La Fundación Comunitaria publicó recientemente un libro en el que comparte la historia tras sus más de 38 años de labor en la isla con más de 60 testimonios de voces vinculadas a una de las principales entidades filantrópicas del país. Por Ana Teresa Toro :: Oenegé La publicación se presentó en un evento realizado en noviembre pasado que contó con una conversación facilitada por la vicepresidenta de la Junta Directiva de la FCPR, la licenciada Vivian I. Neptune Rivera, junto a José Joaquín Villamil, reconocido economista e integrante de la primera Junta Directiva de la FCPR, y Tatiana Pérez Rivera, escritora, periodista y quien tuvo a cargo la investigación y redacción del libro. Existen incontables puntos de entrada para contar la historia de un país, de una sociedad, de una comunidad. Existe, naturalmente, la mirada cronológica, la historia que cuentan los documentos, el patrimonio edificado, la crónica emocional que narra la literatura, la documentación de la prensa e, incluso, es posible conocer la historia de una nación a través de su publicidad o hasta del menú de sus restaurantes. Es decir, en cada experiencia e interacción humana hay una puerta al pasado y hay un modo de ver e interpretar la historia, el presente y, como consecuencia, hay nuevas herramientas para imaginar el futuro. Mary Ann Gabino, Senior VP de la FCPR ofreció un discurso a los asistentes al evento oficial de presentación. Con la publicación del libro “Una fundación comunitaria para todos los tiempos: 38 años de acción filantrópica”, la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR) apuesta a documentar su historia y relatar su desarrollo en el país y, como consecuencia del propio proceso creativo, ofrecernos un nuevo punto de entrada para observar la historia reciente de la isla pasada por el filtro de la labor filantrópica. Pues, es este ángulo uno de los menos documentados a larga escala en el país, tanto por la relativa contemporaneidad de la filantropía organizada como la conocemos hoy día, como por el hecho de que ante la gran y abrumadora agenda de temas urgentes que atiende el tercer sector, rara vez hay tiempo y espacio para dedicar a estos esfuerzos. Y, a su vez, es una mirada que nos permite entender no sólo las áreas de mayor crisis social que ha habido en la isla durante las últimas décadas, sino que además nos adentra a la serie de estructuras que ha sido necesario crear para lograr atender tanto lo urgente como lo importante, a corto y largo plazo. “El libro es una conversación entre voces múltiples y variadas: juntas directivas, personal, organizaciones comunitarias, corporaciones, familias y fundaciones locales y de los Estados Unidos, y transmite dos mensajes principales: las organizaciones comunitarias hacen crecer el caudal colectivo de las comunidades y los donantes, a través de la Fundación, tocan vidas que cambian sus historias”. Dr. Nelson Colón Tarrats La idea de publicar un libro respondió la inquietud del Dr. Nelson Colón Tarrats, principal oficial ejecutivo de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico, quien además de tener el interés de crear en un formato accesible el registro histórico de la labor filantrópica de la fundación, quiso crear un espacio en el que pudieran integrarse las perspectivas de las diversas generaciones que han formado parte de la institución. “El libro es una conversación entre voces múltiples y variadas: juntas directivas, personal, organizaciones comunitarias, corporaciones, familias y fundaciones locales y de los Estados Unidos, y transmite dos mensajes principales: las organizaciones comunitarias hacen crecer el caudal colectivo de las comunidades y los donantes, a través de la Fundación, tocan vidas que cambian sus historias”, expuso Colón Tarrats en el marco de la presentación oficial de la publicación realizada en noviembre del pasado año. El texto, la investigación de campo y las 60 entrevistas que lo nutren fueron labor de la escritora y periodista Tatiana Pérez Rivera; hoy día una de las voces en el país con mayor dominio, conocimiento y cercanía con el tercer sector pues, hace más de una década se especializa como periodista principal de la revista Oenegé de la Fundación Ángel Ramos, además de ser conductora del