Tres organizaciones sin fines de lucro relatan las muestras de amor que comparten con los participantes a los que sirven. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé La búsqueda de la exploración de la identidad propia a través de algo tan sencillo como el dibujo animado que más que guste a cada participante es un factor determinante en el enriquecimiento del ambiente. Hay momentos que exigen que retornemos al principio, a la razón primera por la que se activa el tercer sector. En este mes de febrero, tocamos la puerta de tres organizaciones sin fines de lucro que relatan las muestras de cariño que ofrecen a sus participantes y las que reciben de vuelta. La misión de cada organización nace, sin duda, de un gran gesto de amor. Los besos y los abrazos siempre estarán presentes en su labor, pero tanto la cotidianeidad como la convivencia traen otros recordatorios del sentimiento cultivado. Aquí algunos ejemplos que te arrancarán una sonrisa: Hogar Cuna San Cristóbal En el albergue atienden niños de 0 a 7 años que han vivido trauma, negligencia o han sido maltratados, mientras se determina si pueden retornar con sus familias biológicas o comienzan de nuevo con una familia adoptiva. “Los apoyamos y los sostenemos en este proceso de pérdida de su familia biológica con todos los servicios que proveemos en el albergue”, explica Keila La Santa, directora ejecutiva, del espacio que ahora atiende a 15 participantes. La celebración de los cumpleaños es uno de los muchos esfuerzos que realiza la Casa de Niños Manuel Fernández Juncos para manejar el aspecto emocional de los complejos procesos que atraviesan los participantes. La Santa puntualiza que la labor de San Cristóbal es el espejo en el que se miran para atender a los residentes del albergue, y que las muestras de amor pueden ir desde un buen abrazo hasta una merienda especial o la celebración de un cumpleaños. “Escucharlos, hablarles con la verdad a su nivel, no crearles falsas expectativas; eso también es amor, quedarnos con ellos cuando están en momentos difíciles, dejarlos que manifiesten su dolor. Ahora tenemos una nena que es sorda, todo el equipo cogió clases de lenguaje de señas, nos adaptamos a la necesidad de los niños que atendemos y los defendemos a capa y espada donde sea”, explica la líder y agrega que además acuden a apoyarlos en sus actividades escolares. Para manifestar su cariño, los participantes “nos hacen dibujos y nos regalan cositas que hicieron en la escuela”. Como un legado de amor menciona que trabajan para cada niño en el albergue un “Libro de vida”, que acumula fotos, información e historias que documenten su crecimiento, dada la importancia de rescatar su historia. Sin embargo, una inesperada muestra de amor vino en forma de colcha de cama. En el albergue, los niños que pueden expresarse evalúan los servicios recibidos cada tres meses. En una ocasión, una niña se quejó de que los cuartos femeninos eran rosa y los masculinos azules, y ella prefiere ese color. “Hemos mantenido todas las camas iguales por estética, para que sea vez bonito, y nos dimos cuenta de que se estaba perdiendo lo esencial: que los niños tengan sentido de pertenencia. Así que ahora la ropa de cama es diversa. Tengo nenas con colchas de Sonic, de Buzz Lightyear, Paw Patrol o de Princesas. Tenemos diversidad de estilos porque les dimos voz y voto. Fue un cambio organizacional porque queremos que sientan que el espacio es de ellos. Fue emocionante ver sus caritas cuando los complacimos, los pequeños detalles hacen la diferencia”, promete La Santa. Casa Manuel Fernández Juncos “Una vez un señor en Cabo Rojo nos pidió que le contáramos cómo era el Viejo San Juan porque nunca había ido, hasta llamó a su familia para que nos escucharan. Esa experiencia nos motivó a fortalecer este programa que lleva una parte del museo a la comunidad y lo reciben muy bien”. Alejandra Olivieri Robles Asistente del Programa de Educación y Alcance Comunitario del Museo de Las Américas Quince varones entre los 8 años y los 17 años y 11 meses viven en el albergue, donde inicia su recuperación tras experimentar maltrato, abuso o negligencia en el hogar. Su director, Padre Rodolfo Vega, destaca que -junto con el Departamento de la Familia- deben suplir la necesidad de un padre o una madre activos en las vidas de sus participantes. “A partir de ahí, la experiencia de crianza integral de cualquier ser humano requiere que pase de manera transversal por la experiencia del amor”, dice el sacerdote sobre el sentimiento que se suma a servicios educativos, médicos y sicológicos. Sin embargo, Padre Rodolfo resalta qué ocurre cuando los niños interactúan con los voluntarios de la organización, grupo que suma unos 45. “Los niños se conmueven y empiezan a crear relaciones, vínculos que van fortaleciendo el tejido social, tanto de parte del niño -que conoce personas adultas que traen a sus hijos-, como de los adultos que ven la esperanza de una crianza saludable para ellos”. La manera en que los participantes retribuyen esas atenciones se evidencia “en esa capacidad de agradecimiento y agrado al ver a una persona que -de momento es extraña- y viene a colaborar en la casa”. “Ese nivel de consciencia de la sociedad que trabaja entre todos, el acto de buena voluntad de personas que no los conocen, pero quieren venir a compartir con ellos, hace toda la diferencia”, señala el director. El vínculo comunitario que logran los facilitadores del Museo de las Américas con público de todas las edades refleja la gran necesidad de actividades de ocio productivo para diversas poblaciones. Ya es costumbre que una vez al mes celebren a los cumpleañeros del albergue. “Al visitarnos, las personas voluntarias se convierten en un recurso estable