El Hogar Ruth, organización que recibe mujeres afectadas por la violencia familiar, abre su escuela estilo Montessori para atender a los niños y niñas en el albergue. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Lisdel Flores Barger, directora de Hogar Ruth, durante el acto de apertura de la escuela Mariposa Montessori. Foto / Javier del Valle Del dicho al hecho hay un trecho. En este caso, el dicho empezó hace dos años con la afirmación: “queremos hacer un cuido, con algo más, para las mujeres en el albergue”. Se trabajó a lo largo del trecho con las fundaciones Wildflower y Ángel Ramos, y el hecho es que Hogar Ruth inauguró la pasada semana Mariposa Montessori, la primera escuela en la isla que ofrece servicios a las hijas e hijos de las participantes de este albergue para sobrevivientes de violencia doméstica. “Empezamos las conversaciones en el 2019 porque teníamos una inquietud insistente en hacer algo más allá en el trabajo con los niños. Hacíamos un trabajo bien bonito, pero sentíamos que estábamos quedándonos cortos en los servicios para ellos. Soñábamos con un cuido-respiro para que las mujeres pudieran trabajar áreas especificas de sus situaciones porque en el albergue están 24 horas con los hijos”, explica Lisdel Flores Badger, directora ejecutiva de Hogar Ruth, organización ganadora del Premio Tina Hills en el 2019. Como parte del Donativo especial en fortalecimiento organizacional de la Fundación Ángel Ramos, comenzaron a trabajar el plan estratégico de la iniciativa. Luego, dos sucesos elevaron el nivel del proyecto: ganaron el Premio Tina Hills, que les dotó con $150,000, y recibieron la llamada de la Fundación Wildflower, especializada en desarrollar micro escuelas bajo la filosofía Montessori en comunidades con desventaja económica y social. Así el sueño del “cuido con algo más” se convirtió en escuela. “La realidad es que en el albergue recibimos más niños que mujeres”, dice Flores sobre la prole de las participantes que dejan atrás una vida de violencia familiar. “Así que con esa llamada pudimos desarrollar un programa para niños más abarcador en el que podemos trabajar de manera efectiva la prevención, la violencia y el trauma al que han estado expuestos en sus hogares. Nosotros no teníamos idea de cómo hacerlo”, agrega Flores sobre la llamada de Fundación Wildflower, recibida un viernes luego de una semana “demasiado dura”. La inversión fue de poco más de $200,000 para acondicionar el espacio y preparar dos maestras guías. “Wildflower nos dio los fondos del capital semilla, más lo que ganamos con el Premio Tina Hills, así pudimos completar esa primera parte”, detalla la directora ejecutiva. La pandemia alteró los costos de construcción, lo que llevó a afectar las nóminas de las maestras, aseguradas en principio por dos años. “Llegó un momento en que tuvimos discrepancias y discutimos ‘¿queremos continuar?’, pero seguimos porque hay que confiar en el proceso y terminarlo. Vamos a hacer como lo pensamos, como lo soñamos que yo me encargo del resto; vamos a solicitar propuestas”, recuerda sbore la incertidumbre en un punto del camino. NACE LA ESCUELA Una antigua casa junto al albergue que hace año y medio había adquirido gracias a la asamblea municipal, fue obtenida mediante usufructo y ahora Hogar Ruth la posee oficialmente. Ahí ubicaba el gimnasio y el salón de belleza de las participantes y ahora el espacio se rehabilitó para la escuela. En su proyecto piloto, Mariposa Montessori atenderá niños de seis meses a 6 años de las participantes del albergue o de las que reciben servicios ambulatorios. Seis estudiantes comenzaron ahora en marzo y poco a poco se integrarán otros, luego de que culminen procesos de cuarentena al llegar a la sede de Hogar Ruth. “Los del albergue entran de manera paulatina, por ejemplo, la familia llegó hoy, la maestra se reúne con la coordinadora de servicio y con la trabajadora social e identifica las necesidades del niño. Pensábamos hacer el proyecto más expansivo en edades, pero nos dimos cuenta de que es riesgoso con mayores de seis años porque luego regresarán a escuelas no adaptadas a la filosofía Montessori y puede haber un choque”. “… la idea es que esto siga operando y que más niños con las vidas trastocadas por la violencia en el interior de sus hogares puedan recibir los servicios Montessori”. Flores destaca el impacto positivo que la corriente Montessori -que aplaude la cultura de paz, de respeto e igualdad- puede