El estudiante de Ingeniería Mecánica en la UPR-Mayagüez, Wilbert A. Ruperto Hernández, inició con amigos egresados del programa preuniversitario del Observatorio de Arecibo, un movimiento para pedir al Congreso la reconstrucción de la estructura colapsada a inicios de este mes. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Wilbert A. Ruperto Hernández encabeza junto a otros estudiantes el movimiento que busca atención del Congreso a la situación del Observatorio. Foto / Suministrada La rotura del primer cable de soporte del módulo transmisor y receptor del Observatorio de Arecibo el pasado agosto, y el anuncio de su administrador, la Fundación Nacional de Ciencias (NFS, por sus siglas en inglés), de demoler la estructura, fue suficiente para activarlos. La tarde del anuncio, ya Wilbert Andrés Ruperto Hernández se había comunicado con amigos que respaldaban la creación de un movimiento en redes sociales que pedía “detener la demolición”. Se llamó Save the Observatory y de inmediato generó atención de otros estudiantes de ciencia, profesores, investigadores y científicos del país y del exterior. Cuando el 1 de diciembre el radiotelescopio colapsó, al otro día el movimiento cambió su reclamo en la plataforma a “reconstruyan el Observatorio de Arecibo”. “Ya nos lamentamos, ahora manos a la obra”, recuerda Ruperto aquellos días tristes. “La comunidad científica ha generado conversaciones y documentos con miras a lograr esfuerzos de reconstrucción”, indica. A Ruperto lo guían muchas cosas en esta tarea, pero sobre todo el cariño y el agradecimiento hacia un espacio que fungió como brújula educativa en sus años de escuela superior. Estudiante de cuarto año de Ingeniería Mecánica en la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, el joven integró el programa preuniversitario Arecibo Observatory Space Academy entre el décimo y el duodécimo grado, mientras de forma paralela estudiaba en CROEM. “Por dos años y medio, casi todos los sábados, yo pasaba el día investigando y trabajando en el Observatorio, por eso sé lo que puede hacer”, subraya el joven. “Este desastre se puede convertir en una oportunidad de innovación inmensa. Con los avances de la ciencia y la ingeniería se puede lograr un radiotelescopio más resiliente, menos costoso y más avanzado en cuestión de transmisores”. “Cuando unas horas antes de que fuera pública me dieron la noticia de la decisión de la NFS, me conmocionó porque sabía la importancia del Observatorio, porque la viví y entendía que se podía salvar; ese no podía ser su final. Motivado por ese sentimiento de pertenencia, me moví con amigos de la academia y al final del día ya teníamos 140 personas bajo el movimiento de Save the Observatory”, recuerda sobre la iniciativa que tiene cuentas en Facebook, Twitter e Instagram. En la plataforma We the People, especializada en peticiones dirigidas a la Casa Blanca, encuentras la petición en la que se solicita al Congreso ubicar fondos para la reconstrucción del radiotelescopio. Para ser considerada debe alcanzar las 100,000 firmas. FUERA LOS MITOS Participantes de programas educativos del Observatorio de Arecibo. Foto / Suministrada Si lees comentarios en redes sociales como este, “el Observatorio estaba obsoleto”, Ruperto se encarga de desmentirlo. “No solo no estaba obsoleto, sino que era una facilidad de investigación única en el mundo”, destaca el estudiante, “esto va más allá de nuestro 100 x 35”. “El impacto de no tenerlo es mayor que cualquier costo económico, eso no va a igualar los beneficios a la protección del planeta como, por ejemplo, monitorear en alta definición los asteroides que se acercan a la Tierra con información sobre su distancia, tamaño, composición y velocidad para poder desviarlo. Parece ciencia ficción, pero esto es real”. Explica Ruperto que los transmisores del radar planetario emiten energía en forma de ondas que rebotan contra asteroides o planetas, entre otros, y acá se recoge esa información. “Es como una linterna para alumbrar el espacio profundo y darnos información de lo que no sabíamos”, dice y agrega que el calendario de investigaciones para estudios subgraduados en el lugar estaba lleno. “Hay que reconstruir con rapidez para darle continuidad a los trabajos. Este desastre se puede convertir en una oportunidad de innovación inmensa. Con los avances de la ciencia y la ingeniería se puede lograr un radiotelescopio más resiliente, menos costoso y más avanzado en cuestión de transmisores, además de que le puede dar un boost económico al Barrio Esperanza, a Arecibo y a Puerto Rico entero”, acaba el estudiante. Si quieres colaborar con el esfuerzo, deja tu firma aquí. Fotos / Suministradas
