La organización sin fines de lucro con 21 años de experiencia debutó en la lista que destaca empresas con las más acertadas prácticas laborales. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Al selecto grupo de empresas locales que ingresan a la lista de 15 Mejores Patronos del país, entra en esta edición 2021 una organización sin fines de lucro, Nuestra Escuela. En el certamen gestado por el periódico El Nuevo Día, las votaciones de los empleados de cada empresa son determinantes en su selección y ésta cuenta con 76, principalmente distribuidos en sus centros de Caguas y Loíza. En la organización que privilegia la educación y el desarrollo económico, más que contentos están orgullosos. Su presidenta ejecutiva y cofundadora, Ana Yris Guzmán Torres, puntualiza que el logro es resultado directo del trabajo del colectivo. “Esto no ocurrió al azar, llevamos unos años preparándonos para que la gente sienta que esto es un buen lugar para trabajar. Y no ha sido sencillo en términos de añadir beneficios, cuando tú dependes de las propuestas y de los donantes que no necesariamente están tan abiertos a escuchar que se incluyan iniciativas como el plan 401K”, sostiene Guzmán. Hace cinco años, Nuestra Escuela se planteó cómo mejorar las condiciones laborales de sus empleados. En las asambleas semestrales se repetía la inquietud sobre el plan de retiro, entre otros asuntos que interesaban a la organización como mejorar los salarios de los maestros o extender beneficios de empleados regulares a los de tiempo parcial. “Hemos venido añadiendo beneficios paulatinamente, partiendo de la premisa del diálogo con el personal para conocer cuáles eran las necesidades más apremiantes. Cosas como establecer una escala salarial con perspectiva de género, eso fue importante y tomó tiempo. Le dimos una mirada al tema de los salarios y nos tomó dos años hacer los ajustes y lo hicimos de tal forma que la organización estuviera honrando la premisa de igual paga por igual trabajo, si la persona llevaba el mismo tiempo en la organización. Esa fue una de las primeras cosas que hicimos, establecer una escala salarial en la que los maestros en Nuestra Escuela empiezan en $1,800 y, dependiendo del tiempo que llevan en la organización, pueden ganar hasta $ 2,500 mensuales”, explica Guzmán. Establecer hace año y medio el plan de retiro 401K fue fundamental, ya que permite “que la gente pueda visualizarse en la organización por mucho tiempo”. La presidenta resalta con satisfacción que durante la pandemia lograron mantener el 100% de los salarios del personal, incluyendo aquellos que no podían realizar labores de manera remota como las áreas de mantenimento, cocina o transportación. “En el caso de sostener los salarios lo hicimos a través de Small Business Administration, sometimos en dos ocasiones y en las dos ocasiones los préstamos fueron condonados al 100%”, destaca. No se conforman con lo logrado y, como ejemplo, Guzmán informa la propuesta de que los maestros alcancen un salario mensual de $3,000. “Yo pienso que la gente valora su trabajo. En Nuestra Escuela, el personal docente reconoce que la organización está haciendo un esfuerzo de garantizar bienestar y que haya un espacio de trabajo equitativo. Para hacer un ajuste y lograr ese salario a los maestros, siendo la plantilla más grande, lo haremos de forma escalonada a base de los años de servicio en la organización. Es absolutamente viable y hacia ahí nos estamos dirigiendo”, señala. SIEMPRE ESCUCHAR Prestar atención a las necesidades e ideas de los alumnos ha sido clave en el éxito académico de Nuestra Escuela. La práctica la replican con sus empleados. Las asambleas semestrales son descritas por la presidenta ejecutiva como “espacios extraordinarios para escucharnos y ver cómo podemos mejorar”. “La organización tiene beneficios extraordinarios y partimos de la premisa de que Nuestra Escuela es una comunidad y lo que es bueno para el estudiante, es bueno para el personal y viceversa. No es que Nuestra Escuela está haciendo grandes hazañas, yo pienso que es un asunto de justicia social y nosotros tenemos la posibilidad de hacerlo; no podría decirte que ha sido sencillo pero ha sido posible y hemos recibido el respaldo de quienes nos hemos acercado”. Fundada en agosto del 2000, la organización ya cumplió 21 años, lo que supone para Guzmán, mayores responsabilidades. “La pregunta aquí es qué progreso, porque para mí progreso es bienestar común y ese es el norte y a veces no se entiende. No es sencillo, es mucho trabajo y la gente tiene que dar más de lo que se supone que dé en un espacio natural de trabajo, pero si nosotros realmente queremos cerrar brechas, eso no se hace en el ordinario eso se hace en el extraordinario”, comparte su ruta a futuro. La mañana en que de sorpresa llegó el premio a la organización, la alergía era contagiosa. “Una de las cosas importantes que suceden con este premio es que en realidad quien otorga la distinción es el personal porque se hace a través de encuestas a la