para los niños porque los van viendo con cierta frecuencia y les permiten socializar. Esa forma de atender sus necesidades está ayudando también a una comunidad en su intención de querer aportar, no se queda en los deseos, se vuelve vivencial”, explica y menciona un ejemplo de cómo el amor incentiva transformaciones. Padre Rodolfo menciona el caso de una voluntaria del Banco Popular que ha hecho de su visita al hogar un hábito sabatino. “Ella se ha convertido en una especie de testimonio de cómo se utilizan los días libres. Dice ha podido salir de su zona de confort y abrir la conciencia de que la sociedad necesita ayuda hoy y que yo puedo ser parte de esa ayuda, yo puedo aportar”, dice el sacerdote. El director puntualiza que el tercer sector, tan dado a recibir el impacto de los cambios en política pública, “nos pone a repensar el modelo social de un país”. “La solidaridad es lo que hace que una sociedad avance, personas con nombre y apellido que decidan hacer cambios en su comunidad”, insiste convencido Padre Rodolfo. Museo de Las Américas “Las risas son el denominador común de los participantes que disfrutan una actividad del museo”, explica Alejandra Olivieri Robles, asistente del Programa de Educación y Alcance Comunitario del Museo de Las Américas, ubicado en el Cuartel de Ballajá en el Viejo San Juan. La institución ha abrazado la misión de exponer a visitantes y a residentes de las comunidades que visitan, a lo mejor del arte que albergan sus salas. Lo hacen a través de cuatro programas: “Arte Mayor”, dirigido a adultos mayores; “Extramuros”, iniciativa que utilizando un baúl lleva a una comunidad un resumen de la exposición en alguna de sus salas; “Crear es crecer”, que atiende a adultos con diversidad funcional; y “Sanando sanadores”; que procura el bienestar de trabajadores sociales activos. La interacción con los participantes genera variadas muestras de interés y cariño. Participantes del Instituto Psicopedagógico durante una de sus visitas. Olivieri destaca que preparan con esmero la oferta para cada programa y lo principal es “saber escuchar a las personas”. “Nos pasa mucho con “Arte mayor”, alguna obra toca los recuerdos de alguna persona y se abren a contar experiencias que a veces tienen bien guardadas, especialmente si son pérdidas de personas cercanas”, relata. Cuando visitan diversos rincones de la isla con “Extramuros”, descubren el interés por conocer el arte y la avidez por aprender otras realidades. “Una vez un señor en Cabo Rojo nos pidió que le contáramos cómo era el Viejo San Juan porque nunca había ido, hasta llamó a su familia para que nos escucharan. Esa experiencia nos motivó a fortalecer este programa que lleva una parte del museo a la comunidad y lo reciben muy bien”, describe Olivieri. Preguntar a los niños y niñas qué representa algo especial para ellos es de suma importancia porque, en ocasiones, cosas muy sencillas e inesperadas pueden cumplir el efecto deseado de bienestar. De los participantes con diversidad funcional agradece “la forma en que valoran y atesoran cada experiencia”. “A veces en sus memorias lo que se queda grabada es la actividad que tuvieron con nosotros, y nos da mucha alegría comprobar que se quedan con esa felicidad por tanto tiempo. Es bien bonito”. Para los participantes de “Sanando sanadores” procuran hasta la aromaterapia adecuada que convierta la sala donde trabajan en “un lugar seguro” y de paz. “Es bien importante que se sientan escuchados, que sientan ‘me gusta el ambiente donde estoy’”, señala Olivieri. “Por lo general, las personas entran a las salas del museo y se olvidan de todo lo demás. En los talleres nosotros procuramos que se sientan a gusto, al punto que hasta nos hacen confidencias. Cuando creas ese ambiente dentro del espacio es lindo, en ese momento los participantes se olvidan hasta del celular. A veces tienes un gesto como conseguirle una silla al adulto mayor, cosas sencillas que hemos olvidado, acciones solidarias que se van contagiando en el grupo y después tú ves cómo comparten”, culmina Olivieri. Descubrieron entonces una gran verdad, lo más importante del amor, es compartirlo. Fotos / Suministradas
El centro educativo perteneciente al albergue Hogar Ruth- Mariposa Montessori- trabajó un estudio de caso que muestra cómo curar los daños provocados por la exposición a la violencia desde la temprana infancia en adelante. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé La exploración del modo en que el aspecto emocional está ligado al desarrollo de un infante es uno de los hallazgos más importantes del estudio. Lo primero que debes saber es que las secuelas de experiencias violentas vividas por pequeños desde que son recién nacidos en adelante pueden sanarse. Esa es la meta y la esperanza con la que se ha comprometido Mariposa Montessori, centro educativo del Hogar Ruth, albergue para víctimas de violencia de género y sus familias. El establecimiento de Mariposa Montessori en marzo del 2021 responde al deseo de atender en el albergue a los niños entre 0 y 6 años que arriban junto a sus progenitoras, para ocuparse de su educación y sanación. La fundación estadounidense Wildflower Schools aportó capital semilla para el establecimiento del centro educativo basado en la filosofía Montessori. Además, incentivó el desarrollo de un estudio de caso, “Metamorfosis en Mariposa”, que documenta observaciones realizadas a lo largo de un año en el centro durante el manejo del impacto de experiencias hostiles en la niñez, ya que se han especializado en el tema. Los casos y sus logros reportados no te dejarán inmune. “Nuestro propósito en Mariposa es cómo podemos trabajar a nivel neurológico, porque estamos especializadas en desarrollo, con esos niños expuestos