La competencia empresarial contó con la Fundación Ángel Ramos y el Fondo Flamboyán para las Artes de Fundación Flamboyán, como auspiciadores de este galardón que brinda un espaldarazo a empresas especializadas en la gestión cultural. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Maximiliano Rivas, de ACirc TV. Grupo Guayacán no titubea en su meta de desarrollar empresarios globales. Mantuvieron a flote su programa educativo empresarial en plena pandemia y llegó el momento de concluirlo con su tradicional ceremonia de cierre, en la que destacan los logros de los integrantes de la clase 2020. El requerido distanciamiento social habrá cambiado el formato, pero no el espíritu de la premiación. En una ceremonia virtual transmitida la noche del jueves, 10 de diciembre, se resaltó el desempeño de la clase graduanda del Guayacán Venture Accelerator 2020 y a los ganadores de la competencia empresarial EnterPRize 2020, que otorgó más de $200,000 en capital semilla. “Inspirados por el empuje de nuestros empresarios, en Guayacán nos hemos dado a la tarea de capturar toda la magia de nuestra tradicional celebración a través de este programa especial. El 2020 ha sido un año sin precedentes y los logros que celebramos hoy son prueba de que juntos somos más fuertes. Desde el comienzo de la cuarentena en marzo, el equipo de Guayacán se ha mantenido trabajando incansablemente y mano a mano con nuestros colaboradores, para asegurar la continuidad de nuestros programas y servicios de apoyo a nuestros empresarios”, dijo en su mensaje de bienvenida Laura Cantero, directora ejecutiva de Grupo Guayacán. La líder agradeció el apoyo de los donantes en estos momentos difíciles, especialmente a los que viabilizaron la entrega de capital de emergencia a empresas participantes de los programas o a exalumnos y a los que mantuvieron su compromiso con los premios de EnterPRize 2020. Tommie Hernández de Sirena Patterns. El proceso educativo de los participantes continuó por la vía virtual, “sin sacrificar la calidad”, según informó Cantero, quien reconoció también “la valentía y la resiliencia” de los participantes que no dudaron en aprovechar la experiencia. A ese grupo de auspiciadores pertenecen la Fundación Ángel Ramos y la Fundación Flamboyán -a través de su Fondo Flamboyán para las Artes- quienes se unieron para ofrecer el Premio Especial de Arte y Cultura en EnterPRize 2020. Otorgado a una empresa cuyo producto o servicio promueva el arte y la cultura, el galardón está dotado de $20,000 en capital semilla. El premio recayó en ACircTV y la noticia dejó a su director, Maximiliano Rivas, emocionado. “Se agradece. ¡Gracias!”, dijo Rivas. ACirc TV es la nueva plataforma virtual de la Asociación ACirc que ofrece contenido cultural y artístico para mantener contacto con su público ante la nueva realidad. “Desde ACirc les agradecemos de verdad. Nos ayuda muchísimo este empuje económico y todo aquel que quiera sumarse a esta locura es más que bienvenido”, declaró Rivas. LUCEN LOS FINALISTAS DE ARTE Y CULTURA Ni las sorpresas ni las buenas noticias acabaron ahí. Lee conmigo, una de las organizaciones finalistas al Premio Especial Arte y Cultura, recibió la distinción “Sembrando futuro”, que destaca a un equipo que ha mostrado un desempeño y un progreso excepcional durante este año. Como parte del galardón, recibieron $5,000. Lee conmigo promueve la lectura en familias puertorriqueñas con niños de 8 años o menos mediante la creación de espacios y talleres de lectura grupal. “Wao, estoy sin palabras”, confesó Juan Carlos Acevedo. Gianlee Márquez Hernández y Juan Carlos Acevedo Gándara, de Lee conmigo. “Increíble, de verdad, gracias a Guayacán, gracias a todas las personas que están detrás de Guayacán, a Katerina, a Manuel, a todas esas personas que hacen que estos