Qué preguntar, qué debes saber; si no conoces nada sobre cómo opera el tercer sector, la guía para que el proceso de colaborar con organizaciones sin fines de lucro sea más efectivo la encuentras aquí. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé El apoyo a una organización incluye la planificación y la ejecución de sus servicios. Aquí un voluntario colabora con Comedores Sociales. Foto / Javier del Valle La misión de esa organización sin fines de lucro te atrae, sientes una conexión especial con el servicio que ofrece a sus participantes y te preguntas cómo puedes unirte a su labor. Bienvenido seas al tercer sector. Para que llegues informado, compartimos recomendaciones sobre los datos que puedes verificar antes de afiliarte como colaborador, donante o voluntario. Una organización sin fines de lucro se ocupa de brindar un servicio especializado que el gobierno no alcanza a ofrecer en todos los rincones del país. Por lo general, una persona o un grupo se percatan de una necesidad específica que puede ser desde educativa hasta social, deportiva o cultural y deciden actuar para remediarlo. Las personas se unen, definen su misión, cómo y a quién van a ayudar, escogen un nombre y una Junta Directiva que sienta las bases para que la organización evolucione más allá de sus líderes iniciales. El Estudio de las organizaciones sin fines de lucro en Puerto Rico, presentado por la firma Estudios Técnicos en el 2015, registra 11,570 organizaciones no gubernamentales operando en la isla y el 22% de estas son de base comunitaria. El mantenimiento de los espacios es fundamental en albergues como Hogar Ruth. Foto / Javier del Valle Muchas de ellas trabajan sin pausa y su labor es íntegra. Si la que llama tu atención solo la conoces a través de redes sociales, no está mal preguntar un poco por su formalidad en el cumplimiento con la ley que las rige o sus modos de operación administrativa. “Uno se identifica con la misión y la labor de algunas organizaciones, pero es importante no solo validar que coincidimos en nuestros valores y en nuestros ideales, sino con el tipo de servicio que brindan a la comunidad. La consistencia la demuestran al tener sus documentos al día, al tener una Junta de Directores, cuando puedes monitorear sus redes sociales para conocer parte de su obra o revisar quiénes son sus donantes anunciados en sus páginas web o redes sociales oficiales”, enumera Keila López Cuevas, gerente de Programas y Donativos de la Fundación Ángel Ramos. López insiste en la importancia de la Junta Directiva y destaca su rol en una organización no gubernamental. “La Junta de Directores incorpora la organización, ellos trabajan los reglamentos corporativos o by laws para que los regulen, establecen el norte, hacia dónde se van a dirigir los servicios y qué quieren lograr. Ellos establecen el plan estratégico que luego trabaja la dirección de la organización, pero la junta tiene la responsabilidad legal y fiscal. Esa es la columna vertebral de una organización, su junta y su equipo de trabajo”, explica López. PRIMEROS PASOS En situaciones de emergencia, como fue el caso del huracán María, las organizaciones expanden sus servicios según las necesidades de la comunidad, como hizo PECES en Punta Santiago, Humacao. Foto / Javier del Valle Aida Rivera, directora ejecutiva de Asesores Financieros Comunitarios (AFC), entidad que ofrece asesoría financiera al tercer sector, señala que la primera gestión que realiza una organización no gubernamental es solicitar el Certificado de Existencia en el Departamento de Estado. Para solicitar y recibir beneficios de exención contributiva estatal, deben pedir la exención 1101 en el Departamento de Hacienda. De ese modo, los donantes de la organización también pueden disfrutar de los beneficios de deducción contributiva por sus aportaciones. Para aprovechar los donativos federales, se pide la exención 501, que tiene variantes y la más conocida