El taller de creación musical del programa del Museo de Arte Contemporáneo lanzó el álbum “Barrio Obrero en el Microphone” en la plataforma Spotify, tras las sesiones con sus participantes en la comunidad. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé La asistencia a los talleres osciló entre los 15 y 30 participantes a lo largo de todo el periodo. A viva voz expresaron con seguridad su decisión: “¡reguetón!”. Así se encaminó el álbum “Barrio Obrero en el Microphone” que resultó del taller de creación musical “Ética y reggaetón” realizado por el programa “MAC en el Barrio” con participantes entre los 7 y 17 años residentes en la comunidad santurcina. La iniciativa integra los ofrecimientos del Museo de Arte Contemporáneo (MAC). La Casita Amigos Jesús Maestro, ubicada en Barrio Obrero a minutos de la céntrica Placita Barceló, fue la sede del laboratorio musical donde los participantes experimentaron con palabras y sonidos junto a los músicos Wilfrido "Frido" Vargas y Víctor Díaz Diez, guiados por el marco artístico propuesto por la coordinadora del programa, Katia Cruz Quintana. A lo largo de dos meses y medio en los que la asistencia osciló entre 15 y 30 participantes, produjeron tres canciones originales. Los participantes recibieron primero instrucción básica en música y, posteriormente, trabajaron los temas de las canciones originales. “Hicimos un sondeo a viva voz porque no querían sentarse a llenar los papeles de la encuesta de intereses y todos dijeron primero, ‘música’, y después, ‘reguetón’. Luego hablaron de cocina y baile. En los géneros musicales favoritos estuvo el reguetón, el rap y el dembow; la mayoría de los participantes son dominicanos, sólo había tres puertorriqueños”, explica Cruz Quintana los inicios del proyecto el pasado diciembre. La coordinadora afirma que “no pensé que fuera un problema” el género musical escogido por los jóvenes, puesto que pensó que a través del arte contemporáneo “podemos abarcar el reguetón de forma crítica”. Lo próximo fue la selección del contenido de las tres canciones. “Ellos querían hablar del día a día, de sus amistades, del salón de clases. Un día una compañera que es bien habladora, Amanda, estaba muda y de ahí salió la canción: ‘¿Qué le pasa a Amanda?’. También querían hablar de estar en la playa. El reguetón era el medio para compartir sus sueños, sus risas, sus deseos y hasta sus mofas y bromas sanas a Amanda. Eso también puede ser reguetón”, declara Cruz. El grupo de jóvenes habló acerca de los asuntos que les inquietan, desde la migración hasta las bromas cotidianas que surgían entre ellos y esa fue, precisamente, la temática que abordaron en las composiciones. Vargas, músico dominicano, y Díaz, sonidista, les brindaron primero instrucción básica de música y luego entraron a la creación colectiva. “Muchos quisieron hablar de la migración, de lo que era vivir en Puerto Rico como niño y como joven, algunos sólo llevaban un año, dos o tres en Puerto Rico. Ese contacto fue un elemento súper clave. Después que se grabó el material, se trabajaron las cortinas y el editor hizo magia. Con nuestro equipo audiovisual se subió a la plataforma digital Spotify, lo que tardó un poco porque ellos revisan primero el material que suben”, recuerda sobre la gestión que se completó en mayo. LOS NERVIOS DEL DEBUT Con la petición de acceso a Spotify comenzó “el desespero” de los participantes por saber la fecha de publicación de sus canciones. “MAC en el Barrio pone en altoparlante lo que la gente y la cultura ya tienen en cada lugar, que son cosas súper mega valiosas. Ellos lo saben y nosotros les seguimos los pasos, con nuestros recursos celebramos con ellos. Aportamos la mirada crítica y cómo el arte contemporáneo puede ayudar a visibilizar y a hablar de nuestras necesidades". Katia Cruz Quintana, coordinadora del programa “En marzo hicimos el día de entrega de certificados del taller y lo convertimos en un ‘listening party’ de sus canciones, se las pusimos a máximo volumen en el museo. Después pidieron escuchar dembow, bachata, merengue, salsa y se pusieron a bailar. Fue toda una fiesta, lo que se había propuesto con el ‘listenig party’”. Cuando el álbum subió a Spotify, Cruz notificó a los artistas implicados. “Imagínate cómo estaban ellos, todos los días preguntaban cuando subía y por