premios sean posibles”, agregó Acevedo. La presentación de los grandes ganadores de EnterPRize 2020 cerró la ceremonia e incluyó a otro de los finalistas del Premio Especial de Arte y Cultura. Las empresas recibieron $50,000 en premios, además de espacios en vallas publicitarias auspiciados por B-Group, valorados en cerca de $250,000. En tercer lugar, recibiendo $10,000 en capital semilla, arribó la empresa Agropek. Le siguió Sirena Patterns en segundo lugar, obteniendo $15,000. Esta es una empresa bilingüe de e-learning y patrones de costura -impresos y digital- fundada por la diseñadora de modas puertorriqueña, Tommie Hernández. “¿En serio?”, fueron sus primeras palabras. “Gracias Guayacán, gracias Katerina, gracias Laura, gracias Manu por estar con nosotros, por ayudarme a seguir adelante, por hacer de mis sábados unos bien entretenidos, no había forma de aburrirme, y por ayudarme a continuar aprendiendo. Cuentan conmigo, soy parte de la familia de Guayacán forever y gracias”, puntualizó Hernández, líder de la empresa que además fue finalista del Premio Especial de Arte y Cultura. Y la gran empresa ganadora de la noche fue Evocare, la cual recibirá $25,000 en capital semilla, cobertura en prensa valorada en $20 mil (ahorro en publicidad no pagada), entre otros premios. “Qué noche tan espectacular. Felicidades a todos los ganadores”, despidió Laura Cantero el evento.
Líderes de las seis organizaciones sin fines de lucro que se sumaron a nuestro Programa de Formación y Desarrollo de Voluntariado, comparten las ganancias del proceso. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Sandra Torres, directora ejecutiva de Bill's Kitchen. Foto / Javier del Valle Que un patrono done un día pago de labor de sus empleados en esta organización que sirve a una población VIH positiva de 1,700 personas, ha sido un logro significativo para su programa de voluntariado. “La experiencia con el voluntariado corporativo en esta nueva etapa fue distinta porque tuvimos que desarrollar unas herramientas para atraer estas personas cuyo día de trabajo era en la organización y tenían varias para escoger. Para nosotros significó un trabajo de tú a tú con la plantilla gerencial de estas compañías, para que pudieran ver el valor añadido para sus empleados en este proceso de insertarse a trabajar voluntariamente en la organización que eligieran”, afirma Sandra Torres, directora ejecutiva de Bill’s Kitchen. Carmín Rivera, voluntaria de la organización. Foto / Javier del Valle El beneficio sería mutuo, tanto para el empleado y el programa de recursos humanos de su compañía, como para la organización sin fines de lucro. En tiempos de alta tensión laboral, la oportunidad que tienen las personas de conocer las necesidades de otros grupos poblacionales y de ponerse en los zapatos de los empleados del tercer sector, amplía sus percepciones de vida. “La salida de esa persona a realizar labor voluntaria en una organización no solamente da satisfacción personal. El acercarse y poder tener esa experiencia de mirar dónde estoy yo y descubrir que hay un montón de gente que no tiene acceso a los servicios y bienes materiales que uno tiene, y ver empleados que están tratando de ayudar a estas personas bajo condiciones de mucha dificultad, te permite aprender y echar una mirada, aunque momentánea, a la situación socioeconómica de vulnerabilidad en nuestro país. Con esas nuevas experiencias nada más, ganas”, dice Torres sobre la oportunidad de redescubrir el programa de voluntariado en un proceso que inició hace año y medio. Ahora buscan la manera de mantener activos los servicios en la pandemia. Si antes entregaban 100 compras y alimentos con los requisitos nutricionales de su población VIH positiva, en tiempos de COVID-19 ese número se elevó a 350. El aumento de trabajo ha sido brutal y la reducción de voluntariado por el temor al contagio se ha sentido, pero aún apoya la gestión de la organización. En agenda queda, para todas las organizaciones, tocar las puertas nuevamente de los voluntarios que se han distanciado a causa de la pandemia para construir juntos una nueva normalidad. Fotos / Javier del Valle Otras organizaciones participantes: Hogar Infantil Santa Teresita Hogar Santa María Eufrasia Iniciativa Comunitaria Programa de Apoyo y Enlace Comunitario (PAEC) Proyecto La Nueva Esperanza