es la 501C3. “Otras responsabilidades de las organizaciones sin fines de lucro son las planillas. En el renglón federal le aplica llenar la 990. El IRS requiere que las organizaciones las publiquen si les son solicitadas y no hacerlo conlleva multas y penalidades. Como cultura de las organizaciones sin fines de lucro es importante presentar sus logros, informar lo que hacen porque uno no puede donar sin conocer”, señala Rivera. Asesores Financieros Comunitarios desarrolló la herramienta AFC PreCheck que permite conocer las necesidades financieras que tengan las organizaciones y capacitarlas para que puedan cumplirlas y, de ese modo, fortalecerse. “Además de apoyar la solidez de las organizaciones, uno de los beneficios de AFC PreCheck es que el donante pueda donar con conocimiento de cómo está la organización en términos administrativos y de cumplimiento”, menciona Rivera. “Tú puedes otorgar un donativo restricto o irrestricto y puedes llegar a un acuerdo de qué va a hacer esa organización con ese donativo”. “Lo primero que una persona interesada en colaborar con una organización debe hacer es hacer el acercamiento y ver cuán accesible y fácil resulta la gestión. La organización tiene que ser proactiva con la persona que se acerca, que quiere conocer su misión, su visión y sus valores porque puede ser un inversionista social, un donante o un voluntario y ese capital humano es importantísimo para que pueda maximizar sus recursos. Es importante también la exposición de su labor en redes sociales -o en los mecanismos que tenga disponible- para informar constantemente qué es lo que estoy haciendo”, exhorta la líder de AFC. Algunas organizaciones trabajan en la seguridad alimentaria todo el año como Fondita de Jesús. Foto / Javier del Valle La persona interesada en unirse a una organización como voluntario, debe orientarse sobre los requisitos para lograrlo. “Todas las organizaciones tienen sus protocolos que les pide el Estado dependiendo de la población que atienda; pueden ser certificaciones o documentos como el Certificado de Buena Conducta, por ejemplo. Los albergues de niños, de adultos mayores o de sobrevivientes de violencia, cada uno tiene requisitos específicos con los que debemos cumplir”, menciona, de otra parte, López. Si vas a realizar un donativo, ten en cuenta que puedes determinar si tendrá restricciones y si deben presentarte un informe con los logros. “Tú puedes otorgar un donativo restricto o irrestricto y puedes llegar a un acuerdo de qué va a hacer esa organización con ese donativo. Por ejemplo, ‘te voy a donar mil dólares, pero es para que le compres juegos de cama a los nenes’ y puedes llegar a un acuerdo para que te presenten las evidencias. Igual puedes decir ‘te doy mil dólares y úsalos como quieras’, pero puedes pedir cuentas por el uso de ese donativo que das. Todo eso se hace por acuerdo previo y por escrito”, indica López. Con estos datos, ya sabes un poco más sobre qué ruta segura tomar. Adelante.
El proyecto de alfabetización mediática ofrecido por el Centro de Periodismo Investigativo, propició una nueva relación entre jóvenes loiceños y los medios de comunicación. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Grupo de loiceños que aprovecharon la experiencia formativa que ofreció el Medioscopio del CPI. Foto / Javier del Valle El Medioscopio habrá llegado a su fin, pero la actividad en la que se celebraba el cierre de los talleres en destrezas de comunicación ofrecidos a jóvenes de Loíza por el Centro de Periodismo Investigativo (CPI) demostró que sus participantes ya no serán meros observadores ante las necesidades de sus comunidades. Ya saben cómo contar, cómo documentar, crearon plataformas para informar y saborearon el gusto de compartir las prioridades de los suyos. El Medioscopio es un proyecto de alfabetización mediática y reporteros ciudadanos diseñado por el CPI, que se ofreció a jóvenes loiceños entre los 13 y 18 años, en