tener en un pequeño al trabajar sus traumas. “Podemos darle en un ambiente pacífico todas las herramientas para que se vaya de aquí con esas destrezas, con ese enfoque de esperanza y de poder darle otro color a su futuro”, celebra la directora. Por algo la escuela se llama mariposa, animal usado en el hogar para simbolizar el proceso de renacimiento de sus participantes. “La mariposa es hermosa, pero pasa por un proceso que no es tan bonito para llegar a esa hermosura”. La plantilla está compuesta por dos maestras guías, una asistente Montessori, y otra encargada del After School Program. Para seguir integrando los demás niños necesito una plantilla de nueve empleadas y eso es bien costoso. Pero vamos a seguir luchando porque la idea es que esto siga operando y que más niños con las vidas trastocadas por la violencia en el interior de sus hogares puedan recibir los servicios Montessori”. La directora reconoce que a veces llora de alegría al ver el resultado, tras la incertidumbre de los terremotos y en plena pandemia. “Somos el primer albergue en Puerto Rico y fuera con este proyecto, siento que dimos un jonrón, que trascendimos totalmente en la prestación de servicios porque estamos dando oportunidad y esperanza. Los niños están recibiendo una educación de calidad a la que poblaciones vulnerables no tienen acceso por los costos y cuando ves el espacio tan lindo, tan bien pensado y con tantos detalles llenos de significado dices ‘wao, nos pasamos’. Yo apuesto a que más organizaciones puedan hacer esto”, cuenta orgullosa. Fotos y vídeo: Javier Del Valle
Más de 15 artistas donaron su talento al concierto virtual “Voces por Montessori público”, que permitió al INE cumplir su meta de recaudación de $50,000. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé El concierto se transmitió desde La Respuesta en Santurce. Desde el espacio La Respuesta, ubicado en Santurce, y a lo largo de cuatro horas y media, se celebró el mes pasado el concierto “Voces por Montessori público”, producido por el Instituto Nueva Escuela (INE), para recaudar fondos que les permitan continuar su alcance en la educación pública del país. A través de 46 escuelas públicas y 8 centros educativos, el INE sirve a 17,300 estudiantes. La meta era recaudar $50,000 y se cumplió. “Para nosotros este evento sobrepasó las expectativas”, repasa entusiasmada Ana María García Blanco, fundadora y directora del Instituto Nueva Escuela. La banda Viva Nativa dijo presente. “No solamente se llegó a la meta de $50 mil en una noche, sino ganamos también en términos de la cantidad de artistas que se unieron a este canto para la escuela publica del país. Fue una noche bien importante, en medio del mar más huracanado que hemos vivido como humanidad, como país, como escuela y como proyecto, que haya una celebración de los niños y jóvenes de la manera que la hubo, con todos esto cantantes, nos conmueve. Tito Auger lo convirtió en su proyecto y convocó, Silverio Pérez y Hermes Croatto hicieron igual”, dice sobre tres artistas que apadrinaron el evento. Transmitido de forma virtual por plataformas como Facebook, elnuevodia.com o telemundo.com, el concierto comprobó que el tema de la educación pública interesa a un amplio público que “no está de espaldas a lo que está pasando en las escuelas”, opina García aludiendo, entre otras cosas, a las carencias en los planteles. “Voces bien importantes para Puerto Rico celebraron la niñez, al joven y la educación pública, fue una oda a la escuela publica y yo creo que el hecho de que todos estos cantantes hayan sacado de su tiempo en este momento fue un regalo no solamente para la comunidad Montessori si no para el país”, declara García quien destacó además la alegría y la energía que generó la iniciativa. “Es interesante porque todas estas actividades nos están hablando de nuevas formas de hacer las cosas, ahí afuera hay tanta gente creativa y las organizaciones sin fines de lucro se caracterizan por la creatividad”. “A nosotros nos gustó mucho que fue una noche de posibilidades; sabemos que la crisis es grande, que tenemos una tarea encomiable dentro del Departamento de Educación y en el rescate de la escuela pública, pero esa fue una noche en la que todo era posible y fue hermoso”. LO MUCHO Y LO POCO Igual de emocionante le resulta a García que, si bien contaron con varios “donativos grandes” para alcanzar la meta, la mayoría recibida fueron “donativos pequeños que vinieron de la