El programa de Formación y Desarrollo de Voluntariado que la Fundación Ángel Ramos instauró antes del paso del huracán María en el 2017 para garantizar ayuda extra a las organizaciones sin fines de lucro, ya ha logrado la movilización de más de 15 mil voluntarios. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Astrid Morales acompañó a las organizaciones en el proceso de identificar sus debilidades y fortalezas. Archivo FAR / Javier del Valle El progreso es complaciente: de 355 voluntarios movilizados mediante nuestro Programa de Formación y Desarrollo de Voluntariado establecido en el 2017, en este extraño 2020 marcado por la pandemia la cifra alcanza los 7,095. Mejor aún, si contamos los cuatro años en que se ha laborado con organizaciones para que desarrollen estructuras que formalicen sus relaciones con el voluntariado, el total comprometido es de 15,634. En el marco del Día del Voluntariado (5 de diciembre), festejamos la labor del programa y de su clase 2020. Apoyo académico en PAEC El proyecto Ciudadanía Activa se desprende de este programa y nació poco después del paso de huracán María, aprovechando la ola de solidaridad que arropó a la isla. Consciente de que las exigencias de servicio para las organizaciones serían mayores y las condiciones muy precarias, la iniciativa buscaba garantizar ayuda extra para éstas. ¿Cómo? Capacitándolas para que formalizaran y fortalecieran sus relaciones con el voluntariado, aliado indispensable para cumplir con sus misiones. “Lo bonito que ha ido pasando es que no es un modelo genérico el que impone la Fundación Ángel Ramos si no adaptar el modelo de manejo de voluntarios desde el contexto y la necesidad de cada organización; esa es la contribución más significativa. Si unes todas las organizaciones y miras el macro, te das cuenta de que hay un impacto en el país. Del 2017 hasta hoy tenemos un ejército de voluntarios generando esperanza en la isla, que se han movilizado y han aportado”, señala orgullosa Astrid Morales, quien lidera el programa y el proyecto Ciudadanía Activa. Preparación de alimentos en Iniciativa Comunitaria. Foto / Javier del Valle Cada año, una clase compuesta por representantes de varias organizaciones sin fines de lucro, se capacita para trabajar con su voluntariado de otra manera. Reciben talleres sobre cómo atraerlo, entrenarlo y retenerlo. De igual manera, en asociación con AARP Puerto Rico, parearon un recurso en cada organización que funge, todavía en varias de ellas, como coordinador de voluntariado. También se ofrecieron sesiones de mentoría individual para echar a andar los proyectos. Información suministrada por Morales refleja que el 44% de las organizaciones incorporó el voluntariado como un lineamiento estratégico y que el 100% de éstas documentan consistentemente el impacto del voluntariado y han involucrado a su equipo de trabajo en la atención de voluntarios. LA CLASE 2020 Si bien la clase del 2020 es menor que en años anteriores y ha estado marcada por la incertidumbre de la pandemia, se ha mantenido activa a la distancia. Participaron Bill’s Kitchen e Iniciativa Comunitaria, en San Juan; Proyecto La Nueva Esperanza, en Aguadilla; PAEC, en Aguada; Hogar Santa María Eufrasia y Hogar Santa Teresita, en Arecibo. “Típicamente tienes en el programa de voluntariado formas para capitalizar el de tipo corporativo, universitario o comunitario, que son gente de la comunidad que se acerca a servir. Todas las organizaciones participantes capitalizaron en un voluntariado distinto porque era el área en que se querían centrar”, detalla Morales. “Cuando existen proyectos como este para documentar, visibilizar y subirle el volumen a su labor, podemos empezar a ver el impacto”. Morales indica que Bill’s Kitchen prestó más atención a su voluntariado corporativo que le permite asegurar la alimentación de los 1,700 participantes que sirven. Al culminar su experiencia de servicio, el voluntario tiene la oportunidad de evaluarla. En el caso de Iniciativa Comunitaria, aprovecharon el voluntariado juvenil, profesional y universitario que se acerca cada vez más, gracias a la atención que le ofrecen dos