gente y a base de la puntuación otorgada, por tu misma gente es que entras o no. Es importante que nuestra gente reconozca que esto no fue un ‘¡oops!, somos mejores patronos’, sino que realmente lo hemos venido trabajando, buscando que este sea un buen lugar para estar y para hacer un mejor país”, culmina Guzmán. Nuestra Escuela se unió a Boys & Girls Club, organización que en el 2018 también ingresó en la lista de Mejores Patronos. ¿Cuál será la próxima? Algunos beneficios que disfrutan los empleados de Nuestra Escuela Salario de $2,500 para maestros con más tiempo en la organización Plan médico con cubierta de farmacia y dental Programa de asistencia al empleado para atender salud mental Licencia de vacaciones de hasta 24 días Plan de retiro 401K Servicio de alimentos Maternidad de 60 días calendario y 14 días laborales de paternidad Oportunidad de cuido para hijos de empleados Personal a tiempo parcial disfruta del 50% de todos los beneficios disponibles para los empleados regulares, desde las vacaciones hasta el plan médico Beneficios garantizados a parejas del mismo género o no casadas que conviven
Luego de haber sido finalista en otras ediciones y reconocida en la edición especial por su labor tras la emergencia del Huracán María, Taller Salud gana el Premio Tina Hills 2021. Conoce el trabajo de esta organización sin fines de lucro. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé La definición de salud que maneja Taller Salud es elástica. Primero se ocupó del cuerpo femenino y, después, de los factores externos que lo afectan. En la planificación de servicios de la organización comunitaria con 42 años de experiencia, el término “salud” adquirió el apellido, “integral”, que varió las definiciones con que -tanto organización como participantes – diseñan el deseado estado de bienestar. “Lo primero es que nosotras entendemos la salud como un derecho humano que no es negociable y lo segundo es que para nosotras la salud tiene apellido; la salud es integral, es un estado de equilibrio que cada persona tiene con su entorno, eso quiere decir que cada persona define lo que es salud para sí misma y eso también le aplica a la comunidad. Ha llegado un punto donde nosotras nos consideramos testigos y facilitadoras del proceso de apoderamiento de su propia salud que lidera la persona”, dice Tania Rosario, quien hace cinco años dirige la organización. Sin duda, esta etapa de crecimiento requiere “que alguien te dé la mano”. “A veces las circunstancias de vida, especialmente en nuestras comunidades con más vulnerabilidad, los retos son múltiples y son como unos muros altos de sobrepasar. Nuestro trabajo es defender el derecho de la gente a su proceso de imaginar la vida que quieren, apalabrar y encaminar los procesos que sean necesarios para vivirla”, añade la directora. Tania Rosario, directora ejecutiva de Taller Salud. Foto / José Pérez El modo flexible con el que la organización abraza el concepto de salud, la llevó a concebir Acuerdo de Paz, un programa de acompañamiento y mentoría basado en evidencia, establecido en 2009 para prevenir la violencia en comunidades de Loíza, transformar conductas afines y establecer una cultura de paz sostenible. Identificar, interrumpir y transformar es la vía de acción con los participantes, junto al impulso para culminar estudios e incentivar el desarrollo económico. “Nosotros llegamos a Acuerdo de Paz de la mano de las mujeres que nos dejaron saber que, si había una prioridad de salud para ellas, era que no le mataran sus hijos. Ahí es donde viene la flexibilización, decir ‘si esto es una prioridad de las mujeres pues debe ser una prioridad feminista’, no importa que no lo hayamos hecho antes, podemos aprender o podemos encontrar un modelo o adaptarlo a nuestra realidad y podemos aprender en el camino”, menciona Rosario. Lo que a todas luces era un problema en alza por años y sin solución a la vista, comenzó a ceder. Tras el primer año se redujeron en un 52% los asesinatos violentos, indica. “Se ve como una estadística impresionante, pero en las vidas de la gente eso reduce el miedo cotidiano de que el próximo joven muerto sea tu hijo, sea tu hermano, tu padrastro, eso impacta la dinámica de todo el pueblo. Si la gente tiene miedo, opera desde ahí, está más acorralada, tiene menos capacidad de imaginarse la belleza que merece, así que no había horizonte para uno apostarle a un futuro con una sombra como esa en nuestras comunidades; era una tarea urgentemente feminista y nunca lo cuestionamos”. La revisión de la misión, la visión y los valores de la organización fueron un requisito. ACCIÓN Y COMPAÑÍA Roberto Santa María, presidente de la Fundación Ángel Ramos, entrega a representantes de Taller Salud el Premio Tina Hills 2021. Foto / José Pérez Antes de este proyecto, Taller Salud implantó un modelo de promoción y de educación en apoderamiento de la salud. Rosario puntualiza que “nunca se han considerado una organización exclusivamente de brindar servicios”. “Es una organización que aboga