a experiencias adversas en la niñez, para sanar lo que trasciende luego, antes de que eso se convierta en una patología en el niño y sea más complicado de remediar”. Inesmarí Carrasquillo Santini, guía líder de Infantes y Andarines en Mariposa Montessori y coordinadora programática. “Nuestro propósito en Mariposa es cómo podemos trabajar a nivel neurológico, porque estamos especializadas en desarrollo, con esos niños expuestos a experiencias adversas en la niñez, para sanar lo que trasciende luego, antes de que eso se convierta en una patología en el niño y sea más complicado de remediar”, explica Inesmarí Carrasquillo Santini, guía líder de Infantes y Andarines en Mariposa Montessori y coordinadora programática. Si piensas que el cerebro de un recién nacido no muestra señas de haber vivido violencia desde el vientre, piénsalo dos veces. “Tuvimos unos gemelos prematuros y fue bien fácil identificarlo (la violencia vivida). Usualmente un bebé llora o está durmiendo casi 18 horas al día, pero empiezas a notar interrupciones en el patrón de sueño, vemos bebés que no lloran para nada ni cuando tienen hambre, ni cuando tienen sueño, ni cuando están sucios. Están en un nivel shock que no les permite conectar con su cuerpo ni interpretar las señales de necesidades básicas para poder expresarlo”, expone Carrasquillo un ejemplo de menores atendidos tras arribar al albergue Hogar Ruth. Ese par de gemelos pudo dormir 45 minutos seguidos cuando arribó a Mariposa Montessori, en su hogar no pasaban de 10 minutos. ¿Cómo se logra el cambio? “Con los bebés hemos podido presenciar, y hasta ahora no nos ha fallado, el cambio que trae atender sus necesidades básicas. Les hacemos un espacio y se piensa en todo, desde el tono de pintura en las parades, el tipo de piso que se utiliza, los olores, música suave. La idea es que el bebé sienta un entorno seguro y que no le traiga sorpresas”, indica. Precisamente las sorpresas negativas van en contra de su desarrollo, ya que la coordinadora explica que los mantienen en “alert mode”. “En ese estado no logran desconectarse de esa manifestación de trauma, por eso es importante que tengan un entorno seguro y que sus necesidades básicas sean atendidas como alimentación, sueño e higiene”, señala Carrasquillo. SE OBSERVAN MÁS CAMBIOS La transformación positiva que han podido atestiguar quienes han participado del estudio les estimula el deseo de dar a conocer el estudio para buscar maneras de reproducirlo. Los casos evaluados continuaron mostrando transformaciones. Por ejemplo, recibieron un niño de 15 meses que no caminaba, solo gateaba. “Puede deberse a un sinnúmero de cosas, en su caso llegó aquí a las 8:00 de la mañana gateando y a las 10:00 de la mañana ya caminaba por primera vez. ¿Qué pudimos ver con eso? De las cosas que hemos visto y leído, para un menor en trauma es bien importante tener un entorno seguro y el recurso de apoyo, que viene siendo ese adulto con el que menor hace clic”, indica la coordinadora. Y esa conexión entre infante y adulto es toda una lotería. “Lo primero es que el bebé o el niño tiene que conectar con nosotras, si eso no se da, va a ser bien difícil poder ayudarlo a sanar y a transicionar en ese proceso. Se trabaja compartiendo con ellos, conociéndolos, viendo a quién ese menor busca más. Yo puedo hacer un esfuerzo grande para conectar con él, pero él busca a Fulana, pues ya sabemos que ella es la que va a empezar a tratar de adentrarse con él. Eventualmente ellos conectan con todo el mundo, pero es bien importante esa primera conexión con un adulto para crearle seguridad y confianza”, relata la docente. En las situaciones estresantes de violencia, quizás mamá está presente en la vida de sus niños, pero no disponible emocional y sicológicamente. “Ahí entramos nosotras que nos convertimos en ese recurso de apoyo con sus hijos”. En otro caso, una bebé llegó a Mariposa con ocho meses y no gateaba. En su primer día en el centro, estuvo sentada con los brazos levantados y no se movía, ni siquiera se ubicó en posición de gateo. Al segundo día, gateó. “Le escribí a la mamá y a la trabajadora social: ‘sí gatea’”, recuerda Carrasquillo satisfecha. Igual experiencia vivieron con un niño de 15 meses que no caminaba. Por asuntos de seguridad dada la situación en su hogar, pasaba la mayor parte del tiempo en un corral de bebé. Cuando llegó a Mariposa y se expuso a una nueva realidad, caminó sin problemas. “Si tienes un menor y no lo estás exponiendo para que él pueda desarrollarse de manera óptima, si no tiene espacio seguro, no se va a desarrollar”, explica la docente. POR QUÉ SUCEDE ESTO La líder de Infantes y Andarines subraya que “la parte emocional está demasiado ligada a todos los ámbitos del desarrollo”. El trabajo con el infante va a atado a su entorno, al entendimiento de los efectos concretos del trauma en su conducta y en su habilidad de desarrollar sus destrezas y la búsqueda de un bienestar integral. “Si un niño emocionalmente no está en paz, en calma ni bien, se le va a afectar su desarrollo motriz, su desarrollo del lenguaje, las funciones emotivas, todo lo que es retención, memoria, planificar cosas básicas como me pongo primero la media y luego el zapato. Todo ese tipo de gestión neurológica no se da si el menor no está emocionalmente estable porque está en modo de supervivencia. Si estoy en alerta por todo lo que pasa a mi alrededor, si tengo miedo por la precipitación de violencia, no voy a estar enfocado”, declara Carrasquillo. Indica que, en esos casos de alerta, se activa el “cerebro reptiliano”, la parte más primitiva de dicho órgano, y supera el resto de las funciones que maneja la estructura del hipocampo, que comprende aspectos del desarrollo como lenguaje, cognitivo y