coordinadoras de la organización. PAEC reforzó el voluntariado comunitario, especialmente con un líder de la zona que se ha dedicado a coordinar la rehabilitación de una escuela abandonada y cedida por el gobierno a la organización, para convertirla en un centro de resiliencia para eventos de emergencia. Brigada comunitaria remoza un espacio en Arecibo. Foto / Javier del Valle Proyecto La Nueva Esperanza aprovechó el conocimiento de la vulnerabilidad de adultos mayores que ya tenía y, gracias al voluntariado, le sirvió en la pandemia para entregar alimentos y artículos a domicilio. Hogar Santa Teresita aprendió a estructurar su programa de voluntariado de manera que se cubran las necesidades fijas de la población que sirven y Santa María Eufrasia adoptó la documentación del impacto del servicio voluntario para convertirlo en impacto económico. El último reporte presentado por las organizaciones fue en agosto del 2020. El mismo consigna 230 mil horas de servicio voluntario y $3 millones en contribución ciudadana. Entrega de alimentos coordinada por Proyecto La Nueva Esperanza en Aguadilla. Foto / Facebook “El proyecto ha ido masificándose y le pusimos la lupa encima a organizaciones porque en el país no hay quien reseñe la transformación ciudadana por servicio voluntario. Cuando existen proyectos como este para documentar, visibilizar y subirle el volumen a su labor, podemos empezar a ver el impacto. Si lo cuantificamos por las 6 mil organizaciones que hay en el país, sabemos que son millones de voluntarios sirviendo aquí”, dijo Morales. Para ella resulta fundamental entender que, sin esas manos voluntarias, “no existiría el impacto de la labor que realizan las organizaciones, porque aumenta el alcance del servicio”. “Sin ellas sería menor el impacto que tenemos hoy, en momentos en que tanto lo necesitamos”, concluye Morales. Foto / Archivo FAR / Javier del Valle Conoce más de las seis organizaciones participantes: Bill’s Kitchen Hogar Infantil Santa Teresita Hogar Santa María Eufrasia Iniciativa Comunitaria Programa de Apoyo y Enlace Comunitario (PAEC) Proyecto La Nueva Esperanza
Líderes de las seis organizaciones sin fines de lucro que se sumaron a nuestro Programa de Formación y Desarrollo de Voluntariado, comparten las ganancias del proceso. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Apoyo educativo ofrecido en el Hogar. Foto / Javier del Valle “Yo entendí que el voluntariado es mucho más”, asegura Melva Arbelo, directora de la organización establecida en Arecibo. “A pesar de que por muchos años hemos tenido voluntarios en el hogar, casi siempre en el área de recaudación de fondos, a través de la experiencia con el programa de formación me di cuenta de que el voluntariado tiene un valor más grande del que uno le da. Nos ayudaron a cuadrar las hojas de asistencia, lo que me ayudo a entender el valor monetario de cada persona que entra aquí y eso fue bien especial”, explica Arbelo. Celebró además que las coordinadoras que se adiestraron en el tema “están más comprometidas y animadas porque ellos pueden hacer muchas cosas en pro de la organización”. “Nos ha tocado vivir una época difícil”, reconoce la directora que alberga 15 niños víctimas de maltrato entre las edades de 3 a 8 años. Melva Arbelo, directora ejecutiva de la organización y Lizybeth Faría, coordinadora de voluntarios. Foto / Javier del Valle “Comenzamos con las puertas abiertas y se fueron cerrando por la pandemia. Aún así, cada vez que hay una necesidad, la coordinadora de voluntariado coordina con personas para cumplir con el requisito que nos ayude. Se ha quedado con nosotros, siempre nos monitorea, es parte del equipo de trabajo, da su vueltita, llega y pregunta cómo está todo. Ella sigue cuadrando nuestras listas, sigue su asistencia y su compromiso con la institución; en la repartición de alimentos traía su equipo para desinfectar alimentos”, dice sobre Lisibeth Farías. Arbelo la reconoce como “tremenda aliada”. “Ella es mi mano derecha, la que me ayuda a trabajar los resultados de las necesidades del hogar”, reconoce. Otras organizaciones participantes: Bill’s Kitchen Hogar Santa María Eufrasia Iniciativa Comunitaria Programa de Apoyo y Enlace Comunitario (PAEC) Proyecto La Nueva Esperanza