y acompaña a comunidades y organizaciones en procesos de decidir políticas públicas que les afectan y eso ha sido así desde los principios”, menciona y como ejemplo indica que integraron el comité que redactó la Ley 54 (Ley de Prevención e Intervención con la Violencia Doméstica) y los esfuerzos por fundar el primer albergue de víctimas, Casa Protegida Julia de Burgos, entre otros. Ahora enfrentan una pandemia para la cual, según su directora, se prepararon durante el huracán María, pues evitaron cometer errores como esperar una “respuesta coherente” del gobierno. “Estamos conscientes de que la coyuntura histórica que vivimos nos convoca a renovar nuestros valores fundacionales. Sabemos también que son las comunidades más vulnerables y desprotegidas quienes llevarán la peor parte ante la crisis que vivimos, ya sea por recortes en los servicios disponibles o por apatía social. Al recibir este premio, Taller Salud invertirá en aquellas áreas que nos permitan expandir nuestros servicios a otras regiones de la isla, incidir efectivamente en la aprobación de medidas de política pública a favor de las comunidades que viven mayor exclusión social y crear consciencia ciudadana de la necesidad de sumar las acciones solidarias individuales para generar un efecto multiplicador”. “Para la pandemia no esperamos nada, el viernes 13 de marzo ya habíamos decidido que el lunes 16 íbamos a tener una línea de 24 horas de atención a víctimas -sin tener call center ni empleadas para eso- pero sabíamos que, si se declaraba un confinamiento como ocurrió ese domingo 15, nuestras víctimas iban a estar confinadas con sus agresores. La experiencia del huracán nos dejó ver que la escala de daños se puede magnificar en cuestión de horas, que la toma de decisiones en los primeros cinco días es crucial y que se deben tomar con una conciencia interna y externa de cuáles son tus dimensiones de impacto, cuál es tu capacidad y cuáles son tus prioridades y nuestra prioridad son nuestros participantes, así que no hubo ni un segundo de duda”. Representantes de la Fundación Ángel Ramos -a la izquierda Roberto Santa María y Laura López y a la extrema derecha María Jaunarena y Diego Suárez Matienzo, junto al equipo de Taller Salud. Foto / José Pérez De inmediato, comenzaron a recaudar fondos para ampliar el alcance de dicha iniciativa porque “la velocidad es clave en las emergencias”. “Principalmente, porque comunica el mensaje de que las vidas de nuestros participantes son nuestra prioridad, pues la inacción lo que comunica es que hay unas vidas que son dispensables, que no importa si se pierden. Nosotras, dentro de nuestra escala, de lo que era posible hacer, estábamos decididas a comunicar el mensaje opuesto desde la primera hora de ese confinamiento: que íbamos a mover cielo y tierra para garantizar su seguridad, su acceso a alimentos en momentos en que la falta de información estaba causando angustia”. Por primera vez en cuatro décadas, la organización aspira a ser propietaria de una sede en Loíza y desde ahí expandir algunos de sus modelos exitosos a otras zonas de la isla. “Veo una sede bien bonita, veo una escuela de formación de liderazgo y de apoderamiento en salud para Puerto Rico y el Caribe, veo una clínica móvil de salud integral de las mujeres que pueda dar servicio en nuestra región y moverse a regiones que tienen indicadores más altos de falta de acceso a servicios que podemos brindar”, anticipa planes futuros. Taller Salud ya es considerada integrante importante en Loíza. “Nos lo dejan saber de maneras bien bonitas. Después del huracán Hugo, el trabajo de Taller Salud en Loíza se solidifica más y el compromiso y las relaciones se van construyendo de forma más sostenida en el tiempo y ya no había vuelta atrás. Después de Acuerdo de Paz, que para que su modelo sea efectivo necesita que quienes lo lleven a cabo sean los loiceños, por primera vez la mitad de nuestro equipo era gente de la propia comunidad y eso automáticamente empieza a transformar la organización. Con el pasar de los años, en las Fiestas de Santiago Apóstol, en los eventos comunitarios, en la Cabalgata de Reyes, hemos ido viendo cómo nuestra presencia es esperada, pedida. También, nos han dejado saber de muchas maneras cuánto agradecen que hayamos estado aquí después de María y eso no hay quien lo borre”, resume la interacción Rosario. No hay marcha atrás, Taller Salud ya es Loíza. TRANSFORMACIÓN A finales de los 80’s la colectiva decide incorporar y registrar la organización en el modelo sin fines de lucro. A finales de los 90’s se establecen dos sedes: en Río Piedras, donde se realizan estudios de género e investigación feminista, y en Loíza donde llevaban diez años de trabajo con las féminas. Decidieron permanecer solo en Loíza. Realizan charlas y talleres de concienciación sobre la salud física a través de autoexamen de mama, vaginal y trabajo de prevención de violencia sexual y doméstica en espacios seguros y comunitarios. Visitan escuelas para trabajar con adolescentes temas