fin pasó; lo publicaron en sus redes, en Instagram”, recuerda entusiasmada. Para Cruz, la atención y el trabajo que el programa “MAC en el Barrio” realiza en las comunidades “aporta legitimización y validación de las culturas que la historia general o más conservadora han querido dejar a un lado”. La iniciativa también le permitió retornar al Barrio Obrero de su niñez y en el que se desarrolló su familia, por lo que define la vivencia como “bien especial”. Los ejercicios de taller fueron dinámicos tanto en el uso de la tecnología como en la ocupación del espacio. Esto generó mayor comodidad e interacción entre los participantes. “MAC en el Barrio pone en altoparlante lo que la gente y la cultura ya tienen en cada lugar, que son cosas súper mega valiosas. Ellos lo saben y nosotros les seguimos los pasos, con nuestros recursos celebramos con ellos. Aportamos la mirada crítica y cómo el arte contemporáneo puede ayudar a visibilizar y a hablar de nuestras necesidades. MAC en el Barrio es pluralidad pura”, describe Cruz Quintana quien alertó sobre el creciente deseo de aprender música o expresarse a través de ella entre los jóvenes en las comunidades. “Cuando les preguntamos no me dicen ‘cine’, ni ‘pintura’, ellos dicen ‘música’ y en el MAC estamos ready para eso”, afirma. El nuevo ciclo de “MAC en el Barrio” está listo para comenzar en julio en Loíza. La coordinadora Zarina Dorna trabajará “Loíza en el microphone” en el Residencial San Patricio porque allí, cuando les preguntaron a los jóvenes qué querían trabajar para expresarse, la respuesta fue la misma: “¡reguetón!”. Uno de los momentos más emocionantes para los participantes fue el poder encontrar sus canciones disponibles en la plataforma de distribución de música Spotify. Para celebrarlo realizaron un "listening party". El proyecto artístico “Barrio Obrero en el Microphone” de “MAC en el barrio” contó con el respaldo de la Autoridad de Asesoría Financiera y Agencia Fiscal de Puerto Rico (AAFAF). ¿Quieres escuchar las canciones? Busca en la plataforma musical Spotify bajo el nombre de Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico: https://open.spotify.com/int.../album/5RRXzisIGKkLGTaBEqz0Gp Fotos / Suministradas MAC
La iniciativa de los Centros Sor Isolina Ferré, en alianza con la Universidad Interamericana, viabiliza que aprendan computación básica en Guayama, Ponce y San Juan. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Desde el pasado 15 de febrero, 100 participantes acabaron el curso en la Inter de Guayama, 80 en la Inter de Ponce y 60 en la InterMetro de San Juan. A lo largo de cinco semanas, un grupo de beneficiarios del Programa de Asistencia Nutricional (PAN) y el Programa de Asistencia Temporal para Familias Necesitadas (TANF, por sus siglas en inglés), ha descubierto otras formas de sustentarse gracias a la iniciativa “Vamos pa’ la Uni”. Gestado por los Centros Sor Isolina Ferré (CSIF) -y con el respaldo de la Universidad Interamericana- el proyecto viabiliza que los participantes reciban cursos de computación básica y reciban una certificación al completarlo. Desde el pasado 15 de febrero, 100 participantes acabaron el curso en la Inter de Guayama, 80 en la Inter de Ponce y 60 en la InterMetro de San Juan. A finales de septiembre, los CSIF proyectan impactar 300 personas con esta propuesta de la que se han beneficiado desde madres solteras de 19 años, hasta adultos mayores de 62 que aún están activos en la fuerza laboral y desean refrescar destrezas. El curso de 36 horas abarca el programa Microsoft 365 y equivale a 2.5 créditos de educación continua. Además de las destrezas en computadoras, los estudiantes aprenden a manejar la herramienta ChatGTP, a preparar su resumé, así como tarjetas de presentación y opúsculos sobre los servicios de las empresas que algunos comienzan. Durante cinco semanas los participantes experimentan una especie de inmersión a la vida universitaria. “Con los programas de prevención que trabajamos en las comunidades nuestro objetivo es lograr la autosuficiencia económica para esos participantes que se benefician del PAN y el TANF. Queríamos proveerles herramientas para que puedan incorporarse a la fuerza laboral. Identificamos que una de las necesidades era el conocimiento tecnológico en nuestros participantes, porque hoy día cuando