Desde la década del 80, la Fundación Ángel Ramos comenzó su relación con el Observatorio de Arecibo impulsando sus programas académicos y, luego, auspiciando el Centro de Visitantes y el anfiteatro. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Mirando atrás, esta es la mejor forma de describir la larga relación de colaboración entre la Fundación Ángel Ramos (FAR) y el Observatorio de Arecibo: “Ha sido verdaderamente un honor”, dice Roberto Santa María presidente actual de la institución filantrópica, “porque no hay otro proyecto de tal magnitud en Puerto Rico”. “Y lo importante es que en la Fundación vamos a seguir tratando de hacer lo que haya que hacer para que se reconstruya el radiotelescopio. A corto plazo queremos ver qué se hace con las exhibiciones, para que niños y público general puedan seguir beneficiándose”, añade el líder de FAR. Agrega que al igual que el resto de los boricuas, la Junta de FAR y sus empleados están sorprendidos y tristes por el colapso del radiotelescopio. El Observatorio de Arecibo es uno de los proyectos más importantes de FAR. En el 1989 inició el vínculo cuando unieron fuerzas para crear el Centro de Visitantes Fundación Ángel Ramos, luego en el desarrollo e implantación de programas educativos para estudiantes, capacitación para maestros y en el establecimiento del Anfiteatro bautizado Argentina “Tina” Hills. Desde ese momento, las aportaciones han sobrepasado los $2.3 millones a través de los distintos consorcios de manejo que ha tenido el Observatorio: bajo la Universidad de Cornell, con el junte del Universities Space Research Association (USRA), Stanford Research Institute (SRI) & UMET-SUAGM y con el más reciente, integrado por la Universidad de Florida Central (UCF), Yang Enterprize y USAG. Bajo dicho consorcio, FAR realizó una segunda inversión significativa dirigida a la renovación del centro y a la adquisición de nuevos módulos educativos. En el 2016 se reinauguró como Centro de Ciencias y Visitantes Fundación Ángel Ramos. Además, se impulsaron nuevos programas educativos con contenidos aportados por la Universidad Ana G. Méndez, cuyas partidas acumuladas desde el 2011 sobrepasan los $900 mil. “Nosotros nos hemos enfocamos más en la parte educativa del Observatorio. Haber podido participar en los orígenes de la construcción de ese Centro de Visitantes, dio una visión de la importancia que tiene la educación en las ciencias para muchas personas que no tienen acceso de ninguna otra manera a algo como era el Observatorio”, señala Santa María. “Yo he visto bien positivo que las diferentes personas y entidades que están de alguna forma alineadas con este proyecto, como la Universidad de Florida Central, administradora del Observatorio, la Universidad Ana G. Méndez y la Fundación, se están moviendo rápidamente para ver qué se puede hacer ahora, no esperar seis meses o un año para entonces empezar a planificar”. Aunque consciente de que será un esfuerzo difícil debido a los altos costos y las consideraciones ambientales que deberán primar en el proceso, Santa María comparte la esperanza de muchos puertorriqueños: que se reconstruya el radiotelescopio. “Hay muchos esfuerzos que se están haciendo ahora mismo para tratar de crear conciencia, a cargo de científicos y de estudiantes. Aunque se le está dando mucha importancia a los científicos que vienen todo el año a hacer sus investigaciones, no podemos dejar de ver lo que representa el Observatorio para Puerto Rico en términos educativos, económicos y turísticos. No creo que haya un proyecto tan emblemático como el Observatorio, que es conocido en todo el mundo”, insiste Santa María. El Observatorio recibía anualmente unos 100,000 visitantes, de los cuales 30,000 eran estudiantes de todos los niveles. SIEMPRE EN MOVIMIENTO Con buenos ojos, Santa María ve que la dirección del Observatorio no se haya quedado “paralizada”, en medio de la emergencia que viven, y que no hayan olvidado