motriz. Fuera del área de Casa Montessori, en el albergue Hogar Ruth también se trabajan las secuelas de la violencia en mayores de 6 años en adelante. Suele seguirse el mismo protocolo: se identifica la necesidad, se establece la conexión y se proveen los estímulos saludables para sanar. Carrasquillo indica que aspiran a formalizar esta investigación para que no se quede solo en un estudio de caso. “Queremos darle esa mirada a cómo un espacio seguro te puede transformar la vida de un menor; a veces subestimamos mucho las edades de 0 a 3 años y es la más delicada. Para nosotras fue ver plasmado en papel lo bonito de ver la trasformación del ser humano en sus primeros años de vida”, señala Carrasquillo e invita a que se repliquen espacios como Mariposa Montessori. “Trabajar con la niñez en trauma es vital porque ellos son el futuro de este país y hay que cuidarlos, hay que ayudarlos para que no vivan en modo de alerta todo el tiempo”, apunta la coordinadora. Con ella coincide Lisdel Flores Barger, directora ejecutiva de Hogar Ruth, organización ganadora del Premio Tina Hills 2019, quien subraya que “el estudio sobre Mariposa Montessori es un testimonio del impacto real y tangible que una educación centrada en la sanación y el desarrollo integral puede tener en la vida de niños y familias que han experimentado violencia y trauma”. Al describir Mariposa Montessori insiste en que “no es solo una escuela, sino un espacio de recuperación y empoderamiento, tanto para los niños y las niñas, como para sus madres”. “A través de este modelo, hemos visto cambios extraordinarios en la autoestima, la independencia y la estabilidad emocional de los menores que pasan por nuestros programas”, dice Flores orgullosa. La líder recomienda que los enfoques educativos informados en trauma no solamente se aprovechen para transformar la educación en Puerto Rico, sino que pueden “convertirse en un pilar fundamental en la recuperación de familias enteras afectadas por la violencia doméstica”. "Es nuestra esperanza que estos hallazgos impulsen a más organizaciones, legisladores y comunidades a replicar y expandir modelos como el de Mariposa. La educación es una herramienta poderosa de sanación y cada niño en Puerto Rico merece un espacio donde pueda sentirse seguro, respetado y capaz de desarrollar su máximo potencial", acaba Flores. Para más información, visita https://www.hogarruth.com. Fotos / Suministradas
La periodista y escritora Tatiana Pérez Rivera reflexiona en torno a su labor como entrevistadora, investigadora y autora del libro “Una fundación para todos los tiempos: 38 años de acción filantrópica” de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico Por Ana Teresa Toro :: Oenegé Tatiana Pérez Rivera es periodista y escritora con especialización en temas culturales, edición de revistas, columnas de opinión y el tercer sector. ¿Cómo se arma un libro que documente la historia de algo que es más bien abstracto y que, a su vez, se compone de un sinnúmero de historias concretas? Con ese inmenso reto se topó la escritora y periodista Tatiana Pérez Rivera al iniciar el proceso investigativo, de entrevistas, de diálogos editoriales y de redacción del libro Una fundación para todos los tiempos: 38 años de labor filantrópica, que publicó a finales del pasado año la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR). Y es que la historia de una institución se va armando al unir los fragmentos de los relatos, memorias, experiencias, gestiones y proyectos que han trabajado a lo largo del tiempo participantes y colaboradores de todos los niveles y campos de acción. No es una historia en solitario, es un encuentro de voces y vivencias que le dan sentido a ese organismo sin cuerpo, pero, a su vez, hecho de tantos cuerpos que constituye una institución. En su quehacer, Pérez Rivera ha documentado el trabajo, luchas, triunfos y retos de un amplio número de organizaciones sin fines de lucro en Puerto Rico a través de su labor como periodista de la revista de la Fundación Ángel Ramos (FAR), Oenegé. En este espacio a lo largo de más de una década ha podido conocer y dar a conocer las historias del tercer sector en Puerto Rico, acompañarles en sus reclamos, destacar sus héroes y heroínas anónimas y celebrar sus logros. Su labor la ha convertido a lo largo de los años en una pluma especializada y conocedora del sector como hay pocas en el país. Actualmente, además es la conductora de Oenegé, el pódcast, un nuevo componente de los esfuerzos de Comunicaciones de la Fundación Ángel Ramos desde el cual se busca no sólo ya mostrar el quehacer del tercer sector, sino ampliar el foro para que más personas conozcan acerca del amplio acervo de soluciones que el liderazgo de las organizaciones sin fines de lucro del país tiene para ofrecer a los problemas que enfrentamos como sociedad. De ahí que su selección como autora para este proyecto de la FCPR fuese un paso natural y cónsono con las aspiraciones de la publicación. "La cotidianidad se impone y ahí el miedo entra y hace fiesta. Y uno se pregunta, ¿qué mueve más, el miedo o la esperanza? Pero veo cómo las fundaciones y las organizaciones aportan la esperanza a la ecuación cuando te enseñan otras maneras de manejar tu realidad y salir de ella". Tatiana Pérez Rivera Autora La investigación de Pérez Rivera comenzó en el 2020 cuando en plena pandemia realizó las primeras de más de 60 entrevistas a participantes y colaboradores de todo perfil que dejaron su huella en la FCPR y cuyas vidas también fueron transformadas por lo vivido. Trabajó de la mano del Dr. Nelson Colón Tarrats, principal oficial ejecutivo de la FCPR, así como con integrantes de su equipo administrativo actual como la oficial de comunicaciones Libni Sanjurjo