comunidad, de gente que estuvo ahí, que cantó y que bailó en sus casas; es bien importante tener un momento como ese en este tiempo que estamos viviendo”. Los donativos se realizaron a través de plataformas como ATH Móvil o en la página del INE, entre otras alternativas. “La pandemia nos ha dado duro a todos, pero esas personas sacaron un peso para apoyar la educación pública. Y creo que todo el país debería estar cantándole a la escuela pública porque ahí se esta formando el país y hemos sufrido un abandono terrible en los últimos años, por no decir en las últimas décadas. Ver esa semilla, ese semillero de gente en una noche en que se celebró ese derecho a educarse de una manera óptima fue bien hermoso”, dijo la líder aún agradecida. Tito Auger y Nore Feliciano durante su intervención. Eventos celebratorios como este concierto permiten exaltar la labor del tercer sector, dar a conocer su servicio, atraer apoyo y hasta medir la percepción que tiene la comunidad de su gestión. García invitó a las organizaciones sin fines de lucro que trabajan por la justicia y los derechos humanos a “levantar sus voces e invitar a la sociedad para igual tener una fiesta con ellos”. “Es interesante porque todas estas actividades nos están hablando de nuevas formas de hacer las cosas, ahí afuera hay tanta gente creativa y las organizaciones sin fines de lucro se caracterizan por la creatividad. Hay muchas maneras de llevar el mensaje, especialmente a las poblaciones que servimos que son de las más que han sufrido en estos años”. Andrea Cruz se sumó a la celebración por la escuela pública Montessori. El mejor cumplido sobre el evento, en el que además de música hubo testimonios de niños, jóvenes y madres en torno a su experiencia Montessori, es muy descriptivo. “Bueno, no nos dejaban ir, no querían que se acabara el concierto”, dice entre risas García. Algunos artistas que participaron: Andrea Cruz, Bernie Williams, Cheryl Rivera, Daniel Díaz, Fernando Madera, Hermes Croatto, Kany García, La Banda Acústica Rodante, Lizbeth Román, Millo Torres, Ricky Laureano, Roy Brown, Teatro breve, Vivanativa Fotos / Suministradas / INE
Tras 17 años frente al Proyecto Nacer, Anayra Túa López ahora lidera el Instituto del Desarrollo de la Juventud. ¿Cuáles son sus metas? Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé El pasado 2 de diciembre, Anayra Túa López puso un pie como directora en el Instituto de Desarrollo de la Juventud (IDJ), ubicado dentro de la sede del Boys & Girls Club en San Juan. A Túa le preceden 17 años liderando el Proyecto Nacer en Bayamón. “Como reto nuevo me atrajo el tema de la pobreza que es de raíz e incide en tantas situaciones que tiene nuestro país y, por otro lado, la posibilidad de hacer un impacto más general a nivel de población. En Proyecto Nacer trabajamos con familias de Bayamón y áreas limítrofes, pero poder promover que haya cambios a nivel de país, junto al equipo del Instituto, eso fue lo que me voló la cabeza”, comparte Túa. La líder siempre se ha percibido como “una promotora de cambios significativos, que hagan el bien a la mayor cantidad de personas”. “Yo soy una salubrista con los tenis puestos, ¿qué hay que hacer, voy para allá”, describe su usual acercamiento al trabajo la egresada de Walden University, donde completó su maestría y doctorado en Salud Pública, y del Recinto de Ciencias Médicas, institución en la que logró un posgrado en Investigación Traslacional. Reformar el sistema gubernamental para atender mejor a las familias vulnerables y en pobreza en la isla es una de las prioridades del IDJ. Ahora presentaron un Plan de 100 días para que el gobierno viabilice su propuesta de reducir la pobreza de los menores en la isla. El IDJ ha presentado planes de trabajo a 3, 5 y 10 años para lograr la meta. “Hay cuatro áreas principales”, explica la nueva directora del IDJ como comprometer tanto al gobernador Pedro Pierluisi como a la legislatura a atender esta situación como prioridad, echar a andar el plan mediante política pública y órdenes ejecutivas, y no desperdiciar fondos federales especializados. “Según estudios del Instituto, nosotros podemos a tres, cinco y hasta 10 años, reducir la pobreza infantil en 50% en el país y eso es con los recursos que tenemos; lo importante es priorizar”, insiste. La política pública que impulsan, indica Túa, persigue remover barreras para que las familias puedan obtener un empleo “que les remunere suficiente para lograr