el componente educativo mientras están en la rigurosa tarea de identificar daños, servicios que todavía pueden ofrecer y reflexionan sobre la posible reconstrucción del proyecto científico. “Yo he visto bien positivo que las diferentes personas y entidades que están de alguna forma alineadas con este proyecto, como la Universidad de Florida Central, administradora del Observatorio, la Universidad Ana G. Méndez y la Fundación, se están moviendo rápidamente para ver qué se puede hacer ahora, no esperar seis meses o un año para entonces empezar a planificar. Lo veo bien positivo para que los estudiantes no pierdan parte de lo que es el Observatorio, por ellos hay que seguir porque a lo mejor ibas y al principio no entendías mucho cómo funcionaba, pero luego las exhibiciones le daban algo más real a la experiencia para poder pensar, soñar y decir ‘yo quiero ser científico’, para saber que había otras cosas a las que podían aspirar en el mundo”, opina el presidente de FAR. Agregó Santa María que “a nivel temporero, a las exposiciones educativas hay que buscarle un espacio para que la gente pueda seguir disfrutándolas”. “Todo es tentativo hasta el momento, porque hay que evaluar cuáles se pueden sacar de la sede del Observatorio, pero algunas podrían moverse a organizaciones donatarias nuestras”, dice sobre muestras únicas en la isla en los campos de Astronomía y Astrofísica. No es la primera vez que FAR apuesta por el futuro del Observatorio. En el 2016 participó en las vistas públicas de la NSF para defender su permanencia debido a su importancia científica a nivel mundial, su valor educativo para nuestra comunidad y su potencia como activo de desarrollo económico y turístico. Ante el nuevo escenario, la lucha por impulsar su renovación continúa. Fotos / Archivo FAR
Colapsó el radiotelescopio y con él una era para la ciencia local e internacional. Conversamos con su director, Francisco Córdova, sobre las labores que siguen intactas, los cambios en camino y, por supuesto, el shock que todavía les queda. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé La foto que nunca quisimos ver, la noticia que jamás pensamos leer se hizo realidad: el radiotelescopio de Arecibo colapsó la mañana del 1 de diciembre debido a fallas en sus cables de soporte. En agosto comenzó su lento deterioro cuando se rompió el primer cable. Administrado por la Fundación Nacional de Ciencias (NSF, por sus siglas en inglés), nuestro radiotelescopio era uno de los más grandes del mundo gracias a su plato reflector de 1,000 pies de ancho y un domo gregoriano de 900 toneladas. Colgaba a 450 pies del suelo y su plataforma quedaba suspendida al colgar por cables desde tres torres. La Fundación Ángel Ramos mantuvo una estrecha relación colaborativa con la organización, auspiciando su centro de visitantes y su anfiteatro. Allí se celebró la entrega del Premio Tina Hills 2016. “Ha sido un shock emocional para todos los que llevamos tantos años trabajando por mantener y crecer esta facilidad, todavía es difícil pasar y no ver el telescopio”, acepta su director ejecutivo, el ingeniero Francisco Córdova. “Pero sabemos también que es nuestra responsabilidad buscar la manera de seguir hacia adelante, de continuar, esa es la misma razón por la cual nosotros estamos aquí. Tenemos a todos los equipos trabajando en identificar qué tenemos que mejorar, qué otros equipos tenemos disponibles inmediatamente para cumplir con nuestra misión, pensando en el futuro, y qué cosa podríamos hacer: potencialmente un telescopio o un instrumento nuevo, qué capacidades quisiéramos, qué misiones de ciencia son las más atractivas. Dentro del shock que hemos pasado, de la tristeza y las frustraciones, también hemos logrado la manera de ver la esperanza. Siempre lo digo, este grupo de personas es increíblemente resiliente”, agrega. Como la ciencia no pasa de moda, los propósitos de la organización siguen firmes. Córdova destaca que, entre