y la vicepresidenta senior Mary Ann Gabino. Edder González se ocupó del diseño gráfico y Odette Aguilar de la corrección. Pero quizás la labor más intensa fue la de sentarse a escuchar decenas de testimonios, contrastarlos con documentos y fotografías y encontrar la mejor manera de presentar a los lectores una historia en la que converge la experiencia institucional con la realidad social del país década a década. “La gente empezaba refiriéndose a la Fundación y terminaban hablando de ‘nosotros en la fundación’. Pude dialogar con personas que estuvieron 5 años, hace 15 años, gente que entró y salió en distintas etapas. Todos comparten ese vínculo que no se rompe pues les dio una oportunidad genuina de servir al país, son personas que no conocían el Puerto Rico al que la Fundación Comunitaria les enfrentó. También les daba el sentimiento de completar una tarea, de sentir que aportaban al país”, explica Pérez Rivera acerca del componente humano tan prioritario en la gestión de la FCPR. “Hay personas que iban a visitar comunidades y el Dr. Colón les decía, apaguen los celulares, vamos a escuchar y se topaban con dinámicas bien distintas porque, por ejemplo, si venía alguien del mundo de las finanzas se enfrentaba a tener que aprobar un donativo a base de confianza, algo que sería imposible de hacer en la banca sin recibir mínimo un señalamiento. Fue así también como van entendiendo que el tercer sector necesita sus propias reglas y modos de ver y accionar”, abunda. Para la autora uno de los aspectos más relevantes de la historia de la institución es el modo en que lograron articular una junta de directores con personalidades clave de diversos sectores de la sociedad, muchas veces de visiones radicalmente opuestas, que lograban dialogar y llegar a acuerdos a favor de una causa. A su vez, el celo con el que siempre han protegido el evitar que las tensiones y presiones que puede generar la política partidista incidiera de ninguna manera en su toma de decisiones. Algo, que bien es sabido, es muy difícil de lograr en cualquier tipo de institución, sea filantrópica o no. Durante la presentación del libro el pasado mes de noviembre, Pérez Rivera enfatizó en la importancia de dar a conocer los procesos de toma de decisiones en instituciones como la FCPR como modelo de acción para el país. “En las reuniones de junta todo el mundo era loco con llegar pues era un momento de mucho aprendizaje, podían relacionarse con personas con las que de ningún otro modo tendrían relación a no ser por ese espacio. Mantenían a raya la política partidista, aún teniendo sentadas en la misma mesa a personas abiertamente partidistas. Podías tener a un desarrollador con un líder comunitario con visiones distintas acerca de qué se debe hacer con la tierra y haciendo un esfuerzo genuino por entenderse”, celebra la autora quien considera que, además de este modelo de diálogo saludable y civil a favor del país, el libro ofrenda como mayor testimonio el poder ver de primera mano “cómo las fundaciones y las organizaciones tienen una gran habilidad para, con rapidez, diseñar, implementar y ajustar una iniciativa para resolver un problema. Este libro es un catálogo de esfuerzos. Algunos tienen un gran resultado, otros están por verse, otros merecieron ser ajustados o no son iniciativas para siempre. Otras ya se han completado y son iniciativas que tuvieron su principio y su final y están las que no se completaron como se imaginó, pero el proceso para llegar a ellas mejoró la situación”, analiza. Como periodista, con décadas de experiencia tanto en el sector como en el diarismo y la cobertura cultural, Pérez Rivera da cuenta del hecho de que el tercer sector es muchas veces demasiado anónimo. De modo que, cuando el lector se adentra a un libro de esta naturaleza, encontrará la amplitud de dimensiones que abarca y la cantidad de campos del saber y de acción social en los que incide. Por ello, el libro ha sido organizado de manera temática y abarca temas como educación, vivienda, salud, comunidad, justicia social, equidad, artes, comunicación, fondos y legados, eventos naturales, manejo del sol y el agua y la operación general, entre otros. El primer capítulo sí responde al relato cronológico y explica las particularidades de una fundación comunitaria, un modelo de gestión filantrópica inexistente en el Puerto Rico de hace ya casi 40 años. Básicamente, una serie de fundaciones estadounidenses de gran tamaño (como Ford Foundation, Carnegie Foundation, Rockefeller Foundation y McArthur Foundation, entre otras), movidas por los esfuerzos de la diáspora puertorriqueña en los Estados Unidos, otorgarían un donativo inicial con la condición de que fuese igualado y duplicado en el país. Entre todas las fundaciones estadounidenses aportarían $4 millones de dólares, una suma significativa en la década del 80. Le correspondía a la isla lograr recabar $8 millones de dólares para recibir ese donativo matriz y poder establecer el fondo base. Para ello, se hizo un estudio de viabilidad y se encontró que las leyes no favorecían las donaciones. Había que crear un marco legal. No existía una cultura filantrópica como la conocemos hoy, ni mucho menos el ya familiar concepto de responsabilidad empresarial. Por lo general, ese aporte de donaciones era relegado a las empresas que operaban en la isla bajo la sección 936, pues era uno de los requisitos con los que debían cumplir. Uno de los portavoces a favor de la creación de ese fondo fue Teodoro Moscoso quien se ocupó de abogar a través de sus contactos y en columnas de opinión en los diarios del país a favor de la noción de que “nos toca a nosotros hacernos responsables”. Una vez logrado este esfuerzo, iniciaron su gesta el 1 de abril de 1985, y