vamos a solicitar un empleo, independientemente del puesto que vayas a ocupar, te preguntan si tienes conocimientos de Microsoft y ellos no contaban con eso y no cualificaban al empleo”, explica Keishla Jaimán, supervisora de las tres regiones del programa de los CSIF. “En cinco semanas ellos tienen la oportunidad de vivir esa experiencia universitaria. No solamente le brindamos el conocimiento tecnológico con los profesores de la institución, sino que también contamos con nuestro equipo -los intercesores y el facilitador educativo- que le proveen asistencia para sus hijos. Esta es una parte bien importante para el logro de este proyecto”, agrega Jaimán. CUIDO Y TRANSPORTACIÓN “Vamos mostrándoles un nuevo panorama sembrando el que continúen estudiando y que lo pueden hacer. Nosotros estamos seguros de que nuestros participantes lo pueden lograr". Keishla Jaimán, supervisora de las tres regiones del programa de los CSIF Cuando en los CSIF realizaron un estudio de necesidades al diseñar el proyecto encontraron que las limitaciones principales para educarse entre la población que sirven eran la falta de transportación para llegar a las capacitaciones y de cuido y asistencia con sus hijos. “Ese servicio se da simultáneo, mientras mamá y papá se están capacitando en este conocimiento tecnológico, nuestro equipo le da refuerzo académico y actividades recreo-educativas a sus hijos para que esto no sea una limitación; es una iniciativa súper bonita”, describe y agrega que además se ocupan de la transportación de los participantes hacia las universidades. “La respuesta ha sido bien bonita de parte de nuestros participantes porque muchas son madres jóvenes que nunca habían tenido la oportunidad de vivir esta experiencia por la falta de cuido. Una de ellas, su bebé nació durante la pandemia del COVID-19 y la primera vez que dejó su hijo con alguien fue con nosotros. La experiencia ha sido bien buena”. Destaca otros casos como una mamá con una hija no vidente y otra mamá con un joven de 36 años con discapacidad, como ejemplos de que “no debemos encajonarnos solo en la asistencia a niños pequeños”. “Si soy una mamá con un hijo con diversidad funcional, ¿cómo puedo tener estos espacios para capacitarme y poder tener un crecimiento profesional? Ahí entramos nosotros. Esta es una experiencia universitaria para toda la familia”, señala. Las actividades recreativas para los hijos e hijas son un pilar del concepto del programa. La supervisora asegura estar “contenta y entusiasmada” con el proyecto. “Hemos recibido una gran acogida por parte de las comunidades, los participantes llegan por la puerta diciendo ‘mira, quiero inscribirme en el curso’ y eso es algo que no se ve muy a menudo y es súper lindo. Estos referidos que se dan de boca en boca, de que ya terminé el ciclo y le digo a mi vecina ‘tienes que ir para allá a tomarlo’, ha sido bien satisfactorio para nosotros como equipo”, indica. Les emociona asegurar la continuidad del proyecto y la semilla que siembran en los niños participantes que se exponen a nuevas vivencias educativas y laborales al visitar, por ejemplo, los laboratorios de veterinarios. “Vamos mostrándoles un nuevo panorama sembrando el que continúen estudiando y que lo pueden hacer. Nosotros estamos seguros de que nuestros participantes lo pueden lograr. Ellos anhelan el poder ser autosuficientes, el poder llevar su dinerito a casa porque el costo de vida está subiendo y la realidad es que con los beneficios solos no se pueden sustentar. Vemos mucho deseo de nuestros participantes de seguir hacia adelante y con las capacitaciones les damos todas las herramientas. Ofrecemos talleres de confección de jabón, repostería, artesanía, lociones corporales y el que tengan la herramienta tecnológica los ayuda a que puedan tener todo lo que necesitan para poner en acción un negocio o empleo. Ellos tienen el deseo, solo les faltaban las herramientas”, acaba Jaimán. Conoce las variadas iniciativas de los Centros Sor Isolina Ferré visitando: https://centrossorisolinaferre.org. Fotos / Suministrada / CSIF