otros aspectos, “los lidars no fueron afectados y podemos continuar operándolos, nuestro equipo óptico sigue operando -los fotómetros, los imagers-, nuestra facilidad remota en Culebra no fue impactada, tenemos una antena de 12 metros que le estamos haciendo unos pequeños arreglos para que sea un poco mejor para la ciencia específica que estamos tratando de hacer”. Esos serán, asegura, “los instrumentos principales de nosotros ahora”. “… el Observatorio era parte de la cultura puertorriqueña y no podemos menospreciar el hecho de que se había vuelto un icono, un símbolo representativo de Puerto Rico que lo hemos perdido y es un impacto irremplazable”. El análisis de datos continúa, ya que cuentan con “más de un petabyte” de información que no han revisado, de modo que agilizan el trabajo con técnicos de sistemas. “Otros científicos están completando los modelos de forma de asteroides que ya hemos observado usando el radar planetario, así que tenemos bastante trabajo en términos de productividad científica delante de nosotros. Desde enero tenemos varias semanas de observación, hicimos un survey exploratorio y eso nos toma meses analizar, solo habíamos trabajado un 20% de esa data y creemos que va a haber muchos descubrimientos, así que estamos bien contentos por eso. Tenemos bastante trabajo frente a nosotros”, explica Córdova. SIGUEN LOS PROGRAMAS EDUCATIVOS Dilucidar cuál será la nueva misión y si se embarcarán en la reconstrucción del aparato conlleva un análisis profundo que ya comenzaron. Desde los terremotos de enero, trasladaron sus programas educativos a la vía remota, decisión que la pandemia por COVID-19 prolongó. “No queremos impactar ninguno de los programas educativos”, dice Córdova sobre el formato que continuará. Ahora buscan cómo llegar físicamente a la comunidad. Por eso, exploran alianzas con otras organizaciones para trasladar hasta sus sedes las exposiciones del Observatorio. Consultado sobre los esfuerzos de recogido de firmas que han generado grupos de estudiantes y científicos para exigir la reconstrucción del radiotelescopio, a su director le parecen “muy buenos”, ya que revelan “la importancia del Observatorio”. “Creo que es importante recalcar que tenemos tantos científicos que necesitan esta facilidad para hacer su ciencia, estudiantes que han sido impactados -hoy son ingenieros o científicos gracias a experiencias aquí-, desde ese punto de vista creo que es excelente el hecho de que la comunidad esté levantando la voz, que tenemos que continuar peleando y que queremos seguir teniendo un instrumento como el Observatorio en Puerto Rico”. Y las razones para conservarlo sobran, a juicio de Córdova. “La ciencia siempre ha sido nuestra prioridad y la productividad científica del Observatorio es la mayor de cualquier otra facilidad o radiotelescopio en el mundo. Sirve de inspiración a futuras generaciones, aunque vengas de visita con 6 u 8 años y quizás no entiendas la física aquí, es un lugar inspiracional y eso es una de las cosas que hemos perdido. Además, el Observatorio era parte de la cultura puertorriqueña y no podemos menospreciar el hecho de que se había vuelto un icono, un símbolo representativo de Puerto Rico que lo hemos perdido y es un impacto irremplazable”, dice el director quien, de paso, agradeció el apoyo de organizaciones y fundaciones aliadas. ¿Puede ser mejor el futuro del Observatorio? “Seguro que sí, quedan datos por analizar, ideas generadas a través de la comunidad científica que podrían crear algo igual o más especial. Habrá Observatorio de Arecibo para rato”, acaba confiado.