espacio Oenegé, el pódcast cuya primera temporada está próxima a concluir. En su quehacer, Pérez Rivera ha documentado la labor, luchas, triunfos y retos de un amplio número de organizaciones sin fines de lucro en Puerto Rico. De ahí que su selección como autora fuese un paso natural y cónsono con las aspiraciones de la publicación. El proceso creativo comenzó en el 2020 en plena pandemia, de modo que hubo incontables reuniones y entrevistas en formato virtual que reflejaron uno de los conceptos más arraigados en la historia: hay que resolver. Si no es de una forma, será de la otra, pero lo que debe hacerse por el bien común, se hará. Contar esta historia no podía esperar. “Este libro se hizo en ese contexto de pandemia y atravesamos momentos bien cruciales en la historia para el país y para el sector. Conversamos mucho acerca de cuál era la mejor forma de presentar la historia al lector y ahí el Dr. Colón dio en el clavo porque decidimos estructurarlo en temas clave como energía, educación, salud. Le permite ver al lector un mapa de soluciones, ver de qué manera el tercer sector ha intentado resolver con o sin éxito distintos problemas. Para cada dificultad enfrentada hay un intento de atenderla que se ha generado. La evolución entre resolver un problema inmediato y pasar a un proceso más analítico, de soluciones permanentes y de cambios sistémicos queda ahí retratada. En cuanto a los ejes temáticos y el recorrido histórico Pérez Rivera explica que si, por ejemplo, a un lector le interesa particularmente el tema de salud, podrá encontrar en las páginas del libro no sólo la documentación en torno a cómo se manejaba un asunto, sino las conversaciones y debates que dieron pie a la toma de decisiones. Ejemplo de ello lo es el manejo de pandemias como el SIDA y más recientemente el COVID. El Dr. Nelson Colón Tarrats formó parte integral del proceso creativo y editorial de la publicación. Igualmente, se muestra el modo en que tanto la fundación se fue adaptando a las necesidades y modos de trabajar de las organizaciones, como las maneras en que las entidades fueron creciendo de la mano de la institución. Se trató, como bien ilustra el libro con múltiples ejemplos de un proceso de aprendizaje mutuo, colectivo y continuo. Ejemplo de este encuentro de voces son los testimonios que incluye el libro de organizaciones sin fines de lucro como PECES, los Centros Sor Isolina Ferré y las comunidades de Toro Negro, en Ciales, y Corcovada, en Añasco. Además, becarios de algunos fondos. También integra las voces de donantes, integrantes de la Junta Directiva –presentes y pasados– y representantes de fundaciones aliadas en Estados Unidos. Asimismo, se incorporaron voces relacionadas de una u otra forma con los fondos o programas de la FCPR, entre estos: César Rey, pasado secretario del Departamento de Educación de Puerto Rico; los arquitectos Elio Martínez Joffre y Edwin Quiles, ex director y fundador, respectivamente, del Taller de Diseño Comunitario de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico; la alcaldesa de Loíza, Julia Nazario; y pasados integrantes de la Junta Directiva, entre estos Manuel Cidre, secretario del Departamento de Desarrollo Económico y Comercio; Manuel “Coco” Morales y Carlos J. Vázquez Camuñas. El prólogo estuvo a cargo de Luis Alberto Ferré Rangel, quien celebró entre otras virtudes de la FCPR y su historia, el hecho de que “nos presenta una ruta clara hacia lo que es posible construir en forma de nuevos proyectos comunitarios, sectoriales y de país. Y nos invita a recorrerla con el conocimiento pleno de que podemos y debemos hacerlo en unidad y solidaridad hasta alcanzar un Puerto Rico próspero, de justicia y paz”. El diseño gráfico estuvo a cargo de Edder González Palacios y presenta un recorrido visual de fotografías históricas de cada uno de los periodos mencionados. La dirección editorial fue obra del Dr. Nelson Colón, Libni Sanjurjo y Mary Ann Gabino. La corrección es obra de Odette Aguilar. Fotos: Javier del Valle / Suministradas