relacionados a la prevención de violencia en el noviazgo y educación sexual integral. En escuelas de la región educativa que incluye a Loíza -que comprende pueblos como Canóvanas y Río Grande- se trabajó la prevención de violencia sexual en la niñez educando al personal escolar y promoviendo círculos de lectura de cuentos con niños y niñas para identificar riesgos de violencia sexual. *El inicio del Programa Acuerdo de Paz es innovador, ya que al empoderamiento político y apoderamiento del cuerpo que propone la organización, se une un enfoque de salud pública que toma acción para detener la violencia comunitaria. El huracán María fue un hito y la respuesta que ofrecieron provocó una nueva transformación en la organización. Al momento, siguen un modelo de financiamiento híbrido que se nutre de fundaciones de Estados Unidos y Puerto Rico, de donantes individuales a través de las distintas plataformas de donación en línea, donaciones del gobierno federal y del gobierno estatal a través de la Comisión de Donativos Legislativos. Aprovechan trabajo voluntario y donaciones en especie. Fotos / José Pérez Vídeo / Juan Carlos Álvarez Lara
Qué hacen, cuáles son sus metas inmediatas y qué las inspira son algunas de las respuestas que ofrecen directivos de las organizaciones sin fines de lucro finalistas al Premio Tina Hills 2021. Conoce a la Fundación Alas a la Mujer. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Si algo le queda bien claro al equipo de trabajo de la Fundación Alas a la Mujer es que cuando una participante llama en busca de ayuda, dejó atrás largas horas de análisis, de dudas y, más que nada, tiene miedo. “Nosotras sabemos que esa llamada pudo haber tomado mucho tiempo de ponderación”, indica Suzette Álvarez Soto, trabajadora social y coordinadora de programas en el Centro Alas San Juan. “Así que tenemos en cuenta la persona, que se sienta en seguridad, respetada, escuchada y validada”. De esa forma, inicia un proceso de acompañamiento psicosocial con los especialistas de la Fundación Alas a la Mujer, una organización sin fines de lucro que atiende a mujeres sobrevivientes de algún tipo de violencia de género ya sea violencia doméstica, agresión sexual, acecho, trata humana o violencia en cita. La protección de la participante y la de sus hijos es vital. “Para nosotras es un honor ser finalista y yo tengo que decir soy joven en la Fundación Alas a la Mujer, pero honra tanto el trabajo de todas las que antes que yo pudieron estar aquí. Me siento honrada de estar en un trabajo donde hemos crecido y todavía podemos crecer más. Yo creo que es un logro y que la Fundación Ángel Ramos lo vea nos mueve a seguir haciendo lo que hacemos cada día”. “En el estado de emergencia que vivimos, hacemos una evaluación de seguridad con esa participante, realizamos un plan de escape -muchas veces la hemos acompañado a ejecutarlo-, y coordinamos si es necesario alguna vivienda, servicio o espacio para que estén seguras”, sostiene Álvarez. La coordinadora añade que procuran que, si las participantes “necesitan, requieren y es su deseo tener una orden de protección, lo puedan hacer acompañadas”. “Ese acompañamiento es importante en el tribunal porque es revictimizante, tienes que enfrentarte a la persona agresora, entrar en un espacio que de por sí es intimidante, así que para nosotras estar en esos procesos de la mano con ellas es importante para proveer un apoyo emocional, pero también para que sepan qué es lo que están haciendo, qué repercusión tiene. Cualquier falla puede ser una razón para quitarse, lo sabemos y eso puede implicar mucha más inseguridad para ellas y sus hijos y terminan lamentablemente en una situación a la que no queremos llegar que es perder la vida”, advierte. Representantes de la Fundación Ángel Ramos -a la izquierda Roberto Santa María y Laura López y a la extrema derecha María Jaunarena y Diego Suárez Matienzo, junto al equipo de Fundación Alas a la Mujer. Foto / José Pérez Esos son algunos de los servicios que ofrecen ahora, pero hace quince años -cuando iniciaron- era distinto. “La historia de la Fundación es bien interesante porque en principio era una organización filantrópica que solamente brindaba donativos a mujeres sobrevivientes o jefas de familia por alguna situación de emergencia; para salir del país, para cambiar de hogar, y a través de esos fondos se apoyaba la gesta de otras organizaciones que brindaban servicios de apoyo psicosocial. Ya hace varios años nosotras sí brindamos servicios a la comunidad y tenemos una gran diversidad; la verdad es que hemos crecido muchísimo”, reflexiona. Además del Centro Alas San Juan cuentan con uno en Utuado, en Adjuntas, ofrecen servicios sociales en Lares y Jayuya y de intercesoría y representación legal en los tribunales de Aguadilla, Ponce y Mayagüez. “Uno de los intereses de la Fundación ha sido descentralizar los servicios, sabemos que hay muchos en el área metro, pero no hay tantos para las mujeres de la montaña”, indica sobre los servicios de salud