La competencia empresarial contó con la Fundación Ángel Ramos y el Fondo Flamboyán para las Artes de Fundación Flamboyán, como auspiciadores de este galardón que brinda un espaldarazo a empresas especializadas en la gestión cultural. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Maximiliano Rivas, de ACirc TV. Grupo Guayacán no titubea en su meta de desarrollar empresarios globales. Mantuvieron a flote su programa educativo empresarial en plena pandemia y llegó el momento de concluirlo con su tradicional ceremonia de cierre, en la que destacan los logros de los integrantes de la clase 2020. El requerido distanciamiento social habrá cambiado el formato, pero no el espíritu de la premiación. En una ceremonia virtual transmitida la noche del jueves, 10 de diciembre, se resaltó el desempeño de la clase graduanda del Guayacán Venture Accelerator 2020 y a los ganadores de la competencia empresarial EnterPRize 2020, que otorgó más de $200,000 en capital semilla. “Inspirados por el empuje de nuestros empresarios, en Guayacán nos hemos dado a la tarea de capturar toda la magia de nuestra tradicional celebración a través de este programa especial. El 2020 ha sido un año sin precedentes y los logros que celebramos hoy son prueba de que juntos somos más fuertes. Desde el comienzo de la cuarentena en marzo, el equipo de Guayacán se ha mantenido trabajando incansablemente y mano a mano con nuestros colaboradores, para asegurar la continuidad de nuestros programas y servicios de apoyo a nuestros empresarios”, dijo en su mensaje de bienvenida Laura Cantero, directora ejecutiva de Grupo Guayacán. La líder agradeció el apoyo de los donantes en estos momentos difíciles, especialmente a los que viabilizaron la entrega de capital de emergencia a empresas participantes de los programas o a exalumnos y a los que mantuvieron su compromiso con los premios de EnterPRize 2020. Tommie Hernández de Sirena Patterns. El proceso educativo de los participantes continuó por la vía virtual, “sin sacrificar la calidad”, según informó Cantero, quien reconoció también “la valentía y la resiliencia” de los participantes que no dudaron en aprovechar la experiencia. A ese grupo de auspiciadores pertenecen la Fundación Ángel Ramos y la Fundación Flamboyán -a través de su Fondo Flamboyán para las Artes- quienes se unieron para ofrecer el Premio Especial de Arte y Cultura en EnterPRize 2020. Otorgado a una empresa cuyo producto o servicio promueva el arte y la cultura, el galardón está dotado de $20,000 en capital semilla. El premio recayó en ACircTV y la noticia dejó a su director, Maximiliano Rivas, emocionado. “Se agradece. ¡Gracias!”, dijo Rivas. ACirc TV es la nueva plataforma virtual de la Asociación ACirc que ofrece contenido cultural y artístico para mantener contacto con su público ante la nueva realidad. “Desde ACirc les agradecemos de verdad. Nos ayuda muchísimo este empuje económico y todo aquel que quiera sumarse a esta locura es más que bienvenido”, declaró Rivas. LUCEN LOS FINALISTAS DE ARTE Y CULTURA Ni las sorpresas ni las buenas noticias acabaron ahí. Lee conmigo, una de las organizaciones finalistas al Premio Especial Arte y Cultura, recibió la distinción “Sembrando futuro”, que destaca a un equipo que ha mostrado un desempeño y un progreso excepcional durante este año. Como parte del galardón, recibieron $5,000. Lee conmigo promueve la lectura en familias puertorriqueñas con niños de 8 años o menos mediante la creación de espacios y talleres de lectura grupal. “Wao, estoy sin palabras”, confesó Juan Carlos Acevedo. Gianlee Márquez Hernández y Juan Carlos Acevedo Gándara, de Lee conmigo. “Increíble, de verdad, gracias a Guayacán, gracias a todas las personas que están detrás de Guayacán, a Katerina, a Manuel, a todas esas personas que hacen que estos premios sean posibles”, agregó Acevedo. La presentación de los grandes ganadores de EnterPRize 2020 cerró la ceremonia e incluyó a otro de los finalistas del Premio Especial de Arte y Cultura. Las empresas recibieron $50,000 en premios, además de espacios en vallas publicitarias auspiciados por B-Group, valorados en cerca de $250,000. En tercer lugar, recibiendo $10,000 en capital semilla, arribó la empresa Agropek. Le siguió Sirena Patterns en segundo lugar, obteniendo $15,000. Esta es una