alianza con la organización ASPIRA, el programa MAC en el Barrio, del Museo de Arte Contemporáneo (MAC); la Fundación Ángel Ramos y la Andrew Mellon Foundation. Yosuel Omar Osorio. Foto / Javier del Valle A lo largo de 13 sábados consecutivos, el Centro Comunitario Gregorio Lanzó Cirino, en el sector Parcelas Suárez en Loíza, y la sede del CPI en Santurce fueron utilizados para impartir los talleres que incluyeron además visitas de campo al Bosque Estatal de Piñones y a la Sala de Colección Puertorriqueña de la Biblioteca José M. Lázaro, en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. El cierre de la iniciativa se realizó el pasado sábado 14 de mayo, en el patio interior del MAC en Santurce, con la participación de los jóvenes y la presentación de sus trabajos. Y no fueron pocos. Los participantes trabajaron un podcast “La voz gaming” y en su primer episodio dieron a conocer los intereses de la comunidad de entusiastas de los videojuegos en el pueblo. Además, realizaron un Facebook Live del grupo de jóvenes Atúkiti: Aula loiceña, en el que conversaron con Tania Rosario, directora ejecutiva de Taller Salud, sobre el machismo en sus comunidades y cómo la nueva generación puede remediarlo. También, abrieron una página en Facebook, “Revive el Deporte Loiceño”, para documentar el estado de las instalaciones y equipos en el pueblo y mostraron una exposición fotográfica de las zonas recorridas. “En esta etapa del proyecto nos interesaba trabajar con jóvenes porque en esas edades hay un impulso natural a cuestionar, a hacerse preguntas, y es una etapa fértil para desarrollar destrezas críticas que les van a servir en todo lo que hagan en el futuro”. “Medioscopio busca que los jóvenes se conviertan en ciudadanos activos y alertas en sus comunidades y en el país. Al desarrollar con ellos ciertas rutinas y herramientas para entender y cuestionar el panorama de los medios de comunicación, y cómo representan a los loiceños, logramos que generen interés por ser consumidores críticos y que incluso piensen en cómo pueden transformar esos medios o crear unos propios. En esta etapa del proyecto nos interesaba trabajar con jóvenes porque en esas edades hay un impulso natural a cuestionar, a hacerse preguntas, y es una etapa fértil para desarrollar destrezas críticas que les van a servir en todo lo que hagan en el futuro”, afirmó Carla Minet, directora ejecutiva del Centro de Periodismo Investigativo. Para Marianne Ramírez Aponte, directora ejecutiva del MAC, el Medioscopio está en sintonía con “la metodología de inmersión comunitaria inherente a nuestro programa de equidad cultural MAC en el Barrio”. Jóvenes ofrecen detalles sobre el podcast, "La voz gamer". Foto / Javier del Valle “Agradecemos a la Junta Comunitaria de Parcelas Suárez por permitirnos ampliar alianzas que visibilizan las múltiples voces comunitarias, en especial las de identidades históricamente marginadas, como las que hoy estos jóvenes discuten y analizan”, agregó la curadora en jefe del MAC. William Gómez Cedeño, director ejecutivo de ASPIRA, resaltó la importancia de que el Medioscopio les haya ofrecido a los jóvenes “la oportunidad de explorar y conocer nuevas alternativas de estudios y empleos” y que las visitas les permitieran valorar “la riqueza de nuestro ambiente costero”. “Este proyecto es una oportunidad para que los jóvenes en Loíza pudieran identificar y reflexionar sobre las necesidades de sus comunidades, cómo exponerlas y, si no hay plataformas, crearlas para llevar el mensaje”, declaró Rubiam Martínez, oficial de programas de la Fundación Ángel Ramos. Te dejamos con este vídeo que recoge la acción a lo largo de trece sábados de trabajo en el Medioscopio. MEDIOSCOPIO, TALLERES Mirada crítica a los medios de comunicación, por Annete Ruiz ComunicARTE ¿Qué es la desinformación y cómo desenmascararla?, por Vanessa Colón Almenas Representación en los medios, por Gloriann Sacha Antonetty Lebrón, Revista