La periodista y escritora Tatiana Pérez Rivera reflexiona en torno a su labor como entrevistadora, investigadora y autora del libro “Una fundación para todos los tiempos: 38 años de acción filantrópica” de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico Por Ana Teresa Toro :: Oenegé Tatiana Pérez Rivera es periodista y escritora con especialización en temas culturales, edición de revistas, columnas de opinión y el tercer sector. ¿Cómo se arma un libro que documente la historia de algo que es más bien abstracto y que, a su vez, se compone de un sinnúmero de historias concretas? Con ese inmenso reto se topó la escritora y periodista Tatiana Pérez Rivera al iniciar el proceso investigativo, de entrevistas, de diálogos editoriales y de redacción del libro Una fundación para todos los tiempos: 38 años de labor filantrópica, que publicó a finales del pasado año la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR). Y es que la historia de una institución se va armando al unir los fragmentos de los relatos, memorias, experiencias, gestiones y proyectos que han trabajado a lo largo del tiempo participantes y colaboradores de todos los niveles y campos de acción. No es una historia en solitario, es un encuentro de voces y vivencias que le dan sentido a ese organismo sin cuerpo, pero, a su vez, hecho de tantos cuerpos que constituye una institución. En su quehacer, Pérez Rivera ha documentado el trabajo, luchas, triunfos y retos de un amplio número de organizaciones sin fines de lucro en Puerto Rico a través de su labor como periodista de la revista de la Fundación Ángel Ramos (FAR), Oenegé. En este espacio a lo largo de más de una década ha podido conocer y dar a conocer las historias del tercer sector en Puerto Rico, acompañarles en sus reclamos, destacar sus héroes y heroínas anónimas y celebrar sus logros. Su labor la ha convertido a lo largo de los años en una pluma especializada y conocedora del sector como hay pocas en el país. Actualmente, además es la conductora de Oenegé, el pódcast, un nuevo componente de los esfuerzos de Comunicaciones de la Fundación Ángel Ramos desde el cual se busca no sólo ya mostrar el quehacer del tercer sector, sino ampliar el foro para que más personas conozcan acerca del amplio acervo de soluciones que el liderazgo de las organizaciones sin fines de lucro del país tiene para ofrecer a los problemas que enfrentamos como sociedad. De ahí que su selección como autora para este proyecto de la FCPR fuese un paso natural y cónsono con las aspiraciones de la publicación. "La cotidianidad se impone y ahí el miedo entra y hace fiesta. Y uno se pregunta, ¿qué mueve más, el miedo o la esperanza? Pero veo cómo las fundaciones y las organizaciones aportan la esperanza a la ecuación cuando te enseñan otras maneras de manejar tu realidad y salir de ella". Tatiana Pérez Rivera Autora La investigación de Pérez Rivera comenzó en el 2020 cuando en plena pandemia realizó las primeras de más de 60 entrevistas a participantes y colaboradores de todo perfil que dejaron su huella en la FCPR y cuyas vidas también fueron transformadas por lo vivido. Trabajó de la mano del Dr. Nelson Colón Tarrats, principal oficial ejecutivo de la FCPR, así como con integrantes de su equipo administrativo actual como la oficial de comunicaciones Libni Sanjurjo y la vicepresidenta senior Mary Ann Gabino. Edder González se ocupó del diseño gráfico y Odette Aguilar de la corrección. Pero quizás la labor más intensa fue la de sentarse a escuchar decenas de testimonios, contrastarlos con documentos y fotografías y encontrar la mejor manera de presentar a los lectores una historia en la que converge la experiencia institucional con la realidad social del país década a década. “La gente empezaba refiriéndose a la Fundación y terminaban hablando de ‘nosotros en la fundación’. Pude dialogar con personas que estuvieron 5 años, hace 15 años, gente que entró y salió en distintas etapas. Todos comparten ese vínculo que no se rompe pues les dio una oportunidad genuina de servir al país, son personas que no conocían el Puerto Rico al que la Fundación Comunitaria les enfrentó. También les daba el sentimiento de completar una tarea, de sentir que aportaban al país”, explica Pérez Rivera acerca del componente humano tan prioritario en la gestión de la FCPR. “Hay personas que iban a visitar comunidades y el Dr. Colón les decía, apaguen los celulares, vamos a escuchar y se topaban con dinámicas bien distintas porque, por