empresa bilingüe de e-learning y patrones de costura -impresos y digital- fundada por la diseñadora de modas puertorriqueña, Tommie Hernández. “¿En serio?”, fueron sus primeras palabras. “Gracias Guayacán, gracias Katerina, gracias Laura, gracias Manu por estar con nosotros, por ayudarme a seguir adelante, por hacer de mis sábados unos bien entretenidos, no había forma de aburrirme, y por ayudarme a continuar aprendiendo. Cuentan conmigo, soy parte de la familia de Guayacán forever y gracias”, puntualizó Hernández, líder de la empresa que además fue finalista del Premio Especial de Arte y Cultura. Y la gran empresa ganadora de la noche fue Evocare, la cual recibirá $25,000 en capital semilla, cobertura en prensa valorada en $20 mil (ahorro en publicidad no pagada), entre otros premios. “Qué noche tan espectacular. Felicidades a todos los ganadores”, despidió Laura Cantero el evento.
El estudiante de Ingeniería Mecánica en la UPR-Mayagüez, Wilbert A. Ruperto Hernández, inició con amigos egresados del programa preuniversitario del Observatorio de Arecibo, un movimiento para pedir al Congreso la reconstrucción de la estructura colapsada a inicios de este mes. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Wilbert A. Ruperto Hernández encabeza junto a otros estudiantes el movimiento que busca atención del Congreso a la situación del Observatorio. Foto / Suministrada La rotura del primer cable de soporte del módulo transmisor y receptor del Observatorio de Arecibo el pasado agosto, y el anuncio de su administrador, la Fundación Nacional de Ciencias (NFS, por sus siglas en inglés), de demoler la estructura, fue suficiente para activarlos. La tarde del anuncio, ya Wilbert Andrés Ruperto Hernández se había comunicado con amigos que respaldaban la creación de un movimiento en redes sociales que pedía “detener la demolición”. Se llamó Save the Observatory y de inmediato generó atención de otros estudiantes de ciencia, profesores, investigadores y científicos del país y del exterior. Cuando el 1 de diciembre el radiotelescopio colapsó, al otro día el movimiento cambió su reclamo en la plataforma a “reconstruyan el Observatorio de Arecibo”. “Ya nos lamentamos, ahora manos a la obra”, recuerda Ruperto aquellos días tristes. “La comunidad científica ha generado conversaciones y documentos con miras a lograr esfuerzos de reconstrucción”, indica. A Ruperto lo guían muchas cosas en esta tarea, pero sobre todo el cariño y el agradecimiento hacia un espacio que fungió como brújula educativa en sus años de escuela superior. Estudiante de cuarto año de Ingeniería Mecánica en la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, el joven integró el programa preuniversitario Arecibo Observatory Space Academy entre el décimo y el duodécimo grado, mientras de forma paralela estudiaba en CROEM. “Por dos años y medio, casi todos los sábados, yo pasaba el día investigando y trabajando en el Observatorio, por eso sé lo que puede hacer”, subraya el joven. “Este desastre se puede convertir en una oportunidad de innovación inmensa. Con los avances de la ciencia y la ingeniería se puede lograr un radiotelescopio más resiliente, menos costoso y más avanzado en cuestión de transmisores”. “Cuando unas horas antes de que fuera pública me dieron la noticia de la decisión de la NFS, me conmocionó porque sabía la importancia del Observatorio, porque la viví y entendía que se podía salvar; ese no podía ser su final. Motivado por ese sentimiento de pertenencia, me moví con amigos de la academia y al final del día ya teníamos 140 personas bajo el movimiento de Save the Observatory”, recuerda sobre la iniciativa que tiene cuentas en Facebook, Twitter e Instagram. En la plataforma We the People, especializada en peticiones dirigidas a la Casa Blanca, encuentras la petición en la que se solicita al Congreso ubicar fondos para la reconstrucción del radiotelescopio. Para ser considerada debe alcanzar las 100,000 