desde entonces han operado de la mano de las necesidades del país, además de fungir como un gran ente canalizador de fondos provenientes de individuos, legados u otras instituciones. Pasaron de “apagar fuegos a una filantropía estratégica, vieron crecer a las organizaciones y han crecido junto a ellas”. Los retos, las transformaciones -particularmente en este era post María- y los golpes no han sido pocos. Muchas veces han tenido que regresar a lo urgente. “La cotidianidad se impone y ahí el miedo entra y hace fiesta. Y uno se pregunta, ¿qué mueve más, el miedo o la esperanza? Pero veo cómo las fundaciones y las organizaciones aportan la esperanza a la ecuación cuando te enseñan otras maneras de manejar tu realidad y salir de ella. Se acompañan mutuamente en el proceso y eso hace la diferencia”, puntualiza la autora para quien en este tipo de relatos son una aportación a la constante búsqueda de soluciones que hay en el país a problemas que ya muchas comunidades han logrado resolver efectivamente. A veces, el viaje más complicado es hacia el interior. Esta historia provee una mirada al microcosmos de una institución para que pensemos mejor el macro que es Puerto Rico en pleno. Fotos: Javier del Valle/Suministradas
La Fundación Comunitaria publicó recientemente un libro en el que comparte la historia tras sus más de 38 años de labor en la isla con más de 60 testimonios de voces vinculadas a una de las principales entidades filantrópicas del país. Por Ana Teresa Toro :: Oenegé La publicación se presentó en un evento realizado en noviembre pasado que contó con una conversación facilitada por la vicepresidenta de la Junta Directiva de la FCPR, la licenciada Vivian I. Neptune Rivera, junto a José Joaquín Villamil, reconocido economista e integrante de la primera Junta Directiva de la FCPR, y Tatiana Pérez Rivera, escritora, periodista y quien tuvo a cargo la investigación y redacción del libro. Existen incontables puntos de entrada para contar la historia de un país, de una sociedad, de una comunidad. Existe, naturalmente, la mirada cronológica, la historia que cuentan los documentos, el patrimonio edificado, la crónica emocional que narra la literatura, la documentación de la prensa e, incluso, es posible conocer la historia de una nación a través de su publicidad o hasta del menú de sus restaurantes. Es decir, en cada experiencia e interacción humana hay una puerta al pasado y hay un modo de ver e interpretar la historia, el presente y, como consecuencia, hay nuevas herramientas para imaginar el futuro. Mary Ann Gabino, Senior VP de la FCPR ofreció un discurso a los asistentes al evento oficial de presentación. Con la publicación del libro “Una fundación comunitaria para todos los tiempos: 38 años de acción filantrópica”, la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR) apuesta a documentar su historia y relatar su desarrollo en el país y, como consecuencia del propio proceso creativo, ofrecernos un nuevo punto de entrada para observar la historia reciente de la isla pasada por el filtro de la labor filantrópica. Pues, es este ángulo uno de los menos documentados a larga escala en el país, tanto por la relativa contemporaneidad de la filantropía organizada como la conocemos hoy día, como por el hecho de que ante la gran y abrumadora agenda de temas urgentes que atiende el tercer sector, rara vez hay tiempo y espacio para dedicar a estos esfuerzos. Y, a su vez, es una mirada que nos permite entender no sólo las áreas de mayor crisis social que ha habido en la isla durante las últimas décadas, sino que además nos adentra a la serie de estructuras que ha sido necesario crear para lograr atender tanto lo urgente como lo importante, a corto y largo plazo. “El libro es una conversación entre voces múltiples y variadas: juntas directivas, personal, organizaciones comunitarias, corporaciones, familias y fundaciones locales y de los Estados Unidos, y transmite dos mensajes principales: las organizaciones comunitarias hacen crecer el caudal colectivo de las comunidades y los donantes, a través de la Fundación, tocan vidas que cambian sus historias”. Dr. Nelson Colón Tarrats La idea de publicar un libro respondió la inquietud del Dr. Nelson Colón Tarrats, principal oficial ejecutivo de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico, quien además de tener el interés de crear en un formato accesible el registro histórico de la labor filantrópica de la fundación, quiso crear un espacio en el que pudieran integrarse las perspectivas de las diversas generaciones que han formado parte de la institución. “El libro es una conversación entre voces múltiples y variadas: juntas directivas, personal, organizaciones comunitarias, corporaciones, familias y fundaciones locales y de los Estados Unidos, y transmite dos mensajes principales: las organizaciones comunitarias hacen crecer el caudal colectivo de las comunidades y los donantes, a través de la Fundación, tocan vidas que cambian sus historias”, expuso Colón Tarrats en el marco de la presentación oficial de la publicación realizada en noviembre del pasado año. El texto, la investigación de campo y las 60 entrevistas que lo nutren fueron labor de la escritora y periodista Tatiana Pérez Rivera; hoy día una de las voces en el país con mayor dominio, conocimiento y cercanía con el tercer sector pues, hace más de una década se especializa como periodista principal de la revista Oenegé de la Fundación Ángel Ramos, además de ser conductora del espacio Oenegé, el pódcast cuya primera temporada está próxima a concluir. En su quehacer, Pérez Rivera ha documentado la labor, luchas, triunfos y retos de un amplio número de organizaciones sin fines de lucro en Puerto Rico. De ahí que su selección como