ejemplo, si venía alguien del mundo de las finanzas se enfrentaba a tener que aprobar un donativo a base de confianza, algo que sería imposible de hacer en la banca sin recibir mínimo un señalamiento. Fue así también como van entendiendo que el tercer sector necesita sus propias reglas y modos de ver y accionar”, abunda. Para la autora uno de los aspectos más relevantes de la historia de la institución es el modo en que lograron articular una junta de directores con personalidades clave de diversos sectores de la sociedad, muchas veces de visiones radicalmente opuestas, que lograban dialogar y llegar a acuerdos a favor de una causa. A su vez, el celo con el que siempre han protegido el evitar que las tensiones y presiones que puede generar la política partidista incidiera de ninguna manera en su toma de decisiones. Algo, que bien es sabido, es muy difícil de lograr en cualquier tipo de institución, sea filantrópica o no. Durante la presentación del libro el pasado mes de noviembre, Pérez Rivera enfatizó en la importancia de dar a conocer los procesos de toma de decisiones en instituciones como la FCPR como modelo de acción para el país. “En las reuniones de junta todo el mundo era loco con llegar pues era un momento de mucho aprendizaje, podían relacionarse con personas con las que de ningún otro modo tendrían relación a no ser por ese espacio. Mantenían a raya la política partidista, aún teniendo sentadas en la misma mesa a personas abiertamente partidistas. Podías tener a un desarrollador con un líder comunitario con visiones distintas acerca de qué se debe hacer con la tierra y haciendo un esfuerzo genuino por entenderse”, celebra la autora quien considera que, además de este modelo de diálogo saludable y civil a favor del país, el libro ofrenda como mayor testimonio el poder ver de primera mano “cómo las fundaciones y las organizaciones tienen una gran habilidad para, con rapidez, diseñar, implementar y ajustar una iniciativa para resolver un problema. Este libro es un catálogo de esfuerzos. Algunos tienen un gran resultado, otros están por verse, otros merecieron ser ajustados o no son iniciativas para siempre. Otras ya se han completado y son iniciativas que tuvieron su principio y su final y están las que no se completaron como se imaginó, pero el proceso para llegar a ellas mejoró la situación”, analiza. Como periodista, con décadas de experiencia tanto en el sector como en el diarismo y la cobertura cultural, Pérez Rivera da cuenta del hecho de que el tercer sector es muchas veces demasiado anónimo. De modo que, cuando el lector se adentra a un libro de esta naturaleza, encontrará la amplitud de dimensiones que abarca y la cantidad de campos del saber y de acción social en los que incide. Por ello, el libro ha sido organizado de manera temática y abarca temas como educación, vivienda, salud, comunidad, justicia social, equidad, artes, comunicación, fondos y legados, eventos naturales, manejo del sol y el agua y la operación general, entre otros. El primer capítulo sí responde al relato cronológico y explica las particularidades de una fundación comunitaria, un modelo de gestión filantrópica inexistente en el Puerto Rico de hace ya casi 40 años. Básicamente, una serie de fundaciones estadounidenses de gran tamaño (como Ford Foundation, Carnegie Foundation, Rockefeller Foundation y McArthur Foundation, entre otras), movidas por los esfuerzos de la diáspora puertorriqueña en los Estados Unidos, otorgarían un donativo inicial con la condición de que fuese igualado y duplicado en el país. Entre todas las fundaciones estadounidenses aportarían $4 millones de dólares, una suma significativa en la década del 80. Le correspondía a la isla lograr recabar $8 millones de dólares para recibir ese donativo matriz y poder establecer el fondo base. Para ello, se hizo un estudio de viabilidad y se encontró que las leyes no favorecían las donaciones. Había que crear un marco legal. No existía una cultura filantrópica como la conocemos hoy, ni mucho menos el ya familiar concepto de responsabilidad empresarial. Por lo general, ese aporte de donaciones era relegado a las empresas que operaban en la isla bajo la sección 936, pues era uno de los requisitos con los que debían cumplir. Uno