Étnica Estrategias de comunicación comunitaria, por Rafael Díaz Conoce tus derechos: Libertad de expresión y acceso a la información, por Lcdo. Carlos Francisco Ramos Hernández Fuentes de información: historia oral y archivos, por José Encarnación y facilitado por Laura Moscoso (visita a la Colección Puertorriqueña en la Biblioteca José M. Lázaro, Universidad de Puerto Rico, Río Piedras). Reportero Ciudadano: ¿Qué es? ¿Cuál es su trayectoria en Puerto Rico?, por Rafael Díaz, Víctor Rodríguez y Vanessa Colón Almenas Fuentes de información en el periodismo: historia oral y archivos, por José Encarnación Dicción, por Damaris Suárez Facebook Live, por Rígel Lugo y Amandla Colón (en la sede del CPI) Podcast, por Nore Feliciano (estudio de grabación CPI) Redacción para redes sociales/ Creación y Manejo de página de Facebook, por Vanessa Colón Almenas Recorrido fotográfico por el Bosque Estatal de Piñones, con el fotoperiodista Doel Vázquez Pérez (Bosque Estatal de Piñones) Fotos: Javier del Valle
Las promotoras comunitarias del Centro Paz para Ti de Adjuntas viabilizan oportunidades de cambio en sus aisladas comunidades. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Edith Ortiz Cuando escuchas hablar a las promotoras comunitarias del Centro Paz para ti en Adjuntas, te queda la sensación de que las comunidades de dicho pueblo rural se han acostumbrado a vivir aisladas y sin acceso a servicios básicos como agua potable, energía eléctrica o transportación, por prolongados periodos de tiempo. Las carencias las conocen de primera mano porque Milagros Vargas Pagán, Jesenia Vega Pagán, Omayra Olán, Annie Pérez y Edith Ortiz viven en las comunidades que sirven y alcanzan otras. Milagros Vargas Pagán “Yo trabajo en la comunidad Juan González y Pueblo y la mayor preocupación de las mujeres y de todo el grupo que encontramos en ese sector es la transportación, el agua potable y la luz, debido a que muchas personas todavía no cuentan con servicio de luz y esa comunidad solamente se nutre de pozos y cisternas de agua, nunca ha tenido agua potable”, sostiene Milagros. En el barrio Portugués, ubicado entre Ponce y Adjuntas, vive Jesenia quien define su comunidad como “aislada”. A los problemas mencionados por su compañera añade el reto de educar a los residentes. Omayra Olán “Muchas personas ni siquiera tienen su cuarto año, hay muchas madres solteras con múltiples muchachos”, dice y agrega que el carro público que transitaba por la antigua carretera 10 descontinuó la ruta. “Trato de ir a los lugares que más hay necesidad, donde sean personas mayores o mujeres, a llevarles ropa. Junto a mis compañeras siempre estamos compartiendo pampers, toallas sanitarias o comida para llegar al más necesitado”, agrega Jesenia. Omayra pertenece a la comunidad Tanamá Majagual, donde en la mañana de nuestra entrevista se reportaron fuertes vientos y lo siguiente fue la pérdida de energía eléctrica. Annie Pérez “En la labor que nosotras realizamos con las mujeres he encontrado que existe mucho temor de hablar de sus situaciones personales; si están pasando por alguna situación, ellas lo disimulan muy bien y se nos hace un poquito difícil. Nosotras tenemos que ir poco a poco para tratar de ganarnos la confianza de cada una de estas mujeres, para que ellas nos cuenten sus historias porque son buenas”, describe Omayra. Hace un año comenzaron a capacitarse con talleres para manejar situaciones y canalizar ayudas, entre otros servicios, y desde entonces las interacciones comunitarias reflejan mayor asertividad. Jesenia Vega Pagán “Ha sido una experiencia muy buena, enriquecedora, porque nosotras hemos tenido que desaprender y aprender. Debemos tener mucha empatía con esas mujeres porque ellas pasan muchas situaciones y más aquí en la montaña; los servicios esenciales ya son un problema, añádele tener una situación familiar, por ejemplo, vivir violencia. Ya eso es mucha carga para las mujeres y