su movilidad económica y que haya optimización de recursos a nivel de gobierno y agencias que permitan que eso se pueda dar en diez años”. El constante trabajo investigativo y de medición que realizan tiene como fin “proveer medios científicos que están validados y ajustados a nuestra población en el país que realmente responden a las necesidades de las familias en pobreza”. “Por eso compartimos la información, porque el Instituto solo no va a lograr esta meta. El Instituto es un medio y un promotor de que esto ocurra en términos de liderazgo sobre el tema”, detalla. LA FOTO DEL SIGLO PASADO Cuando hablábamos de pobreza en Puerto Rico, los puertorriqueños solían pensar en fotos en blanco y negro de arrabales urbanos y rurales a inicios y mediados del siglo pasado. Después del paso del huracán María, en el 2017, las postales de la carencia están por todas partes. Los terremotos y la pandemia solo recrudecieron lo que ya era máxima vulnerabilidad. “Basta la pérdida de un empleo, un divorcio o la muerte de uno de los padres para que los nenes en el país queden en nivel de pobreza; con la pandemia lo hemos visto. Creo que hay una diferencia muy marcada en cómo percibimos la pobreza ahora porque muchas personas que podían pensar que eso les pasaba a otros han visto de primera mano que han tenido que entregar casas, que no tienen la seguridad de los alimentos, etc. Todo el mundo se está dando cuenta, y si no se están dando cuenta, están a puntito de entender que nuestro país tiene que atender este problema con prioridad”, subraya Túa. “Mis expectativas las puedo resumir en una palabra: colaboración”. “Ahora es un buen momento para que empiece todo el mundo a colaborar desde la base y que la familia, las comunidades, todos hablemos el mismo idioma y nos movamos para que ocurran estos cambios que son significativos y sistémicos, que van a beneficiar a la mayor parte en la isla”. Las semanas de inmersión que lleva en IDJ le han dejado un buen sabor. “Me encanta, entro con una bola que ya ha empezado a rodar. Desde Proyecto Nacer había colaborado con el Instituto, pero estar de primera mano en momentos en que se siente que los proyectos están más cerca de darse es súper emocionante”, confiesa Túa, quien además integra la junta directiva del Child Welfare League of America. “Mis expectativas las puedo resumir en una palabra: colaboración. Fomentar esa colaboración a múltiples niveles para que la agenda se pueda mover y pueda realizarse; impactar desde el gobierno estatal y los congresistas hasta las familias que viven en Aguas Buenas”, culmina. Conoce más sobre el IDJ accediendo a: juventudpr.org. Foto / Suministrada
El Instituto de Desarrollo de la Juventud retoma el acercamiento con el gobierno para que la administración de Pierluisi se comprometa con su plan de erradicar la pobreza infantil en 10 años. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé No piensen que el Instituto de Desarrollo de la Juventud (IDJ) dejará caer el interés que generó el plan para erradicar la pobreza infantil en la isla en diez años, que le sometió a cada candidato a la gobernación. Ahora que las millas cuentan, le presentaron a la administración del gobernador Pedro Pierluisi un plan de 100 días para encaminar acciones concretas que agilicen este objetivo. Sobre el tema hablaron María E. Echautegui y Brayan L. Rosa Rodríguez en la conferencia virtual Plan de 100 días: Agenda para reducir la pobreza infantil incentivando la movilidad económica en Puerto Rico. El evento fue gestado por Filantropía Puerto Rico, que en una serie de conferencias explora el impacto de su fondo ADELANTE en organizaciones sin fines de lucro. Ante la realidad de que el 58% de los niños en nuestro país viven bajo el nivel de pobreza federal, la misión del IDJ es acabarla y para ello generan investigaciones y datos actuales, se insertan en la creación de política pública acorde y practican la abogacía. Datos suministrados por el IDJ revelan que la pobreza que impacta a la población menor de edad en la isla le cuesta a la economía de Puerto Rico $4,400 millones anuales o 4.3% del Producto Interno Bruto (PIB). En más de una ocasión, portavoces de la organización han subrayado que una agenda de política pública que la reduzca conlleva una inversión significativa. Sin embargo, resulta más costoso para nuestra economía mantener tan elevados niveles de pobreza infantil. “Llevamos casi 20 años con esa cantidad de niños viviendo