de los portavoces a favor de la creación de ese fondo fue Teodoro Moscoso quien se ocupó de abogar a través de sus contactos y en columnas de opinión en los diarios del país a favor de la noción de que “nos toca a nosotros hacernos responsables”. Una vez logrado este esfuerzo, iniciaron su gesta el 1 de abril de 1985, y desde entonces han operado de la mano de las necesidades del país, además de fungir como un gran ente canalizador de fondos provenientes de individuos, legados u otras instituciones. Pasaron de “apagar fuegos a una filantropía estratégica, vieron crecer a las organizaciones y han crecido junto a ellas”. Los retos, las transformaciones -particularmente en este era post María- y los golpes no han sido pocos. Muchas veces han tenido que regresar a lo urgente. “La cotidianidad se impone y ahí el miedo entra y hace fiesta. Y uno se pregunta, ¿qué mueve más, el miedo o la esperanza? Pero veo cómo las fundaciones y las organizaciones aportan la esperanza a la ecuación cuando te enseñan otras maneras de manejar tu realidad y salir de ella. Se acompañan mutuamente en el proceso y eso hace la diferencia”, puntualiza la autora para quien en este tipo de relatos son una aportación a la constante búsqueda de soluciones que hay en el país a problemas que ya muchas comunidades han logrado resolver efectivamente. A veces, el viaje más complicado es hacia el interior. Esta historia provee una mirada al microcosmos de una institución para que pensemos mejor el macro que es Puerto Rico en pleno. Fotos: Javier del Valle/Suministradas
Aquellas que estén entre los 14 y 18 años podrán integrarse al programa “Chicas por el cambio 4.0” en el que aprenderán sobre el cambio climático, la erosión costera y la resiliencia. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé El proyecto ofrecerá tres sesiones educativas a 25 niñas y jóvenes durante el mes de marzo próximo. Para luego es tarde. El EcoExploratorio busca a 25 jovencitas entre los 14 y 18 años, que residan en Puerto Rico y quieran aprender sobre el impacto del cambio climático- especialmente de la erosión costera y la resiliencia-, para convertirlas en líderes sobre el tema en sus respectivas comunidades. Para ellas la organización diseñó el programa educativo “Chicas por el cambio 4.0”, que libre de costo se ofrecerá en tres sesiones los días 6, 15 y 22 de marzo en su sede ubicada en el segundo piso del centro comercial, Plaza Las Américas, en Hato Rey. “Parte de los retos en el área de las ciencias es que en las carreras STEM (ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas) hay unas desventajas entre varones y féminas, ellas ocupan menos del 25% de los científicos activos. Queremos darle esa igualdad y que ellas también puedan ser las científicas del futuro”, declara Merry A. Manso Dávila, gerente de Educación y Eventos Comunitarios del EcoExploratorio. “Parte de los retos en el área de las ciencias es que en las carreras STEM hay unas desventajas entre varones y féminas, ellas ocupan menos del 25% de los científicos activos. Queremos darle esa igualdad y que ellas también puedan ser las científicas del futuro”. Merry A. Manso Dávila, gerente de Educación y Eventos Comunitarios del EcoExploratorio Esta es la cuarta edición consecutiva del programa educativo y podría decirse que los temas seleccionados están al tope de la lista de preocupaciones ambientales en el país. “En el proyecto de “Chicas por el cambio 4.0” buscamos empoderar a esas 25 féminas para crear reconocimiento sobre los impactos del cambio climático, enfocados en la erosión costera y en la resiliencia”, explica Manso. “Conocer cuáles son esos retos que están presentes tanto en la comunidad como el país implica conocer dónde debe haber zonas de construcción o cómo uno puede verse afectado con las marejadas ciclónicas, en el caso de la erosión costera. Si son personas que viven en la costa, que la mayoría de los pueblos de Puerto Rico son costeros, pues deben conocer cuáles son esas medidas que se están tomando -o las medidas existentes- y cómo uno, como individuo, puede involucrarse para hacer un cambio o reestructurarse para no verse afectado por el cambio climático”, agrega. Como parte de la programación de la experiencia las participantes tendrán