Glorymar Rivera Báez debuta al mando de la organización veterana y está decidida a maximizar su alcance. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Rivera Báez se incorporó a la organización como su nueva líder en abril de 2024 y se aseguró de realizar una radiografía de su estado de situación, antes de dar paso al desarrollo de un plan de trabajo a tres años. Que nadie se confunda, United Way de Puerto Rico no piensa que ya alcanzó el límite de sus capacidades porque acumule 57 años de labor. Su nueva presidenta y principal oficial ejecutiva, la doctora Glorymar Rivera Báez, quiere alcanzar más metas. Está convencida de que la organización comunitaria tiene mucho más que ofrecer, sobre todo, según se adapta al cambiante Puerto Rico. “Siempre debemos tener hambre para decir ‘nos ha ido bien hasta aquí’, pero verlo desde ese enfoque crítico de qué más podemos hacer. Hay que regresar a la situación actual del país y decir: ¿Dónde estamos en niveles de pobreza?, ¿Dónde estamos en términos de equidad y acceso a recursos para las poblaciones más desventajadas? ¿Estamos satisfechos con los niveles de calidad de vida en el país? ¿Ha habido una merma en la violencia? ¿Nuestros jóvenes están mejor educados que antes? ¿Cuáles son esas poblaciones que requieren atención como son los adultos mayores? ¿Dónde nos encontramos?”, se pregunta Rivera. “Creo que siempre va a haber hambre si nosotros regresamos a la razón de ser de la organización y nos damos cuenta de que no estamos donde debemos estar y de que hay espacio para mejorar. Siempre habrá esa urgencia”, agrega. Tan pronto llegó a la organización en abril de 2024, Rivera realizó una radiografía interna y recibió el voto de confianza de la Junta de Gobernadores y empleados de la organización para trabajar con la planificación estratégica y un plan de trabajo —a tres años— que les permita asegurar su efectividad. “Han sido dos meses bien felices. Este es mi dream job. Tenemos grandes retos, pero no me quitan la sonrisa”, afirma la titular quien reconoce que su situación al mando de la organización es ideal ya que “hay el deseo, la información y el voto de confianza” para crear. "Cuando somos organizaciones que llevamos tiempo tenemos que replantearnos en qué medida nosotros estamos provocando cambios sistémicos, que las estrategias que estamos integrando ayuden a aliviar la necesidad, pero permitan que la persona salga de su situación". Glorymar Rivera Báez Presidenta y principal oficial ejecutiva de United Way de Puerto Rico Las posibilidades se multiplican y la directora afirma estar preparada, pero ¿quién es Glorymar Rivera? ¿Quién toma las riendas que deja el veterano Samuel González Cardona, líder de la organización en Puerto Rico desde el 2005 y ahora vicepresidente de United Way Worldwide en Latinoamérica y el Caribe? Rivera cuenta con 20 años de experiencia profesional como sicóloga industrial organizacional y 16 de ellos los ha dedicado al tercer sector. Del 2017 al 2023 fungió como directora ejecutiva de Rehaciendo comunidades con esperanza (REHACE), el brazo social de la Iglesia Metodista en Puerto Rico. Esta división agrupa 100 iglesias a través de las cuales ofrece servicios directos a la comunidad y maneja iniciativas de liderazgo y voluntariado. Hija de un pastor metodista, creció en varios pueblos a donde era trasladado su padre: Caguas, Cidra, Ponce, Patillas y San Juan. La presidenta trabajó además en la Organización de Voluntarios Activos en Desastres (OVAD), reconocida por la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias, que cuenta con más de 50 organizaciones afiliadas en Puerto Rico. En el 2019 se convirtió en su presidenta. Dichas tareas las combinó con su labor en la Cámara de Comercio de Puerto Rico, donde apoya el Comité de Calidad de Vida y Responsabilidad Social Empresarial. Gracias a esas vivencias laborales, Rivera estaba inclinada a “apoyar a organizaciones sin fines de lucro e integrar al sector privado”. “La visión de vida y del mundo van cambiando. En ese momento me movía aportar más y llegar a más organizaciones”, dice sobre el surgimiento de su compañía de consultoría, Meaningful Impact. En ese tiempo laboró en diversas instancias con United Way de Puerto Rico, así que al ser invitada a someter sus credenciales cuando buscaban ocupar la vacante de González, “no lo dudé por lo que representa esta organización”. “Esto es lo mejor que me podía pasar”, confiesa. “Lo que United Way hace va a tono con mi visión de vida, abarca muchas cosas, pero logra conciliar dos cosas que me apasionan: el