfruten, que se lo vivan. Las organizaciones se convierten en parte de nuestras vidas, así que se comprometan y lo disfruten. Que se enamoren de la razón por la que están allí, que es la gente, y eso viene acompañado muy pegadito del compromiso. Hay que tener mucho coraje, mucho valor, hay que tener mucha maña y esforzarse por hacerlo mejor para esa gente y eso implica ser bien creativo”, alerta la directora. La entrevista no termina porque falta la felicitación. “A ASPIRA le deseo muchos 50 años más, muchas historias de éxito, mucha gente feliz y que sigan disfrutando de la labor que realizan día a día”, acaba Arce. Ahora sí. ¡Feliz cumpleaños, ASPIRA! LOS 50 DE ASPIRA Calendario de eventos 2019 9 de octubre 8:30 a.m. a 11:30 a.m. “Casa Abierta" del programa Upward Bound Regular. Participarán directores, consejeros, trabajadores sociales y personal de apoyo de sus escuelas. Lizbeth Rivera, directora del Programa PEPS, ofrecerá el taller “Prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual”. 8 de noviembre Día Deportivo de los Programas de ASPIRA 19 de noviembre Galería Space, en Guaynabo, dedica la exhibición “Epifanía” a ASPIRA 2020 4 Febrero Actividad recreo deportiva del Oeste. Se integrarán las escuelas de esa área con los Programas de Veteranos 25 de abril Actividad de Recaudación de Fondos. Desfile de Modas en Galería San Patricio en Guaynabo Marzo 2020 Programa Talent Search presentará un foro dirigido a más de 200 líderes estudiantiles Fotos y vídeos: Javier del Valle
Piezas en pequeño formato al estilo pop surreal fueron trabajadas por la artista Margosa Rodríguez. Ya puedes verlas en la sala. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé ¿Será posible que ese pensamiento, esa idea o ese sueño que tuviste salte de tu mente al lienzo? Justo eso se propuso capturar la artista Margosa Rodríguez en la mayoría de las piezas que presenta en su exhibición “Retro”, que ya puedes visitar en la Sala de Exposición de Arte Fundación Ángel Ramos (SalaFAR). La entrada es gratis.