acceso a 10 horas denominadas como espacio de “contacto verde” donde disfrutarán de una experiencia de inmersión en los ecosistemas estudiados. El curso enfocará la resiliencia mediante temas que les permitan a las estudiantes “aprender a construir ese entendimiento de la problemática ambiental y esos procesos que ocurren en la costa”, con miras a que puedan crear estrategias de resiliencia. “Las participantes del proyecto aprenden el conocimiento y van a poder implementarlo como lo visualizan en su comunidad. De esta manera, tanto su familia como la comunidad se puede ver beneficiada del conocimiento de estas chicas y van a poder lograr su resiliencia comunitaria”, afirma Manso. El curso además proveerá a las participantes de 10 horas de “contacto verde”, requisito de interacción con la naturaleza que exige a sus estudiantes el Departamento de Educación, en alianza con el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, para crear interés por el tema. La protección del ambiente, con énfasis en la erosión costera, es uno de los puntos focales del curso. “Chicas por el cambio 4.0” tendrá una primera sesión virtual y las dos restantes serán presenciales. Los cursos serán ofrecidos por educadores científicos e intérpretes ambientales del EcoExploratorio. El registro permanecerá abierto hasta que se ocupen los 25 espacios. Para más información, puedes llamar al 787/281-9090 ó 787/281-9091.
El presidente Trump ha utilizado mecanismos del Ejecutivo para intentar detener los fondos federales aprobados para el año en curso, incluyendo los destinados a Puerto Rico. ¿Están en riesgo definitivo? Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé El tercer sector enfrenta retos específicos ante las nuevas políticas implementadas por el presidente Trump y la búsqueda de acciones preventivas y proactivas será clave en el proceso de reacción. ¡Qué días de cambios ha vivido el tercer sector! Todavía no hay total certeza de cómo o cuándo se otorgarán ciertos fondos federales asignados para este año fiscal de los que se benefician miles de puertorriqueños en el país. Hagamos un recuento para entender la situación. El pasado lunes 27 de enero en la noche se filtró información de que la Oficina de Gerencia y Presupuesto (OMB, en inglés) de Estados Unidos congelaría por dos semanas todos los fondos federales aprobados y en tránsito. El memorando inicial de OMB ordenaba el detente temporero, aunque sin fecha de expiración, de la asistencia federal, para que personal de confianza de todas las agencias del ejecutivo pudieran revisar si cumplían con las políticas públicas del presidente Donald Trump. Ya el martes 28 de enero el memorando comenzó a circular oficialmente, se trataba de subvenciones y préstamos federales que rondaban los $3 billones -entre los que figuran miles de millones de dólares en asignaciones federales para Puerto Rico. De estos fondos, ya asignados por el Congreso, nuestro país se beneficia en renglones como educación, salud o infraestructura, por mencionar algunas áreas. Entre los respaldos económicos figuran el Programa de Asistencia Nutricional, las becas Pell, los programas Head Start o de Título 1 de educación, el Programa Especial de Nutrición Suplementaria para Mujeres, Bebés y Niños (WIC) y las subvenciones del Departamento de Energía para mitigar huracanes o en proyectos que viabilizan el uso de energía solar. Ante el revuelo que causó la determinación, la OMB debió aclarar poco después que los programas que proporcionan beneficios directos a las personas -como Seguro Social o Medicare- no se verían afectados. Varios gobiernos estatales y locales, además de organizaciones cívicas como el National Council of Non-profits, demandaron al gobierno federal bajo la primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos y bajo la Ley de Procedimientos administrativos de Estados Unidos. La jueza Loren AliKhan, del Tribunal Federal de Washington D.C., acogió el reclamo y paralizó la orden presidencial hasta hoy lunes, 3 de febrero. El recurso se concentró en subvenciones activas, el detente no aplica a programas que culminaron en diciembre y no han sido reactivados o a nuevas iniciativas. El miércoles 29 de enero, la administración del presidente Trump canceló la orden