autora fuese un paso natural y cónsono con las aspiraciones de la publicación. El proceso creativo comenzó en el 2020 en plena pandemia, de modo que hubo incontables reuniones y entrevistas en formato virtual que reflejaron uno de los conceptos más arraigados en la historia: hay que resolver. Si no es de una forma, será de la otra, pero lo que debe hacerse por el bien común, se hará. Contar esta historia no podía esperar. “Este libro se hizo en ese contexto de pandemia y atravesamos momentos bien cruciales en la historia para el país y para el sector. Conversamos mucho acerca de cuál era la mejor forma de presentar la historia al lector y ahí el Dr. Colón dio en el clavo porque decidimos estructurarlo en temas clave como energía, educación, salud. Le permite ver al lector un mapa de soluciones, ver de qué manera el tercer sector ha intentado resolver con o sin éxito distintos problemas. Para cada dificultad enfrentada hay un intento de atenderla que se ha generado. La evolución entre resolver un problema inmediato y pasar a un proceso más analítico, de soluciones permanentes y de cambios sistémicos queda ahí retratada. En cuanto a los ejes temáticos y el recorrido histórico Pérez Rivera explica que si, por ejemplo, a un lector le interesa particularmente el tema de salud, podrá encontrar en las páginas del libro no sólo la documentación en torno a cómo se manejaba un asunto, sino las conversaciones y debates que dieron pie a la toma de decisiones. Ejemplo de ello lo es el manejo de pandemias como el SIDA y más recientemente el COVID. El Dr. Nelson Colón Tarrats formó parte integral del proceso creativo y editorial de la publicación. Igualmente, se muestra el modo en que tanto la fundación se fue adaptando a las necesidades y modos de trabajar de las organizaciones, como las maneras en que las entidades fueron creciendo de la mano de la institución. Se trató, como bien ilustra el libro con múltiples ejemplos de un proceso de aprendizaje mutuo, colectivo y continuo. Ejemplo de este encuentro de voces son los testimonios que incluye el libro de organizaciones sin fines de lucro como PECES, los Centros Sor Isolina Ferré y las comunidades de Toro Negro, en Ciales, y Corcovada, en Añasco. Además, becarios de algunos fondos. También integra las voces de donantes, integrantes de la Junta Directiva –presentes y pasados– y representantes de fundaciones aliadas en Estados Unidos. Asimismo, se incorporaron voces relacionadas de una u otra forma con los fondos o programas de la FCPR, entre estos: César Rey, pasado secretario del Departamento de Educación de Puerto Rico; los arquitectos Elio Martínez Joffre y Edwin Quiles, ex director y fundador, respectivamente, del Taller de Diseño Comunitario de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico; la alcaldesa de Loíza, Julia Nazario; y pasados integrantes de la Junta Directiva, entre estos Manuel Cidre, secretario del Departamento de Desarrollo Económico y Comercio; Manuel “Coco” Morales y Carlos J. Vázquez Camuñas. El prólogo estuvo a cargo de Luis Alberto Ferré Rangel, quien celebró entre otras virtudes de la FCPR y su historia, el hecho de que “nos presenta una ruta clara hacia lo que es posible construir en forma de nuevos proyectos comunitarios, sectoriales y de país. Y nos invita a recorrerla con el conocimiento pleno de que podemos y debemos hacerlo en unidad y solidaridad hasta alcanzar un Puerto Rico próspero, de justicia y paz”. El diseño gráfico estuvo a cargo de Edder González Palacios y presenta un recorrido visual de fotografías históricas de cada uno de los periodos mencionados. La dirección editorial fue obra del Dr. Nelson Colón, Libni Sanjurjo y Mary Ann Gabino. La corrección es obra de Odette Aguilar. Fotos: Javier del Valle / Suministradas
El presidente Trump ha utilizado mecanismos del Ejecutivo para intentar detener los fondos federales aprobados para el año en curso, incluyendo los destinados a Puerto Rico. ¿Están en riesgo definitivo? Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé El tercer sector enfrenta retos específicos ante las nuevas políticas implementadas por el presidente Trump y la búsqueda de acciones preventivas y proactivas será clave en el proceso de reacción. ¡Qué días de cambios ha vivido el tercer sector! Todavía no hay total certeza de cómo o cuándo se otorgarán ciertos fondos federales asignados para este año fiscal de los que se benefician miles de puertorriqueños en el país. Hagamos un recuento para entender la situación. El pasado lunes 27 de enero en la noche se filtró información de que la Oficina de Gerencia y Presupuesto (OMB, en inglés) de Estados Unidos congelaría por dos semanas todos los fondos federales aprobados y en tránsito. El memorando inicial de OMB ordenaba el detente temporero, aunque sin fecha de expiración, de la asistencia federal, para que personal de confianza de todas las agencias del ejecutivo pudieran revisar si cumplían con las políticas públicas del presidente Donald Trump. Ya el martes 28 de enero el memorando comenzó a circular oficialmente, se trataba de subvenciones y préstamos federales que rondaban los $3 billones -entre los que figuran miles de millones de dólares en asignaciones federales para Puerto Rico. De estos fondos, ya asignados por el Congreso, nuestro país se beneficia en renglones como educación, salud o infraestructura, por mencionar algunas áreas. Entre los respaldos económicos figuran el Programa de Asistencia Nutricional, las becas Pell, los programas Head Start o de Título 1 de educación, el Programa Especial de Nutrición Suplementaria para Mujeres, Bebés y Niños (WIC) y las subvenciones del Departamento de Energía para mitigar huracanes o en proyectos que viabilizan el uso de energía