física y emocional que ofrecen – o que refieren a organizaciones aliadas- para que una participante pueda comenzar una vida distinta. LA VIOLENCIA SE DETIENE Apática a definir el problema con el término “ciclo de violencia”, la especialista luce confiada en que se puede detener. Ana Laura Vélez Vega y Suzette Álvarez, de Fundación Alas a la Mujer, y Yarelies Pagán, oficial de programas de FAR. Foto / José Pérez “Prefiero hablar con esperanza, decir que hay unas situaciones que trascienden, que son estructurales, sistémicas, no solamente de la pareja, así que claro que se puede detener con educación, con prevención, con recursos alineados a esas necesidades que nosotros en quince años de experiencia hemos visto que son los recursos más necesarios para poder transformar y construir otras vidas”, menciona. Detecta “mucha incomprensión de las situaciones reales que sobreviven las mujeres en sus familias” en los casos de violencia de género, a veces por considerarlo “un asunto personal, pero lo personal es un asunto político”. “Esto tiene una estructura patriarcal que existe antes que nosotros llegáramos aquí, así que esa transformación si bien la podemos hacer individualmente con nuestras sobrevivientes requiere la transformación de la estructura y para eso nosotras también tenemos los esfuerzos de educación y de prevención en la comunidad, de reclamar una perspectiva de género porque creemos que con la educación hacia la equidad es que podemos construir una cultura de paz”, indica y agrega que integrarán a los menores en los servicios de apoyo que reciben sus madres. Diego Suárez Matienzo entrega la distinción de finalistas del Premio Tina Hills 2021 a Sonia Flores y Suzette Álvarez, fundadora y trabajadora social, respectivamente, de Fundación Alas a la Mujer. Foto / José Pérez La construcción de una Casa de Acogida en la zona central montañosa de la isla, así como la inauguración del Centro Alas virtual, diseñado a raíz de la pandemia para continuar con los servicios de acompañamiento y apoyo, son objetivos alcanzables. “Las mujeres tenemos mucho poder para transformar y la resistencia de nuestras sobrevivientes es mucho mayor al impacto negativo. De ahí vamos a seguir construyendo vidas, aspirando, soñando y nosotras lo hacemos de la mano de nuestras sobrevivientes y participantes que son el motor nuestro”. Las sobrevivientes de este tipo de violencia no son homogéneas, pero esa participante que ya está lista para buscar ayuda da el paso cuando siente que “creyeron en ella” y “no la pusieron en juicio”. “Tratamos de ofrecer un servicio que no sea simplemente por darlo, sino porque nuestras participantes encuentren espacios seguros donde sus experiencias sean validadas, donde todo lo que ellas traen a la mesa sea tomado en cuenta. Cuando una de nuestras participantes entra en ese momento de ejercer su ciudadanía reconociendo que es portadora de derechos, que ella es importante, yo creo que ahí ya está lista”. En ese momento, el futuro luce brillante. TRANSFORMACIÓN Hace 15 años, Sonia Flores comenzó a apoyar con donaciones filantrópicas a sobrevivientes de violencia de género. Junto a integrantes que aún permanecen en el equipo, inauguraron un centro de ayuda que abonaba los esfuerzos de organizaciones feministas que trabajaban con dichas víctimas. Se formalizan como una organización de servicios y comienzan a ofrecerlos en las montañas de la isla, donde suele haber pocos recursos de este tipo. Desde entonces ofrecen orientación legal, apoyo terapéutico individual y grupal, así como donativos para viabilizar la seguridad económica de las participantes y sus hijos de modo que puedan disfrutar de una vida diferente. Escuchar a sus participantes es la guía para determinar nuevas rutas a seguir y servicios que brindar. Mediante fondos estatales, federales, esfuerzos de recaudación y aliados estratégicos mantienen activa la organización. Privilegian los servicios de educación y prevención en poblaciones jóvenes. Aspiran a establecer una Casa de Acogida en la montaña, que se una a los siete albergues para sobrevivientes de violencia de género activos en el país. El nuevo Centro Alas Virtual facilitará la continuidad de servicios. Fotos / José Pérez Vídeo / Juan Carlos Álvarez Lara
Qué hacen, cuáles son sus metas inmediatas y qué las inspira son algunas de las respuestas que ofrecen directivos de las organizaciones sin fines de lucro finalistas al Premio Tina Hills 2021. Conoce al Centro María Mazzarello Alespi. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Atención. Ciudadanos y líderes honestos están en construcción en el Centro María Mazzarello Alespi en Orocovis, un espacio con dos privilegios innegables: la hermosa vista de la montaña isleña y la oportunidad de educar y acompañar a más de 300 alumnos de prekínder a duodécimo grado, así como a la comunidad de la zona. “Nosotros buscamos, tanto en el colegio como en todos los trabajos, educarlos en distintas competencias. No construimos estudiantes para el futuro, los construimos desde el presente, les damos experiencias educativas, deportes, artísticas, agricultura y, sobre todo, de valores cristianos”, indica Sor Aracelis Reyes, directora ejecutiva de la organización. “Cuando nos dijeron que éramos finalistas celebramos, se lo dijimos a todo el mundo en el Centro y nos pusimos a rezar porque sabemos que con los nuevos proyectos vamos a necesitar ayuda”. Una de las enseñanzas que marca el acercamiento del Centro con sus participantes, es su interacción con la diversidad. “La diferencia no es una amenaza, es una riqueza. Ellos van a tener profesiones que no conocemos hoy, pero en las que quizás tengan que interactuar con personas de otros países o pueblos, por eso también reforzamos el trabajo en equipo. Los educamos en idiomas porque somos una isla, pero tenemos que abrir horizontes y, sobre todo, en los valores cristianos de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo”, subraya la directora y agrega que además de español e inglés, también han enseñado italiano, francés y portugués. Representantes de la Fundación Ángel Ramos -a la izquierda Roberto Santa María y Laura López y a la extrema derecha María Jaunarena y Diego Suárez Matienzo, junto al equipo de Centro María Mazzarello. Foto / José Pérez Cada alumno que llega es considerado, “un misterio”. “Tenemos que potenciar lo que es él y lo que Dios ha sembrado en su corazón. Lo vemos como un misterio al que nos tenemos que acercar con cariño porque tenemos que acompañarlo a que descubra quién es él y a qué está llamado”, dice Sor Aracelis. El Centro mantiene una alianza con la NASA en educación STEM a la que le han añadido la agricultura y su policultivo -que enseña a valorar la paciencia-, además de las artes, el deporte y el servicio comunitario. Una plataforma en la glorieta central es escenario de las presentaciones musicales. “Aquí se baila, se canta, se toca, aquí hay mucho talento”, celebra. El proyecto educativo viabiliza que familias trabajadoras y de mínimos recursos económicos puedan ofrecerle una educación de calidad a sus hijos. “Por eso los precios son ridículamente bajos. A la familia que no puede pagar no le podemos decir que no, eso es un pecado mortal para las salesianas, se acogen en el colegio, así que el colegio tiene que arreglárselas para poder operar. Tenemos que buscar propuestas que puedan sostener esta educación porque algunas familias pagan menos al no tener los recursos”, explica sobre la constante búsqueda de fondos. La responsabilidad de la facultad es fundamental para alcanzar las metas educativas. “Los maestros no cobran ‘wao’, pero su compromiso y creatividad es increíble; cuando hay ese compromiso y amor por los estudiantes hacemos maravillas con poquísimo”, destaca Sor Aracelis. En el Centro han tenido estudiantes provenientes de 19 pueblos de la isla, incluido Orocovis, y aunque los protocolos de COVID-19 lo complican, existe la cultura de hospedar a los que se le dificulta llegar. No todos son católicos. CASA DE ALEGRÍA El sonido de la campana que anuncia el fin de la jornada educativa marca también el inicio de los ofrecimientos para la comunidad. Llegan estudiantes de otras escuelas públicas listos para aprovechar las actividades extracurriculares en deportes, arte y calidad de vida que brindan las Tardes en Alespi. El Centro sigue vivo, sirviendo a los que le dan vida en un proceso simbiótico que no acaba. Así ha sido desde que las Hijas de María Auxiliadora, Salesianas de Don Bosco, llegaron en el 1981 a Orocovis para dirigir el Colegio San Juan Bautista, ubicado en el casco urbano. Gracias a la visión, al sueño y a la voluntad de Sor María Ofelia Pérez, quien se empeñó en mudar el colegio a un mejor espacio, hoy disponen de uno hermoso y útil en el barrio Sana Muertos Barros, sector La Vaquería. Denominado Centro María Mazzarello Alespi, en el lugar opera el Colegio San Juan Bautista que se transforma en centro comunitario y en un campo deportivo. “Antes esto era la ‘Vaquería de don Ramón’, aquí no existía más que el terreno y vacas; esto ha sido una donación del señor Ramón González. La construcción comenzó en el 1989 con el arquitecto Thomas Marvel y en el 2008 nos mudamos. Lo logramos vendiendo bacalaítos, pidiendo, pasando vergüenzas, pero gracias a Dios aquí estamos”, recuerda contenta Sor Ofelia, quien insiste en que cada estudiante tiene talentos variados y hay que exaltarlos. “Nuestro sistema es que los niños estén felices”. Laura López, directora ejecutiva de FAR, entrega el premio de finalista en el Premio Tina Hills 2021 a Sor María Ofelia Pérez y a Sor Aracelis Reyes. Foto /José Pérez Conscientes de la importancia de su labor en la vida de los alumnos y la comunidad, la resiliencia no les resulta ajena. Sor Aracelis menciona experiencias tras el huracán María, los terremotos de enero y la pandemia por COVID-19 que vivimos, en las que han reabierto el Centro con responsabilidad y rapidez. “Había que empezar ya”, repite aludiendo a los tres sucesos. De aquí a 20 años la