que regularía la congelación de subvenciones y préstamos federales. Sin embargo, funcionarios advirtieron que continuarán frenando fondos por vía de decretos presidenciales, si no consideran que se ajustan a las políticas públicas del mandatario. La agencia indicó que se puede esperar cualquier tipo de cambio relacionado con los fondos, desde cancelaciones hasta disminución. ANTE UN NUEVO RETO La licenciada Ataveyra Medina para el tercer sector, entre otros roles, y se ha ocupado de mantenerse orientando al liderazgo de las organizaciones sin fines de lucro en el país ante las movidas del gobierno federal. El tercer sector enfrenta otro reto ante este inesperado acercamiento a los fondos federales asignados y debe prepararse para nuevos escenarios. “Este memorando le dio la vuelta al mundo y causó una conmoción terrible porque lo que implicaba era que pagos de grants que están activos se podían detener o incluso cancelar”, explica la licenciada Ataveyra Medina el revuelo provocado por la determinación. Agrega que las administraciones presidenciales entrantes disponen de procesos legales para revisar los fondos federales. “Tradicionalmente un presidente nuevo entra, tiene espacio para evaluar, pero no es hasta que emite su recomendación para el próximo presupuesto que se hacen los cambios para que el Congreso pueda actuar. Se deja en efecto el presupuesto que el presidente anterior aprobó”, indica. Puerto Rico y Estados Unidos manejan el tema distinto. En términos generales, aquí, en año electoral, solamente se pueden comprometer fondos -aunque el presupuesto sea del año completo- hasta diciembre del año electoral en curso, en deferencia al próximo gobierno de modo que pueda tomar sus decisiones. En Estados Unidos, el presupuesto se aprueba en septiembre por un año completo. Cabe señalar que en el presupuesto federal hay dos tipos de gastos: los mandatory spendings y los discretionary spendings. Los mandatory spendings -por ejemplo, Seguro Social, Medicare o SNAP- son creados mediante ley e incluye sus fórmulas de pago, por lo que el Congreso no tiene que aprobarlos anualmente. Abarcan el 61% del presupuesto federal. En el caso de los discretionary spendings, que componen el 26% del presupuesto federal, incluyen programas que anualmente el Congreso tiene que aprobar. Algunos de los fondos en este renglón abarcan áreas como educación, defensa, veteranos, investigación, transporte, medioambiente y justicia, entre otros. “Hay una acción congresional en ambos casos, pero es más contundente en el caso de discretionary sprendings”, indica Medina sobre el apartado en el que caen programas como Título I o de educación. “Muchos de los servicios que el tercer sector da, apoyados con fondos federales, vienen de esas partidas de discretionary fundings y muchas veces tienen que ver con proyectos de política pública de la rama ejecutiva”, agrega. DEPENDENCIA EN CRECIMIENTO “No podemos estar solamente en reacción, si no ser proactivos, anticipar cambios y presentar propuestas”. Lcda. Ataveyra Medina La licenciada Medina destaca que “Puerto Rico tiene una alta dependencia de fondos federales que ha crecido a través de los años” por lo que diversas entidades “han estado alertando” sobre la baja en ingresos que vienen de nuestro fisco versus el alza en fondos federales, particularmente luego de los desastres naturales”. “La dependencia de Puerto Rico en fondos federales no es nueva, es una tendencia que ha venido en crecimiento y pone a Puerto Rico en vulnerabilidad porque existen las herramientas en el gobierno federal para hacer este tipo de cambios”, subraya Medina. “Las implicaciones para el tercer sector son las mismas que para Puerto Rico en este caso. Hay que hacer un trabajo de evaluación interna de tu dependencia o de tus riesgos en cuanto al recibo y uso de fondos federales, evaluar la fuente de esos fondos, las leyes orgánicas de donde provienen, si son discrecionales o si son mandatorios. Ver las órdenes ejecutivas del presidente Trump, el lenguaje que tienen, evaluar las leyes y programas a ver si contienen lenguaje de esa naturaleza para entender el riesgo”, exhorta la licenciada. Medina puntualiza que, además del análisis, el trabajo de mitigación de riesgos y las alianzas con otras organizaciones para identificar áreas de trabajo común, el tercer sector no debe olvidar, “el trabajo de abogacía con el gobierno y de propuestas con maneras de abordar los retos y provocar cambios en política pública”. “No podemos estar solamente en reacción, si no ser proactivos, anticipar cambios y presentar propuestas”, culmina. Según trascendió en reportes de prensa, el lunes en la noche la jueza extendió la orden de restricción temporal a los planes del presidente, luego de que organizaciones sin fines de lucro denunciaran que aún no han podido tener acceso a fondos que se les habían asignado.