nosotras nos estamos capacitando para buscar que salgan, para que se sientan que no están solas, que hay un grupo aquí de mujeres para darle a ellas estas herramientas para que salgan de ese ciclo”, añade Omayra. El sector Ballajá Annie lo describe como una comunidad familiar “con muchas familias de edad avanzada y personas encamadas”. “Como mis compañeras, trato de ayudar. Como promotora comunitaria en violencia doméstica y agresión sexual se hace bien difícil hablar de estas situaciones y sobre todo bregar la situación porque a veces no quieren que hagas nada. Tú le das opciones y ellas tienen ese miedo que no las deja tirar un pie adelante, pero nosotras no nos quitamos, seguimos ahí porque tenemos que acabar con esto de la violencia”, enfatiza Ani. ROSTROS CONOCIDOS La cercanía de las promotoras con los integrantes de la comunidad ayuda a que les confíen sus dilemas o reciban las ayudas que canalizan. “Muchas personas, cuando te ven llegar, entonces tienen un alivio, dicen ‘mira, llegó fulana que nunca se detiene y siempre está buscando y por lo menos trae algo’”, dice Milagros quien lo mismo ayuda con el despacho de medicamentos recetados que con visitas al supermercado o mitiga la falta de útiles y alimentos. “Mi sueño sería que en Adjuntas existan albergues, y yo creo que el de mis compañeras también”. “Ahora uno tiene más información y sabe por dónde podemos educar. Podemos buscar tips para poder llegar donde estas mujeres, para que se puedan abrir y compartir la historia y tener una manera de ayudarlas y empoderarlas”, menciona Jesenia e insiste que, como sobreviviente de violencia doméstica, sabe que las víctimas deben sentirse acompañadas y valoradas. La promotora comunitaria asegura que la labor del Centro Paz para Ti puede crecer según alleguen más fondos económicos. “Mi sueño sería que en Adjuntas existan albergues, y yo creo que el de mis compañeras también, porque si ahora mismo a mí me llama una mujer a las tres de la mañana y me dice ‘me pasó algo’, me gustaría tener algo de emergencia donde yo pueda decirle ‘aquí puedes estar segura’”, indica Jesenia. Aprender nuevos oficios y prácticas, redescubrirse y valorarse, lograr independencia emocional y económica son pasos vitales para romper ciclos de violencia de género. Las promotoras comunitarias lo han comprobado. “¿Hasta dónde puede llegar una mujer si tiene las herramientas apropiadas? No hay límites”, manifiesta Jesenia positiva y esperanzada. Fotos y vídeo: Javier del Valle
Este proyecto de la Coordinadora Paz para la Mujer ofrece educación, acompañamiento y servicios que promueven el desarrollo de la población femenina en la zona y en sus comunidades. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Alana Feldman, fundadora de Centro Paz para Ti, junto a su inseparable Diana. Serpenteando por la carretera 135 de Adjuntas encuentras la antigua escuela elemental en el barrio Yahuecas que hoy alberga el Centro Paz para Ti, proyecto de Coordinadora Paz para la Mujer dirigido a fortalecer factores psicosociales de las féminas en la zona rural, para que maximicen sus recursos al enfrentar problemáticas diversas. Tres proyectos principales destacan en la agenda del Centro: apoyo a pequeñas empresarias, el mercado con sus bancos de siembra y las promotoras comunitarias. Diana te recibirá con amor, una perra cariñosa y dócil, que siempre vuelve a su dueña, Alana Feldman, experimentada líder del Tercer Sector que se trasladó a Adjuntas para comenzar desde cero esta iniciativa. Tras lograr el traspaso de la abandonada escuela a la organización, desde marzo de 2019 el espacio sigue siendo fuente de aprendizaje y crecimiento, aunque ahora las alumnas sean mujeres de la ruralía y lo que germinen sean plantas que luego venden en mercados locales. “Trabajamos mayormente con temas relacionados a la sostenibilidad alimentaria, independencia económica y la prevención e intervención en violencia de género”, explica