directora vislumbra a los exalumnos siendo líderes que “hacen la diferencia en la sociedad”. “Las salesianas perseguimos enviar a la sociedad buenos cristianos y honestos ciudadanos. Cuando decimos vamos a lanzar a un joven al mundo lo construimos ahora, formándose, gozándose la educación, la creatividad. Tenerlos motivados, mantenerlos orientados al bien es lo que garantiza éxito a nivel profesional y que estén seguros de cómo aportar a la sociedad”, declara. El Centro María Mazzarello Alespi aspira a convertirse, también, en una escuela especializada en deportes y planifica añadir un albergue deportivo para hospedar a alumnos talentosos. La casa sigue creciendo. TRANSFORMACIÓN Del casco urbano, en el 2008 se mudaron a las instalaciones actuales donde mantienen los servicios del Colegio San Juan Bautista y otros abiertos a la comunidad. El Centro se ocupa de la transportación de los participantes en la mayoría de los casos. Tardes en Alespi recibe niños y jóvenes para disfrutar de los ofrecimientos extracurriculares gratuitos. La Casita del Buen Vecino mejora las oportunidades de niños con necesidades especiales al colaborar con sus asignaciones y ofrecerles talleres. Siempre Alegres procura la formación de líderes. Los viernes se brindan actividades especiales que destaquen destrezas de liderazgo, aprovechando las necesidades de la comunidad. Policultivo Alespi- entra en el currículo de experiencias por proyectos de la clase de Agricultura. Iniciaron la siembra de habichuelas y plátanos, entre otros frutos, ya que la tierra es concebida como la casa común. Un acuerdo con una compañía orocoveña de internet les permitió ampliar su capacidad de red para que estudiantes que no pertenecen al Colegio pudieran ubicarse en la cancha a tomar las clases virtuales de sus respectivos centros educativos durante la pandemia. Un albergue deportivo está en construcción para alumnos de otros pueblos y un espacio para voluntarios que llegan de países como Estados Unidos o Austria. Diseñan proyectos para la familia dirigidos a trabajar la salud mental en la pandemia.
Qué hacen, cuáles son sus metas inmediatas y qué las inspira son algunas de las respuestas que ofrecen directivos de las organizaciones sin fines de lucro finalistas al Premio Tina Hills 2021. Conoce a Para la Naturaleza. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé El vaivén de los bambúes hipnotiza. La zona de los estanques en el antiguo Acueducto de Río Piedras, donde decantaba el agua proveniente del meandro del río, provee una metáfora ideal de las oportunidades alentadoras que ofrece la conservación de nuestro ecosistema natural. En agenda está recuperar las cuatro cuerdas de agua para convertirlas en un acuario donde se introducirán especies endémicas en peligro de extinción o ya extintas. “Tener unas aguas limpias, unas playas y corales limpios, eso es desarrollo económico. Tener unos bosques saludables con veredas para corredores, para bicicletas en bosques urbanos, para mí eso es calidad de vida y bienestar para las comunidades. De la misma forma, tener una alimentación saludable sin químicos y apoyar una industria local, eso es bienestar económico”, afirma convencido Fernando Lloveras San Miguel, presidente de la organización Para la Naturaleza (PLN). Representantes de la Fundación Ángel Ramos -a la izquierda Roberto Santa María y Laura López y a la extrema derecha María Jaunarena y Diego Suárez Matienzo, junto a Andria N. Satz Morán, Fernando Lloveras San Miguel, Judy Galib Frangie Bras y Tatiana Hernández Cotto de Para la Naturaleza. Foto / José Pérez “Tener unas comunidades que van más allá de dormitorios de un proceso industrial masivo, que tengan su actividad, generación de ingresos y cohesión social, para mí como organización podemos ser una variable importante en ser todo eso, por eso no nos vemos nada más como un ente que protegemos los espacios naturales y la biodiversidad, estamos protegiendo al ser humano”, añade el líder de la organización que surge de los esfuerzos que hace 51 años comenzó el Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico para proteger y concienciar sobre el valor del ecosistema de nuestras islas, en medio del desarrollo y desparramamiento urbano que caracterizó la década de los 70’s. Un buen ejemplo de los resultados que se obtienen cuando se contempla y se aprovecha el recurso natural, lo brinda el lugar donde se realiza esta entrevista. “Precisamente fue el Acueducto de Río Piedras el que suplió agua a la ciudad de San Juan y permitió que creciera, si no es por este sistema de filtración y captación de agua, no sería lo que es hoy”, añade Lloveras. Judy Galib Frangie Bras, Tatiana Hernández Cotto, de Para La Naturaleza, Ana Teresa Toro, maestra de ceremonias y Pedro Reina, integrante de la Junta Consultiva del Premio Tina Hills 2021. Foto / José Pérez La desconexión del ser humano con la naturaleza ocurre de manera gradual. “Por alguna razón, nuestros modelos económicos y sociales nos desconectan de esa fibra que es la