El Centro Criollo de Ciencias y Tecnología (C3Tec) se une a la celebración del Día del cine puertorriqueño este sábado con múltiples actividades interactivas. Ponlo en agenda. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé La sala Cine-Teatro Fundación Ángel Ramos del C3Tec acogerá la celebración del Día del Cine Puertorriqueño con una variada oferta para el público. Los talleres que especialistas del Centro Criollo de Ciencias y Tecnología (C3Tec) diseñaron expresamente para su evento en honor a la celebración del Día del Cine Puertorriqueño prometen despertar tu creatividad. Para ponerlos a prueba, debes visitar el espacio este sábado 8 de febrero, a partir de las 12:00 del mediodía y aprovechar todos sus ofrecimientos especiales. Podrás inscribirte en talleres como Adentrándonos al cine utilizando la realidad virtual, Iluminación y cámaras, Fotografía, Del cómic a la pantalla grande, Animación, y Animación con fotos estilo stop motion. También habrá lectura de cuentos. "Con el séptimo arte presentamos los temas de STEM, del cuidado del ambiente y la naturaleza, y lo hace más divertido; se ha probado que a través de la educación no tradicional el mensaje llega, aunque de otra manera”. Tasha Endara Álvarez, directora ejecutiva del C3Tec A partir de las 5:00 p.m., se presentará la programación de cortometrajes durante el evento, Cine más corto, en la sala Cine-Teatro Fundación Ángel Ramos del C3Tec. El segundo sábado de febrero se celebra el Día Mundial del Cine y, en Puerto Rico, se aprovecha la coyuntura para exaltar el Cine puertorriqueño. “Desde el año pasado, la Legislatura conmemora el Día del Cine puertorriqueño el 8 de febrero y para nosotros es especial exaltarlo porque el cine es una herramienta educativa que utilizamos. Con el séptimo arte presentamos los temas de STEM, del cuidado del ambiente y la naturaleza, y lo hace más divertido; se ha probado que a través de la educación no tradicional el mensaje llega, aunque de otra manera”, explica Tasha Endara Álvarez, directora ejecutiva del C3Tec. Álvarez destaca que el cine tampoco les resulta ajeno ya que su sala Cine-Teatro Fundación Ángel Ramos ha sido un espacio vivo y activo para la producción local. “Le hemos dado la oportunidad de usarlo tanto a estudiantes como a profesores, de presentar ahí sus cortometrajes, sus películas”, agrega. La educación en ciencias y el uso de la tecnología en el cine serán aspectos que se integrarán a la experiencia de los participantes. Cabe señalar que el C3Tec trabaja en colaboración con la Universidad de Puerto Rico, recinto de Humacao, un programa educativo para crear conciencia en torno a los retos ambientales en las comunidades. “Lo hacen a través de filmaciones y el contenido que producen se presenta en cortometrajes en nuestra sala”, indica. Sobre el evento pautado para este sábado, escogieron destacar “la tecnología utilizada al trabajar cine”. “Por ejemplo, verás cómo el cómic sirve de inspiración para películas, como es el caso de Spiderman, y al crearlo trabajas destrezas de motor fino o el elemento cognitivo mientras estás cortando y pegando. En el caso del taller de Fotografía y el de Stop Motion se usa la realidad virtual”, indica la directora ejecutiva. Los talleres podrán ser disfrutados por chicos de seis años en adelante y, en algunos, interactuarán junto a sus familias. “Los exhortamos a que nos visiten, porque la actividad será bien interesante”, asegura Álvarez. El C3Tec está ubicado en la avenida Gautier Benítez #59, en el casco urbano de Caguas. Para reservar tu espacio en el evento, llama al 787/653-6391 o visita: www.c3tec.org. Fotos / Suministradas