Feldman y añade que se seleccionó dicha zona para implantar el proyecto debido al “vacío de servicios” que experimenta. “Hay un aislamiento geográfico que es común al área de la montaña, pero si miras el mapa de las organizaciones integrantes de la Coalición Puertorriqueña en contra de la Violencia Doméstica y la Agresión Sexual (Coordinadora Paz para la Mujer), vas a ver que hay un vacío de servicios y de recursos disponibles en esta área. Servimos en Adjuntas, pero también atendemos mujeres de Lares, de Utuado, del norte de Ponce, nos llegan de Castañer y de otras áreas que también son rurales y circundantes”, menciona Feldman. “… tenemos la contradicción de mujeres sobrevivientes de violencia de género que necesitan vivienda, pero necesitan discreción”. La falta de ofrecimientos sociales es amplia y se traduce, por ejemplo, en la ausencia de servicios de intervención en situaciones de violencia de género, tema clave para la coalición Coordinadora Paz para las Mujeres. “Si necesitamos referir a alguien para servicios legales, para servicios psicológicos, para vivienda transitoria, para albergarse, la gran mayoría de esos servicios tendrían que ir fuera del área. Aquí en Adjuntas el mayor proveedor de servicios de salud es el Hospital de Castañer, así que hacemos muchos referidos al hospital, pero no dan abasto para todas las necesidades. Además, muchas veces el mantenerte muy cerca para los servicios que estás buscando relacionados a violencia de género hace que todo el mundo sepa que eres sobreviviente de violencia de género y eso en un pueblo pequeño también tiene su estigma. Así que, tenemos la contradicción de mujeres sobrevivientes de violencia de género que necesitan vivienda, pero necesitan discreción”, propone. Algunas integrantes del grupo de promotoras comunitarias. Desde la izquierda: Alana Feldman, Annie Pérez, Milagros Vargas Pagán, Jesenia Vega Pagán y Omayra Olán. Hace dos meses la Casa Protegida Julia de Burgos abrió sus instalaciones en Ponce, lo que es celebrado como un nuevo recurso en la zona. Antes de eso, el albergue más cercano estaba en Vega Alta. “La gran mayoría de las mujeres, a pesar de que necesitaban vivienda, no querían ir tan lejos porque eso quería decir que no estaban cerca de familiares, de hijos e hijas. Muchas veces es igual para servicios psicológicos, para servicios legales, tenemos que buscar fuera del área. Desde que está el Centro Paz para Ti, esos servicios los hemos ido desarrollando poco a poco, especialmente con las promotoras comunitarias”. Las promotoras comunitarias son definidas por Feldman como mujeres “lideresas en la comunidad” que han sido adiestradas en el tema de violencia de género y llevan el mensaje a su comunidad donde “ya tienen la confianza de las personas a su alrededor”. “Lo más probable es que las personas se están acercando a ellas no porque son promotoras comunitarias, sino porque son reconocidas como gente que se mueve en su comunidad a las que le estamos dando un adiestramiento adicional. En el Centro Paz para Ti ellas son la puerta hacia otros servicios que podemos conectar”. APRENDER PARA MEJORAR El Centro Paz para Ti ha estado brindando talleres de agroecología y realizando mercados mensuales para que las mujeres empresarias generen ingresos independientes. También, brindan adiestramientos, cursos, clases y acompañamiento en el fortalecimiento de pequeñas empresas, entre otros servicios. Para ello utilizan las zonas exteriores de la antigua escuela y sus salones. “A través de las diferentes actividades que llevamos a cabo las personas en la comunidad llegan preguntando ‘¿qué es esto?’, ‘¿a qué se dedican?’, ‘¿qué están haciendo?’, ‘¿cuál es el servicio?’ y dicen ‘yo quiero coger yoga’, ‘yo quiero venir a ese taller de bisutería’, ‘me interesaría incorporar mi organización ¿me podrías orientar sobre cómo hacer solicitudes de fondos?’ y ahí vamos regando la voz sobre qué hacemos y a qué nos dedicamos”, dice Feldman. En el mercado predomina la cosecha del huerto del Centro, pero además hay espacio para unas 20 mujeres que venden desde alimentos y artesanías, hasta manualidades, servicios de uñas o de grooming para mascotas. El Centro cuenta también con 15 bancos de siembra que integran a su huerto comunitario. “Tenemos mujeres voluntarias que vienen a ayudar a sembrar, a trasplantar, a cosechar, a desyerbar. Los productos que están en el huerto se venden en el mercado, pero también se ponen a la disposición de la comunidad y de las mujeres voluntarias que están aquí”, explica Feldman mientras muestra la sección de plantas medicinales. Los bancos de siembra se expanden con el intercambio de semillas y plantas con las voluntarias. “Yo traigo un bejuco de poleo y ellas traen uno de yerba lumbre, yo no tengo manzanilla, pero tengo Juana la blanca, te doy de la mía y tú me das de la tuya. Así esta sección ha ido creciendo”. No solo el huerto crece, el Centro Paz Para Ti se desarrolla a la par con sus integrantes. Entérate en sus redes sociales cómo puedes unirte a su misión: en Facebook, Centro para ti o en Instagram como Cparati. También, puedes llamar para información o para hacer donaciones al 787-380-6106. Fotos y vídeo: Javier del Valle
En una zona apartada de la Hacienda La Esperanza en Manatí, abejas obreras, nodrizas, zánganos y reinas laboran en las condiciones ideales que le procuran Willy y Stephanie de Para la Naturaleza, organización custodia de la reserva. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé En el laboratorio verás vitrinas repletas de abejas laboriosas. Foto / Javier del Valle Ni un chispito tienes que saber sobre el universo de las abejas para disfrutar del trabajo que se realiza en el Apiario de Hacienda La Esperanza, adscrito a la organización Para La Naturaleza. En un apartado espacio dentro de las 2,400 cuerdas que posee la Reserva Natural Hacienda La Esperanza, las abejas viven a su ritmo y en su ambiente óptimo con el esmerado cuidado que desde el primer día le brindan William Burgos Domínguez y Stephanie Camacho Bonaparte, quienes comenzaron en la organización en el programa voluntario de “Ciudadano Científico”. “Aparte de hacer la polinización del territorio y de que tengamos abejas en el área, uno de los principales objetivos del apiario es generar la mayor cantidad de abejas reinas nativas -acostumbradas a nuestro clima y flora- para distribuirlas entre apicultores del país y que no tengan que traerlas del exterior con contaminantes”, explica Burgos mientras maneja una guagua en dirección al apiario establecido en el 2017. Stephanie Camacho Bonaparte y William Burgos Domínguez. Foto / Javier del Valle La polinización es una parte fundamental en los esfuerzos de reforestación que realiza Para la Naturaleza en la isla y el apiario se suma a ellos. “Reforestamos las áreas circundantes al apiario. En vez de pasto nada más hemos ido sembrando más de 10 mil árboles: ceibas, palmas maga, retama, roble, jagüey, cupey, palma sabar. Empezamos de cero; no todos los árboles florecen todo el tiempo, la idea es que las abejas tengan comida todo el año, que tengan variedad”, añade Burgos. La mañana calentaba y el cielo lucía brillante y despejado cuando comenzamos a vestirnos con el uniforme protector requerido para acercarnos a las colmenas de abejas. Usarás un mameluco grueso con elástico en las extremidades para evitar el ingreso de abejas, un sombrero con velo y malla, para proteger cabeza y cuello, así como guantes. Debes calzar zapatos cerrados. Pensarás que pareces un astronauta en ruta a la luna, pero luego agradecerás contar con ese escudo. “Es como una urbanización, pero de abejas. Son 24 cajas y cada caja, si están llenas, podrían tener sobre 100,000 abejas”. Luego verás un área poblada por 24 casitas blancas cuyas entradas están abarrotadas, en algunos casos, por abejas. Se trata de colmenas y las hay de distintos tamaños. En