firmas. FUERA LOS MITOS Participantes de programas educativos del Observatorio de Arecibo. Foto / Suministrada Si lees comentarios en redes sociales como este, “el Observatorio estaba obsoleto”, Ruperto se encarga de desmentirlo. “No solo no estaba obsoleto, sino que era una facilidad de investigación única en el mundo”, destaca el estudiante, “esto va más allá de nuestro 100 x 35”. “El impacto de no tenerlo es mayor que cualquier costo económico, eso no va a igualar los beneficios a la protección del planeta como, por ejemplo, monitorear en alta definición los asteroides que se acercan a la Tierra con información sobre su distancia, tamaño, composición y velocidad para poder desviarlo. Parece ciencia ficción, pero esto es real”. Explica Ruperto que los transmisores del radar planetario emiten energía en forma de ondas que rebotan contra asteroides o planetas, entre otros, y acá se recoge esa información. “Es como una linterna para alumbrar el espacio profundo y darnos información de lo que no sabíamos”, dice y agrega que el calendario de investigaciones para estudios subgraduados en el lugar estaba lleno. “Hay que reconstruir con rapidez para darle continuidad a los trabajos. Este desastre se puede convertir en una oportunidad de innovación inmensa. Con los avances de la ciencia y la ingeniería se puede lograr un radiotelescopio más resiliente, menos costoso y más avanzado en cuestión de transmisores, además de que le puede dar un boost económico al Barrio Esperanza, a Arecibo y a Puerto Rico entero”, acaba el estudiante. Si quieres colaborar con el esfuerzo, deja tu firma aquí. Fotos / Suministradas
El programa de Formación y Desarrollo de Voluntariado que la Fundación Ángel Ramos instauró antes del paso del huracán María en el 2017 para garantizar ayuda extra a las organizaciones sin fines de lucro, ya ha logrado la movilización de más de 15 mil voluntarios. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Astrid Morales acompañó a las organizaciones en el proceso de identificar sus debilidades y fortalezas. Archivo FAR / Javier del Valle El progreso es complaciente: de 355 voluntarios movilizados mediante nuestro Programa de Formación y Desarrollo de Voluntariado establecido en el 2017, en este extraño 2020 marcado por la pandemia la cifra alcanza los 7,095. Mejor aún, si contamos los cuatro años en que se ha laborado con organizaciones para que desarrollen estructuras que formalicen sus relaciones con el voluntariado, el total comprometido es de 15,634. En el marco del Día del Voluntariado (5 de diciembre), festejamos la labor del programa y de su clase 2020. Apoyo académico en PAEC El proyecto Ciudadanía Activa se desprende de este programa y nació poco después del paso de huracán María, aprovechando la ola de solidaridad que arropó a la isla. Consciente de que las exigencias de servicio para las organizaciones serían mayores y las condiciones muy precarias, la iniciativa buscaba garantizar ayuda extra para éstas. ¿Cómo? Capacitándolas para que formalizaran y fortalecieran sus relaciones con el voluntariado, aliado indispensable para cumplir con sus misiones. “Lo bonito que ha ido pasando es que no es un modelo genérico el que impone la Fundación Ángel Ramos si no adaptar el modelo de manejo de voluntarios desde el contexto y la necesidad de cada organización; esa es la contribución más significativa. Si unes todas las organizaciones y miras el macro, te das cuenta de que hay un impacto en el país. Del 2017 hasta hoy tenemos un ejército de voluntarios generando esperanza en la isla, que se han movilizado y han aportado”, señala orgullosa Astrid Morales, quien lidera el programa y el proyecto Ciudadanía Activa. Preparación de alimentos en Iniciativa Comunitaria. Foto / Javier del Valle Cada año, una clase compuesta por representantes de varias organizaciones sin fines de lucro, se capacita para trabajar con su voluntariado de otra manera. Reciben talleres sobre