trabajo de servicio directo que se hace a través de las organizaciones sin fines de lucro y lo que yo entiendo que el sector privado puede hacer a favor del país, que es muchísimo”. CRECE EL ALCANCE La nueva presidenta cuenta con 20 años de experiencia profesional como sicóloga industrial organizacional y 16 de ellos los ha dedicado al tercer sector. Rivera asegura que desde el primer día de trabajo en United Way de Puerto Rico el nivel de adrenalina no ha bajado, lo que la hace sentir “como pez en el agua”. “Me encanta la adrenalina y estoy acostumbrada a manejar múltiples proyectos”, dice. Necesitará la destreza porque United Way de Puerto Rico cuenta con 117 organizaciones no gubernamentales afiliadas, cerca de 300 empresas inversionistas y realiza proyectos en alianza con otras fundaciones y agencias del gobierno estatal y federal. “Es una organización bien compleja y amplia”, dice entusiasmada, “mi expectativa a futuro es a que logremos más y que provoquemos más proyectos de impacto”. Rivera no es partidaria de que la ayuda que brinde United Way de Puerto Rico “se quede en la superficie” e invita a diseñar estrategias si los recursos son limitados. “Cuando somos organizaciones que llevamos tiempo tenemos que replantearnos en qué medida nosotros estamos provocando cambios sistémicos, que las estrategias que estamos integrando ayuden a aliviar la necesidad, pero permitan que la persona salga de su situación. Con la cantidad de organizaciones sin fines de lucro que tenemos, que ha ido in crescendo, tenemos que vernos hacia adentro para que el sector sin fines de lucro empiece a incorporar todo lo que tiene que ver con monitorear, con medir impacto, con resiliencia hacia las comunidades, darle los recursos para que veamos una mejoría. Ese es uno de los retos que tenemos en el sector y el otro es la duplicidad de esfuerzos, de recursos. Al final del día somos un 100 x 35 y eso impacta al recaudar fondos y en el mensaje a la audiencia; hay más valor cuando trabajamos de forma colaborativa para potenciar las capacidades que tenemos. Nosotros no somos la razón de ser, son las poblaciones a las que servimos”, subraya. La presidenta se mantiene enfocada, creativa y motivada con la oportunidad de liderar United Way de Puerto Rico. “Siempre le digo a los empleados, lo que nosotros tenemos no lo tiene nadie”, dice orgullosa de su tesoro. Conoce más de United Way de Puerto Rico al acceder: https://unitedwaypr.org. Fotos / Javier del Valle
La organización que integra la Iniciativa Preescolar de la Fundación Ángel Ramos presenta “Resiliencia: compromiso de todas y todos” y ya puedes descargarlo. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé El equipo de Alcanza junto a la directora ejecutiva de la Fundación Ángel Ramos, Laura López, durante la presentación del nuevo proyecto. Todo el conocimiento acumulado por Alcanza luego de los talleres dirigidos a maestras y cuidadores de niñez temprana realizados en diversas zonas de Puerto Rico tras el paso del huracán María en el 2017, los terremotos y la pandemia en el 2020, han dado paso al nuevo módulo de la iniciativa educativa de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, que además integra la Iniciativa Preescolar de la Fundación Ángel Ramos. “Resiliencia: compromiso de todas y todos” se convierte en el módulo número 15 de Alcanza y está disponible de forma gratuita mediante descarga. La fenecida directora de Alcanza, Anette López de Méndez, impulsó su creación tan pronto comenzaron a documentar el estado de la población infantil luego de estas vivencias. Los resultados fueron presentados y reconocidos en la convención de la National Association for the Education of Young Children (NAEYC). Como nueva directora, Yarimar Rosa Rodríguez continuó los esfuerzos. En el módulo, las especialistas Wanda Figueroa Fuentes y María de los Ángeles Agrinsoni Malavé comparten autoría del texto “Lecciones que no se olvidan: Contribuyendo a construir la esperanza en la niñez y las familias”. Portada del nuevo módulo de Alcanza titulado “Resiliencia: compromiso de todas y todos”. Figueroa Fuentes también trabajó “Eso que llaman RESILIENCIA”, mientras que Agrinsoni Malavé se ocupó de “El educador o la educadora: Pieza clave hacia la resiliencia”. “La diversidad: Un camino hacia la transformación de una