su interior transcurre la ordenada y laboriosa vida de las abejas. Un diagrama en el exterior del lugar te permite entender la acción dentro de la colmena; esas casitas tienen varias cámaras de cría con múltiples bastidores donde los huevitos se desarrollan, mientras que las abejas nodrizas, zánganos, obreras y abejas reinas aseguran que el ciclo de vida y producción de cera y miel no se detenga. “Es como una urbanización, pero de abejas. Son 24 cajas y cada caja, si están llenas, podrían tener sobre 100,000 abejas”, detalla Burgos. EL LABORATORIO Entrada a la zona de colmenas en el apiario rodeada del seto vivo. Foto / Javier del Valle Las colmenas están protegidas de la dirección del viento por un seto vivo integrado por más árboles como mangle botón, icaco y tintillo, que además ofrece resguardo adicional a los visitantes. En la zona se ubican algunas trampas para abejas perdidas. Más arriba hay un espacio de madera cerrado, llamado el laboratorio, y en su interior puedes ver a través de vitrinas la acción dentro de la colmena. Los guías te explican la labor de cada tipo de abeja. Las colmenas están repletas de hexágonos formados con la cera que las abejas producen y en ellos ocurre el milagro de la vida: se alimentan, ponen huevos, los cuidan. Resulta emocionante presenciar el orden y la eficiencia en la colmena, así como ver la espesa miel que genera. Prepárate además para ver desde la ventana del laboratorio una de las vistas más bonitas de la Hacienda La Esperanza. Colmenas repletas de bastidores, cámaras de crías y abejas. Foto / Javier del Valle Antes de que te lo preguntes, te cuento que no nos picó ninguna abeja durante la visita. ¿Qué provoca esa reacción a la que Burgos y Camacho están muy acostumbrados? Hay una regla de oro: “si no las molestas, no te pican”. Molestarlas incluye ruidos fuertes, percepción de peligro o que te ubiques frente a la piquera, la entrada a la colmena. Solo pican las abejas obreras y las reinas, los machos no. Las personas caminan por la hacienda o corren bicicleta con libertad. La señalización les advierte la presencia de abejas en los alrededores del apiario; por supuesto, ni te asomes al área si eres alérgico a ellas. Así luce el interior de una colmena. Foto / Javier del Valle El apiario continúa preparándose para recibir visitas del público general. Por el momento, recaban la ayuda de voluntarios. “Estoy trabajando con voluntarios líderes de otros proyectos que se han interesado en la apicultura y con estudiantes del programa “Be a bee”, de Saint John’s School. Una de las tareas es revisar las colmenas, la miel, el polen, así como las reinas, y todas las necesidades que vamos apuntando en un registro. También, trabajamos en el mantenimiento de las áreas verdes alrededor del apiario y en la limpieza de materiales y trampas. Lo importante es que tengan compromiso”, afirma Camacho, quien junto a su colega vive cómoda entre abejas. Si te interesa unirte como voluntario al apiario, comunícate como Stephanie Camacho Bonaparte llamando al 787-722-5834, extensión 261, o escríbele a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. document.getElementById('cloakdeb054ecf9cf64d480aaf096cb7394a5').innerHTML = ''; var prefix = 'ma' + 'il' + 'to'; var path = 'hr' + 'ef' + '='; var addydeb054ecf9cf64d480aaf096cb7394a5 = 'stephaniec' + '@'; addydeb054ecf9cf64d480aaf096cb7394a5 = addydeb054ecf9cf64d480aaf096cb7394a5 + 'paralanaturaleza' + '.' + 'org'; var addy_textdeb054ecf9cf64d480aaf096cb7394a5 = 'stephaniec' + '@' + 'paralanaturaleza' + '.' + 'org';document.getElementById('cloakdeb054ecf9cf64d480aaf096cb7394a5').innerHTML += ''+addy_textdeb054ecf9cf64d480aaf096cb7394a5+''; . Hacienda La Esperanza, Manatí -En el Siglo XIX fue una hacienda azucarera. -Su dueño fue José Ramón Fernández y Martínez, mejor conocido con el Marqués de La Esperanza. -El Fideicomiso de Conservación la adquirió en el 1975. Fotos y vídeo: Javier del Valle