cómo atraerlo, entrenarlo y retenerlo. De igual manera, en asociación con AARP Puerto Rico, parearon un recurso en cada organización que funge, todavía en varias de ellas, como coordinador de voluntariado. También se ofrecieron sesiones de mentoría individual para echar a andar los proyectos. Información suministrada por Morales refleja que el 44% de las organizaciones incorporó el voluntariado como un lineamiento estratégico y que el 100% de éstas documentan consistentemente el impacto del voluntariado y han involucrado a su equipo de trabajo en la atención de voluntarios. LA CLASE 2020 Si bien la clase del 2020 es menor que en años anteriores y ha estado marcada por la incertidumbre de la pandemia, se ha mantenido activa a la distancia. Participaron Bill’s Kitchen e Iniciativa Comunitaria, en San Juan; Proyecto La Nueva Esperanza, en Aguadilla; PAEC, en Aguada; Hogar Santa María Eufrasia y Hogar Santa Teresita, en Arecibo. “Típicamente tienes en el programa de voluntariado formas para capitalizar el de tipo corporativo, universitario o comunitario, que son gente de la comunidad que se acerca a servir. Todas las organizaciones participantes capitalizaron en un voluntariado distinto porque era el área en que se querían centrar”, detalla Morales. “Cuando existen proyectos como este para documentar, visibilizar y subirle el volumen a su labor, podemos empezar a ver el impacto”. Morales indica que Bill’s Kitchen prestó más atención a su voluntariado corporativo que le permite asegurar la alimentación de los 1,700 participantes que sirven. Al culminar su experiencia de servicio, el voluntario tiene la oportunidad de evaluarla. En el caso de Iniciativa Comunitaria, aprovecharon el voluntariado juvenil, profesional y universitario que se acerca cada vez más, gracias a la atención que le ofrecen dos coordinadoras de la organización. PAEC reforzó el voluntariado comunitario, especialmente con un líder de la zona que se ha dedicado a coordinar la rehabilitación de una escuela abandonada y cedida por el gobierno a la organización, para convertirla en un centro de resiliencia para eventos de emergencia. Brigada comunitaria remoza un espacio en Arecibo. Foto / Javier del Valle Proyecto La Nueva Esperanza aprovechó el conocimiento de la vulnerabilidad de adultos mayores que ya tenía y, gracias al voluntariado, le sirvió en la pandemia para entregar alimentos y artículos a domicilio. Hogar Santa Teresita aprendió a estructurar su programa de voluntariado de manera que se cubran las necesidades fijas de la población que sirven y Santa María Eufrasia adoptó la documentación del impacto del servicio voluntario para convertirlo en impacto económico. El último reporte presentado por las organizaciones fue en agosto del 2020. El mismo consigna 230 mil horas de servicio voluntario y $3 millones en contribución ciudadana. Entrega de alimentos coordinada por Proyecto La Nueva Esperanza en Aguadilla. Foto / Facebook “El proyecto ha ido masificándose y le pusimos la lupa encima a organizaciones porque en el país no hay quien reseñe la transformación ciudadana por servicio voluntario. Cuando existen proyectos como este para documentar, visibilizar y subirle el volumen a su labor, podemos empezar a ver el impacto. Si lo cuantificamos por las 6 mil organizaciones que hay en el país, sabemos que son millones de voluntarios sirviendo aquí”, dijo Morales. Para ella resulta fundamental entender que, sin esas manos voluntarias, “no existiría el impacto de la labor que realizan las organizaciones, porque aumenta el alcance del servicio”. “Sin ellas sería menor el impacto que tenemos hoy, en momentos en que tanto lo necesitamos”, concluye Morales. Foto / Archivo FAR / Javier del Valle Conoce más de las seis organizaciones participantes: Bill’s Kitchen Hogar Infantil Santa Teresita Hogar Santa María Eufrasia Iniciativa Comunitaria Programa de Apoyo y Enlace Comunitario (PAEC) Proyecto La Nueva Esperanza