comunidad resiliente” fue el texto trabajado por Sugeili Ortiz Rivera mientras que Germie Corujo Martínez presenta “La resiliencia en la niñez: el uso de la narrativa para entretejer las voces de la niñez”. Yarimar Rosa Rodríguez tuvo a su cargo el prólogo. “Después del huracán María se hicieron unas investigaciones en el Centro de Investigaciones Educativas (CIE) con la mayoría de los centros en la isla para recopilar información de cómo estaba la parte socioemocional y la parte estructural, especialmente cómo estaba la población con la que trabajaban esas maestras y cómo se encontraban ellas. Se creó una propuesta para trabajar la parte de resiliencia en la Universidad de Puerto Rico en Cayey invitando a los municipios que tuvieron mayor impacto por el huracán María”, explica Kiana P. Pacheco Bonilla, coordinadora de proyectos del CIE. “También habla mucho de transportarnos hasta ese niño interior que tenemos cada uno de nosotros, cómo sanarlo y cómo -a través del tiempo- nos convertimos en personas resilientes sin darnos cuenta”. Kiana P. Pacheco Bonilla, coordinadora de proyectos del Centro de Investigaciones Educativas (CIE) Del resultado de esos talleres iniciales que abordaron el concepto de resiliencia para los alumnos, sus familias, profesores y comunidad, parte el nuevo módulo 15 que ya fue presentado oficialmente al público el pasado mayo. Los eventos que le siguieron al ciclón también generaron contenido que resultó útil para la publicación. “Ya tenemos unas impresiones del módulo que queremos compartirlas con participantes del suroeste, que es donde estamos trabajando ahora con la Fundación Ángel Ramos. También en la página de Alcanza lo tenemos en formato digital y pueden accederlo y bajarlo, no solamente el nuevo sino todos los que ha publicado Alcanza. Están en PDF y pueden ser aprovechados por familias, educadores, cualquier persona que trabaje con niñez temprana”, señala Pacheco. Además de estrategias para realizar con estudiantes, la coordinadora asegura que el módulo 15 invita a la autorreflexión sobre vivencias que pueden encaminarte al deseado proceso de resiliencia. “También habla mucho de transportarnos hasta ese niño interior que tenemos cada uno de nosotros, cómo sanarlo y cómo -a través del tiempo- nos convertimos en personas resilientes sin darnos cuenta”. Encuentra el módulo y aprovecha su contenido en esta dirección: https://cie.uprrp.edu/alcanza/. Para conocer la labor de Alcanza visita: http://alcanza.uprrp.edu. Fotos / Suministradas / Alcanza
Caribe Girls Scouts cumplirá 100 años en Puerto Rico formando lideresas de todas las edades. Repasamos su historia. Por Tatiana Pérez Rivera :: Oenegé Al centro, Ness Marie Tollinchi, directora de Caribe Girls Scout, entidad que resultó finalista del Premio Tina Hills en el 2017. Caribe Girls Scouts (CGS) se encamina a cumplir 100 años en Puerto Rico. La cifra se dice fácil, pero que el concilio de escutismo haya mantenido consistencia en la labor de inculcar valores como amor, respeto, solidaridad y liderazgo en la isla a lo largo de un siglo resulta encomiable. Hoy cuentan con casi 2,400 participantes de todas las edades y 705 líderes. “En estos 99 años, hemos visto a nuestras niñas crecer, asumir desafíos y convertirse en líderes excepcionales en sus comunidades y más allá. Hemos sido testigos de su creatividad, su espíritu de servicio y su compromiso con hacer del mundo un lugar mejor. Cada proyecto, cada camping, cada insignia ganada, ha sido un paso hacia un futuro más brillante y lleno de posibilidades”, resume Ness Marie Tollinchi, directora de Caribe Girls Scout en la isla, organismo que integra los 112 concilios de Estados Unidos. “Agradecemos profundamente a todos los líderes, voluntarios, familias y amigos que han apoyado y guiado a nuestras Girl Scouts. Su dedicación y amor han sido fundamentales para nuestro éxito y para la formación de futuras generaciones de mujeres fuertes e independientes”, agregó Tollinchi. CGS ofrece programas y servicios a chicas desde el grado kínder hasta cuarto año que se distribuyen entre los niveles Daisies, Brownies, Juniors, Cadettes, Seniors y Ambassador. Cuando integran los últimos dos niveles, las participantes pueden someter un proyecto que resuelva un problema en su comunidad siguiendo siete pasos preestablecidos. Los