que nos nutre y, ha sido a tal grado, que hemos perdido el entendimiento de la importancia de esto. La cultura ecológica busca que em pecemos a valorar correctamente algo que hemos desvalorado por entender que somos un ente dominante y que no necesitamos la naturaleza para lograr nuestro bienestar y yo creo que, lo que hemos aprendido en los últimos años, es todo lo contrario: necesitamos de la naturaleza, está con nosotros. En toda esta trayectoria de 51 años como organización empezamos entendiendo que lo más importante era proteger la naturaleza y 50 años después nos damos cuenta de que, a quien tenemos que proteger, es al ser humano de sus propias decisiones”, señala. VIVA LA ESPERANZA “Es un gran honor ser finalista. La Fundación Ángel Ramos es una de las organizaciones más prestigiosas que está todos los años mirando y evaluando el trabajo de muchas organizaciones en Puerto Rico. Sería un gran apoyo contar con ella para seguir con nuestra causa y para buscar que más personas se unan a ella; sería una gran alianza la que tendríamos”. La buena noticia es que la convivencia con la naturaleza se puede revertir a una más sana, particularmente en una época en que vivimos los efectos que provoca el calentamiento global. Vivir de espaldas a la naturaleza ya no es una opción. “Todo el mundo puede lograrlo”, asegura Lloveras guiado por sus vivencias con diversos componentes de la sociedad. “Hemos vivido la importancia de la continuidad, nos hemos dado cuenta de lo cuidadosos que tenemos que ser en construir cada bloque sobre una base sólida. Pero al final del día, pensando en Puerto Rico y en cómo se sostiene este proyecto hacia el futuro, apostamos mucho a la cultura ecológica porque una vez esa persona captura esos valores los pone en práctica y los pasa de generación en generación. La mejor forma de continuidad no es nosotros como organización estar protegiendo para que no dañen nada, sino que las mismas personas y comunidades, como grupo, puedan tener la filosofía y los principios básicos de la conservación para esta generación y para el futuro”, subraya el presidente de PLN. María "Baby" Jaunarena, presidenta de la Junta Consultiva del Premio Tina Hills 2021, entregó el galardón de finalistas de esta edición a Judy Galib Frangie Bras, coordinadora de Fundaciones y Desarrollo y a Fernando Lloveras San Miguel, presidente de Para la Naturaleza. Foto / José Pérez Para asegurar la salud ecológica de las islas de Puerto Rico, en el 2013 la organización propuso como meta de país alcanzar el 33% de terrenos protegidos para el año 2033, cifra mínima requerida para asegurar agua, aire y suelos de calidad. Al momento, solo se ha alcanzado el 16%; el objetivo global es de 20% para el 2030. “La otra meta es lograr que Puerto Rico recupere su conexión con la naturaleza y conviva con ella en lugar de usarla o desusarla. Tenemos más de 40 personas sembrando más de 100mil arboles al año y entidades apoyando ese proceso de reforestación que es una de las formas más económicas y viables de combatir este cambio climático que estamos viviendo. Todo el apoyo que hemos sentido y estoy viendo me da mucha esperanza de que nos vamos a reestructurar y que las inversiones que tenemos que hacer para tener unos ecosistemas saludables las vamos a poder hacer”, acaba Lloveras. Garantizar un suelo digno y limpio, así como la belleza de Puerto Rico y sus islas, es un compromiso compartido. Las generaciones que nos siguen merecen nuestro esfuerzo. TRANSFORMACIÓN El Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico nace en el 1970 ante la preocupación de que el desarrollo urbano consumía aceleradamente los ecosistemas del archipiélago de Borinquen. La meta de la organización es proteger espacios naturales con alto valor ecológico. En los 80’s agregan el componente educativo para que se entendiera el valor y la razón de la conservación de lo que muchos consideraban “terrenos baldíos”. El proceso educativo se vincula con la preservación histórica e impacta a más de 80 mil visitantes al año, a través de todas las áreas naturales que conservan. Surgen los intérpretes ambientales. Para la Naturaleza nace como un brazo educativo del Fideicomiso para integrar a la sociedad en la conservación de sus ecosistemas naturales y a manejar sus áreas naturales como la Hacienda la Esperanza en Manatí o Las Cabezas de San Juan en Fajardo, entre otras. A inicios de la década del 2000 estrena el proyecto “Ciudadano científico”, que transforma el impacto educativo de la organización. Se esboza un plan de conservación contemplando toda la isla y a las comunidades. Pre y post huracán María se apoya a las comunidades para que tengan medioambientes saludables, en 33 de ellas se cubren otras necesidades además de la conservación. Inicia la relación de apoyo con agricultores agroecológicos y a partir del 2018 cobra más fuerza. Establecen alianza con 20 escuelas Montessori públicas alrededor de la isla que les permite inculcar una saludable cultura ecológica en niños y jóvenes.