bajo el nivel de pobreza infantil establecido por el gobierno federal”, alertó Echauntegui. Explicó además que diseñaron este plan basado en el análisis del estudio, Un futuro de pobreza infantil: cuánto nos cuesta y qué podemos hacer. El resultado de este trabajo son diez políticas públicas que, al aplicarlas, podrían reducir la pobreza infantil en plazos de 3, 5 y 10 años. El plan creado por Amanda Rivera y Brayan L. Rosa Rodríguez, incluye recomendaciones sobre comunicaciones, alineamientos de política pública, políticas a nivel federal y acciones específicas como órdenes ejecutivas o la creación de comisiones, entre otras. El gobernador Pierluisi recibió la versión “transición” de esta investigación que incluye detalles específicos como costos, disponibilidad de fondos municipales, estatales y federales, además de acciones legislativas recomendadas. Lo más importante es preparar la base y la infraestructura para reducir la pobreza infantil a la mitad en diez años, lo que va de la mano con el objetivo de acelerar el desarrollo económico de Puerto Rico. “Sabemos que la situación es precaria, pero encontramos que hay una hoja de ruta posible”, dijo, de otra parte, Rosa Rodríguez. Países como Nueva Zelandia, Inglaterra y organismos como la ONU han adoptado esta meta. Estados como California y Nueva York, ya preparan proyectos para atender el mismo problema. PLAN DE 100 DÍAS El plan enmarca las acciones en cuatro áreas: comunicación, acciones de política pública, alineamiento y optimización de recursos, y nivel federal. La primera, en términos muy generales, invita a integrar el compromiso de la reducción de pobreza infantil en el plan de comunicaciones internas y externas del gobernador para crear alternativas. La segunda promueve la creación de consejos y grupos de trabajo, la coordinación de programas especiales y órdenes ejecutivas que adelanten la meta. “No estamos pidiendo que nos bajen la luna, si no acciones dentro de las capacidades que tiene el gobierno”. La tercera invita a incluir el tema en todos los planes de las agencias estatales para ampliar el alcance y la cuarta aspira a una labor coordinada con la comisionada residente en Washington, entre otras entidades, para que se incluya el asunto en las conversaciones importantes que suelen ser dominadas por la energía o la economía. “No estamos pidiendo que nos bajen la luna, si no acciones dentro de las capacidades que tiene el gobierno”, subraya Rosa. Cierto es que ya han pasado más de 30 días desde que el gobernador Pierluisi llegó a La Fortaleza, pero, a juicio de Rosa, “no hemos perdido la ventana de oportunidad”. “En los pasados días ha dominado el tema de las vacunas contra el COVID-19, de salud pública, reabrir las escuelas, la crisis de violencia de género, pero la vulnerabilidad más palpable, la crisis latente que ha tenido el país es la pobreza infantil. Es importantísimo que se atienda como una crisis”, insiste. El IDJ comparte todas sus investigaciones, incluido este plan. Puedes descargarlas en el apartado de Publicaciones en www.juventudpr.org. Fotos / IDJ
La organización sin fines de lucro, La Perla del Gran Precio, procura atender a su comunidad desde el amor y la empatía. Su fundadora repasa el camino recorrido. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Lissette Alonso convirtió su interés en ayudar a las mujeres VIH positivas en un propósito de vida. Foto / Javier del Valle A Lissette Alonso no le digan que, por difícil, algo es imposible de lograr. Lo pensará, lo consultará con Dios y con otros mortales, le dará la vuelta al dilema y encontrará una respuesta. No hay de otra, así ha sido desde que en el 1986 comenzó a ver madres infectadas con VIH sin lugar a dónde ir y se le ocurrió albergarlas. ¿Dónde? Ya vería. “No teníamos ni un centavo”, recuerda esos años en los que bajaba a repartir comida con amigos voluntarios hasta los hospitalillos de la comunidad La Perla en el Viejo San Juan. “La experiencia con la comunidad fue maravillosa, siempre nos respetaron. Los del punto nos decían ‘¿quieres Blanca Nieves? ¿Cocodrilo?’