resultados obtenidos las llevan a recibir medallas de bronce, plata y, la más codiciada, de oro. El concilio de Puerto Rico acumula 8 Gold Awards, premio otorgado a los mejores 10 premios medalla de oro entre todos los concilios en Estados Unidos. El pasado mayo, la organización realizó su primer esfuerzo de recaudación de fondos en más de una década bajo el tema “Campfire de Colores”, en la Plazoleta del Banco Popular de Puerto Rico en Hato Rey. Así calentaron motores para el festejo. Después de todo, hay mucho por celebrar. “Estamos aquí para trabajar prevención, estamos trabajando con estas niñas, dándoles las herramientas para que ellas encuentren su liderazgo, para ellas encontrar su voz, para fortalecer su autoestima y sus valores. Nuestra fundadora dijo ‘no es crear, es desarrollar’ porque en cada una está esa líder y le queremos dar esa oportunidad de manifestarse”, explica Jeannette Cruz Beltrán, oficial de enlace comunitario e interagencial de CGS desde el 1997. PIONERAS EN PUERTO RICO Jóvenes muestran algunos de los distintos uniformes que han utilizado a lo largo de su paso por las Girls Scouts en las distintas etapas de su desarrollo. Aquí todo comenzó con Generosa Fernández. La fundadora del concilio boricua de las GS quedó encantada con luego de verlas en acción en la Union Chuch de Miramar, entre las familias estadounidenses que vivían en Puerto Rico. Contactó a la sede estadounidense fundada por Juliette Gordon Low en el 1912, con la intención de que las niñas puertorriqueñas se beneficiaran del escutismo, y en el 1925 se fundó la Tropa 1 en Union Church en San Juan, a la que se le unieron tropas en Ponce y Caguas. Durante esa primera etapa, el movimiento dio a conocer en el país su mensaje principal. “Si yo soy una mejor persona, donde quiera que esté y me desarrolle voy a hacer del mundo un lugar mejor”, lo resume Cruz quien ofrece los adiestramientos y lidera proyectos especiales de CGS. El siguiente pase de batón recayó en Elisa Colberg, una maestra de Cabo Rojo que se enamoró del potencial del escutismo y entre los años 1932 al 1971 se dedicó a expandirlo en nuestro país. Incluso, se adiestró en Estados Unidos en torno al potencial del escutismo y encaminó su transformación local. “Ella fue la que ayudó a que ‘Puerto Rico se vista de verde’ y que el movimiento llegue a casi todos los pueblos. Logró alianza con el Departamento de Educación y se incluyó en las escuelas, con las estudiantes de pedagogía en la Universidad de Puerto Rico. Logró apoyo del club rotario, de iglesias, de gobiernos municipales y estatales para que trascendiera el movimiento”, explica Cruz. Descubrir, conectar y ponerse en acción es la fórmula del escutismo para desarrollar liderazgo que no pasa de moda “En estos 99 años, hemos visto a nuestras niñas crecer, asumir desafíos y convertirse en líderes excepcionales en sus comunidades y más allá. Hemos sido testigos de su creatividad, su espíritu de servicio y su compromiso con hacer del mundo un lugar mejor” Ness Marie Tollinchi, directora de Caribe Girls Scout en la isla, organismo que integra los 112 concilios de Estados Unidos. “Primero conocen ‘quién soy’ y luego se conectan con quienes son afines y con quienes no lo son también porque ‘yo quiero aprender’ y, por último, mi liderazgo me lleva a tomar acción. Por eso me gusta decir que es un liderazgo con propósito, lo que yo he vivido tengo que compartirlo con otras personas”, señala Cruz. Desde sus comienzos, al movimiento también lo ha caracterizado su inclusividad. Las integrantes poseen diversos trasfondos sociales, religiosos o de nacionalidad, entre otros, lo que fortalece cada tropa. “Queremos crecer, aumentar matrícula, reclutar más voluntarios y celebrar 100 años de historia; no es fácil llegar aquí y seguir siendo pertinentes. Las niñas necesitan este espacio seguro para desarrollarse en espacios sin condiciones y sin juzgarlas. Le decimos a la gente ‘estamos aquí, seguimos aquí y seguiremos porque queremos seguir siendo una opción para nuestras niñas y jóvenes. Aunque sea un año en las Girls Scouts, será un año que cambiará tu vida”, promete Cruz. Para más información sobre el movimiento Girls Scouts en Puerto Rico y su celebración centenaria, visita cgspr.org o su página de Facebook @CaribeGirlScoutsCouncil. Foto / Javier del Valle