solar. Ante el revuelo que causó la determinación, la OMB debió aclarar poco después que los programas que proporcionan beneficios directos a las personas -como Seguro Social o Medicare- no se verían afectados. Varios gobiernos estatales y locales, además de organizaciones cívicas como el National Council of Non-profits, demandaron al gobierno federal bajo la primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos y bajo la Ley de Procedimientos administrativos de Estados Unidos. La jueza Loren AliKhan, del Tribunal Federal de Washington D.C., acogió el reclamo y paralizó la orden presidencial hasta hoy lunes, 3 de febrero. El recurso se concentró en subvenciones activas, el detente no aplica a programas que culminaron en diciembre y no han sido reactivados o a nuevas iniciativas. El miércoles 29 de enero, la administración del presidente Trump canceló la orden que regularía la congelación de subvenciones y préstamos federales. Sin embargo, funcionarios advirtieron que continuarán frenando fondos por vía de decretos presidenciales, si no consideran que se ajustan a las políticas públicas del mandatario. La agencia indicó que se puede esperar cualquier tipo de cambio relacionado con los fondos, desde cancelaciones hasta disminución. ANTE UN NUEVO RETO La licenciada Ataveyra Medina para el tercer sector, entre otros roles, y se ha ocupado de mantenerse orientando al liderazgo de las organizaciones sin fines de lucro en el país ante las movidas del gobierno federal. El tercer sector enfrenta otro reto ante este inesperado acercamiento a los fondos federales asignados y debe prepararse para nuevos escenarios. “Este memorando le dio la vuelta al mundo y causó una conmoción terrible porque lo que implicaba era que pagos de grants que están activos se podían detener o incluso cancelar”, explica la licenciada Ataveyra Medina el revuelo provocado por la determinación. Agrega que las administraciones presidenciales entrantes disponen de procesos legales para revisar los fondos federales. “Tradicionalmente un presidente nuevo entra, tiene espacio para evaluar, pero no es hasta que emite su recomendación para el próximo presupuesto que se hacen los cambios para que el Congreso pueda actuar. Se deja en efecto el presupuesto que el presidente anterior aprobó”, indica. Puerto Rico y Estados Unidos manejan el tema distinto. En términos generales, aquí, en año electoral, solamente se pueden comprometer fondos -aunque el presupuesto sea del año completo- hasta diciembre del año electoral en curso, en deferencia al próximo gobierno de modo que pueda tomar sus decisiones. En Estados Unidos, el presupuesto se aprueba en septiembre por un año completo. Cabe señalar que en el presupuesto federal hay dos tipos de gastos: los mandatory spendings y los discretionary spendings. Los mandatory spendings -por ejemplo, Seguro Social, Medicare o SNAP- son creados mediante ley e incluye sus fórmulas de pago, por lo que el Congreso no tiene que aprobarlos anualmente. Abarcan el 61% del presupuesto federal. En el caso de los discretionary spendings, que componen el 26% del presupuesto federal, incluyen programas que anualmente el Congreso tiene que aprobar. Algunos de los fondos en este renglón abarcan áreas como educación, defensa, veteranos, investigación, transporte, medioambiente y justicia, entre otros. “Hay una acción congresional en ambos casos, pero es más contundente en el caso de discretionary sprendings”, indica Medina sobre el apartado en el que caen programas como Título I o de educación. “Muchos de los servicios que el tercer sector da, apoyados con fondos federales, vienen de esas partidas de discretionary fundings y muchas veces tienen que ver con proyectos de política pública de la rama ejecutiva”, agrega. DEPENDENCIA EN CRECIMIENTO “No podemos estar solamente en reacción, si no ser proactivos, anticipar cambios y presentar propuestas”. Lcda. Ataveyra Medina La licenciada Medina destaca que “Puerto Rico tiene una alta dependencia de fondos federales que ha crecido a través de los años” por lo que diversas entidades “han estado alertando” sobre la baja en ingresos que vienen de nuestro fisco versus el alza en fondos federales, particularmente luego de los desastres naturales”. “La dependencia de Puerto Rico en fondos federales no es nueva, es una tendencia que ha venido en crecimiento y pone a Puerto Rico en vulnerabilidad porque existen las herramientas en el gobierno federal para hacer este tipo de cambios”, subraya Medina. “Las implicaciones para el tercer sector son las mismas que para Puerto Rico en este caso. Hay que hacer un trabajo de evaluación interna de tu dependencia o de tus riesgos en cuanto al recibo y uso de fondos federales, evaluar la fuente de esos fondos, las leyes orgánicas de donde provienen, si son discrecionales o si son mandatorios. Ver las órdenes ejecutivas del presidente Trump, el lenguaje que tienen, evaluar las leyes y programas a ver si contienen lenguaje de esa naturaleza para entender el riesgo”, exhorta la licenciada. Medina puntualiza que, además del análisis, el trabajo de mitigación de riesgos y las alianzas con otras organizaciones para identificar áreas de trabajo común, el tercer sector no debe olvidar, “el trabajo de abogacía con el gobierno y de propuestas con maneras de abordar los retos y provocar cambios en política pública”. “No podemos estar solamente en reacción, si no ser proactivos, anticipar cambios y presentar propuestas”, culmina. Según trascendió en reportes de prensa, el lunes en la noche la jueza extendió la orden de restricción temporal a los planes del presidente, luego de que organizaciones sin fines de lucro denunciaran que aún no han podido tener acceso a fondos que se les habían asignado.