Organizaciones sin fines de lucro fungen, alrededor de la Isla, como intermediarias del Banco de Alimentos de Puerto Rico
Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé
Vestida con su hábito de color claro, Sor Aracelis Reyes rebusca dentro de una caja repleta de galletas, granos, salsas enlatadas, jugos y cocteles de frutas individuales en el almacén del Banco de Alimentos de Puerto Rico situado en Hato Tejas, Bayamón. Mira etiquetas, revisa fechas de expiración con diligencia y no piensa en sus gustos. Piensa en los de ellos y ellas.
Sor Reyes labora en el Centro María Mazzarello que mantienen las hermanas salesianas en Orocovis. De día es un colegio con mensualidades módicas, de tarde se convierte en un centro de tutorías y actividades para niños de todas las edades de distintos sectores del pueblo, especialmente de La Pica, una comunidad con mucha necesidad a todos los niveles. Muchos de los niños son candidatos al fracaso escolar. Allí, les ofrecen atención, comida y los más talentosos académicamente podrían ser becados en el colegio.
"Para muchos, su última merienda del día es la que le damos", dice Reyes y continúa su búsqueda de lo necesario.