. Y nosotros ‘no, somos cristianos’ hasta que se acostumbraron a lo que hacíamos”, recuerda sin obviar algún mal rato con los líderes del trasiego de drogas ilegales. Varias terapias permiten encaminar la salud de las residentes del albergue. Foto / Javier del Valle Después de todo, no era La Perla del éxito musical “Despacito”, ni la de las barras de moda actuales. Había peligro y enfermedad. Eran los años de la pandemia del VIH, época en la que no sabíamos a ciencia cierta las formas de contagio y el rechazo a los pacientes era la orden del día. “Vi tantas mujeres con úlceras por la enfermedad, que tenían que prostituirse, que eran usadas por los hombres, sin bañarse, con bebés en cochecitos. Era bien triste”, relata. Alonso era propagandista médico, no tenía dinero, pero se encontró ofreciéndole comprar una casita en el Barrio Nuevo, una zona rural en Bayamón, a un matrimonio mayor. “Me dijeron que, con el terreno, costaba $90 mil y les dije ‘se las compro en $50 mil, les doy $3 mil el viernes, $30 mil en tres meses y en un año se las saldo’. Después pensé, ‘ahora me dirán que no’”. “Al momento nadie se nos ha contagiado con COVID-19: ni los niños, ni las mujeres, ni los empleados, porque seguimos todos los protocolos. Estamos viviendo de nuevo un ciclo bien parecido al del SIDA”. Pero le dijeron que sí. Y Alonso recurrió a todas las personas que conocía, a los médicos que visitaba, a iglesias hermanas hasta que logró su meta. Así nació una organización sin fines de lucro, La Perla del Gran Precio, que provee albergue de emergencia y transitorio a mujeres VIH, en etapa SIDA, usuarias de drogas y con problemas de salud mental. Se incorporaron oficialmente en el 1990. A esa casa fueron las primeras mujeres. “Yo sabía que tenía que proveer un lugar para ellas. Era una época difícil en la que el único medicamento era el AZT, así que se me murieron muchas, pero con dignidad, con amor y limpiecitas”, dice con orgullo. Y LLEGÓ JOSHUA Área de juegos en el Hogar El Pequeño Joshua. Foto / Javier del Valle Cuando al albergue de mujeres llegó una mujer con su esposo y con Joshua, su hijo de un año, la organización no los rechazó. Alonso ubicó al esposo en un hogar para varones, adquirió la casa vecina -de una familia preocupada porque sus hijos se podrían contagiar con VIH- y estableció “Hogar El Pequeño Joshua”, para albergar a los menores de las mujeres que vivían en el albergue. “La meta de ese proyecto era ‘que el SIDA no nos separe’, y logramos mantener a las madres y a los hijos juntos”, indica sobre el hogar que hoy atiende a 17 menores. “Joshua es una lindura, vive en Pensilvania”, declara sobre el entonces niño, “me iba a traer a su bebé, pero llegó el COVID-19”. Tráiler con ducha para el aseo de personas sin hogar. Foto / Javier del Valle Ahora viven otra pandemia y la enfrentan fortalecidos por el conocimiento de la que ya vivieron con el VIH. “Al momento nadie se nos ha contagiado con COVID-19: ni los niños, ni las mujeres, ni los empleados”, celebra, “porque seguimos todos los protocolos. Estamos viviendo de nuevo un ciclo bien parecido al del SIDA”. A sus tareas añadieron la entrega de alimentos, entre 100 y 130 de lunes a viernes, en comunidades como Los Peña, Barrio Obrero o el casco urbano de Río Piedras, entre muchas otras, y la realización de pruebas diagnósticas de COVID-19 entre poblaciones sin hogar, en alianza con otras organizaciones sin fines de lucro o agencias gubernamentales. También, cuentan con un tráiler que provee ducha para aseo de personas que viven en la calle, a las que le ofrecen ropa limpia. MUCHO MÁS QUE HACER Deliris Rivera, directora del Hogar El Pequeño Joshua. Foto / Javier del Valle Cuando las mujeres albergadas en Bayamón entran a etapas estables, pasan a otra sede adquirida en Hato Rey. Se trata de la casa intermedia y allí se les prepara para que se inserten a la sociedad desde el estudio o el trabajo. En Santa Rita y en Caparra Terrace trabajan otros dos hogares permanentes para incapacitados sin hogar, con apoyo de programas gubernamentales. Entre todos los albergues atienden 100 personas. “Yo creo en el ser humano, en la rehabilitación y en Dios. Los adictos no nacieron para estar así y yo quiero que sean felices, que vivan fuera de ese infierno”, dice Alonso sobre una de las poblaciones que atiende. Calor de hogar en uno de los albergues. Foto / Javier del Valle La fundadora de la organización identifica como detonantes de la drogadicción en las mujeres el abuso sexual de personas cercanas, en los varones la falta de apoyo familiar y, en ambos, la pobreza y la salud mental. Su meta para el 2021 es lograr la certificación de la Comisión Conjunta para acceder al programa federal “Family First”. “Todo ha valido la pena, soy una mujer satisfecha y feliz”, acaba Alonso. Fotos / Javier del Valle